viernes, 24 de abril de 2015

La Vanguardia, Edición del martes, 23 octubre 1928, página 39

UN CRIMEN

Ayer mañana, entre siete y siete y media se cometió un crimen en una tienda de tocinería propiedad de los esposos Camilo Domenech Juliá de 73 años, natural de Alcoy, y Angela Palau, establecida en la calle Mayor, número 57.

Al regresar dicha mujer de la compra vió con sorpresa que el cajón del mostrador estaba abierto, y al llamar a su esposo y éste no contestarle se dirigió en su busca a las habitaciones interiores, notando cierto desorden en los muebles y varias manchas de sangre en el suelo.

Entonces registró la casa, hallando en un cuarto contiguo a la tienda a su marido, que estaba en tierra bañado en sangre y sin poder articular palabra, a pesar de que hacía esfuerzos para ello.

A los gritos que profirió la infeliz mujer acudieron varios vecinos, entre ellos el diputado provincial y cabo de somatén de este partido don Amadeo Torrens, y poco después, la guardia municipal y la pareja de la guardia civil que prestan servicio en la estación de los Ferrocarriles de Cataluña, que se halla a poca distancia.

En un carruaje fue conducido el herido al dispensario médico municipal, donde el doctor Cadafalch le apreció varias heridas en la cabeza y contusiones en diversas partes del cuerpo y una herida punzante en la región torácica izquierda de tal gravedad, que falleció a los pocos momentos de haber ingresado en el dispensario.

Se supone que al entrar los malhechores en la tienda se dirigieron al cajón del mostrador para apoderarse del dinero, siendo entonces sorprendidos por el dueño, y entablándose una lucha, de la que resultó el tendero con las heridas que le produjeron la muerte.

Corrobora la suposición de que hubo lucha, el adoquín que se ha encontrado en el suelo manchado de sangre y un bastón de la pertenencia del infeliz Domenech que estaba roto en tres pedazos, viéndose éstos desparramados y notándose en uno de ellos por la parte del puño residuos de sangre y las manchas también de sangre que había desde el corredor a las habitaciones interiores.

Se cree que los ladrones pudieron llevarse únicamente tres monedas de cinco pesetas, dejando un cestito, en el que había otras cinco pesetas en plata y calderilla.

— Sala.


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