El Consejo de guerra
Poco
después de las once y media se constituyó anoche en la Escuela Industrial
de Tarrasa el Consejo de Guerra, en juicio sumarísimo, instruido por el
comandante de infantería don Francisco Pérez Garbi, juez de causas de esta
Capitanía general, contra los procesados
con motivo del asalto y robo a la
Caja de Ahorros de aquella ciudad y la muerte del somatenista
don Juan Castellá España.
Al
Consejo de guerra asiste numerosísimo público.
El
tribunal quedó constituido en la siguiente forma: Presidente, teniente coronel
jefe de la zona de Tarrasa, don Juan Díaz Sevas; vocales, los capitanes
don Luis Casas, don Lemento Larema, don Juan Rovareda, don Vicente Ballester y
don Francisco González; vocal ponente, don Ignacio Grases; vocales suplentes,
los capitanes don Rafael Robert y don José Fernández Unzúe.
Actuaba
como fiscal el teniente auditor de esta fiscalía militar, don José María
Sagnier y Sanjuarena, que con tal carácter había intervenido en la instrucción
de las diligencias sumariales.
Como
defensor de los procesados ejerció don Juan de la Vega Martínez.
La
acusación pesaba principalmente sobre José Saleta Pla (a) el Nano, de 23 años, metalúrgico,
domiciliado en Barcelona, calle de Carretas, 27, tercero, segunda; Joaquín de
Marco Martínez, de 27 años, natural de Santander, tranviario, habitante en la
calle de Cortes, 518, tercero, primera, y Jesús Pascual Aguirre, de 23 años,
natural de Vitoria, sin domicilio.
Estos
tres sujetos fueron reconocidos por testigos presenciales como autores del
hecho.
El presidente
ordena que se quiten las esposas a los procesados, que ocupan tres banquillos situados
frente a la mesa. En el testero del salón figura un retrato de Su Majestad el
Rey, y encima de la mesa un crucifijo.
Abierto
el acto, el presidente declara que se reúne el Consejo de guerra en juicio
sumarísimo contra Joaquín de Marco, Jesús Pascual y José Saleta, por el delito
de atraco a mano armada, cometido en la
Caja de Ahorros.
Ordena se
dé la voz de: «Audiencia pública». El local queda atestado de público. Se produce
un fuerte barullo, por la aglomeración de gente, que se agolpa a la entrada del
edificio y pugna por entrar. El presidente amenaza con ordenar desalojar la
sala si no se guarda la debida compostura.
Se da
lectura a las declaraciones de los testigos.
A la una
de la madrugada empieza el interrogatorio del procesado Marco.
A
preguntas del fiscal declara que vino a Tarrasa para comprar terrenos, y añade
que no conoce en aquella ciudad más que al dueño del bar.
A
continuación declara José Saleta, quien dice que invirtió seis horas en llegar
a Tarrasa y que solamente llevaba cinco pesetas.
El fiscal
le pregunta si estaba a sueldo del Sindicato único y el procesado contesta
afirmativamente.
El otro
procesado, Jesús Pascual Aguirre, manifiesta que fue detenido por un paisano que
resultó ser individuo del somatén. Dice que iba a Tarrasa a buscar trabajo; que
es sindicalista, que fue expulsado de Francia y que estuvo trabajando una
temporada en San Sebastián.
El
fiscal, en hábil interrogatorio, le pregunta a dónde se dirigía al ser
detenido, contestando el procesado que a Sabadell, donde tiene un amigo.
—¿Pues,
cómo se explica que fuese detenido en la carretera de Martorell y no en
la de Sabadell?
—Porque
me equivoqué de camino—replica al procesado.
Le
pregunta el fiscal si tiene en buen estado los sentidos corporales, la vista,
el oído, etcétera y .el procesado contesta afirmativamente.
—¿Entonces,
por qué al ser detenido usaba gafas negras?
Contesta
el procesado que lo hizo para evitar la molestia del sol.
A
continuación se procede al interrogatorio de los testigos.
Juan
Martí Palau—Se ratifica en su declaración, después de leída. Afirma que
reconoció en rueda de presos a uno de los atracadores, y al preguntarle el
fiscal cuál es de los tres procesados que se sientan en los banquillos, dice:
«Es ese»—señalando a Jesús Pascual Aguirre. (Sensación. El testigo, emocionado,
se retira llorando.)
Se lee la
declaración de una niña de unos trece a catorce años de edad. La testigo se
ratifica en ella y añade que al ir a comprar a la calle de la Rulla , vió a uno de los
atracadores que llevaba boina.
A
instancias del fiscal, señala a uno de los procesados como a dicho atracador.
Declara
otra niña, quien presenció cómo uno de los procesados disparaba un tiro por la
espalda al somatenista señor Castella.
Don
Nicolás Pallo, empleado de la
Caja de Ahorros.—Se lee su declaración, en la que se ratifica
el testigo. Reconoció a Saleta en rueda de presos como a uno de los
atracadores.
A
continuación declaran los médicos forenses don José Cadafalch y don Luis
Cistaré, que efectuaron la autopsia del cadáver del somatenista señor Castella.
Dicen que presentaba una sola herida por arma de fuego por la espalda, que
ocasionó la muerte a causa de una intensa hemorragia, interna.
Declaran
luego Olegario Ayona, Jerónimo Casanova, obrero del taller del señor Castella, quien
dice que vió a dos o tres atracadores cuando subían al automóvil y que otro se quedó
sin poder subir por haberse puesto en marcha el vehículo. Añade que vio a uno
de los procesados en la calle del Valle, que conduce a la estación del
ferrocarril eléctrico y que tiene casi la seguridad de que es el detenido o
procesado Joaquín de Marco.
A las dos
de la madrugada es llamado a declarar otro testigo.
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