La
ejecución de los reos de Tarrasa :: En capilla
El
sábado, a las once y media, entraron los reos en capilla, habiendo sido
instalada una en cada celda. El Saleta (a) Nano, rechazó las estampas que le
ofrecían el sacerdote y los hermanos de la Caridad , diciéndoles:
—Déjense
de estas cosas.
Repetidas
veces Saleta invitó al sacerdote que le asistía a sostener una controversia con
él sobre religión y anarquismo. Los sacerdotes que le asistían intentaron
insistentemente que confesara y se arrepintiera, pero todo fue inútil. Se
esforzaba en aparecer tranquilo, y sereno, y contestaba descaradamente a las
excitaciones que le dirigían los sacerdotes a fin, de que muriese
cristianamente.
Pascual
Aguirre pasó toda la madrugada tumbado en la cama boca abajo y cuando los sacerdotes
intentaban interrogarle, pedía que no le molestasen y que lo dejaran solo. Como
aquellos insistieran, para que confesara, contestó airadamente al que le
dirigió el ruego que si no se marchaba le arrojaría una silla a la cabeza. No
quiso tomar nada de alimento en toda la madrugada.
A las
tres y media Saleta comió con gran tranquilidad dos huevos fritos, bebiendo
luego una copa de agua por tener costumbre de no beber vino.
Momentos
antes de salir de la celda para el lugar de la ejecución, entregó al capitán, de
la guardia civil una carta dirigida a su padre, el cual vive en Barcelona, en
casa de una hermana del reo.
A las
cuatro de la madrugada, se celebró una misa en la capilla de la cárcel. A dicha
hora llegaron los hermanos Castella, hijos del somatenista víctima, del atraco,
acompañados de algunos amigos, todos del somatén. Poco después llegaron, a la
cárcel los médicos forenses señores Cadafalch y Cistaré.
Los
ejecutores de la justicia se hallaban, en la. cárcel desde el anochecer. Eran,
los de las Audiencias de Barcelona y Burgos. El de la de Barcelona, Rogelio
Pérez, es de una estatura regular, lleva grueso bigote. El otro es de baja
estatura, lleva bigote gris recortado y se llama Gregorio Mayoral y Cendino.
Rogelio
Pérez es la tercera vez que ejecuta; Mayoral, con estas dos, ha realizado
cuarenta y nueve ejecuciones.
Además de
la guardia civil, durante toda la madrugada han prestado, guardia en la cárcel,
treinta individuos de tropa del regimiento de cazadores de montaña número 1, de
Berga, destacado en Manresa, a las órdenes del teniente don José Ricard y del
suboficial don Ernesto Lluch.
A las
cinco de la mañana se celebró otra misa en la capilla.
Al
apuntar el día llegó el alcalde de Tarrasa señor Samaranch, con tres vecinos,
que habían de actuar de testigos de la ejecución.
La ejecución
A las
cinco y media de la mañana, salen de la cárcel los hermanos de la Sangre y de la Paz y Caridad, los médicos
forenses, el alcalde y los tres testigos, el director general de prisiones, el
capitán de la guardia civil y algunos individuos de policía.
En el
fondo del patio de la cárcel, junto a la pared, se había montado, el patíbulo,
pintada de negro la plataforma, de la cual salían tres palos equidistantes y al
pie de cada uno de ellos el correspondiente banquillo. Una escalera adosada a
la mitad del patíbulo daba acceso a la plataforma.
El
condenado Jesús Pascual Aguirre salió de la celda a las cinco y media
apareciendo en el
patio de la cárcel acompañado de un sacerdote y de los hermanos de la Sangre y de la Paz y Caridad; el reo subió la
escalera del patíbulo algo decaído, muy pálido, y al llegar arriba volvió la
cabeza, mirando a los que presenciaban la ejecución. Sentóse en el banquillo,
siendo atado con cuerdas y con un ancho cinturón de correa, por el verdugo de
Barcelona, mientras al de Burgos le colocaba la argolla al cuello. En aquel
momento Pascual, con voz temblorosa y débil, gritó:
—¡Viva la
anarquía!
Inmediatamente,
el verdugo de Burgos movió la manivela, mientras el de Barcelona cubría con un
pañuelo el rostro del sentenciado.
Se había
cumplido la justicia humana. Eran las 5’38.
Los
médicos forenses tomaron el pulso al ajusticiado, que continuó funcionando
trece minutos después de la ejecución. Cuando los forenses certificaron la
muerte de Pascual, fue éste desatado, y los hermanos de la Paz v Caridad colocaron el
cadáver en el féretro, retirándolo del patio de la cárcel.
Cerca de
las seis apareció en el patio de la cárcel el otro reo, Saleta, (a) Nano, que
iba esposado; sereno y sin decaer un momento de ánimo, subió solo la escalera
del patíbulo y dirigiéndose al sacerdote y a los hermanos de la Sangre y de la, Paz y
Caridad, les dijo:
—Bueno,
señores: Si es verdad, que hay otro mundo, allá nos veremos.
Resueltamente
sentóse en el banquillo, que le indicó el verdugo, exclamando:
—¡Así
mueren los .anarquistas!
Mientras
el verdugo de Barcelona lo ataba, el de Burgos intentó ponerle la argolla, pero
como que el aparato venía sobre la barba del Nano, el verdugo le dijo que
elevara un poco la cabeza, contestando el Saleta:
—Vamos,
hombre, acabemos pronto. Ya está bien así. Aprieta y no te entretengas.
En el
momento, en que el verdugo de Burgos impulsaba la manivela., el Nano gritó:
—¡Viva la
anarquía!
Las
últimas sílabas quedaron ahogadas. Eran las seis y tres minutos.
El pulso,
funcionó doce minutos más.
El
cadáver fue amortajado por los hermanos de la Paz y Caridad.
Fuera de
la cárcel, una numerosa multitud esperaba con ansia noticias de la ejecución, y
cuando inmediatamente después de cumplirse la sentencia se izó en la cárcel la
bandera negra, se produjo en el público honda sensación.
Los
féretros, que contenían los cadáveres de los ejecutados, fueron colocados en
dos coches fúnebres, de los cuales habían sido retiradas las cruces por haber
muerto los reos sin haberse reconciliado con la Iglesia. Acompañados
por la guardia civil, fueron conducidos los cadáveres al cementerio civil,
donde quedaron expuestos, siendo enterrados más tarde.
A los
reos se les dio garrote vil y no fueron fusilados a pesar de haber sido,
juzgados por un consejo de guerra sumarísimo, porque se consideró que el delito
que habían cometido merecía la muerte infamante del patíbulo.
El
padre de Pascual Aguirre
El
domingo por la tarde llegó a Tarrasa, procedente de Vitoria, donde reside, el
padre del ajusticiado Pascual Aguirre, que se enteró por los periódicos del
crimen cometido por su hijo. No llegó a tiempo para poderse despedir de él como
era su propósito. Dijo, que desde la edad de catorce años, su hijo faltaba de
casa y que creía que trabajaba en Francia, cuando por los diarios se enteró de
lo ocurrido, emprendiendo inmediatamente el viaje para verle.
El
procesado Marcó en libertad
En la
madrugada del domingo, cuando ya estaba montado el patíbulo., con tres palos,
fue puesto en libertad el procesado Joaquín de Marcó, por haber recaído acerca
de él sentencia absolutoria. Marcó salió de la cárcel a la una y media de la
madrugada; hallábase profundamente emocionado, hasta el punto de que apenas
podía hablar. Se le entregó una tarjeta del comandante de la guardia civil para
que no se le pusieran obstáculos y pudiera marchar a Barcelona en el tranvía de
las tres de la madrugada, con objeto de que llegara a su casa lo antes posible.
Parece
que el sábado estuvo en Tarrasa el director de la compañía de tranvías de
Barcelona, señor Foronda, en la que presta Marco sus servicios, practicando
gestiones para que fuese puesto en libertad lo antes posible, garantizando su
conducta y su libertad provisional.
Hallazgo
de cuatro pistolas de los atracadores
El
domingo por la noche, cerca de las ocho, se presentó en la Casa de la Ciudad de Tarrasa un
cazador que llevaba dentro de un pañuelo de bolsillo tres pistolas Star y
algunos cargadores con cápsulas, todo lo cual había encontrado escondido en
unos matorrales cerca del lugar denominado «Femer del Faba». Se supone que fueron escondidas por algunos de los
atracadores de la Caja
de Ahorros, recordándose al efecto que en aquellos alrededores fueron detenidos
por el somatenista señor Gras el Pascual Aguirre y otro individuo que después
consiguió fugarse.
Este
último fue visto, después como huía por unas viñas, desde el parque de
desinfección hacia el camino viejo de Vacarisas, y siempre pasando por entre
las viñas fue visto más tarde cerca de Can Trías, suponiéndose que atravesó la
línea del Norte cerca de Can Gunteres, para bajar hacia el torrente de Gayá, donde
se encontró con dos guardias rurales de esta última propiedad, a los cuales
preguntó por el camino de Tarrasa. Los guardias le enseñaron el camino
denominado de la Escultura ,
que el fugitivo aparentó seguir, retrocediendo al poco rato y dirigiéndose por
el torrente de Can Font, donde entró en la casa, preguntando en que sitio se
encontraba la fuente a la que se dirigió; allí estuvo tres o cuatro minutos,
pasados los cuales volvió a subir a la casa, diciendo que ya estaba cansado de
pasear y que se volvía a Tarrasa. Más tarde fue visto por el torrente de Xuriguera,
perdiéndose después su pista.
Anoche,
el gobernador manifestó que en Tarrasa eran cuatro las pistolas que se habían encontrado
y que por las revelaciones que hicieron antes de morir el Saleta y Pascual Aguirre,
se tenia el convencimiento de que dichas armas eran las que habían utilizado
ambos individuos al realizar el atraco.
Parece
que con motivo de las declaraciones que hizo Saleta, la policía ha practicado
varias diligencias que hasta ahora no han dado el resultado que se esperaba.
Hallazgo de
bombas
La
guardia civil, detiene en la carretera de Rubí un automóvil en el que tres
sujetos conducían tres cajas con un centenar de bombas.
Ayer a
mediodía, el gobernador civil general Lossada, leyó a los periodistas la
siguiente versión oficial del importante servicio prestado anteayer por la
guardia civil, en la carretera de Rubí:
«Ayer, a
las seis de la mañana salió de Manresa para Barcelona, el automóvil de la matrícula
de esta capital número 8.504, ocupado por tres hombres, uno de los cuales guiaba
el coche.
Vino el
automóvil a Barcelona y en la plaza de la Universidad , subió al
mismo una mujer reanudando luego el vehículo su marcha hasta la calle de Sans.
Momentos
después de hallarse parado allí el coche hizo sui aparición un carretón
conducido por dos muchachos que sacaron de él tres cajas y las dejaron depositadas
en el automóvil.
Seguidamente
se puso en marcha éste, no sin antes haber descendido la mujer que se unió a
los tres sujetos en la plaza de la Universidad.
En la
carretera de Rubí y al dirigirse el auto a Tarrasa, fue sorprendido el vehículo
por la guardia civil.
Las tres
cajas contenían 25 o 30 bombas de mano cada una.
Quedaron detenidos
el chófer Domingo Sala Treserra, natural de Manresa, Juan Piñol
Muntaner,
de 20 años, natural de Castellbisbal y Vicente Martínez López, de 26 años,
natural de Petra (Mallorca).
De los
dos primeros no existen antecedentes en la jefatura.
En cambio
de Vicente Martínez, conocido también por Armando Arlet, se sabe que ha
estado
varias veces preso.»
Desde
Tarrasa
Por su
parte muestro corresponsal en Tarrasa, nos describe el suceso indicado en la siguiente
forma:
Tarrasa, 24, a las 10—Ayer por la
mañana a las once, los guardias civiles de este puesto Jaime Bagur y Bautista
Polo, que estaban prestando servicio de vigilancia en la carretera de Rubí,
hicieron parar a la salida de esta villa un auto marca Buic, número 8.504, que
iba en dirección a Tarrasa, ocupado por el chofer y dos sujetos más.
Al
registrar el auto vieron en el fondo del mismo tres grandes cajas y al
preguntar cuál era su contenido, les contestaron, que estaban llenas de botes
de leche condensada y que las llevaban a Manresa.
Uno de
los guardias tuvo la inspiración de abrir con el machete una de las cajas, la cual
lo mismo que las otras dos contenía bombas del tamaño y forma de una piña pintadas
de blanco y embaladas con paja y cartón ondulado.
Los
guardias después de maniatar al chofer y a los dos que iban en el auto,
telefonearon lo que pasaba a Tarrasa disponiendo el jefe de la fuerza que
salieran parejas de a caballo para reforzar la custodia del auto y de los
detenidos.
De Rubí
salió otro auto y un chofer que guió hasta Tarrasa el auto que contenía las bombas.
En el llegado auto de Rubí subieron los presos y los guardias.
Los
detenidos se llaman Vicente Martínez López, de 26 años, natural de Petra
(Baleares); Juan Piñol Montané, de 20, de Castellbisbal y Domingo Solá
Traserra, chofer de Manresa. Al ser registrados se les ocuparon pistolas con
cuatro cargadores. Manifestaron que se dirigían a Manresa.
En
seguida la noticia circuló por toda la ciudad, produciendo gran sensación.
La versión
más generalizada es que muchas bombas iban destinadas a nuestra ciudad para ser
arrojadas en los cines y teatros como venganza por las dos ejecuciones que
habían tenido lugar de madrugada en Tarrasa.
Otra versión
que parece es la que la policía considera más fundada, es la de que llevaban las
bombas a Manresa donde, según parece actúa un nutrido grupo anarquista.
En
general, se hacen grandes elogios en Tarrasa, de la pareja de la guardia civil
que con su meritoria actuación evitó acaso un día de luto a nuestra ciudad.
Tanto la
policía como la guardia civil y el somatén, han redoblado la vigilancia y practican
incesantes gestiones para descubrir todas las ramificaciones de este complot.
Se han
practicado numerosas detenciones, pero la mayoría de los detenidos fueron puestos
poco después en libertad al comprobarse su inocencia.
En la
estación del ferrocarril eléctrico fue detenido por el agente señor Rodríguez y
los guardias civiles Enrique Lena y Francisco Mor, Lorenzo Alonso Rabasa, de 32
años, casado, vecino de Esparraguera, el cual ingresó en la cárcel.
Según nos
dicen, se han efectuado algunas detenciones de conocidos sindicalistas en Manresa.
Esta
mañana, a las nueve, han sido detenidos en Rubí dos individuos que han inspirado
sospechas a la pareja de la guardia civil y que iban en un auto.
Dichos
individuos han sido conducidos por una pareja de la benemérita a Barcelona, en
el tren que pasa por aquella villa, a las nueve.
Se dice
que el auto que conducía las bombas pertenecía a un garage de Manresa, el cual
proporcionó el chofer. El individuo que lo alquiló, que era uno de los
ocupantes dijo que lo hacía por cuenta de un señor de Barcelona.
El dueño
del garage de Manresa exigió la promesa de que el auto, había de estar de vuelta
en aquella ciudad de las doce a la una de ayer.
Desde
Manresa
Sobre este
mismo asunto, nos dicen de Manresa lo siguiente:
Manresa, 24, a las 12—Según
referencias autorizadas, el automóvil en que fueron halladas las bombas en la
carretera de Rubí, fue contratado en la siguiente forma:
El
sábado, a las ocho de la noche, Domingo Solá se presentó en el garage de don
Domingo Valls, que está instalado frente al Centro Obrero donde tienen su
domicilio los Sindicatos únicos, y concertó con el dueño el alquiler de un
automóvil con el carnet de conducir una mujer a Barcelona a la mañana siguiente.
Cerrado el trato, quedó convenido que el automóvil estaría preparado a las seis
de la mañana.
Poco
después de la hora fijada se presentó en el garage, ayer mañana, Domingo Solá, acompañado
de una mujer, montaron en el auto y partieron en dirección a Barcelona.
Ayer por
la tarde llegaron, procedentes de Tarrasa, en un automóvil los subcabos del
Somatén de aquella localidad y una pareja de la guardia civil.
Apenas
llegaron se pusieron en comunicación con las autoridades, e inmediatamente
procedieron a practicar registros en todos los garages de la ciudad.
En el
Centro Obrero, donde están domiciliados los Sindicatos únicos, detuvieron a cuatro
individuos que había allí, conduciéndoles al cuartel de la guardia civil.
En el mismo
Centro fue detenido poco después otro individuo.
Fuerzas
de la guardia civil y de policía, practicaron varios registros domiciliarios, deteniendo
a algunos significados sindicalistas.
Se ha
montado un servicio especial de vigilancia en las carreteras.
Anoche y
esta madrugada se han realizado más registros.
Acerca de
los registros y las detenciones que se han practicado, se guarda, absoluta
reserva.
Más
detenciones
Anoche el
gobernador civil general Lossada, después de confirmar los pormenores que hemos
dado de este importante servicio de la guardia civil, nos manifestó que la
policía había detenido a cinco significados sindicalistas a los que se
considera directamente complicados en el suceso.
La
labor de la policía
Con
motivo del hallazgo de las bombas ocupadas el domingo último en la carretera de
Rubí a San Cugat, la policía ha realizado estos días gran número de pesquisas
encaminadas al descubrimiento de cuantos estén complicados en éste asunto. En
las barriadas de Sans y Hostafranchs se han efectuado algunos registros para
ver si se logra descubrir el sitio donde fabricaban los explosivos.
Acerca
del resultado de estas diligencias se guarda gran reserva, pero se dice que se han
hecho algunas detenciones de individuos que se supone complicados en este asunto.
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