LOS MURCIANOS SON
TRABAJADORES
Realmente,
cuando llegue el momento, si es que llega, los catalanistas exaltados no lo van
a sentir mucho. Entre ellos y los murcianos no existen, ni han existido nunca,
unas relaciones, muy cordiales. Frecuentemente los periódicos satíricos de
Barcelona dedican caricaturas, sueltos e informaciones pintorescas a los
murcianos que viven aquí. Para ellos, los murcianos son la causa de todos los
males; llevan a Cataluña la enfermedad del tracoma; se "enchufan" en
buenos destinos; son pistoleros... Claro que estas acusaciones pintorescas no
dejan de ser broma más o menos pesadas, pero sin ningún fundamento. Los
murcianos son, por regla general, gente muy trabajadora.
—La mayoría
de los miembros de nuestra colonia—dice don Federico de la Cruz—son obreros.
Hay entre ellos muy buenos ebanistas y excelentes mecánicos. Otros son pequeños
comerciantes, empleados de oficinas, particulares, cantaores de flamenco... al
fútbol; de una gramola próxima salían los tristes lamentos de una taranta...
—¿Cómo se
llama este barrio? —le pregunté a un transeúnte.
—Nueva
Murcia.
LA RAZA
NÓMADA
Pero no
todos los murcianos de Barcelona viven en La Torratxa. También los hay en San
Andrés, en Pueblo Nuevo, en las estrechas y sombrías calles del distrito
quinto, en los barrios del Ensanche. Se calcula que más de ochenta mil de ellos
habitan en Barcelona y otros quince o veinte mil en el resto de la región,
principalmente en Sabadell, Tarrasa y Hospitalet.
—¿Por qué
hay tantos murcianos en Barcelona? —le he preguntado al periodista don Federico
de la Cruz, uno de los más activos y entusiastas directivos de la Casa de
Murcia.
—Pues...
por el hambre—me ha contestado—. El paro obrero, el cierre de las minas de
nuestra tierra, las terribles sequías, los empujan fuera de Murcia, hacia otros
lugares donde haya trabajo, donde se pueda vivir. Algunos se van a Francia, al
Midi, a trabajar la tierra; otros se marchan a América; la mayoría se vienen
aquí, donde ya tienen amigos y parientes. Además, somos una raza nómada...
Efectivamente,
los murcianos son bastante nómadas. Hace quince años, en 1920, según el censo
de Barcelona, veinticinco mil habitantes de la ciudad habían nacido en Murcia.
De entonces a hoy, esa cifra se ha triplicado. Casi todos los años, dos o tres
mil murcianos nuevos llegan a engrosar la ya numerosa colonia de su región que
vive en Cataluña. Sin embargo, dicen que en estos últimos tiempos ha decrecido
la corriente inmigratoria.
—Muchos de
mis paisanos—me asegura don Federico de la Cruz—vinieron en los tiempos en que
se preparaba la Exposición Internacional. Entonces, como había mucho trabajo,
llegaron a miles, y la mayoría de ellos se quedaron aquí. Pero las cosas han
cambiado mucho y Barcelona sufre también las consecuencias de la crisis
mundial. Cada año llegan menos murcianos, porque es dificilísimo encontrar
trabajo, y, en una fecha próxima, no vendrá ninguno.
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