VIAJE A RELLINARS.
Y heme de vuelta en Barcelona la tercera expedición de
chicos, con algunos de los cuales van sus madres y con otros alguna hermanita
mayor, sale por fin para Tarrasa en el ferrocarril directo, cuya estación de
salida se halla en la plaza de Cataluña. En la industriosa ciudad ya esperan
dos autobuses, ha venido con nosotros el compañero Millán, que hace entrega de
los expedicionarios al Ayuntamiento de Tarrasa a las personas del presidente de
aquella Asistencia Social, camarada Francisco Sabat, y el consejero Emilio Garriga
que tienen las mayores atenciones para los gráficos madrileños, los cuales en
realidad, quedan bajo su eficaz tutela.
Con Millán nos acompañan hasta Rellinars, punto de destino
definitivo ¿Qué decir de aquellos hospitalarios vecinos?
Antes nos faltarla a nosotros de comer—nos dicen—que a los
niños y mujeres que han venido evacuados de Madrid.
Pero no faltará nada a nadie. Aquella comarca, fertilísima,
tiene recursos inagotables, y la horrible guerra ni ha pasado ni pasará por
allí.
Los expedicionarios son .acondicionados en una magnífica
masía—Can Giver—, capaz y confortable. Desde el alcalde local, camarada Fermín
Prunés hasta el más modesto de los vecinos de Rellinars, todo son constantes muestras
de atención para los evacuados. Contamos también aquí con una cocinera y un
cocinero magníficos— no perdono haber perdido una nota con sus nombres—. Él es
consejero del Ayuntamiento de Rellinars, lleva celosamente, con Prunés, el
control de la casa, y es en la cocina un digno pinche del compañero que guisa
en Montseny. ¡Qué arroz con conejo! Que tortilla de patatas! ¡Qué sopa de verdura
fresca y mantecosas judías!.
La casa está, enclavada en un alto y es, sencillamente, un
sanatorio. ¡Bien quedan los chicos gráficos e instalados ! La buena chimenea de
leña con su amplia campaña y fogaril para los días lluviosos; la explanada amplia,
la puerta y el campo, el pinar, para los días de sol...
Al día siguiente emprendemos el regreso a nuestro Madrid
satisfechos.
¡Fraterna Cataluña, Madrid no podrá olvidar nunca tu gesto
generoso!
FRANCISCO DE TROYA.
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