UN CRIMEN
Ayer
mañana, entre siete y siete y media se cometió un crimen en una tienda de
tocinería propiedad de los esposos Camilo Domenech Juliá de 73 años, natural de
Alcoy, y Angela Palau, establecida en la calle Mayor, número 57.
Al
regresar dicha mujer de la compra vió con sorpresa que el cajón del mostrador
estaba abierto, y al llamar a su esposo y éste no contestarle se dirigió en su
busca a las habitaciones interiores, notando cierto desorden en los muebles y
varias manchas de sangre en el suelo.
Entonces
registró la casa, hallando en un cuarto contiguo a la tienda a su marido, que estaba
en tierra bañado en sangre y sin poder articular palabra, a pesar de que hacía
esfuerzos para ello.
A
los gritos que profirió la infeliz mujer acudieron varios vecinos, entre ellos
el diputado provincial y cabo de somatén de este partido don Amadeo Torrens, y
poco después, la guardia municipal y la pareja de la guardia civil que prestan
servicio en la estación de los Ferrocarriles de Cataluña, que se halla a poca
distancia.
En
un carruaje fue conducido el herido al dispensario médico municipal, donde el
doctor Cadafalch le apreció varias heridas en la cabeza y contusiones en
diversas partes del cuerpo y una herida punzante en la región torácica
izquierda de tal gravedad, que falleció a los pocos momentos de haber ingresado
en el dispensario.
Se
supone que al entrar los malhechores en la tienda se dirigieron al cajón del
mostrador para apoderarse del dinero, siendo entonces sorprendidos por el
dueño, y entablándose una lucha, de la que resultó el tendero con las heridas
que le produjeron la muerte.
Corrobora
la suposición de que hubo lucha, el adoquín que se ha encontrado en el suelo manchado
de sangre y un bastón de la pertenencia del infeliz Domenech que estaba roto en
tres pedazos, viéndose éstos desparramados y notándose en uno de ellos por la
parte del puño residuos de sangre y las manchas también de sangre que había
desde el corredor a las habitaciones interiores.
Se
cree que los ladrones pudieron llevarse únicamente tres monedas de cinco
pesetas, dejando un cestito, en el que había otras cinco pesetas en plata y
calderilla.
—
Sala.
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