GLOSAS ::
Amnistía de clase
Cuando estas líneas verán la luz, es casi seguro
que ya estarán en libertad Sanjurjo y todos los militares levantados por la
Monarquía y contra la República el 10 de agosto y cada día.
En cambio, es más que probable que con esta
amnistía de clase y de secta no salgan ni aun los condenados por los sucesos de
Tarrasa, presos arquetipo del delito político Social.
La famosa amnistía de clase por que tanto han
clamado los comunistas, va a ser un hecho. Claro. La clase beneficiada es la
que usufructúa el Poder en este momento y en todos los momentos. Y se amnistía
a sí misma, poniendo cortapisas a la libertad de aquellos elementos de clase
opuesta, que pueden representar un peligro para los privilegios y la libre
acción de los poderosos.
Si hubieran estado en el Poder los comunistas
estatales, la amnistía también habría sido de clase. Pero hubiera alcanzado
únicamente a los «comunistas de línea», nuevos ricos del Poder, quedando
excluidos de ella, entonces como ahora, los obreros rasos, anarquistas todos
ellos, por añadidura.
En el Parlamento, con toda comodidad, con el ánimo
tranquilizado por la presencia de una mayoría de derechas que hace y deshace a
su antojo, ¡os señores diputados han elaborado «su amnistía». Una amnistía que
no recoge ninguno de los clamores del pueblo, que se pone incluso frente U
pueblo. La amnistía de los ricos contra los pobres.
Saldrán a la calle los futuros «sansepolcristi»,
los venideros jefes del fascio español, que se está organizando en la sombra y
a la luz del día. En las cárceles y en los presidios de esta república, que si
no lleva aún la camisa negra, la lleva ya muy sucia, quedarán las obreros
levantados por el comunismo libertario, las quince mil rehenes cogidos al
pueblo por el Estado capitalista español.
Caerá el Gobierno Lerroux. Vendrá otro Gobierno un
poco más derechista. Al fin, escalará el Poder el señor Gil Robles, nuestro
mofletudo Mussolini en perspectiva. Y los republicanos, desde Azaña a Franchy
Roca, que llevaron al presidio a estos hombres, que elaboraron las leyes
fascistas, a cuyo amparo se les ha condenado, a cuyo socaire no se les amnistía
y con cuya acción el fascismo se va haciendo posible en esta tierra; el
fascismo, que mañana nos estrangulará a todos por igual, pueden sentirse
contentos y orgullosos de su obra.
Ahora se han convertido en voceros de la
revolución. De una revolución que nadie más que ellos malogró, que nadie más
que ellos abortó, deteniéndola en su curso, usando todos los procedimientos de
represión imaginables. Procedimientos que no los usará peores este fascismo
vinculado a las personas de los que, a la sombra y a la luz del día, conspiran
contra la libertad y el porvenir de España.
¡Amnistía de clase! Amnistía de la que serán excluidos
todos los obreros, toda la carne del pueblo, caída en las garras del Estado
defensor del privilegio y de la ley de los fuertes y los poderosos, contra los
débiles y los despojados.
Amnistía de clase que dejará quince mil hogares
proletarios en el luto, que será execrada y maldecida por el proletariado español,
que sembrará el odio, la cólera, la indignación; que será causa de nuevos
levantamientos, de nuevas protestas, de nuevas víctimas.
Esta es la pacificación de los espíritus que nos
brindan, la medida contemporizadora, la panacea social ofrecida por el Gobierno
Lerroux a la opinión pública. Saldrán victoriosos y ufanos los militares
levantados contra el régimen. Marcharán hacia los presidios los centenares, los
miles de hombres condenados por los Tribunales de Urgencia, fieles cumplidores
de la misión que les fue encomendada: limpiar de obstáculos el camino triunfal
de los que están a las puertas del Poder en España.
Los republicanos y los socialistas, autores de esa
preciosa ley de Orden Público que en manos de Gil Robles será inapreciable para
el capitalismo y la autocracia española, pueden contemplar satisfechos su obra.
A la hora de reír, no sabemos quién reirá el
último. Pero en esta hora de lágrimas de coraje y de impotencia, las suyas
producen la repugnancia que inspiran las del cocodrilo.
¡Ley de Orden Público! ¡De Vagos! ¡Del 8 de abril!
¡Qué bien estaremos todos, republicanos, socialistas y anarquistas, discutiendo
su eficacia en los campos de concentración! Caso de que esos plácidos
entretenimientos nos sean permitidos bajo el imperio de Gil Hitler.
FEDERICA MONTSENY
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