LO QUE PIDE LA
FEDERACIÓN DE PADRES ADOPTIVOS DE CATALUÑA
Y la decidida actitud de este niño al pretender la
ley separarle de sus padres adoptivos, conmoviendo profundamente a las gentes
sensibles, ha venido a exacerbar la inquietud de numerosos matrimonios con
hijos prohijados. La constante amenaza legal de que los padres naturales
reclamen a sus hijos cuando éstos están ya criados, dio origen en Cataluña a la
constitución de una Federación de Padres Adoptivos, que preside el teniente de
alcalde del Ayuntamiento de Tarrasa don José Petxamé Tusell.
José Petxamé es un buen obrero tejedor, que adoptó,
al advenir la República, una niña de tres años y medio. —Ante la triste
realidad de algunos casos — empezó diciéndome cuando fui a verle—inicié una
campaña, con el fin de pedir a los diputados que se modifiquen los textos
legales del Código, en el sentido de que, transcurridos los tres primeros años
de adopción, los derechos de patria potestad sean transmitidos a los que tienen
bajo su protección a los niños abandonados, siempre que lo merezcan, claro
está.
Los Ayuntamientos de Tarrasa, Sabadell y Mataró
tomaron oficialmente el acuerdo de apoyar a la Federación, que hoy tiene una
gran importancia, ya que forman parte de ella los alcaldes de todas las
ciudades y pueblos de Cataluña, y millares de padres adoptivos. En Tarrasa
solamente hay cerca de setenta niños adoptivos y prohijados; cuarenta y cuatro,
en Sabadell; ochenta, en Tarragona; en Manresa, sesenta; siete, en San Cugat
del Valles; un centenar, en Lérida; cuarenta y nueve, en Gerona...
Las gestiones realizadas hasta ahora por la
Federación han encontrado, como es natural, un magnífico argumento en el caso
del niño Antoñito. Las gentes se han interesado por este complejo problema al
serle mostrado de una manera concreta.
Pero... también se ha exacerbado, por otra parte,
el instinto de defensa de las madres naturales que reclaman a sus hijos en los
establecimientos benéficos, donde un día los abandonaron.
El documento firmado por los afiliados a la
Federación, en el que se pide que se modifiquen los artículos del Código que
hablan de los derechos de patria potestad, fue entregado hace unos días al
presidente de la Generalidad por seis niñas adoptivas, que rogaron con lágrimas
en los ojos al señor Companys que les prestase su apoyo.
LA TRAGICA MUERTE DE UN MATRIMONIO QUE HABÍA
ADOPTADO UNA NIÑA
—Si se modificase la ley en el sentido que nosotros
solicitamos—asegura José Petxamé—, las Casas de Maternidad se quedarían sin
expósitos. A pesar de esto, según los cálculos y datos oficiales que poseemos,
en España hay una población de veintiséis mil niños adoptivos y prohijados. No
se trata de un asunto sin importancia, ni mucho menos. Es algo muy serio, que
requiere una solución humana que evite los frecuentes dramas a que da lugar.
El año 1905—cuenta—recordamos todos los vecinos de
Tarrasa la tragedia de un matrimonio que había adoptado a una niña a los diez y
seis meses de nacer. La abandonaron sus padres, una familia muy rica que vivía
en Barcelona. Se crió la muchacha sana y hermosa, y a los veinte años, los
padres desnaturalizados averiguaron donde estaba, y la reclamaron- La muchacha
se negó a ir con ellos, llorando, abrazada desesperadamente a sus padres
adoptivos. Pero el gobernador civil ordenó su entrega a los padres naturales,
que todavía trataron de escarnecer al matrimonio que se habla desvelado por su
hija, ofreciéndole en pago unos miles de pesetas, que rechazaron indignados. A
las dos semanas moría del disgusto la madre adoptiva, y tres días después
enterraban al padre. Y hace un par de años se presentó una señora muy elegante,
en un lujoso automóvil, buscando a un niño ya grandecito que abandonó en
pañales. Más hábil, se ganó su afecto y simpatía obsequiándolo con dulces, un
reloj de oro, cajas de pintura y no sé cuántos juguetes. El chico opuso ligera
resistencia al ver la tremenda pena que ocasionaba a los que le habían criado;
pero la dama logró escapar con él, enterándose al llegar a Barcelona que la
madre adoptiva se había arrojado de cabeza a un pozo...
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