Asamblea general
del profesorado
Excursión a Tarrasa
Conforme disponía el
programa de los actos de la
Asamblea ayer tuvo efecto la visita a la Escuela Industrial
de Tarrasa, saliendo los expedicionarios, entre los que figuraban bastantes
damas, a las nueve de la mañana en el tren eléctrico y en coche para ellos
reservado. Acompañáronles el director del mencionado centro, señor Baltá de
Cela y el profesor señor Blanxart.
En la estación de Tarrasa
fueron recibidos por el claustro de aquella Escuela y desde allí dirigiéronse!
a visitar las iglesias románicas de San Miguel, Santa María y San Pedro y
sirviéndoles de cicerone el párroco doctor don José Homs Ginesta pudieron hacerse
cargo de las importantes obras de restauración hasta ahora efectuadas y de las
que han de llevarse a cabo para restituir en lo posible su peculiar carácter a
aquel secular grupo, monumento vivo de una época esplendorosa.
Admiraron asimismo los
riquísimos retablos del templo y el valiosísimo museo instalado en la casa
rectoral.
Marcharon luego a la Escuela Industrial
y recorrieron detenidamente todas las dependencias: aulas, laboratorios,
talleres, etc., y en la sala de profesores los expedicionarios firmaron en el
álbum de honor.
Ocioso es hacer constar
cuanto maravilló la Escuela
a los que no la conocían. Estos y los que en otras ocasiones la habían admirado
no fueron parcos en elogios. A la dirección, al profesorado, al comisario regio
y a los alumnos que se esmeran en hacer eficaces los desvelos e incesantes
trabajos de aquellos para robustecer, aumentándolo, el prestigio de tan famosa
entidad.
Desde la Escuela encamináronse los
expedicionarios al magnifico local del Gran Casino donde debía servirse el
banquete que les ofrecía aquel profesorado.
En la mesa presidencial
acompañaron al comisario regio de la
Escuela y diputado por Tarrasa don Alfonso Sala los
congresistas directores de Escuelas y las señoras que formaron parte de la
expedición.
Sirvióse la siguiente
lista: entremeses variados, huevos regencia, lubina gratén, medallón filete
legumbres, biscuit glacé; pastas y frutas, vinos, champaña, café y licores.
Inició los brindis el
señor Baltá de Cela ofreciendo el obsequio a los asambleístas de cuya visita mostrose
en extremo complacido y cuya opinión respecto a la Escuela deseaba conocer
pues, favorable o contraria, sería muy importante como propia de personas realmente
capacitadas para emitirla.
Agregó que en parte
principal debe su fama la
Escuela de Tarrasa al ambiente de trabajo estimulante y
fervor optimista en que se desenvuelve, y al comisario regio señor Sala cuya
gestión no es posible encarecer debidamente.
Elogió al arquitecto señor
Doménech Mansana, autor del proyecto de ampliación del edificio, y luego al
señor Vega y March, organizador de la Asamblea. Espera
que ésta contribuirá al perfeccionamiento de las enseñanzas
técnicas y artísticas en
beneficio de la producción y del interés nacional.
El señor Vega y March
dedicó los aplausos que se le tributaron al levantarse, a la Escuela Industrial
y a su celoso director. A ellos, dijo, pertenecen por derecho propio, porque la
visita nos ha demostrado lo que «se puede hacer» pues «lo han hecho» estos excelentes
tarrasenses.
Agradeció al profesorado de
la Escuela el
obsequio que tributaba a los congresistas y terminó dedicando merecidos elogios
a cuantos, directores y dirigidos, forman, aquel ejemplar instituto.
Don Ramiro Suárez,
director de la Escuela
de Madrid, enalteció la labor del señor Sala que no sólo se acuerda de los intereses
de la Escuela
de Tarrasa sino que siempre está a la disposición de quienes solicitan su valioso
apoyo para cuanto signifique obra de progreso y perfeccionamiento en cualquier orden.
Finalmente hizo uso de la
palabra el señor Sala. Si algo
me excusa, dijo de ocupar este sitio es mi amor a la enseñanza, la fe ciega que
tengo en la enseñanza técnico-artística como base del resurgimiento de la Patria.
Extendiose en
consideraciones acerca del concepto de la prosperidad nacional, manifestando que
cuando esta prosperidad es real produce considerable aumento en el comercio
exterior.
Después de ofrecerse a
todos incondicionalmente terminó brindando por que el más halagüeño éxito
acompañe los trabajos de la
Asamblea.
Fueron aplaudidos con
entusiasmo cuantos hicieron uso de la palabra.
Desde el Casino dirigiéronse
los expedicionarios a la parroquia del Santo Espíritu donde admiraron el
soberbio retablo del altar, las esculturas del Santo Sepulcro y otras riquezas
que allí se conservan, enterándose, además, de lo concerniente a la nueva
fachada de estilo cuyas obras no adelantan como todos desearían.
Muy satisfechos de la
excursión realizada, regresaron los expedicionarios a esta ciudad con el tren
de las seis de la tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario