UN PRESENTE PROSPERO Y UNA PRUEBA MAS DE INCAPACIDAD DE LOS TÉCNICOS EXTRANJEROS.
Al hablar del presente de la industria del gas es forzoso
hacer resaltar ese extremo que se pone de manifiesto siempre ante el informador
en cuanto aborda el problema de cualquier industria en España: la incapacidad
de los técnicos extranjeros. Ha sido necesaria una Revolución de la profundidad
de la que se realiza en España para que salgan a la superficie como productos
de fermentación esas ineptitudes que la burguesía ocultaba, más que por pudor,
por un instinto lógico de conservación. Véase cómo surge en este caso la incapacidad
extranjera.
Nuestros obreros, al hacerse cargo de la industria y atentos
a las necesidades del pueblo, han continuado realizando las mejoras
indispensables para el mejor servicio de la población. A este fin, se procede
en la actualidad a terminar las obras de instalación de compresores en la
fábrica de la Barceloneta y de otra estación compresora para el transporte de
gas a distancia a alta presión, con tubería de pequeño diámetro —también de
fabricación nacional—. Por medio de esta tubería se enviará el gas a Badalona y
Premia. Se proyecta asimismo otra para el suministro de gas a Sabadell y
Tarrasa. Con el fin de depurar el gas producido en la nueva tubería de hornos se
han hecho instalaciones de depuración física y química del gas en la Barceloneta
y se han realizado también las instalaciones de los nuevos contadores de
fabricación y las de refrigeración de agua para el aprovechamiento de la misma.
Con esto último se consigue una economía de 150 mil pesetas anuales.
Ha entrado también en el plan de grandes construcciones y
está prácticamente acabada la construcción de un gran gasómetro en la fábrica
de San Martín. Es el mayor de España y su capacidad total es de 100.000 metros
cúbicos de gas.
Y aquí llegamos al punto de los técnicos extranjeros.
Dadas las necesidades apremiantes del consumo, se acordó
poner en marcha nuevamente y por etapas sucesivas los diversos hornos de que
consta la batería anteriormente mencionada. Los hornos, construidos por
técnicos extranjeros, han constituido un verdadero desastre en lo que afecta a
las condiciones de trabajo de los obreros y su seguridad personal. Su capacidad
de producción ha resultado otro fracaso, sobre todo si se relaciona con lo que
cabía esperar de una instalación de esta índole y de las promesas que se
recibieron de la casa alemana constructora, promesas que aún se mantienen y
cuyo cumplimiento se espera todavía.
Un camarada del Comité de la industria del gas, que es el que
este reportaje informa, nos dice:
—Estos hornos, de los que tanto se esperaba, han obligado a
aumentar el personal que en ellos debía trabajar en una proporción que se
acerca al cuádruple. Los que los hicieron, aseguraron en una hipérbole
pintoresca que bastarían quince hombres para hacerlos funcionar y que el
funcionamiento era tan sencillo que los quince podrían actuar con cuello y
corbata.
—¿Y la realidad?
—La realidad es que pasan de cincuenta los que los hornos
necesitan y que el trabajo de estos obreros es pesado y penoso porque se ven
obligados a picar constantemente para evitar las retenciones de la masa de
carbón en destilación. Esto ha originado accidentes, uno de ellos de triste
desenlace.
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