EDITORIAL
El problema de las subsistencias
UNA vez más volvemos a insistir acerca de tan palpitante
problema, confiando en que al final nos oirán quienes debieran haberse hecho
eco de nuestras proposiciones hace ya tiempo. No pretendemos acusar
personalmente a nadie del actual desbarajuste mercantil que imposibilita la
adquisitiva distribución de los artículos de consumo. Sabemos que la Consejería
de Abastos ha hecho todo lo humanamente posible por conseguir que nuestra
ciudad estuviese bien abastecida y esperamos que el nuevo consejero hará
también lo propio.
A. Tarrasa han ido llegando desde julio pasado, alimentos en
cantidad suficientes para que todos los habitantes estuviésemos debidamente
abastecidos. Sin embargo, más bien han escaseado que abundado los productos
alimenticios en nuestra ciudad. ¿A qué atribuirlo entonces?
La Consejería de Abastos ha cumplido en todo momento con su
deber de proveer a la ciudad de todo lo necesario, pero los tenderos encargados
de distribuirlo equitativamente a la población tarrasense, han saboteado cuanto
han podido la labor revolucionaría de dicha Consejería, haciendo una
distribución caprichosa y con parcialidad.
Ya dijimos y demostramos, que los tenderos fomentaban las
colas sembrando el pánico entre sus clientes, con vaticinios estúpidos y faltos
de fundamento básico.
Dijimos oportunamente y los hechos lo han corroborado, que el
favoritismo practicado por los tenderos era otra medida de sabotaje contra la
revolución porqué con lo que daban de más a sus amistades y familiares, se
hubiera podido abastecer mejor a los enemigos de las colas, que por no
hacerlas, quedaban mal abastecidos. Además, mejor que todas las teorías y
críticas, los hechos nos han demostrado elocuentemente durante los cinco meses
y medio de actuación de los tenderos de Tarrasa,—y de otras localidades que no
viene a cuenta hablar ahora—, que no sirven para representar al organismo
revolucionario de la distribución. Pues están demasiado ligados al pasado para
que puedan adaptarse tan rápidamente a los presentes momentos revolucionarios.
Viendo todo esto los
hombres de la C. N. T., ya hace tiempo que quisieron desbancarlos y
substituirlos por el órgano de distribución que las necesidades revolucionarias
del momento exigen. Pero tropezó con los serios obstáculos que otros sectores
se empeñan en ponerle y, esto ha impedido que hayamos podido normalizar la
distribución «n Tarrasa de una forma equitativa y evitando que nadie realizase
los pingües negocios que actualmente están realizando los tenderos.
El organismo revolucionario de la distribución es el
Sindicato Mercantil y las Cooperativas de consumo con la moderna orientación
que en las actuales circunstancias deben tener. Los proveedores deben ser los
Sindicatos de Campesinos y Alimentación, de acuerdo con la Consejería de
Abastos para lo que no pueda producirse en la localidad.
Dividida Tarrasa en zonas o en distritos —como ya está—, se
pueden instalar una o dos Cooperativas de consumo, en las que vendan toda clase
de artículos alimenticios y combustibles a las familias que en lo zona o
distrito habiten, en la proporción que a cada familia corresponda.
Para evitar que se repita lo que ahora ocurre en las tiendas,
todos los habitantes de cada zona o distrito deberán ser socios —sin pagar
entrada ni cuota— de la Cooperativa del mismo, adonde vendrán obligados a hacer
todos sus compras.
La carta familiar próxima a ponerse en circulación deberá
estar hecha por distritos también, para evitar que los habitantes de un
distrito vayan a comprar a otro.
Además, las Cooperativas deben enfrontar los libros de socios
para evitar que una misma familia sea socia de dos Cooperativas distintas.
Este debe ser el organismo de la distribución, que la
revolución necesita.
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