En Tarrasa :: Juicio sumarísimo
Como
dijimos en nuestra edición anterior, el viernes a las doce menos cuarto de la
noche comenzó en los talleres de carpintería de la Escuela Industrial
de Tarrasa el Consejo de guerra encargado de juzgar, en juicio sumarísimo a los
procesados José Saleta (a) Nano, Jesús Pascual Aguirre y Joaquín Marco
Martínez, como presuntos autores del asalto, a mano armada a la Caja de Ahorros y de la
muerte del somatenista señor Castella.
Los
procesados negaron su participación en el delito, pero la prueba les fue desfavorable,
especialmente para los dos primeros, reconocidos por los testigos que
desfilaron ante el tribunal, como autores del atraco. A las dos de la madrugada
sigue el desfile de testigos.
Declaran
Miguel Cuní y Margarita Martínez y, en vista de las .manifestaciones de los testigos,
éstos son careados con el procesado Joaquín de Marco.
Comparece
a declarar don Miguel Collado, pero, debido a la poca voz del declarante, no es
posible enterarse de lo que dice.
A las
2'15 se suspende el juicio para que el fiscal y la defensa puedan ordenar las
notas que han tomado en el acto de la vista.
Se reanuda la vista
A las
tres de madrugada se reanuda la vista para hacer su informe el fiscal y la
defensa.
En este
momento el procesado Saleta dice que renuncia a la defensa, imponiéndole silencio
la Presidencia.
El informe fiscal
El
teniente auditor don José M. Sagnier empieza su informe encareciendo, la
importancia del juicio que se estaba celebrando, tanto por las penas que se
piden en estos juicios como por tratarse de un caso de la larga serie de hechos
que han infestado esta región este juicio no debe ser uno de tantos, sino, el
último de todos. Hace resaltar la prueba de civismo que, con motivo del hecho,
se ha dado en esta ciudad, y dice que al llegar a ésta para hacerse cargo de la
causa, dióse cuenta del esfuerzo realizado por el somatén y por la fuerza pública
para dar con los culpables.
Pero,
dice, en medio de todo me asaltaba un temor, el de los testigos, ya que ellos
son la esencia del sumario, y nada vale el esfuerzo de la policía, nada vale la
acusación más formidable del fiscal si los testigos no mantienen su
declaración. Sin embargo, en este caso la labor del fiscal resulta fácil, pues
todos han visto la valentía y el civismo con que éstos se han mantenido.
Empieza a
examinar los hechos, en los cuales se demuestran las previsiones de los
malhechores para preparar su fuga y para despistar, como el hallazgo de un
trozo de carnet en el auto destrozado, dejado con la confianza de que iba a dar
aquella pista falsa.
El
Joaquín de Marco dijo al tabernero Collado y a su esposa lo de la venta de
terrenos, que no resulta cierto y sale de la casa el día de autos a las diez y media
de un reloj que adelanta media. Después del examen hace la reconstitución del
hecho.
Hace cosa
de un mes se presentó en la Caja
de Ahorros un individuo preguntando las horas de despacho, y enterándose del funcionamiento
de la Caja de
Pensiones. Pretende cobrar, a pesar de no tenor derecho alguno, hace preguntas
varias y se entera de las horas de oficina, infundiendo tales sospechas que se le
siguió a la salida. Era seguramente una exploración para el golpe.
En el día
de autos se presentaron frente a la
Caja , 6, 7 u 8 individuos, entraron cuatro, uno de ellos
Saleta quedando fuera el Marco y el Pascual. Entraron a la hora justa de abrir,
a las diez y media.
Transcurridos
los hechos como se relató, con el robo de la Caja y la muerte del señor Castella, huyen sus
autores precipitadamente subiendo en el auto tres individuos; los otros cuatro
se diseminaron por la ciudad, uno de ellos, el Marco, que quedó en el estribo y
otro el Pascual.
Examina a
cada uno de los procesados. El Marco era empleado de tranvías y estaba con
licencia debiendo incorporarse a las cuatro y media. Contó la historia de los
terrenos a sus amigos para despistar. Se le encuentra un bloc de notas con la
dirección de Antonio Martínez, que vive próximo a la Caja de Ahorros, con lo cual
tiene uno de tantos medios de llegar a la Caja de Ahorros sin conocer Tarrasa y sin
necesidad de preguntar por ella. Es un tipo de los que no se despintan y es reconocido
por los testigos Casanovas, Casasayas y las dos niñas.
José
Pascual Aguirre. Estaba fichado en San Sebastián. Expulsado de Francia por anarquista,
como lo confirma su amigo de Sabadell. Viene a Tarrasa en busca de trabajo y
después de gastar casi dos pesetas de viaje, se va a pie, por ahorrarse unos
céntimos, hacia Sabadell, y le encuentran en la carretera de Martorell. Fue
reconocido por el testigo Juan Martí Palau, diciendo que fue uno de los que
disparaban, y el que le hizo los disparos contra él.
El Saleta
(a) Nano, estuvo procesado en varias causas por atentado y fabricación y conducción
de bombas siendo absuelto por los jurados. Es el jefe de una banda de
pistoleros y la bondad o maldad son medidas por él bajo el rasero de los
principios que habéis oído. Pertenece a una sociedad que se dice defensora del
obrero, y quita los ahorros que el obrero guarda en la hucha de esta ciudad. Es
Reconocido y después aun, en un nuevo registro, se le encuentra el pañuelo con
que cubrió su faz. La función del fiscal es siempre difícil, pero cuando se
presenta como hoy, después de lo declarado., sobra y no necesita ser concretada.
Pero es
preciso hacer la clasificación de los hechos y pedir las penas
correspondientes.
Hace
antes una pequeña digresión jurídica. Es para deshacer los más alambicados
escrúpulos o el temor del juicio que el procedimiento seguido pudiera sugerir
en tiempos posteriores a la actual situación de España. La actuación seguida no
depende de la situación actual, sino que está basada en códigos perfectamente definidos
y el bando que rige está dictado de acuerdo con el Código de justicia militar
aprobado por las Cortes el año 1890.
La
calificación del delito es por insulto a la fuerza armada, habiendo causado la
muerte. Se basa en distintos preceptos y en la ley de 17 de septiembre de 1923 considerando
fuerza armada a los somatenes, y en el bando del 19 del corriente. Pero también
el Código penal ordinario castiga en este caso como el Código de justicia
militar, ya que en uno de sus artículos dice que los culpables de robo con
violencia serán condenados con las penas de cadena perpetua a pena de muerte,
cuando ocasionaren muerte, en sus grados mayor, menor o medio, según las
circunstancias.
Examinando
las circunstancias del hecho y dando una ojeada ligera a las circunstancias agravantes
según el Código penal ordinario, resulta comprendido en la 14ª, de cuando se
ejecuta con auxilio de fuerza armada o de personas que aseguren o faciliten su
inmunidad. El carnet dejado en el auto, el bloc de notas del Marco, la forma en
que se tomaron las calles, todo era para asegurar la impunidad, y la
penetración en el local por los asaltantes, también con el auxilio de la
fuerza.
Constituye
pues un delito de robo a mano armada como consecuencia del cual hubo homicidio,
con las circunstancias agravantes del artículo 14 del Código, penal y los
artículos del Bando y del Real decreto de 19 y 17 del corriente.
También
debe pedir responsabilidad civil, que es difícil de concretar y que seguramente,
no podrá hacerse efectiva dada la insolvencia de los acusados, pero que por
fórmula legal tendrá que demandar.
En su
consecuencia:
En nombre
de S. M. el Rey (q. D. g.), (en este momento el Consejo y todo el público se pone
en pie con profunda emoción), pido para los procesados Joaquín de Marco
Martínez, José Saleta Pla y Jesús Pascual Aguirre, pena de muerte.
Pide
también las responsabilidades accesorias en caso de indulto; 15.000 pesetas a
la familia de la viuda, y de dos a tres mil pesetas a la Caja de Ahorros, según sea el
resultado del arqueo.
Informe de la defensa
Actúa de
defensor el capitán señor de Vega y pide al Consejo benevolencia ya que el
cargo se hace difícil dado el poco tiempo que se dispone en los juicios sumarísimos
y tener a su cargo las tres defensas.
A pesar
de los cargos que pesan sobre mis defendidos creo que son inocentes.
De Jesús
Pascual Aguirre dice que sólo el testimonio de Juan Martín le hace cargo.
Justifica
su expulsión de Francia, ya que según manifiesta el interesado lo fue por sus ideas
sindicalistas. Llegado a Barcelona busca trabajo y no lo encuentra y se dirige
a ésta el día 19 con esperanza de hallarlo, ya en ésta, recuerda un amigo suyo
en Sabadell y se propone en el acto dirigirse a dicha ciudad. No efectúa el
viaje en tren por creer que llegará antes a pie que esperar los trenes del Norte.
Sus antecedentes—dice el defensor—son buenos, pues sólo en junio de 1922 se le detuvo
por suponérsele prófugo. La demás sólo es actuación sindicalista.
En cuanto
a José Saleta Plá sólo un cargo le acusa y no lo cree suficiente y si bien tiene
antecedentes penales, todos ellos responden a la convicción de que de esta
manera servía mejor a la causa de los trabajadores.
De
Joaquín Marcó, dice que no admite los cargos que se le han hecho, ya que Teresa
Martí y
Manuel Collado dicen que salió de su casa a las diez y media con el fin de
dirigirse a Barcelona.
Sus
antecedentes son buenos y el hecho de ocupar un empleo público en Barcelona me prueba
su inocencia.
La
defensa termina su informe pidiendo la absolución de sus tres defendidos.
Alegación de los procesados
Preguntados
los procesados si han de hacer algún alegato a su favor, responde Marcó que ha
de hacer constar que no existe combinación alguna con los testigos Teresa y
Collado. Termina diciendo que él es inocente y que no sabe nada de lo ocurrido.
El Saleta
dice que el cargo que le hacen por los indicios hallados en el pañuelo, no son
prueba suficiente para condenar a un hombre.
La
presidencia le llama al orden y le repite si ha de alegar alguna prueba. Sigue diciendo
el Saleta que si le han de matar, al menos que se respete la tierra donde caiga
y pide que se le conceda la gracia de que le incorporen al tercio extranjero,
donde sabrá morir.
El
procesado Pascual dice que sus declaraciones son verídicas y hace protestas de inocencia.
El
presidente da por terminada la vista y ordena el despeje de la sala,
retirándose el Consejo a deliberar.
Traslado de los procesados a la
cárcel
A las
seis de la mañana fueron trasladados los procesados a la cárcel en un autómnibus
custodiado por catorce guardias civiles de infantería al mando de un oficial y
tres de caballería.
Los trámites legales
La
sentencia dictada por el Consejo de guerra fue traída a Barcelona por el juez
instructor de la causa comandante de infantería don Francisco Pérez Garbery,
quien salió con ella esta tarde, para dicha ciudad, después de haber sido
aprobada por el capitán general accidental don Emilio Barrera, de acuerdo con su
auditor general don Onofre Sastre y cumplido el trámite que previene el Código
de Justicia militar.
Dicha
sentencia fue telegrafiada íntegramente al ministerio de la Guerra.
Texto integro de la sentencia
Como
decimos en nuestra sección de información nacional, el directorio se manifestó conforme
con la sentencia recaída contra los reos de Tarrasa.
El texto íntegro
de la sentencia, dice así:
«En
cumplimiento a lo dispuesto en el párrafo tercero, artículo 633 del Código de Justicia
militar, comunico a V. E. que el Consejo de guerra reunido en Tarrasa para ver
y fallar el juicio sumarísimo con motivo del asalto a la Caja de Ahorros, ha
pronunciado la sentencia con los siguientes resultandos y considerandos:
Resultando
que en la mañana del 20 del corriente mes y a la hora aproximada de las diez y media,
una partida de paisanos enmascarados y armados asaltaron el local de la Caja de Ahorros de Tarrasa; y
al tener noticia de ello por la alarma que otro paisano diera, el individuo del
somatén don Juan Castella, en cumplimiento de sus deberes y en funciones del
servicio, salió al encuentro de los criminales empuñando una pistola, de la que
no pudo hacer uso útil; cayendo a poco mortalmente herido por los disparos que
le hizo uno de los que formaban la banda que guardaba la salida de los que habían
penetrado en el edificio y robado una cantidad de metálico y billetes superior
a 500 pesetas.
Resultando
que don Juan Castella falleció de resultas de las heridas que sufrió, mortales de
necesidad, según declaración de los facultativos y de las que debió morir antes
de transcurrir cinco minutos.
Resultando
que detenidos a raíz del hecho como presuntos culpables varios paisanos
sospechosos, han venido, a ser reconocidos como formando parte de la banda,
Joaquín de Marco Martínez, Jesús Pascual Aguirre y José Saleta Pla;
Resultando
que contra Jesús Pascual Aguirre y José Saleta Pla existen cargos concretos pues
han sido reconocidos reiteradamente en rueda de presos, no solamente en su
aspecto físico sino también en su timbre de voz:
Resultando
que al José Saleta Pla le fue ocupado un pañuelo con señales evidentes de haber
sido atado en diagonal por dos de sus extremos, forma en que lo llevaban los
criminales para taparse la cara; y al José Pascual Aguirre unas gafas que dice
son las que llevaba puestas;
Resultando
que a pesar de haber sido señalado por algunos testigos, el Joaquín de Marcó Martínez,
no existen pruebas bastantes de que formara parte de la banda, por no haber contrariedad
fundada en la coincidencia de su declaración y la prestada por el matrimonio Manuel
Collado y Teresa Martí, respecto a la hora en que salió de Barcelona de casa de
ellos así como la finalidad de la visita que les hizo en esta población.
Vistos
los artículos de aplicación del Código penal ordinario y del de Justicia
militar y el
bando del
Excmo. señor capitán general de la región;
Considerando
que estos actos constituyen por igual un delito de robo y homicidio según el
artículo 515 en relación con el 516, número primero, del Código penal
ordinario, con la agravante de haber sido ejecutado con auxilio de gente armada
y de personas que aseguraban la impunidad con insulto a fuerza armada habiéndole
causado la muerte, caso previsto y penado en el artículo 253 número 20 del
Código de justicia militar.
Considerando
que por estos delitos aparecen como responsables los procesados José
Saleta (a)
Nano y Jesús Pascual Aguirre.
Considerando
que no existen pruebas bastantes para considerar como autor, como cómplice ni
como encubridor al otro procesado Joaquín Marco Martínez.
Considerando
la agravante ya citada:
Falla que
debe condenarse y condena a la pena de muerte con accesorios de inhabilitación absoluta
y perpetua en caso de indulto, indemnización civil de 15.000 pesetas a la
familia de la víctima y de la cantidad robada que resulte del arqueo que se
está haciendo en la Caja
de Ahorros de Tarrasa, a los procesados José Saleta Plá y Jesús Pascual Aguirre
y que debe absolver como absuelve por falta de pruebas a Joaquín Marco y
Martínez.
El
Consejo así lo falla.
También
se recibió en el ministerio de la
Guerra el dictamen del auditor de la Capitanía general de la
cuarta región y la aprobación del capitán general interino señor Barrera.
El procesado Saleta amplía sus
declaraciones
Terminado
el Consejo de guerra el procesado Saleta pidió que le dejasen prestar nuevas declaraciones.
Fue puesto en presencia del juez que le recibió extensa declaración, durando la
diligencia largo rato. Parece que se confesó autor del asalto, juntamente con
Jesús Pascual, pero que hizo constar la inocencia del tranviario Marcó.
Se añade
que dió detalles acerca de los que formaban parte de la banda y de la manera cómo
ésta funcionaba y que explicó la forma en que planearon el atraco y las
precauciones que habían adoptado para conseguir la impunidad.
Más detalles :: Preparativos para el
cumplimiento de la sentencia :: Los reos hacen nuevas declaraciones.
Ayer
tarde se trasladó en un automóvil a Tarrasa el ejecutor de justicias de esta
Audiencia, Rogelio Pérez, acompañado por los agentes de vigilancia señores
Onrubia y Calvo.
Con
motivo de la ejecución de la sentencia contra los dos condenados a muerte
Saleta y Jesús Pascual Aguirre, que se cree se cumplirá esta mañana, se
adoptaron en Tarrasa bastantes precauciones, habiéndose trasladado a dicha
ciudad, numerosas fuerzas de la guardia civil.
A las
cuatro llegó a dicha población el comisario general de vigilancia señor
Casellas con varios funcionarios de policía.
A las
cuatro y media, el teniente coronel presidente del Consejo, se trasladó a la
cárcel con varios jefes para hacer a los reos la notificación de la sentencia.
Los reos
Saleta y Aguirre, a las cinco y media de la tarde, expresaron el deseo de hacer
nuevas declaraciones, acudiendo el juez a la cárcel para tomar nota de
aquéllas. Se asegura que ambos hicieron interesantísimas revelaciones.
En un
autocamión de intendencia, fueron trasladados ayer tarde a Tarrasa, los
instrumentos que precisa él ejecutor de sentencias para realizar su misión.
El
capellán castrense visitó a los reos a las seis de la tarde. Acompañarán a los
dos reos sacerdotes y hermanos de la
Paz y Caridad y de la Purísima Sangre ,
además de la asistencia espiritual que les prestarán capellanes castrenses y
sacerdotes nombrados por el señor obispo de la diócesis, todos los cuales
salieron ayer tarde para Tarrasa.
Funerales por el señor Castella
En la
iglesia parroquial del Santo Espíritu se celebraron ayer, a las diez de la
mañana, solemnes funerales en sufragio del alma del somatenista señar Castella
Españó, víctima de los atracadores.
Presidieron
el duelo, además de la familia, el comandante general de somatenes don Plácido Pereyra
y Morante, el comandante señor Mourirlle, ayudante de dicho general, el senador
vitalicio y vocal de la comisión organizadora de los somatenes armados de
Cataluña, don Alfonso Sala y Argemí; el capitán auxiliar de la misma
institución don Ricardo Antolín, el cabo del partido don Amadeo Torrents, el
cura párroco reverendo Molera, el cabo del distrito don José Villamor y el subcabo
don Miguel Domingo.
Asistieron
todos los cabos y subcabos, numerosísimos somatenistas, las autoridades locales
y una multitud, que ocupaba totalmente el amplio templo.
Examen médico
Los
doctores Bosch y Sala practicaron en el Centro Médico la radiografía al herido señor
Vilarrubí, que se supone tiene una bala alojada a cuatro centímetros de la
tetilla izquierda.
También
le fue reconocida la herida que sufrió en el brazo, y en la cual resulta no tener
alojado proyectil alguno.
El herido
continúa en estado satisfactorio.
Después del Consejo :: Algunos detalles
Al
terminar el consejo de guerra cuando se dió por la presidencia la orden de que
quedara despejada la sala, los acusados fueron trasladados al vestíbulo de la
escuela, donde permanecieron sentados en un banco, custodiados por la guardia
civil, hasta las seis de la mañana, hora en que fueron trasladados a la cárcel
en un autómnibus, dentro del cual se situaron también siete parejas de la
benemérita, con un oficial.
Detrás
del coche partieron al galope varios números montados del mismo instituto.
En la
vista de la causa ante el consejo de guerra, se quedaron fuera del local por no
tener cabida en él, unas 3.000 personas, según se calcula. En la parte exterior
de los ventanales del edificio que dan a la sala donde el consejo de guerra se
estaba celebrando había multitud de individuos, en su mayoría obreros, que
desde allí presenciaban la sesión. Agentes de la autoridad y guardias civiles se
hallaban también prestando servicio de vigilancia en el exterior.
En el
paseo de la Fuente Vieja
permanecieron durante toda la noche algunos grupos de obreros.
El
trayecto desde la estación hasta la escuela estaba también ocupado por la
benemérita de Tarrasa, a las órdenes del teniente don Manuel Pintado. A estas
fuerzas se agregaron después diez parejas de la misma institución procedentes
de Manresa. El conjunto de todas las fuerzas estaba mandado por el teniente
coronel jefe de la comandancia de Barcelona, don Juan García Rodríguez, quien
tenía a sus órdenes al capitán Gavari y a los sargentos Bolaños y Aunós.
Estas
fuerzas—y es ello unía prueba más de la abnegación que caracteriza a la
benemérita— están en servicio permanente y sin haberse quitado el correaje,
desde el día en que se cometió el atraco .
Una frase
Se
comentó favorablemente la frase del fiscal al censurar que individuos pertenecientes
a una entidad que se dice defensora de los intereses de la clase trabajadora
fuesen a robar una caja en donde los obreros depositan el producto de su
trabajo, lo que equivale a robar a los obreros mismos.
El general Barrera
El digno
capitán general accidental de la región, general don Emilio Barrera, no
descansó durante toda la noche, recibiendo constantemente por teléfono detalles
de las incidencias de la sesión del Consejo de guerra.
La actuación de la benemérita
El mismo día
en que se cometieron los hechos y aproximadamente, a la misma hora, había de
celebrarse en el cuartel da la guardia civil una revista de equipo y vestuario.
A los pocos momentos de tocar llamada, se oyeron, las voces y pitos de alarma,
y todos los guardias, que estaban equipados y preparados para la revista,
recibieron en seguida la orden de sus jefes de lanzarse a la calle en
persecución de los malhechores.
Así lo
hicieron, dándose el caso de que los uniformes completamente nuevos que para aquel
día llevaban algunos de los guardias han quedado maltrechos en las correrías de
aquellos por las montañas de los alrededores de la ciudad.
Durante
la estancia de los presos en la cárcel se montó un servicio extraordinario de vigilancia
a cargo de cinco parejas de la benemérita de infantería y una de caballería para
el servicio exterior, a las órdenes del cabo don Eugenio Rincón.
El cabo
don Antolín Cambero, que se lesionó al caer de un automóvil en que iba, en persecución
de los malhechores, está muy mejorado de la lesión sufrida.
A las
cuatro de la tarde llegaron el comisario general señor Casellas acompañado de
algunos
agentes de vigilancia.
¿Revelaciones interesantes?
Cuando se
recibió de nuevo en Tarrasa la sentencia dictada por el Consejo de guerra y ya
aprobada por el capitán general de la región, los componentes del consejo se
trasladaron a la cárcel para hacer la notificación de ella a los acusados.
Se dice
que el condenado Saleta (a) el Nano expresó deseos de hacer algunas
manifestaciones, por lo cual prestó nuevamente declaración, junto con sus
compañeros y según parece hizo interesantes declaraciones, acerca de las
cuales, como es lógico, se guarda gran reserva.
Otras noticias
Por la
noche llegó a Tarrasa el inspector de la brigada, especial, don Carmelo Mora, acompañado
de varios agentes.
También
llegaron los hermanos de Paz y Caridad, que han de acompañar a los reos hasta
sus últimos momentos. Con ellos iba el presidente de dicha hermandad.
También
llegó, en el mixto de Zaragoza, una sección el batallón cazadores de montaña de
Berga, número 1, a
las órdenes de un oficial.
En capilla
Próximamente
a las once de la noche entraron en capilla los dos condenados a muerte, a
quienes acompañan los Hermanos de la
Paz y Caridad, y los Rdos. PP. Creixell, S. J. José Vives y
Gorgonio Rodríguez, capellán del regimiento de Numancia.
Se supone
que los reos serán ajusticiados esta madrugada en el patio de la cárcel.
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