LAS
ORGANIZACIONES DE LAS FUERZAS PROLETARIAS EN CATALUÑA
Las organizaciones proletarias de Cataluña son las
necesarias para demostrar que existe un muestrario considerable de matices y de
tácticas. Desde luego, la C. N. T. ha sido hasta ahora la fuerza de más
popularidad en Cataluña; pero existe el fenómeno curioso, que se desenvuelve en
todos los órdenes políticos y sociales, de que cuando una fuerza catalana
adquiere consideración en el resto de España la pierde en la base autóctona.
Así ha sucedido, por ejemplo, con el Partido Radical: que mientras se mantuvo fuerte
en Cataluña, no tenía ninguna consideración en España, y en cuanto la ha tenido
aquí, ha dejado de tenerla tras el Ebro. Así sucedió con el señor Cambó: que al
empezar a ser el hombre de ciertas derechas españolas, concretándose en aquel
fugacísimo Partido Centrista, de memoria pintoresca, perdió todas las
elecciones que hubo en Cataluña. Así sucede, viceversa, con el Partido
Socialista, que de gran empuje en España, carece de bases en Cataluña, etc.,
etc.
Se inicia el declive de la C. N. T. en Cataluña en
el momento en que parece que va ganando terreno en el resto del país, y fracasa
en Cataluña la última huelga revolucionaria cuando en Aragón y en la Rioja
realizan un audaz golpe de mano comunista libertario. Y aun cuando la F. A. I.,
que ahora ya no es nada más que una recaudadora de fondos, porque la que los
distribuye es una secta mucho más misteriosa que la F. A. I., conocida por «La
Específica»—en donde no existen nombres de adscritos, sino números y series que
representan los directivos—, tiene poder en Cataluña, lo va perdiendo, no tanto
por sus propios desaciertos, sino porque ha quedado desplazada la dirección,
que ha pasado de manos catalanas a manos aragonesas y murcianas, y fuera del
radio de acción de Barcelona.
La C. N. T. es, no obstante, aún la entidad
proletaria de más poder en Cataluña. Se ignora exactamente el número de
cotizantes porque aun cuando van desgajándose de ella sectores considerables de
obreros—Sabadell, Badalona. Igualada, una parte de Mataró, otra de Tarrasa
(fundidos en los Sindicatos autónomos controlados por el grupo de los
«Treintistas». llamado así porque fueron treinta los firmantes de un manifiesto
de sindicalistas que se apartaron de la C. N. T. ante el empuje criminal que se
daba a la organización obrera)—, siguen muchos cotizando para la C. N. T. por
miedo y temor a la F. A. I. Las cotizaciones se dividen en varias partes: el
sello del Sindicato, el sello de la Federación Local de Sindicatos, el sello de
Pro-Presos, el sello de Solidaridad Obrera, el sello de la Confederación
Regional, el sello de la Confederación Nacional y un sello llamado de Defensa
Confederal, que sirve para la compra de armas con que hacer estos movimientos
revolucionarios que vienen convulsionando a España.
Actualmente están bajo la autoridad de la C. N. T.
unos doscientos setenta Sindicatos, con un total de 290.000 afiliados en
Cataluña tan sólo. La decadencia de la C. N. T. puede descubrirse con este solo
dato: que en las últimas semanas en que se publicó Solidaridad Obrera el tiraje
de este periódico no alcanzaba a veinte mil ejemplares, lo cual quiere decir
que no existía un uno por mil de lectores afiliados a la Confederación. Este
dato evidencia que estaban ligados a la organización anarcosindicalista, más
que por convicción, por sometimiento.
El apogeo de la C. N. T fue en los últimos meses
del Gobierno Berenguer y primeros de la República, en que llegaron a cotizar
mensualmente cerca del millón de pesetas, lo cual demuestra que no han
necesitado mucho dinero de las derechas para preparar estos asaltos al Poder
público que se han realizado en los dos años últimos.
Actualmente, cerrados los Sindicatos, dispuestas
las autoridades a no autorizar su apertura si no se someten a la liberalísima
ley de Asociaciones que aprobaron las Constituyentes.
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