viernes, 30 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del viernes, 19 febrero 1932, página 23
Un camión de la «Campsa» que bajaba por la calle Galileo
al cruzar la calle Padre Llaurador chocó con el camión de la Tintorería Cherdel
que fue arrastrado al interior de la calle Galileo, no ocurriendo desgracias
personales.
—C
jueves, 29 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del viernes, 19 febrero 1932, página 6
Conferencia de autoridades
Ayer el general don Domingo Batet, acompañado de su ayudante de campo,
el señor Herrero, estuvo en. el Gobierno civil celebrando una conferencia con
el señor Moles.
Al recibir después a los periodistas, el general Batet les dijo que la
visita había tenido por objeto devolver al señor Moles la que este le hizo hace
tres días.
A preguntas de un reportero, el general Batet dijo que las actuaciones
por los sucesos de Tarrasa, habían pasado a la autoridad militar para continuarlas.
El juez comandante señor Bibiano, se trasladó a Tarrasa para seguir la
actuación, sumarial.
Después de los sucesos de Tarrasa
Versión de un episodio. Felicitaciones al alcalde
El hijo del presidente del Instituto Industrial don Pedro Amat, ha dado
de la tentativa de detención y secuestro de su padre por parte de los
revoltosos, una interesante versión.
Dice que después de oír por espacio de una hora las detonaciones
producidas por los petardos y disparos que para amedrentar a la población se
iban sucediendo, vio detenerse delante de su casa un coche Ford, viejo, del que
descendieron tres o cuatro individuos que llamaron fuertemente a la puerta.
El señor Amat no abrió, poniéndose al habla con ellos desde una ventana
de la planta baja contigua a la puerta.
Entonces dijeron a mi padre — añade el narrador — que por orden del
alcalde se personara inmediatamente en la alcaldía y que se apresurase a salir
porque tenían prisa. Mi padre contestó que se vestía en seguida y que saldría
en el acto; pero antes llamó por teléfono a la Casa Consistorial, desde donde
contestaron que allí no había ni el alcalde ni nadie.
Entre tanto los de fuera no cesaban de llamar con fuertes golpes a la
puerta, conminándonos a que si dentro de dos minutos no salía mi padre, nos
incendiarían la casa. Durante este tiempo pudimos telefonear al cuartel de la
guardia civil, contestándonos que nos mandaban fuerza.
Al ver lo inútil de sus esfuerzos para que saliera mi padre, con el
auto que llevaban o con un camión, que no puede precisarlo bien, intentaron
derriba la puerta, lo que casi lograron, pues una de las hojas quedó completamente
destrozada.
En este instante llegaron unas parejas de la guardia civil y a su vista
los revoltosos huyeron, no sin antes hacer algunos disparos contra los guardias
que afortunadamente no hicieron blanco.
Muchas personas desfilan estos días por el Ayuntamiento de Tarrasa para
felicitar al alcalde, señor Estrenjer por haber escapado sin mayor daño de los
graves riesgos a los que estuvo expuesto.
Los detenidos
Ayer fueron trasladados desde la jefatura a la cárcel los. 37 detenidos
que llegaron de Tarrasa anteayer.
Ayer llegaron ocho detenidos más en la vecina ciudad que ingresarán hoy
en la cárcel probablemente, y como los anteriores quedarán a disposición de la
autoridad militar. .
Hallazgo de bombas
Ayer se recibió en la jefatura de policía la noticia de que,
.enterradas en un solar de la calle del 22 de julio, habían sido encontradas en
Tarrasa 98 bombas cargadas.
Del hecho se dio cuenta al juzgado.
Según nos dice nuestro corresponsal, la mitad de dichas bombas son de
forma piña y las restantes cilíndricas. Fue detenido el propietario del solar,
Antonio Mur Escanilla, y su hermano Martín, creyéndose que son los fabricantes
de las bombas.
La policía ha practicado otros registros en la barriada de San Pedro de
la vecina ciudad.
miércoles, 28 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 27
MATADEPERA
Los festejos de Carnaval, organizados por la Unió Ciutadana Recreativa
y secundados por el Centre Catalá Republicá, se han celebrado, han llamado
poderosamente la atención en toda la comarca.
En la rúa del domingo, precedida
por la banda de trompetas y tambores de la Cruz Roja de Tarrasa, desfilaron
varias carrozas y coches artísticamente adornados, atrayendo un público
numeroso de varias poblaciones.
Ha causado honda impresión en ésta, la muerte repentina sufrida por don
Antonio Gorina, persona muy respetada y relacionada en el comercio de
agricultura.
El acto del sepelio fue una prueba del prestigio que gozaba el finado
dentro y fuera de la población.
Al dolor que por pérdida tan irreparable experimenta la familia Gorina,
unimos también el nuestro.
Ha fallecido doña Magdalena Ribera Montfort, madre política del
concejal de esta Ayuntamiento, don Juan Font Pi.
También ha sido conducida a su última morada, la señorita Mercedes
Altimira Colomer, dando a ambas familias nuestro más sentido pésame.
Ha nevado copiosamente.
De quedarse la nieve estacionada causará un grave perjuicio en los
bosques y arbolados.
—Corresponsal
martes, 27 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 26
RELLINÁS
Después de disfrutar un sol espléndido hemos sido sorprendidos por la nieve
durante tres días sin cesar, ofreciendo el pueblo un aspecto pintoresco. La
nevada ha sido beneficiosa para el campo.
—C.
lunes, 26 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 6
La sedición de Tarrasa
Los daños sufridos por el Ayuntamiento. El plan de los rebeldes
Telegramas de protesta
Los daños y deterioros sufridos por el edificio del Ayuntamiento de
Tarrasa, a consecuencia de su ocupación por los sediciosos, se calculan en unas
cincuenta mil pesetas.
Muchos artesonados habrán de ser cambiados y algunas balaustradas han
quedado en muy mal estado. Además, el número de cristales rotos es extraordinario.
Uno de los proyectiles atravesó un cuadro del pintor Vilella que se
hallaba colgado en una de las paredes de la galería del piso principal del
Ayuntamiento.
Varios libros del Archivo, entre ellos algunos muy valiosos, han
sufrido también importantes desperfectos.
Los revoltosos arrancaron los plafones y travesaños de dos puertas que
dan frente a la entrada de la escalera principal, para, hacer fuego parapetados
detrás de las puertas en el caso de que hubiera entrado la guardia civil en el
Ayuntamiento.
En poder de uno de los cinco detenidos que fueron apresados por, la
guardia civil a primera hora de la mañana del lunes, cuando rondaban armados
alrededor de la casa cuartel, se encontró una lista con los nombres de los
individuos que debían ocupar el Ayuntamiento, el cuartel de la benemérita, la
zona militar y los edificios de Teléfonos y Telégrafos, además de las dos
estaciones ferroviarias, ocupaciones que los revoltosos no pudieron llevar a
cabo porque, apenas iniciado el movimiento, comenzó en sus filas una gran
confusión y no se decidieron a realizar más que una parte mínima de su plan.
Tanto el Instituto Industrial como el Comercial e Industrial y la
Cámara de Comercio, han dirigido telegramas de enérgica protesta por los
sucesos sediciosos ocurridos, al Presidente del Consejo de Ministros y al
ministro de la Gobernación.
Traslado de los detenidos
Ayer mañana, a las cinco y media, llegaron a Barcelona los 38
individuos que fueron detenidos en Tarrasa como complicados en los sucesos
ocurridos en dicha población.
El traslado se efectuó en dos camiones; en uno de ellos iban 17
detenidos, y 19 en el otro, yendo en el interior de los vehículos tres parejas
de la guardia civil en cada uno.
Delante de los camiones iba un auto ocupado por el capitán de la guardia
civil de Tarrasa, con varios números, y cerraba la marcha otro auto ocupado por
el teniente y más individuos de la misma fuerza.
Al llegar los detenidos a la Jefatura de Policía, se hizo cargo de
ellos el jefe superior, don Arturo Menéndez, al que acompañaban el comisario
general del Cuerpo de Vigilancia, señor López Llamas; el jefe de la Brigada
Social, señor Villaverde, y el secretario del jefe superior señor Gainza.
A los detenidos, al salir de Tarrasa, sus familiares les hicieron
entrega de ropas y comida.
Inmediatamente después de llegar, los detenidos a la Jefatura,
ingresaron en los calabozos.
Durante toda la mañana se les tomó la filiación. En su mayoría son
jóvenes. Entre ellos figura el individuo que lanzó la bomba al capitán de la
guardia civil, cuando éste se dirigía al Ayuntamiento, por haberle hecho
indicaciones de que los revoltosos se le rendían.
Los camiones en que se efectuó el traslado fueron facilitados por el
cuerpo de Intendencia militar.
Quedarán a disposición de la autoridad militar los detenidos que por la
índole de su intervención en los sucesos deban pasar a la jurisdicción de
guerra.
He aquí los nombres de todos ellos:
Antonio Florensa, José Olivares, Antonio Olivares, Manuel Rico, Tomás
Sala, Arcadio Duran, José Gracia, Miguel Hernández, Juan Blanes, Demetrio
Cadena, Francisco Galán, Luis Fortes, Francisco Morales, José Puig, Fidel
Lechón, José Rimbau, José Pedro, Jaime Casarramona, Andrés Rosell, Jaime
Caballé, Pablo Castells, Pedro Perarnau, Fernando Rostov, Fernando Folch, Juan
Planas, Manuel Bou, Salvador Comas, Daniel Sánchez, Rodrigo López, Joaquín
Regales, Pedro Maris, Ramón Soler, Miguel Doménech, Camilo Nortes, Lorenzo Tapiolas,
Delfín Badía y José Padilla.
Las fuerzas vivas
El alcalde y representaciones de las fuerzas vivas de Tarrasa visitaron
ayer al gobernador para pedirle se adopten en aquella ciudad medidas que
mantengan la tranquilidad que algunos elementos parece tienen empeño en
alterar.
El señor Moles dio a sus visitantes todo género de seguridades de que
su petición será atendida.
Elogios a la benemérita
El comportamiento abnegado y valeroso de la guardia civil con motivo de
los sucesos de Tarrasa está siendo muy elogiado por el vecindario en masa de
aquella población..
La benemérita, que actuó en todo momento con decisión y energía, supo
aunar a su acción el tacto y la prudencia precisos para no causar víctimas y
todos están de acuerdo en Tarrasa en afirmar que de no haber presidido este
espíritu de cautela y moderación en sus intervenciones, habría que lamentar sucesos
mucho más dolorosos.
También se prodigan alabanzas a la acertada labor del teniente don Luis
Varea, que dirigió los primeros servicios de represión, al teniente don Jesús
Barrios, que acudió mandando nuevas fuerzas cuando los momentos eran más difíciles,
y al capitán don Adolfo Carretera, jefe de la línea, que en cuanto se enteró de
lo que ocurría marchó desde Sabadell, en donde se encontraba, a Tarrasa, para
hacerse cargo del mando de las fuerzas y dirigir la acción contra los
revoltosos.
Juzgado especial
Para la instrucción del sumario derivado de los graves sucesos
ocurridos en Tarrasa ha sido nombrado el magistrado de esta Audiencia
Territorial don Luis Pomares.
Asimismo ha sido designado el fiscal provincial don Pedro Moreu
Gisbert, afecto a la Audiencia de Barcelona, para que intervenga personalmente
en la instrucción de la aludida causa.
Ambos funcionarios vienen actuando con notable actividad y acierto en
el proceso relativo al alzamiento sedicioso del Alto Llobregat, para- cuya intervención
fueron, especialmente nombrados al producirse el movimiento revolucionario.
Destrucción de dos torres de la conducción de fluido eléctrico
Ayer tarde el gobernador manifestó a los periodistas que a la una y
cuarto de la madrugada habían sido derribados, con cartuchos de dinamita, dos
torres conductoras de electricidad, que la Energía Eléctrica de Cataluña tenía
construidas en las inmediaciones de la carretera de Manresa.
Una de las torres quedó derribada por completo, y la otra sufrió serias
averías, sosteniéndose solamente por un puntal.
En cada una de las torres se había colocado un cartucho de dinamita,
segun ha podido comprobarse.
Debido a este atentado, la transmisión de fuerza quedó interrumpida en
una línea de 80.000 voltios y en otra de 110.000.
El suministro de fluido eléctrico se restableció por medio de las
centrales térmicas.
Se calcula que se tardarán dos días en reconstruir las torres.
El gobernador ordenó a la guardia civil diera una batida por aquellos
alrededores y que proceda con toda severidad si se intentara cometer algún otro
atentado como el expuesto.
Ha sido detenido un individuo sobre el cual recaen sospechas de que
pueda tener participación en la colocación de los petardos.
Según opinión del señor Moles el hecho es obra de alguno de los
fugitivos de los últimos sucesos.
Visita al guardia Chagüe
El gobernador estuvo ayer tarde en el Hospital Militar visitando al
guardia civil Martín Chagüe Fraile, herido durante los sucesos de Tarrasa.
Dicho guardia, se halla muy mejorado, creyéndose que pronto será dado
de alta
domingo, 25 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del miércoles, 17 febrero 1932, página 6
El anarquismo en Tarrasa
Cataluña está materialmente harta de jugar a la huelga general
revolucionaria. Y Barcelona lo está tanto, que ya no puede más. El rotundo
fracaso dé la mil y una intentona perpetrada anteayer lo demuestra con
insuperable elocuencia. Mientras en diversos puntos de la región se estaban
cometiendo desmanes y fechorías de un extremismo rudimentario e infantil, la
vida de la capital seguía su curso ordinario: las calles, como siempre; la
circulación, perfecta; las tiendas, abiertas; los despachos y talleres, en
plena actividad. Sólo se dejó de trabajar, más por precaución que por otro
motivo, en algunas barriadas extremas. Los barceloneses en masa, tanto los
obreros como los demás, recibían las noticias de la intentona anarquista con un
significativo encogimiento de hombros y una sonrisa burlona, como diciendo.- «Pero,
¿donde van? ¿Están locos?»-,. De modo que los revolucionarios— como esas
compañías de cómicos tronados, que fracasaron por completo en la capital—, en
Cataluña ya tienen que resignarse a los bolos provincianos.
Ahora el anarquismo ha dado su representación en Tarrasa. Unas cuantas
horas de mala comedia, cuatro latiguillos para la galería, indiferencia
absoluta de los espectadores, y el más lamentable papel en cuanto la tuerza
pública se presentó y dijo: ¡Basta! Hay que reconocer que el famoso «anarquista
de Tarrasa» es una realidad. Pero no en el sentido trágico y melodramático, en
que nos lo había pintado y descrito, sino más bien a la. manera picaresca, de
pura parodia revolucionaria sin pies ni cabeza- Porque esa manera de conducirse
cuatro docenas de exaltados, sin representación alguna, sin apoyo popular, sin
medios, sin plan y sin la más remota posibilidad de eficacia, no es comunismo,
ni revolución, ni huelga general, ni rebeldía, ni nada. Es pura insensatez
anárquica, rayana en la locura. De suerte que, si no fuera por el peligro de causar
estragos inútiles y víctimas inocentes, que siempre acompaña a todas las descabelladas
acciones humanas, casi seria de desear que esta clase de trapatiestas
menudeasen más todavía en Cataluña, y que las tuviésemos cada semana, pues nada
tan claro para que hasta los más torpes y obtusos acabasen por quedar
aburridos, asqueados, de esta suerte de violencias estúpidas.
El Gobierno ha estado admirablemente bien en este caso. Lo estuvo ya en
el anterior, en el caso de Fígols, manteniendo con serenidad, pero con la
inquebrantable fortaleza que es su distintivo de autoridad suprema, en los
trances violentos no planteados por él, sino por sus enemigos, el prestigio del
Poder público, que por encima de todo guarda y hace guardar la ley.
Y al decir Gobierno, claro está que nos referimos al de la República,
pues por desgracia nadie nos entendería si con tal nombre designásemos al grupo
partidista ocasionalmente ocupante de los más altos puestos de representación
en Cataluña, y que, maniatado por sus promesas demagógicas y su dependencia
electoral, a cada nueva crisis no hace otra cosa que intentar entorpecer, con
declaraciones turbias, notan intempestivas y gestiones subterráneas que por
otra parte no engañan a nadie, la actuación recta, justiciera y efectiva del
Poder central, que en estos lances demuestra ser todavía el úrico representante
de los catalanes todos.
Finalmente, también ha comenzado a portarse como debe la ciudadanía,
sobre todo la masa obrera, y muy en especial la de Barcelona. Todas las clases
sociales pueden y deben aprender en la conducta sensata y patriótico que ahora
han observado nuestros trabajadores, haciendo el más aplastante vacío a los
revoltosos, negándose a acudir a violencias inútiles, y dando con ello la más
firme la más eficaz adhesión, que es la adhesión activa, al orden público y al
régimen que lo garantiza. Si todos los españoles hiciésemos lo mismo, desde el
más alto al más humilde, el anarquismo de Tarrasa. que ya no se aplaude ni en
Barcelona, ni en Madrid, ni en ninguna de las grandes capitales, tendría que
emigrar de las ciudades a las aldeas, de las aldeas a los villorrios, de éstos
a las cavernas primitivas de donde salió, y finalmente ni en las cavernas
hallaría acogida. Entonces la España republicana sería lo que nunca España fue,
y en Cataluña podríamos ver llegar sin ciertos instintivos, irreprimibles
estremecimientos de alguno de sus miembros capitales, él anhelado régimen de.
autonomía.
Se levanta el acuartelamiento
A las ocho de la mañana, en vista de que la normalidad era absoluta,
fue levantado el acuartelamiento de las tropas, quedando de retén una unidad
por cuerpo.
Manifestaciones del general Batet
El general Batet, al recibir a mediodía a los periodistas, les dijo que
le había visitado el gobernador civil, señor Moles, y que la entrevista tuvo
sólo carácter de cumplido.
Añadió el general Batet que por ahora se había levantado el
acuartelamiento en vista de que la normalidad era completa, y que en los
cuarteles quedaban de retén, una compañía o una sección en todos los cuerpos y
unidades.
Un reportero preguntó al general si era cierto que en el puerto había
dispuesto un buque para alojar a los presos de los últimos sucesos, a lo que
contestó el general Batet que nada sabía.
Finalmente dijo el general que la compañía de infantería del 34 seguía
en Tarrasa, y que el comandante militar señor Brinquis, continuaba la
información de lo ocurrido.
Normalidad en Tarrasa. Los detenidos. Una inscripción de los revoltosos
En Tarrasa se reanudó ayer por completo la normalidad, trabajándose en
todas las fábricas y talleres. El comercio abrió también a primera hora,
funcionando, asimismo todos los servicios públicos.
No se registraron incidentes de ninguna clase, resultando innecesarias
las precauciones adoptadas por las autoridades.
Frente al edificio del ayuntamiento, que seguía custodiado por las
tropas, permaneció todo el día estacionado mucho publico para presenciar los
destrozos causados en el exterior del edificio por el tiroteo.
Ayer los detenidos pasaban de cuarenta, pues además de las treinta y
siete detenciones realizadas el primer día, se practicaron algunas más.
Anoche mismo comenzaron a ser trasladados los detenidos a Barcelona.
En un tomo del Archivo Municipal, dependencia en la que, como ya
dijimos, establecieron los revoltosos su depósito general de armamento y
municiones, un revolucionario dejó escritas las siguientes palabras:
«La F. A. I. en el día 14 de febrero Se apodera del Ayuntamiento,
quedando sitiados por la guardia civil.»
Casi todos los detenidos son obreros avecindados en Tarrasa, aunque hay
cuatro o cinco que son forasteros llegados probablemente a dicha población el
día anterior a los sucesos.
Se tiene la impresión de que pasan de treinta los individuos que
lograron fugarse del Ayuntamiento durante el asedio de éste por la fuerza
pública. Todos huyeron por la parte posterior del edificio, que da a un dédalo
muy intrincado de patios y almacenes de fábricas.
Se sabe que los que capitaneaban el movimiento sedicioso son un
individuo apellidado Abad (a) «El Pocarroba», y otro llamado Amadeo, conocido
por el apodo de «El Petitet», ambos muy conocidos en Tarrasa por sus ideas
extremistas, de las que hacían constante ostentación.
Estos dos individuos son de los que lograron fugarse. Se cree que han
huido también de Tarrasa.
Se asegura que durante las diversas colisiones que sostuvieron con la
guardia civil los revoltosos, resultaron heridos dos de éstos, los cuales no se
presentaron para ser asistidos en el dispensario médico. Se supone que deben, estar
recluidos en sus mismos domicilios.
Manifestaciones del gobernador
Por hallarse conferenciando con el general Batet, en el cuartel general
de la cuarta División, el gobernador civil no recibió ayer tarde a los
periodistas.
Su secretario particular les dijo que las noticias de toda la provincia
acusaban completa normalidad.
También les participó que, entre otros, habían visitado al señor Moles
los alcaldes de Calella y Martorell y el jefe superior de Aeronáutica.
Dijo asimismo que el alcalde de San Feliu de Llobregat rogaba se
hiciera constar que en aquella población sólo holgaron el lunes 25 o 30
obreros, que ayer se reintegraron al trabajo.
Por la noche el señor Moles recibió a los informadores periodísticos,
manifestándoles que en su conferencia con el general Batet se había tratado de
los procedimientos a seguir con motivo de la huelga.
Añadió que en compañía del teniente coronel de carabineros, señor
Ibáñez, había recorrido los depósitos y conducciones de aguas, que vigilaban fuerzas
de aquel cuerpo, estudiando el modo de facilitar esta vigilancia.
Siguió diciendo que, por no haber tenido preparadas a primera hora las
calderas el lunes, con lo cual los obreros no pudieron trabajar y quedaban
incumplidas las órdenes del Gobierno civil, había impuesto multas de 500
pesetas a cada uno. de los patronos siguientes, del ramo de blanqueo y aprestos:
Emilio Serra, Santaló Hermanos, Sola y Compañía, Auxiliar Textil Algodonera, S.
A., Francisco Benguerel, Vicente Illa, Riera y Compañía, Sabartés y Grau, S. en
C; A. Campi y Gomar y Compañía.
Dio luego cuenta de haber levantado la suspensión del alcalde de Masquefa.
Manifestó después que la normalidad era absoluta en todos los puntos,
sin excepción, habiéndose trabajado incluso en la fábrica Alsina, de Gironella,
y en la mayoría de las fábricas de hilados y tejidos del llano de Barcelona.
Dijo igualmente que mañana saldrá para Pobla de Lillet el secretario de
la Delegación regional del Trabajo, con objeto de resolver las diferencias que
allí existen entre patronos y obreros del arte textil, por la aplicación de las
bases de trabajo aprobadas para la Alta Montaña. Los obreros, que tenían anunciada
la huelga, han desistido de plantearla.
Agregó que la mayoría de los detenidos en Tarrasa pasarán a la
jurisdicción militar, por haber sido aprehendidos con las armas en la mano, y
que de los demás la superioridad dispondrá, después da estudiar los
antecedentes de cada uno.
Preguntado si se habían efectuado ya deportaciones, contestó el señor
Moles que el vapor que estaba preparado había salido «sin pasaje». Y añadió,
finalmente:
—Tanto el Gobierno como el gobernador tienen el criterio de que se
empleen siempre los procedimientos ordinarios, y que sólo cuando se atente
contra la seguridad de la República se apliquen las leyes de excepción.
sábado, 24 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del martes, 16 febrero 1932, páginas 9 y 10
El plan revolucionario en la región
Graves sucesos en Tarrasa
(De nuestro enviado especial)
Táctica de los sediciosos
En Tarrasa la huelga fue general y dio motivo a graves desórdenes.
Aprovechando la coyuntura favorable que les deparaba al paro, los
elementos extremistas de la localidad, puestos de acuerdo con otros de
Barcelona, que llegaron durante la noche del domingo, prepararon un golpe de
mano para proclamar el comunismo libertario.
Los revoltosos comenzaron a poner en práctica su plan a las tres y
media de la mañana del lunes.
A dicha hora los elementos revolucionarios se dividieron en dos grupos,
emprendiendo una acción simultánea y coincidente. Uno de los grupos se dirigió
a poner cerco al cuartel de la guardia civil, con propósito de asaltarlo, mientras
el otro se encaminó al Ayuntamiento para apoderarse de las Casas
Consistoriales.
Para preparar el terreno los sediciosos hicieron a su paso por las
calles algunos disparos a fin de amedrantar al vecindario y una vez producida
la situación de pánico y alarma, impedir que los obreros intentasen entrar al
trabajo.
Varios vecinos de Tarrasa nos han manifestado que desde el domingo ya
se advertía entre algunos núcleos obreros bastante agitación y nerviosismo y
para muchas personas lo ocurrido ayer no constituyó más que una sorpresa
relativa, puesto que los preparativos que los sindicalistas hacían eran
superiores a los que requiere el planteamiento de un paro general de 24 horas.
Asedio al cuartel de la guardia civil
Un numeroso grupo de revolucionarios comenzó a las cuatro de la mañana
el asedio de la casa cuartel de la guardia civil, sito en la calle de San
Leopoldo.
Los guardias estaban sobreaviso, según parece, y al aproximarse los
revoltosos, los centinelas les dieron el alto. Aquellos contestaron con una
descarga cerrada que, por fortuna, no alcanzó a los guardias. Estos repelieron
inmediatamente la agresión, y a continuación pasaron al interior del edificio.
El teniente que mandaba la fuerza, don Luis Varea, organizó en seguida
la defensa del cuartel, dando por teléfono noticia de lo que ocurría a la
comandancia de Barcelona y al jefe de la línea, que reside en Sabadell.
Desde Barcelona se le ordenó que resistiesen, pues en seguida saldrían
fuerzas en su auxilio.
Varios guardias, al mando de un sargento, hicieron valerosamente una
salida al exterior, ocupando las esquinas del edificio y algunos otros lugares
estratégicos para impedir que los revoltosos estrechasen el cerco.
Entre sitiadores y sitiados se entabló con tal motivo un intenso
tiroteo, sin que hubiesen bajas por ninguno de los dos bandos.
Los guardias escatimaron los disparos, para no gastar municiones, pero
los revolucionarios disparaban, en cambio, con gran prodigalidad. Sin embargo,
al ver que los guardias se defendían con tan enérgico tesón, comenzaron a
espaciar sus disparos basta acallar por completo el fuego.
Sólo a distancia se mantuvieron algunos grupos de sediciosos en actitud
expectante.
Como la obscuridad era todavía muy intensa, la guardia civil se redujo
a mantenerse a la defensiva en espera de que amaneciese.
Asalto al Ayuntamiento. Es detenido el alcalde. Los revoltosos
practicaron muchas detenciones
Otro grupo de revoltosos se dedicó a asaltar el Ayuntamiento. Tres
individuos se adelantaron para no infundir sospechas, penetrando en el despacho
que la planta baja de las Casas Consistoriales tiene la guardia urbana,
sorprendiendo a los guardias municipales Mariano Letosa y Ángel Lilla, a los
cuales encañonaron con pistolas, desarmándoles a continuación. Luego les
obligaron a que les abriesen las puertas del Ayuntamiento, y en seguida
irrumpió en el edificio el resto de los revoltosos que esperaban en la calle.
Los revolucionarios se apoderaron del Ayuntamiento, escogiendo las dependencias
que les parecieron más apropiadas para permanecer en él.
En el edificio municipal se apoderaron de algunas armas largas que
había guardadas, procedentes del desarme de los somatenes, y quitaron de una
panoplia varias armas blancas que se conservaban allí por su valor histórico y
arqueológico.
Después varios grupos de revoltosos bajaron a la calle, haciendo un
recorrido de precaución, por los alrededores, durante el cual practicaron la
detención del cabo de la guardia municipal, encargado del servicio nocturno,
Joaquín Morillo, y de cuatro vigilantes de la demarcación. También detuvieron a
otras personas que vieron por la calle, entre ellas, un agente de vigilancia.,
al que desarmaron.
Todos los detenidos fueron conducidos al salón de sesiones, en donde
quedaron convenientemente vigilados.
También, los revoltosos practicaron la detención del alcalde, don
Avelino Estrenger Maciá. Dos de los sediciosos se presentaron en el domicilio de
la citada autoridad diciéndole que pasaban sucesos graves y que los concejales habían acordado reunirse
en sesión permanente.
El señor Estrenger salió algo alarmado y al hallarse en la calle los
dos individuos que habían ido a buscarle le dijeron francamente que había
estallado la revolución y que no tenía otro remedio que seguirles para hacerles
entrega de los fondos y valores del Ayuntamiento. Como argumento decisivo le
mostraron sus pistolas.
Conducido el alcalde al Ayuntamiento, los revoltosos le exigieron las
llaves de la caja y dependencias del Ayuntamiento, recluyéndolo después, en
compañía de los demás detenidos, en el salón de sesiones.
Propósitos siniestros
Saqueo de una armería
Los revoltosos se dirigieron después al domicilio del chófer del
Ayuntamiento. Eudaldo Viladoms, que vive en un edificio contiguo a las Casas
Consistoriales, obligándole a que se vistiera y les hiciera entrega del garaje
municipal, que está también en los bajos del Ayuntamiento.
Obligado por la amenaza de las pistolas, el chófer no tuvo otro remedio
que obedecer.
Como el automóvil de la Alcaldía estaba estropeado, !e obligaron a
poner en marcha una camioneta y la bomba del servicio de incendios. Esta última
la llenaron con bencina que había en el garaje, anunciando el siniestro
propósito de prender fuego al cuartel de la guardia civil, si insistía en la
resistencia, y de incendiar también las fábricas que desacatando la orden de
huelga pretenden emprender el trabajo.
Sin embargo, parece ser que cuando pretendieron hacer funcionar la
bomba cargada de bencina no supieron hacerlo y entonces la utilizaron únicamente
como vehículo de transporte, y como se
verá más adelante, como catapulta o arma de combate.
Una camioneta que encontraron en el garaje municipal la dedicaron los
revolucionarios a realizar otra parte de su plan
Puesta en marcha, marcharon con ella, a eso de las siete y media, a la
armería que don Juan Carner tiene en la calle de la Rutlla, número 18, y
obligando al dueño a que les abriese, procedieron a desvalijarla, llevándose
todas las armas, municiones y substancias explosivas que encontraron a mano.
Las armas que había eran pocas, pero de calidad excelente. Las municiones si eran
muy abundantes.
El señor Carner calcula en unas 4.500 pesetas el importe de lo que se
llevaron los revoltosos listos cargaron en la camioneta con todo lo que
pudieron, trasladándolo al Ayuntamiento.
Las municiones y los explosivos fueron depositados en el cuarto del
archivo municipal, que les pareció más adecuado para convertirlo en depósito
general de armamento.
El alcalde coaccionado. Una ridícula comunicación a la benemérita.
Disparos en el interior del Ayuntamiento.
Los revolucionarios obligaron pistola en mano al alcalde, señor Estrenjer
a que escribiese y firmase un documento dirigido a la Guardia Civil,
intimidando a las fuerzas para que se rindiesen y entregasen las armas a los
sediciosos.
El alcalde intentó hacerles ver lo pueril e inútil de este documento,
del que naturalmente, no esperaba que hiciese caso alguno la guardia civil;
pero los revoltosos, siempre apuntándole con sus pistolas, insistieron en que
era preciso. Entonces el alcalde pretendió redactar un documento, comenzándolo así:
"Me dice la Junta revolucionaria que deben ustedes entregar el armamento"...
Esta fórmula no satisfizo a los revoltosos que le dictaron entonces el
documento, obligando al señor Estrenjer, a escribirlo sin omitir punto ni coma,
y en él el alcalde tuvo que decir a la fuerza que entregasen las armas y el
correaje a los revolucionarios, pues él, como autoridad primera de la ciudad,
se lo ordenaba.
Este documento fue enviado por medio de un chico al cuartel de la
Guardia Civil; pero, naturalmente, el teniente que mandaba la fuerza no hizo
caso alguno del escrito.
Los revoltosos dispararon muchas veces contra el suelo y el techo de
las habitaciones del Ayuntamiento para amedrentar al alcalde y a las demás
personas que tenían detenidas. El rebote de una bala fue una vez a herir al
señor Estrenjer en la cara, junto a la fosa nasal izquierda, causándole una lesión
de la que manaba abundante sangre.
Al principio se pensó que el alcalde estaba herido de gravedad; ¡pero
limpiada la herida, se vio que solo era superficial y no revestía importancia
alguna.
Los revoltosos dueños de la ciudad. La bandera de la F. A. I. Llegan
fuerzas de la guardia civil
Hasta después de las ocho, los revoltosos fueron dueños absolutos de la
ciudad. Los elementos revolucionarios entraban y salían del Ayuntamiento,
siendo portadores de órdenes o noticias.
Para mantener la alarma, hacían de vez en cuando algunos disparos.
Entretanto había sido izada en el balcón principal del Ayuntamiento la
bandera roja y negra de a F. A. I., a fin de hacer saber al pueblo que estaba proclamado
en la población el comunismo libertario.
A pesar de dominar sobre toda la población, los revolucionarios no
cometieron otros desmanes que los de impedir, a toda costa, que nadie entrase al trabajo, imponiendo, además, con energía, el
cierre total del comercio. Sin embargo, es indudable que no tuvieron que
esforzarse mucho, ya que la situación de la ciudad era de pánico y él ánimo de
los ciudadanos estaba extraordinariamente deprimido.
Los viajeros que llegaron a las ocho de la mañana en el tren tranvía no
pudieron salir de la estación, pues enfrente de ésta se había establecido un
grueso núcleo de revoltosos, los cuales se repartían entre sí armas y
municiones con las cuales amenazaban a los pacíficos ciudadanos.
A las nueve de la mañana llegaron veinte números de la guardia civil al
mando del teniente don Jesús Barrio Fernández, los cuales marcharon inmediatamente,
sin ser hostilizados, a la casa-cuartel. Ya en esta juntas todas las fuerzas de
la benemérita se dispuso el plan de acción contra los revolucionarios.
Los revolucionarios intentan practicar otra detención. Concejales
secuestrados
Un grupo de revoltosos intentó detener, para conducirlo al
Ayuntamiento, al director del Instinto Industrial, señor Amat, dirigiéndose al
efecto a su domicilio. El señor Amat, que ya había oído las detonaciones de las
descargas hechas por los revolucionarios y que estaba, por consiguiente, prevenido,
se negó a contestar a las llamadas de los extremistas, y entonces éstos
lanzaron a toda velocidad el auto-bomba del servicio de incendios contra la puerta
de la casa, en la que causaron grandes desperfectos, aunque no pudieron
abrirla. Convencidos de lo inútil de su tentativa la abandonaron, dirigiéndose a
otros lugares.
Los concejales señores Devant y Casas, enterados de lo que ocurría,
creyeron que su deber estaba en el Ayuntamiento y se presentaron en las Casas
Consistoriales, penetrando en su interior.
Los revolucionarios no se opusieron al intento de los señores Devant y
Casas; pero una vez que les vieron dentro del edificio les dijeron que quedaban
detenidos, conduciéndoles también al salón de sesiones.
A las nueve de la mañana eran más de 30 las personas que los
revolucionarios tenían recluidas, a la fuerza, en el Ayuntamiento
La acción de la guardia civil. Asedio del Ayuntamiento. Llegan fuerzas
del Ejército
Alrededor de las nueve, la fuerza de la Guardia civil salir del
cuartel, dirigiéndose resueltamente al Ayuntamiento. Desde este edificio se
hicieron disparos contra la fuerza, y entonces ésta se apostó en las calles de Quemada
y de la Unión, desde las cuales se domina el edificio municipal, rompiendo el fuego
contra él. También tomó la benemérita el terrado de la Central de Teléfonos y una
casa de la calle de la Rasa, para vigilar desde ella la parte posterior del
edificio, a fin de dificultar la huida por aquél lugar de los sitiados.
Corno la Guardia civil sabía que de Barcelona habían salido ya fuerzas
del Ejército para sumarse a la acción contra de los revolucionarios, se limitó
a mantener sus posiciones y a disparar espaciadamente contra el Ayuntamiento
para tener en jaque a los revoltosos.
La situación se tranquilizó algo durante buen rato; pero a eso de las
nueve y media de la mañana la Guardia civil fue agredida por un grupo de
paisanos, desde la Rambla y entonces la fuerza repelió la agresión con energía,
hiriendo a varias personas. También resultó herido de una rozadura leve de bala
en una pierna un guardia civil.
A las diez de la mañana llegó a Tarrasa una compañía del regimiento
número 34, procedente de Barcelona, mandada por el capitán señor Costel y los
tenientes señores Masiá y Querol.
Las fuerzas cargaron contra los revoltosos, desde que pisaron la
población, dirigiéndose, a paso de combate, al arrabal de Fermín Galán, en el
que está instalado el Ayuntamiento, procediendo a rodearlo completamente, de acuerdo
con la Guardia civil.
En este momento el tiroteo era intensísimo y la alarma culminaba en
toda la ciudad.
Las fuerzas militares se situaron rodilla en tierra, cerca del
Ayuntamiento; pero sin llegar a disparar.
Una añagaza de los revolucionarios. Explosión de una bomba. Se redobla
el tiroteo.
Al ver los que había dentro del edificio que materialmente copados por las fuerzas,
cesaron de disparar y enarbolaron un trapo blanco en señal de que querían rendirse.
Esta bandera de parlamento fue izada en el balcón principal
Cuando, en virtud de la señal de rendición, la Guardia civil se adelantó
para entrar en el edificio, desde el segundo piso del mismo se hicieron algunos
disparos contra ella, al propio tiempo que se arrojaban dos bombas, una de
ellas hizo explosión, pero la metralla no alcanzó a nadie y la otra cayó a los
pies del capitán de la Guardia civil, don Adolfo Carretero, que había llegado
poco antes; pero el artefacto no hizo explosión..
A partir de este instante hubo otros minutos de intenso tiroteo, pues
la Guardia civil tiró ahora contra el edificio, causando gran destrozo en los
cristales.
Los revolucionarios cesaron de nuevo en su hostilidad y al cabo de un
breve espacio obligaron a la fuerza a que saliesen al balcón el alcalde y los
concejales que tenían en calidad de detenidos, los cuales se dirigieron al jefe
de la fuerza manifestando que los que había dentro deseaban rendirse.
Otra bomba. Autoridades en peligro. La rendición
Una nueva bomba tirada desde el piso superior creó una situación
gravísima, pues la Guardia civil disparó de nuevo con gran intensidad contra el
edificio y el alcalde y los concejales tuvieron que tirarse al suelo para
volver al interior precipitadamente, siendo verdaderamente milagroso que dichas
autoridades no fueran alcanzadas por los disparos.
Los revoltosos obligaron de nuevo al alcalde, siempre intimidándole,
pistola en mano, a que abriese la puerta del edificio y se pusiera al habla con
las tropas. Así hubo de hacerlo el señor Estranger, y enseguida entraron la
Guardia civil y las fuerzas militares, incautándose del edificio sin
resistencia ninguna.
Durante el tiempo que duró este parlamento gran número de revoltosos
huyeron por la parte posterior del edificio y en cuanto las fuerzas entraron
sólo pudieron detener a 31, los cuales fueron inmediatamente recluidos en una
de las dependencias de la casa.
También se procedió a libertar a las diversas personas que tenían los
sediciosos detenidas en el salón de sesiones y a incautarse de las armas
abandonadas por aquellos.
Soldado detenido por los revoltosos
El soldado de cuota José Maclas Puig, del regimiento número 10, que se
disponía a tomar el tren de las ocho de la mañana para venir a Barcelona, fue
detenido por los revoltosos que se lo llevaron al Ayuntamiento en donde le
recluyeron con las demás personas que tenían en el salón de sesiones.
Las armas y las municiones recogidas
Las tropas se incautaron de 19 armas largas todas ellas excelentes y en
magnífico estado; 10 pistolas de las mejores marcas, 24 bombas en forma de piña,
gran cantidad de municiones y 53 cartuchos de dinamita.
Se ha dispuesto que todo ello sea enviado a la mayor brevedad, una vez
requisadas y reseñadas por el juez, a la Maestranza de Artillería de Barcelona.
Lo que dicen los detenidos. Actuaciones judiciales.
El juez de Instrucción del distrito de Tarrasa, don Ángel León, comenzó
a actuar seguidamente, instruyendo las diligencias del caso. Su primer cuidado
fue tomar declaración a todos los detenidos, así como a las personas que
presenciaron los sucesos en su primera fase, entre ellos el alcalde, señor Estrenger.
Todos los detenidos han confesado su culpabilidad, según parece,
manifestando que su propósito era implantar el comunismo libertario y derribar
al Gobierno de la República, contra el cual se muestran muy quejosos, pues,
según les habían dicho, había ordenado que el «Buenos Aires» fuera echado a
pique con todos los deportados que llevaba. Esta última fantasía, que por lo
que se ve se les había hecho creer con el propósito de lanzarlos a la
descarriada aventura, les tenía muy excitados. Algunos de los detenidos se
manifestaban indignadísimos con el pueblo de Tarrasa, pues decían que después de
estar todo el mundo de acuerdo para hacer la revolución, les habían abandonado,
dejando que fueran ellos solos los que dieran el pecho a las balas.
«Cuando nos lleven a la cárcel — decían algunos—, a los obreros que veamos
al paso les llamaremos cobardes y traidores. A nosotros no nos importa jugarnos
la vida pero nos duele que nos hayan traicionado de esta manera.»
Parece ser que en la madrugada de hoy todos los detenidos serán conducidos
a Barcelona,
La Guardia civil practicó también la detención de cinco individuos de
los que habían participado en el asedio de la casa-cuartel. Tres de ellos
llevaban tercerola y los otras dos pistolas «Star». Estos están detenidos en el
cuartel de la benemérita.
Los daños causados por el tiroteo
Los daños causados por el tiroteo, en el edificio del Ayuntamiento de
Tarrasa, son importantísimos. Todos los cristales de los pisos primero y
segundo han quedado completamente rotos, así como las maderas de los balcones y
la gran farola eléctrica que había en la fachada del Ayuntamiento, la cual cayó
al suelo derribada por los tiros. Gran número de disparos entraron en el edificio
estropeando muebles, puertas y tabiques. Uno de los balcones del despacho de la
Alcaldía presenta ocho impactos, y una bala causó un agujero en el respaldo del
sillón del secretario de la corporación, donde, por verdadero milagro, no había
entonces nadie sentado.
Toda la fachada del edificio presenta grandes desconchados y agujeros profundos,
ocasionados por las balas.
Los revoltosos violentaron un cajón del despacho de la Guardia Urbana,
llevándose unas doscientas pesetas que había para socorro de indigentes.
Los heridos
En el dispensario médico municipal fueron asistidas las siguientes
personas heridas a consecuencia de los sucesos que se desarrollaron cerca del
Ayuntamiento.
Elía Sedrosa, herido por arma de fuego con orificio de entrada por la
cara anterior del muslo derecho, con fractura del fémur. Grave.
Isabel Ballvé Cubells, herida de bala en el muslo izquierdo sin
orificio de salida. Reservado.
Carlos Alazon, herida por arma de fuego en un brazo. .
Salvador Bodis, fractura de la rótula izquierda. Al caer a tierra y ser
aáempefiado
por varias personas. Reservado.
María Soler Roy. Herida por desgarro. Reservado.
Salvador Padró, herido por arma de fuego en el brazo izquierdo con
orificio de salida, y otra en la pierna derecha. Reservado.
Juan Calvet, de 62 años, al caer lesionado levemente.
José López Porniche, herida por arma de fuego con orificio de entrada y
salida en la pantorrilla derecha.
J. Freixanet, lesiones leves al caer.
También fue asistido el guardia civil Martín Chapruneda, del Tercer
Tercio, de una rozadura de bala en una pierna.
El mando de las fuerzas
Para hacerse cargo del mando de las fuerzas destacadas en Tarrasa,
llegó a mediodía el comandante señor Brinquis.
También llegó poco después el capitán Soriano, que sustituyó al capitán
Costell, que regresó a Barcelona.
La huelga. Un bando del alcalde
Como es natural, el paro fue absoluto en Tarrasa durante toda la
mañana. A mediodía, después de la llegada de las fuerzas del Ejército, el
comercio abrió casi en general, pero continuó la paralización de las restantes
actividades.
La mayoría de los concejales que componen el Ayuntamiento, viendo la
imposibilidad de ir a la Casa Consistorial, se reunieron en casa del alcalde
don Avelino Estrenjer, que estaba en poder de los sediciosos, permaneciendo
allí en sesión permanente.
A mediodía fue fijado profusamente por la ciudad el siguiente bando del
alcalde:
«Don Avelino Estrenjer y Maciá, alcalde de esta ciudad.
Hago saber:
Que habiendo sido reducido en absoluto el movimiento sedicioso Iniciado
esta madrugada y no habiendo ya motivo para que la ciudad permanezca ni un
momento más sufriendo las consecuencias de una huelga completamente ilegal, y
de conformidad con las órdenes recibidas del Gobierno civil de esta provincia,
esta Alcaldía espera del civismo de todos los ciudadanos, que esta tarde se
reintegre todo el mundo a su trabajo ya que por parte de las autoridades se han
tomado las medidas necesarias para garantir la libertad del trabajo.
Tarrasa, 15 de febrero de 1932. — El alcalde A. Estrenjer».
A pesar del bando, tampoco se trabajó por la tarde, pero como el
aspecto de la ciudad era de calma y la agitación había cesado por completo,
todo hace suponer que hoy mismo se reanudará el trabajo.
viernes, 23 de septiembre de 2016
La Vanguardia, Edición del martes, 16 febrero 1932, página 8
Manifestaciones del gobernador
Cuando, según costumbre, el gobernador civil recibió ayer tarde a los
periodistas, uno de éstos le preguntó si se le podía felicitar por el fracaso
de la huelga.
—Eso — contestó el señor Moles — ustedes mismos son los que han de
decirlo.
Todo va bien, a pesar de que desde la colocación por un individuo, que
ha resultado ser ex presidiario, de una bomba en un depósito de aguas; haber
hecho explosión varios petardos alarmistas, y la agresión habida contra un
tranvía en San Andrés, siendo, heridos dos de los agresores, no se ha
escatimado nada para el éxito de la huelga que se proyectaba.
Explosiones de petardos se han registrado en diversos sitios, uno de
ellos frente al Gobierno civil.
Las coacciones para obligar al paro han sido numerosas, pero sin
importancia, y en cuanto al efecto, ya se ha visto su escasa eficacia.
—¿Y qué noticias hay de Tarrasa? -- preguntaron los informadores.
—Pues que a las cuatro de la mañana — contestó el gobernador — un grupo
de pistoleros obligó al vigilante a que les franqueara la puerta de la casa del
alcalde, y después hicieron que éste fuera con ellos a viva fuerza al
Ayuntamiento, del que se adueñaron, quedando en él un centenar de hombres armados
con arma larga.
Desde el Ayuntamiento se disparó contra la guardia civil, que contestó
a la agresión, y cuando el tiroteo duraba ya largo rato, los revoltosos
obligaron al alcalde y a un bombero, que tenían como rehenes, a que salieran al
balcón con una bandera blanca, como si quisieran indicar que se rendían.
La guardia civil suspendió el fuego, y entonces desde el Ayuntamiento
arrojaron una bomba, que hizo explosión, resultando herido uno de los guardias.
La llegada de fuerzas del ejército, que auxiliaron a las de la guardia
civil, obligó, por fin, a los revoltosos a rendirse, quedando detenidos de
momento unos doce o quince.
Además de la compañía de infantería que marchó a Tarrasa, el capitán
general tenía dispuesta una batería de montaña, con orden de cañonear la Casa
Consistorial, si no se entregaban los revoltosos.
La línea férrea del Norte fue cortada entre San Andrés y Moneada, pero
pronto quedó reparada.
También la explosión de una bomba ocasionó desperfectos en la vía,
entre Villanueva y Cubellas, pero el servicio de trenes no sufrió interrupción.
En Mataró, Badalona y Sabadell hay huelga, pero pacífica.
En Calella y Villanueva, trabaja todo el mundo. En Vich y Granollers,
el paro es parcial. En Igualada, la guardia civil disolvió una manifestación
que pretendía hacer cerrar.
Por ahora no hay más que este movimiento, que se quiere presentar como
sentimental y que ha sido preparado por
gente de de pésimos antecedentes y armada de bombas.
—¿Saldrá otro barco con deportados? — preguntaron de nuevo los
reporteros.
—La gente a que antes me refería parece empeñarse en que salga, pero
hasta el presente no hay nada acordado.
En Tarragona, según me comunica aquel gobernador, hay tranquilidad.
Solo en Valls se pretendía ir al paro.
En Gerona, con cuyo gobernador he hablado también, se pretendió imponer
la huelga a primera hora, pero luego se normalizaron las labores.
En Lérida la nieve, que hasta,
ha interceptado algunas líneas férrea, dificulta el trabajo. Hay allí, pues, la
«huelga blanca».
Por lo que se refiere a la extensión del paro en Barcelona, sólo diré
que se ha dado el caso de que muchos obreros que se hallaban en huelga la
semana anterior, acudieron hoy al trabajo.
El servicio de abastecimientos se ha efectuado con toda regularidad.
Hay bastantes detenidos, y todos los Sindicatos han sido clausurados.
Otra versión de los sucesos
Medidas militares
Ayer tarde el general Batet, por estar muy ocupado, no recibió a los
periodistas, comunicándoles por conducto de su ayudante, señor Lacanal, que a
las tres de la mañana había sabido que en la vecina ciudad de Tarrasa un numeroso
grupo de obreros había cercado el cuartel de la guardia civil, pretendiendo
asaltarlo.
Las fuerzas que en él había alojadas al clarear el día salieron a la
calle y persiguieron a los revoltosos.
Estos se refugiaron en el Ayuntamiento, y al acercarse la Guardia civil
enarbolaron una bandera blanca desde el balcón.
Los guardias se acercaron confiados, y entonces los sediciosos
arrojaron tres bombas sobre las fuerzas, cuyos explosivos al estallar hirieron
a dos de los Guardias.
Inmediatamente la fuerza pública repelió la agresión, dando cuenta a los
superiores de lo ocurrido.
Acto seguido salió una compañía del regimiento número 34, que en
camiones de la Intendencia se dirigió a la estación de la Plaza de Cataluña y
en tren especial marcho a Tarrasa.
Una batería de montaña quedó preparada para dirigirse también a la
vecina población en caso de necesidad, a cuyo efecto estaba preparado un tren
especial en la estación del Norte.
A las dos y media de la tarde el comandante militar de Tarrasa, don
José Brinquiol, comunicó por teléfono al general Batet que el movimiento
sedicioso estaba dominado y la población, tranquila.
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