Federica Montseny
Aun no hace cuatro años que celebramos actos iguales
a los de hoy. Han pasado más de tres años y de nuevo tenemos que clamar por la
libertad de los presos y contra la pena de muerte; pero antes nos acompañaban
en la palestra los llamados republicanos, Se solidarizaban entonces a la
campaña Gabriel Alemar, doctor Ayguadé, Companys, etcétera. Todos juntos
clamábamos contra la pena de muerte; pero esto no ha sido más que una
moratoria; el pagaré era de noventa días vista. La pena de muerte no quiere
aplicarse contra la delincuencia vulgar, Y la prueba está en que a “Ricardito”,
el célebre descuartizador, se le condena por su repugnante crimen a veinte años
de reclusión, y al cabo de cuatro o cinco, por su buena conducta en el penal,
sale en libertad. Ahora regenta una casa de huéspedes en Barcelona, En la calle
de Trafalgar—sigue diciendo la oradora—se realiza otro crimen parecido. Una
mujer asesina, con alevosía y premeditación, a su marido. Se la condena a unos
cuantos años de presidio; pero como gozaba de buenas amistades en el Obispado
al cabo de tres o cuatro años sale libre. En cambio, la pena de muerte puede ser
aplicada en el campo andaluz por el robo de un panecillo o bien de un carnero.
Porque de delincuentes hay varias categorías. Nosotros somos de cuarta. Yo no
puedo comprender cómo puede buscarse la ejemplaridad en la pena de muerte. Por
sentimiento y por humanidad nos levantamos los anarquistas contra la pena de muerte.
Se liberta a Sanjurjo por los hechos de Sevilla. y, en cambio, por protestar
contra las deportaciones continúan en la cárcel los idealistas de Tarrasa. Se
habla de fascismo: pero en los pueblos nada ocurre, si ellos no quieren, El
fascismo ha sido posible en Italia y en Alemania, pero no lo será en España.
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