lunes, 16 de noviembre de 2020

Vida Nueva, edición del lunes, 4 de enero de 1.937, pág. 1

EDITORIAL

El problema de las subsistencias

UNA vez más volvemos a insistir acerca de tan palpitante problema, confiando en que al final nos oirán quienes debieran haberse hecho eco de nuestras proposiciones hace ya tiempo. No pretendemos acusar personalmente a nadie del actual desbarajuste mercantil que imposibilita la adquisitiva distribución de los artículos de consumo. Sabemos que la Consejería de Abastos ha hecho todo lo humanamente posible por conseguir que nuestra ciudad estuviese bien abastecida y esperamos que el nuevo consejero hará también lo propio.

A. Tarrasa han ido llegando desde julio pasado, alimentos en cantidad suficientes para que todos los habitantes estuviésemos debidamente abastecidos. Sin embargo, más bien han escaseado que abundado los productos alimenticios en nuestra ciudad. ¿A qué atribuirlo entonces?

La Consejería de Abastos ha cumplido en todo momento con su deber de proveer a la ciudad de todo lo necesario, pero los tenderos encargados de distribuirlo equitativamente a la población tarrasense, han saboteado cuanto han podido la labor revolucionaría de dicha Consejería, haciendo una distribución caprichosa y con parcialidad.

Ya dijimos y demostramos, que los tenderos fomentaban las colas sembrando el pánico entre sus clientes, con vaticinios estúpidos y faltos de fundamento básico.

Dijimos oportunamente y los hechos lo han corroborado, que el favoritismo practicado por los tenderos era otra medida de sabotaje contra la revolución porqué con lo que daban de más a sus amistades y familiares, se hubiera podido abastecer mejor a los enemigos de las colas, que por no hacerlas, quedaban mal abastecidos. Además, mejor que todas las teorías y críticas, los hechos nos han demostrado elocuentemente durante los cinco meses y medio de actuación de los tenderos de Tarrasa,—y de otras localidades que no viene a cuenta hablar ahora—, que no sirven para representar al organismo revolucionario de la distribución. Pues están demasiado ligados al pasado para que puedan adaptarse tan rápidamente a los presentes momentos revolucionarios.

 Viendo todo esto los hombres de la C. N. T., ya hace tiempo que quisieron desbancarlos y substituirlos por el órgano de distribución que las necesidades revolucionarias del momento exigen. Pero tropezó con los serios obstáculos que otros sectores se empeñan en ponerle y, esto ha impedido que hayamos podido normalizar la distribución «n Tarrasa de una forma equitativa y evitando que nadie realizase los pingües negocios que actualmente están realizando los tenderos.

El organismo revolucionario de la distribución es el Sindicato Mercantil y las Cooperativas de consumo con la moderna orientación que en las actuales circunstancias deben tener. Los proveedores deben ser los Sindicatos de Campesinos y Alimentación, de acuerdo con la Consejería de Abastos para lo que no pueda producirse en la localidad.

Dividida Tarrasa en zonas o en distritos —como ya está—, se pueden instalar una o dos Cooperativas de consumo, en las que vendan toda clase de artículos alimenticios y combustibles a las familias que en lo zona o distrito habiten, en la proporción que a cada familia corresponda.

Para evitar que se repita lo que ahora ocurre en las tiendas, todos los habitantes de cada zona o distrito deberán ser socios —sin pagar entrada ni cuota— de la Cooperativa del mismo, adonde vendrán obligados a hacer todos sus compras.

La carta familiar próxima a ponerse en circulación deberá estar hecha por distritos también, para evitar que los habitantes de un distrito vayan a comprar a otro.

Además, las Cooperativas deben enfrontar los libros de socios para evitar que una misma familia sea socia de dos Cooperativas distintas.

Este debe ser el organismo de la distribución, que la revolución necesita.

No hay comentarios: