Asalto a la Caja de Ahorros de Tarrasa ::
Los ladrones se apoderan, de tres mil pesetas:: Perseguidos por los vecinos
disparan contra éstos y matan a un somatenista
Ayer
mañana un grupo de pistoleros cometió un audaz robo asaltando a mano armada
«A las
diez y media de esta mañana cinco individuos que vestían traje de americana y sombrero
de paja se apearon de un lujoso auto ante la Caja de Ahorros. Dos de ellos penetraron en el
local y sorprendiendo al jefe del personal don Nicolás Talló, le encararon
cuatro pistolas, diciéndole: «Levante Vd. las manos y no le pasará nada; abra
la caja y vuélvase de espaldas; puede estar tranquilo. Esto es lo del día.».
Seguidamente
los ladrones registraron la caja de caudales en busca de los billetes de Banco:
pero como se entretuvieran algo con las carpetas en que había otros documentos,
solamente se pudieron llevar unas tres mil pesetas en billetes pequeños. La
cantidad robada no se sabe aún fijamente, a la hora en que envío estas notas,
pues no se había efectuado aún el arqueo.
Al entrar
los ladrones en la Caja
de Ahorros salía de ella un obrero que había ido a cobrar un reintegro de
trescientas pesetas para subvenir a los gastos del entierro de un individuo de
su familia.
El
referido obrero sospechó que los que habían penetrado en el establecimiento,
eran atracadores y fue a avisar a una casa contigua al edificio de la Caja de Ahorros, donde habitaba
el guarnicionero don Juan Castellá España, que era somatenista. Mientras,
telefoneaba al Ayuntamiento en demanda de fuerzas un hijo del señor Castellá,
éste salió a la calle armado de un revólver pero sea por la precipitación o por
otra causa, se le encasquilló el proyectil, y no pudo disparar el arma.
Los
ladrones al verse descubiertos salieron juntos los cinco de la Caja de Ahorros haciendo
fuego sobre, el señor Castellá quien cayó moribundo, resultando herido el
carretero Juan Vilarrube, vecino también de Tarrasa.
La lesión,
según diagnóstico del médico don José Ullés es de pronóstico reservado.
Varios
vecinos recogieron al señor Castellá trasladándolo a la farmacia del doctor Mach
que está cerca del lugar del suceso, donde fue reconocido por el médico Sr. Cistaré
quien certificó la defunción.
Como nota
de ciudadanía hemos de consignar que aun los ladrones no habían salido del
local cuando el farmacéutico don Miguel Mach, hombre ya entrado en años, salía
sólo a la calle haciendo uso del silbato de reglamento, y la dependencia
telefoneaba al Ayuntamiento y cuartel de la guardia civil demandando fuerzas.
En el
lugar del suceso se personaron el jefe de la guardia civil don Manuel Pintado, el
vocal de la junta de somatenes don Alfonso Sala y demás autoridades, dando las instrucciones
necesarias para conseguir la captura de los autores del atraco. A los cinco minutos
de haber abandonado la habitación los atracadores, más de veinte automóviles ocupados
por somatenistas salían en distintas direcciones para perseguirles y lo propio
hacían las fuerzas de la guardia civil destacadas en esta ciudad. También se avisó
por teléfono a todos los pueblos vecinos interesando por la detención del auto
del que fue fácil dar detalles, por ser muchos los que lo vieron.
Hasta,
ahora los detenidos son cuatro ignorándose si entre ellos hay alguno de los atracadores,
pues el juzgado guarda una reserva absoluta.
La
noticia circuló rápidamente por nuestra ciudad haciéndose muchos comentarios acerca
de la audacia inconcebible de los atracadores y deplorando la muerte de un
ciudadano tan querido y estimado de todas las clases sociales como el que fue en
vida cabo de los somatenes de este distrito don Juan Castellá España.—Alas.»
Más detalles :: Otra versión
Aun a
trueque de incurrir en repeticiones insertarnos a continuación un nuevo relato del
audaz robo, con menos detalles facilitados en el Gobierno civil y en la
jefatura superior de policía.
Según los
indicados informes a las diez y media de la mañana se paró frente a la
puerta principal del edificio, de la
Caja de Ahorros de Tarrasa, un automóvil pintado de negro con
guardabarros blancos, marca «Ford», que ostentaba el número 11.464 de la, matrícula
de Barcelona, del que descendieron ocho individuos de unos veinte a veinticinco
años de edad, vestido uno de ellos de mecánico y los restantes con traje de
lanilla.
Los
mencionados sujetos penetraron en el edificio, cubriéndose el rostro con
pañuelos y llevando todos ellos una pistola en cada mano.
Dos de
ellos se dirigieron al empleado don Nicolás Talló, intimándole a que les entregase
cuanto dinero había en caja.
Mientras
tanto, tres de los asaltantes se abalanzaron sobre los otros empleados señores Domingo,
Palet (don Manuel y don José), y Talló, sobrino del anterior, obligándoles a
permanecer vueltos de espaldas y junto a una de las paredes del local.
El señor
Talló fue maniatado, apoderándose entonces los ladrones de tres mil pesetas que
hallaron en el establecimiento.
Momentos
antes de haber entrado los asaltantes en el edificio, salía, de éste don
Jerónimo Prat, imponente de la
Caja , que había ido a retirar fondos, el cual, al notar la
trepidación del motor del automóvil y ver descender a los individuos, concibió
sospechas sobre los propósitos que les inducían a penetrar en aquel local, y
retrocedía, dándose cuenta en seguida, de que ocurría algo anormal.
El señor
Prat, en vista de lo que ocurría y sabedor de que frente al edificio de la Caja de Ahorros habitaba un somatenista
llamado Miguel Castellá, que es propietario de un taller de guarnicionero
próximo al lugar del suceso, fue a avisarle de lo que ocurría, acudiendo en
seguida a la Caja
da Ahorros, empuñando la pistola de reglamento que poseía.
Los
asaltantes, al darse cuenta de la presencia del señor Castellá, volvieron
rápidamente contra él sus pistolas, haciéndole fuego. El señor Castellá cayó al
suelo alcanzado por las balas, momento de confusión que aprovecharon cinco de
los ladrones para, montar en el automóvil que les había conducido al local
asaltado, que tomó inmediatamente la dirección de la calle de Rubí, ganando la
carretera de Sabadell a la
Rabassada.
Los otros
tres ladrones huyeron a todo correr por la calle del Valle.
El señor
Prat, una vez hubo avisado al somatenista, señor Castellá, lo hizo también por
teléfono al cuartelillo de la guardia civil y a la comandancia de la guardia
urbana.
Al ruido
de los disparos acudieron varios transeúntes y vecinos en el preciso momento en
que los asaltantes emprendían la huida. Estos, siempre empuñando sus pistolas,
dispararon contra los que acudían en su persecución, haciendo blanco en uno de
ellos.
En el
suelo quedó a consecuencia de la refriega, frente mismo al edificio asaltado,
un individuo que presentaba una herida por arma de fuego en el brazo.
Recogido
por varios de los que habían presenciado, la escena, fue conducido al
dispensario municipal donde auxiliado convenientemente por los facultativos de
guardia se apreció su estado como de pronóstico reservado.
El herido
es constructor de carros, se apellida Vilarrubí y en el momento de ocurrir los
sucesos pasaba casualmente por aquel lugar.
También
fue alcanzado por los disparos un caballo que iba enganchado a un carro.
El
somatenista señor Castells fue recogido por unos vecinos y conducido a la
farmacia Mach, en donde falleció a poco de ingresar, a consecuencia de las
tremendas heridas recibidas en cumplimiento de su deber.
Inmediatamente
que las autoridades de Tarrasa estuvieron enteradas de lo sucedido, dieron
aviso por teléfono a las autoridades de los pueblos cercanos, al efecto de que
los ladrones no pudieran escapar.
Apenas se
tuvo noticia en dichos pueblos, la guardia civil de servicio en ellos se puso a
prestar servicio extraordinario, deteniendo a los ocupantes de los vehículos
que infundían sospechas.
A las
doce tocaron a somatén las campanas de la iglesia parroquial de Tarrasa, por lo
que supuso el vecindario que los malhechores habían sido detenidos.
A los
pocos momentos se supo que el auto utilizado por los asaltantes había sido
encontrado en el kilómetro 13 de la carretera de Tarrasa a Sabadell, punto
conocido por Can Barba.
El
vehículo tenía grandes destrozos, por lo que se supone que debió estrellarse
contra un árbol.
En el
interior del automóvil no se halló cantidad alguna en metálico ni armas, y si únicamente
un carnet de chófer a nombre de Vicente Villanueva y otro del Sindicato único del
ramo de transportes, cuyo nombre estaba muy borroso. El automóvil lleva un
motor con el número 53.037.
Las
fuerzas de la guardia civil y somatén que salieron en persecución de los
atracadores efectuaron la detención de varios sujetos sospechosos; uno de ellos
fue detenido en la estación del ferrocarril eléctrico cuando se disponía a
tomar el tren; otro en la calle de San Leopoldo, otro en el pueblo de
Viladecaballs y otro en el de Ullastrell.
La
cantidad, robada asciende a 3.981 pesetas, y un billete falso, de cien pesetas,
retirado de la circulación.
Los detenidos :: Tres de ellos han sido
reconocidos
Según
informes de la policía han sido detenidos, como presuntos autores del asalto, los
siguientes individuos:
José
Saleta Pía (a) el Nano, de 23 años, metalúrgico, domiciliado en Barcelona,
calle de Carretas, 27, tercero, segunda; Joaquín de Marco Martínez, de 27 años,
natural de Santander, tranviario, habitante en la calle de Cortes 518, tercero,
primera, y Jesús Pascual Aguirre, de 23 años, natural de Vitoria, sin domicilio.
Estos
tres individuos han sido reconocidos como autores del asalto y uno de ellos fue
el que hizo el disparo que mató al somatenista.
También
han sido detenidos como presuntos complicados en el asalto Juan Basi Ferrer, de
Santa Eugenia (Barcelona), repostero, habitante en la calle Condal, 26,
primero, segunda; Arturo González Díaz, de 18 años, natural de Madrid,
habitante en Barcelona, calle del Mediodía, 10 y Antonio Rodríguez Méndez, de
17 años, ajustador mecánico, sin domicilio, natural de Aranjuez.
Según antecedentes
que constan en la jefatura de policía, José Saleta. Pía (a) Nano, nació en
Barcelona, el 15 de noviembre de 1900 es de oficio tornero de metales y fue
jefe de una banda de pistoleros a sueldo, del sindicato único del ramo de
construcción. Fue detenido el 24 de julio de 1921, en unión de Andrés Masdeu
Bautista, (a) El Largo y Juan Tarragó Janer (a) El Menta, con los cuales se
hallaba escondido hacía algún tiempo en una casa de campo de las inmediaciones
del río Llobregat, denominada La Farinera. Los tres fueron puestos a disposición
del juzgado, convictos y confesos como autores de varios atentados de los
llamados sociales; el 3 de agosto del 21 fueron absueltos por el juzgado, continuando
detenidos gubernativamente hasta que el 2 de abril de 1922 se les puso en
libertad al ser levantada la suspensión de las garantías constitucionales.
José Saleta
(a) El Nano, se había confesado autor del lanzamiento, de bombas a la terraza del
café Continental y a la del Círculo de Cazadores.
Todos los
detenidos pertenecen al Sindicato único.
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