viernes, 30 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del viernes, 19 febrero 1932, página 23

Un camión de la «Campsa» que bajaba por la calle Galileo al cruzar la calle Padre Llaurador chocó con el camión de la Tintorería Cherdel que fue arrastrado al interior de la calle Galileo, no ocurriendo desgracias personales.


—C

jueves, 29 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del viernes, 19 febrero 1932, página 6

Conferencia de autoridades

Ayer el general don Domingo Batet, acompañado de su ayudante de campo, el señor Herrero, estuvo en. el Gobierno civil celebrando una conferencia con el señor Moles.

Al recibir después a los periodistas, el general Batet les dijo que la visita había tenido por objeto devolver al señor Moles la que este le hizo hace tres días.

A preguntas de un reportero, el general Batet dijo que las actuaciones por los sucesos de Tarrasa, habían pasado a la autoridad militar para continuarlas.

El juez comandante señor Bibiano, se trasladó a Tarrasa para seguir la actuación, sumarial.

Después de los sucesos de Tarrasa

Versión de un episodio. Felicitaciones al alcalde

El hijo del presidente del Instituto Industrial don Pedro Amat, ha dado de la tentativa de detención y secuestro de su padre por parte de los revoltosos, una interesante versión.

Dice que después de oír por espacio de una hora las detonaciones producidas por los petardos y disparos que para amedrentar a la población se iban sucediendo, vio detenerse delante de su casa un coche Ford, viejo, del que descendieron tres o cuatro individuos que llamaron fuertemente a la puerta.

El señor Amat no abrió, poniéndose al habla con ellos desde una ventana de la planta baja contigua a la puerta.

Entonces dijeron a mi padre — añade el narrador — que por orden del alcalde se personara inmediatamente en la alcaldía y que se apresurase a salir porque tenían prisa. Mi padre contestó que se vestía en seguida y que saldría en el acto; pero antes llamó por teléfono a la Casa Consistorial, desde donde contestaron que allí no había ni el alcalde ni nadie.

Entre tanto los de fuera no cesaban de llamar con fuertes golpes a la puerta, conminándonos a que si dentro de dos minutos no salía mi padre, nos incendiarían la casa. Durante este tiempo pudimos telefonear al cuartel de la guardia civil, contestándonos que nos mandaban fuerza.

Al ver lo inútil de sus esfuerzos para que saliera mi padre, con el auto que llevaban o con un camión, que no puede precisarlo bien, intentaron derriba la puerta, lo que casi lograron, pues una de las hojas quedó completamente destrozada.

En este instante llegaron unas parejas de la guardia civil y a su vista los revoltosos huyeron, no sin antes hacer algunos disparos contra los guardias que afortunadamente no hicieron blanco.

Muchas personas desfilan estos días por el Ayuntamiento de Tarrasa para felicitar al alcalde, señor Estrenjer por haber escapado sin mayor daño de los graves riesgos a los que estuvo expuesto.

Los detenidos

Ayer fueron trasladados desde la jefatura a la cárcel los. 37 detenidos que llegaron de Tarrasa anteayer.

Ayer llegaron ocho detenidos más en la vecina ciudad que ingresarán hoy en la cárcel probablemente, y como los anteriores quedarán a disposición de la autoridad militar. .

Hallazgo de bombas

Ayer se recibió en la jefatura de policía la noticia de que, .enterradas en un solar de la calle del 22 de julio, habían sido encontradas en Tarrasa 98 bombas cargadas.

Del hecho se dio cuenta al juzgado.

Según nos dice nuestro corresponsal, la mitad de dichas bombas son de forma piña y las restantes cilíndricas. Fue detenido el propietario del solar, Antonio Mur Escanilla, y su hermano Martín, creyéndose que son los fabricantes de las bombas.


La policía ha practicado otros registros en la barriada de San Pedro de la vecina ciudad.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 27

MATADEPERA

Los festejos de Carnaval, organizados por la Unió Ciutadana Recreativa y secundados por el Centre Catalá Republicá, se han celebrado, han llamado poderosamente la atención en toda la comarca.

 En la rúa del domingo, precedida por la banda de trompetas y tambores de la Cruz Roja de Tarrasa, desfilaron varias carrozas y coches artísticamente adornados, atrayendo un público numeroso de varias poblaciones.

Ha causado honda impresión en ésta, la muerte repentina sufrida por don Antonio Gorina, persona muy respetada y relacionada en el comercio de agricultura.

El acto del sepelio fue una prueba del prestigio que gozaba el finado dentro y fuera de la población.

Al dolor que por pérdida tan irreparable experimenta la familia Gorina, unimos también el nuestro.

Ha fallecido doña Magdalena Ribera Montfort, madre política del concejal de esta Ayuntamiento, don Juan Font Pi.

También ha sido conducida a su última morada, la señorita Mercedes Altimira Colomer, dando a ambas familias nuestro más sentido pésame.

Ha nevado copiosamente.

De quedarse la nieve estacionada causará un grave perjuicio en los bosques y arbolados.


—Corresponsal

martes, 27 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 26

RELLINÁS

Después de disfrutar un sol espléndido hemos sido sorprendidos por la nieve durante tres días sin cesar, ofreciendo el pueblo un aspecto pintoresco. La nevada ha sido beneficiosa para el campo.


—C.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del jueves, 18 febrero 1932, página 6

La sedición de Tarrasa

Los daños sufridos por el Ayuntamiento. El plan de los rebeldes Telegramas de protesta

Los daños y deterioros sufridos por el edificio del Ayuntamiento de Tarrasa, a consecuencia de su ocupación por los sediciosos, se calculan en unas cincuenta mil pesetas.

Muchos artesonados habrán de ser cambiados y algunas balaustradas han quedado en muy mal estado. Además, el número de cristales rotos es extraordinario.

Uno de los proyectiles atravesó un cuadro del pintor Vilella que se hallaba colgado en una de las paredes de la galería del piso principal del Ayuntamiento.

Varios libros del Archivo, entre ellos algunos muy valiosos, han sufrido también importantes desperfectos.

Los revoltosos arrancaron los plafones y travesaños de dos puertas que dan frente a la entrada de la escalera principal, para, hacer fuego parapetados detrás de las puertas en el caso de que hubiera entrado la guardia civil en el Ayuntamiento.

En poder de uno de los cinco detenidos que fueron apresados por, la guardia civil a primera hora de la mañana del lunes, cuando rondaban armados alrededor de la casa cuartel, se encontró una lista con los nombres de los individuos que debían ocupar el Ayuntamiento, el cuartel de la benemérita, la zona militar y los edificios de Teléfonos y Telégrafos, además de las dos estaciones ferroviarias, ocupaciones que los revoltosos no pudieron llevar a cabo porque, apenas iniciado el movimiento, comenzó en sus filas una gran confusión y no se decidieron a realizar más que una parte mínima de su plan.

Tanto el Instituto Industrial como el Comercial e Industrial y la Cámara de Comercio, han dirigido telegramas de enérgica protesta por los sucesos sediciosos ocurridos, al Presidente del Consejo de Ministros y al ministro de la Gobernación.

Traslado de los detenidos

Ayer mañana, a las cinco y media, llegaron a Barcelona los 38 individuos que fueron detenidos en Tarrasa como complicados en los sucesos ocurridos en dicha población.

El traslado se efectuó en dos camiones; en uno de ellos iban 17 detenidos, y 19 en el otro, yendo en el interior de los vehículos tres parejas de la guardia civil en cada uno.

Delante de los camiones iba un auto ocupado por el capitán de la guardia civil de Tarrasa, con varios números, y cerraba la marcha otro auto ocupado por el teniente y más individuos de la misma fuerza.

Al llegar los detenidos a la Jefatura de Policía, se hizo cargo de ellos el jefe superior, don Arturo Menéndez, al que acompañaban el comisario general del Cuerpo de Vigilancia, señor López Llamas; el jefe de la Brigada Social, señor Villaverde, y el secretario del jefe superior señor Gainza.

A los detenidos, al salir de Tarrasa, sus familiares les hicieron entrega de ropas y comida.

Inmediatamente después de llegar, los detenidos a la Jefatura, ingresaron en los calabozos.

Durante toda la mañana se les tomó la filiación. En su mayoría son jóvenes. Entre ellos figura el individuo que lanzó la bomba al capitán de la guardia civil, cuando éste se dirigía al Ayuntamiento, por haberle hecho indicaciones de que los revoltosos se le rendían.

Los camiones en que se efectuó el traslado fueron facilitados por el cuerpo de Intendencia militar.

Quedarán a disposición de la autoridad militar los detenidos que por la índole de su intervención en los sucesos deban pasar a la jurisdicción de guerra.

He aquí los nombres de todos ellos:

Antonio Florensa, José Olivares, Antonio Olivares, Manuel Rico, Tomás Sala, Arcadio Duran, José Gracia, Miguel Hernández, Juan Blanes, Demetrio Cadena, Francisco Galán, Luis Fortes, Francisco Morales, José Puig, Fidel Lechón, José Rimbau, José Pedro, Jaime Casarramona, Andrés Rosell, Jaime Caballé, Pablo Castells, Pedro Perarnau, Fernando Rostov, Fernando Folch, Juan Planas, Manuel Bou, Salvador Comas, Daniel Sánchez, Rodrigo López, Joaquín Regales, Pedro Maris, Ramón Soler, Miguel Doménech, Camilo Nortes, Lorenzo Tapiolas, Delfín Badía y José Padilla.

Las fuerzas vivas

El alcalde y representaciones de las fuerzas vivas de Tarrasa visitaron ayer al gobernador para pedirle se adopten en aquella ciudad medidas que mantengan la tranquilidad que algunos elementos parece tienen empeño en alterar.

El señor Moles dio a sus visitantes todo género de seguridades de que su petición será atendida.

Elogios a la benemérita

El comportamiento abnegado y valeroso de la guardia civil con motivo de los sucesos de Tarrasa está siendo muy elogiado por el vecindario en masa de aquella población..

La benemérita, que actuó en todo momento con decisión y energía, supo aunar a su acción el tacto y la prudencia precisos para no causar víctimas y todos están de acuerdo en Tarrasa en afirmar que de no haber presidido este espíritu de cautela y moderación en sus intervenciones, habría que lamentar sucesos mucho más dolorosos.

También se prodigan alabanzas a la acertada labor del teniente don Luis Varea, que dirigió los primeros servicios de represión, al teniente don Jesús Barrios, que acudió mandando nuevas fuerzas cuando los momentos eran más difíciles, y al capitán don Adolfo Carretera, jefe de la línea, que en cuanto se enteró de lo que ocurría marchó desde Sabadell, en donde se encontraba, a Tarrasa, para hacerse cargo del mando de las fuerzas y dirigir la acción contra los revoltosos.

Juzgado especial

Para la instrucción del sumario derivado de los graves sucesos ocurridos en Tarrasa ha sido nombrado el magistrado de esta Audiencia Territorial don Luis Pomares.

Asimismo ha sido designado el fiscal provincial don Pedro Moreu Gisbert, afecto a la Audiencia de Barcelona, para que intervenga personalmente en la instrucción de la aludida causa.

Ambos funcionarios vienen actuando con notable actividad y acierto en el proceso relativo al alzamiento sedicioso del Alto Llobregat, para- cuya intervención fueron, especialmente nombrados al producirse el movimiento revolucionario.

Destrucción de dos torres de la conducción de fluido eléctrico

Ayer tarde el gobernador manifestó a los periodistas que a la una y cuarto de la madrugada habían sido derribados, con cartuchos de dinamita, dos torres conductoras de electricidad, que la Energía Eléctrica de Cataluña tenía construidas en las inmediaciones de la carretera de Manresa.

Una de las torres quedó derribada por completo, y la otra sufrió serias averías, sosteniéndose solamente por un puntal.

En cada una de las torres se había colocado un cartucho de dinamita, segun ha podido comprobarse.

Debido a este atentado, la transmisión de fuerza quedó interrumpida en una línea de 80.000 voltios y en otra de 110.000.

El suministro de fluido eléctrico se restableció por medio de las centrales térmicas.

Se calcula que se tardarán dos días en reconstruir las torres.

El gobernador ordenó a la guardia civil diera una batida por aquellos alrededores y que proceda con toda severidad si se intentara cometer algún otro atentado como el expuesto.

Ha sido detenido un individuo sobre el cual recaen sospechas de que pueda tener participación en la colocación de los petardos.

Según opinión del señor Moles el hecho es obra de alguno de los fugitivos de los últimos sucesos.

Visita al guardia Chagüe

El gobernador estuvo ayer tarde en el Hospital Militar visitando al guardia civil Martín Chagüe Fraile, herido durante los sucesos de Tarrasa.

Dicho guardia, se halla muy mejorado, creyéndose que pronto será dado de alta


 

domingo, 25 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del miércoles, 17 febrero 1932, página 6

El anarquismo en Tarrasa

Cataluña está materialmente harta de jugar a la huelga general revolucionaria. Y Barcelona lo está tanto, que ya no puede más. El rotundo fracaso dé la mil y una intentona perpetrada anteayer lo demuestra con insuperable elocuencia. Mientras en diversos puntos de la región se estaban cometiendo desmanes y fechorías de un extremismo rudimentario e infantil, la vida de la capital seguía su curso ordinario: las calles, como siempre; la circulación, perfecta; las tiendas, abiertas; los despachos y talleres, en plena actividad. Sólo se dejó de trabajar, más por precaución que por otro motivo, en algunas barriadas extremas. Los barceloneses en masa, tanto los obreros como los demás, recibían las noticias de la intentona anarquista con un significativo encogimiento de hombros y una sonrisa burlona, como diciendo.- «Pero, ¿donde van? ¿Están locos?»-,. De modo que los revolucionarios— como esas compañías de cómicos tronados, que fracasaron por completo en la capital—, en Cataluña ya tienen que resignarse a los bolos provincianos.

Ahora el anarquismo ha dado su representación en Tarrasa. Unas cuantas horas de mala comedia, cuatro latiguillos para la galería, indiferencia absoluta de los espectadores, y el más lamentable papel en cuanto la tuerza pública se presentó y dijo: ¡Basta! Hay que reconocer que el famoso «anarquista de Tarrasa» es una realidad. Pero no en el sentido trágico y melodramático, en que nos lo había pintado y descrito, sino más bien a la. manera picaresca, de pura parodia revolucionaria sin pies ni cabeza- Porque esa manera de conducirse cuatro docenas de exaltados, sin representación alguna, sin apoyo popular, sin medios, sin plan y sin la más remota posibilidad de eficacia, no es comunismo, ni revolución, ni huelga general, ni rebeldía, ni nada. Es pura insensatez anárquica, rayana en la locura. De suerte que, si no fuera por el peligro de causar estragos inútiles y víctimas inocentes, que siempre acompaña a todas las descabelladas acciones humanas, casi seria de desear que esta clase de trapatiestas menudeasen más todavía en Cataluña, y que las tuviésemos cada semana, pues nada tan claro para que hasta los más torpes y obtusos acabasen por quedar aburridos, asqueados, de esta suerte de violencias estúpidas.

El Gobierno ha estado admirablemente bien en este caso. Lo estuvo ya en el anterior, en el caso de Fígols, manteniendo con serenidad, pero con la inquebrantable fortaleza que es su distintivo de autoridad suprema, en los trances violentos no planteados por él, sino por sus enemigos, el prestigio del Poder público, que por encima de todo guarda y hace guardar la ley.

Y al decir Gobierno, claro está que nos referimos al de la República, pues por desgracia nadie nos entendería si con tal nombre designásemos al grupo partidista ocasionalmente ocupante de los más altos puestos de representación en Cataluña, y que, maniatado por sus promesas demagógicas y su dependencia electoral, a cada nueva crisis no hace otra cosa que intentar entorpecer, con declaraciones turbias, notan intempestivas y gestiones subterráneas que por otra parte no engañan a nadie, la actuación recta, justiciera y efectiva del Poder central, que en estos lances demuestra ser todavía el úrico representante de los catalanes todos.

Finalmente, también ha comenzado a portarse como debe la ciudadanía, sobre todo la masa obrera, y muy en especial la de Barcelona. Todas las clases sociales pueden y deben aprender en la conducta sensata y patriótico que ahora han observado nuestros trabajadores, haciendo el más aplastante vacío a los revoltosos, negándose a acudir a violencias inútiles, y dando con ello la más firme la más eficaz adhesión, que es la adhesión activa, al orden público y al régimen que lo garantiza. Si todos los españoles hiciésemos lo mismo, desde el más alto al más humilde, el anarquismo de Tarrasa. que ya no se aplaude ni en Barcelona, ni en Madrid, ni en ninguna de las grandes capitales, tendría que emigrar de las ciudades a las aldeas, de las aldeas a los villorrios, de éstos a las cavernas primitivas de donde salió, y finalmente ni en las cavernas hallaría acogida. Entonces la España republicana sería lo que nunca España fue, y en Cataluña podríamos ver llegar sin ciertos instintivos, irreprimibles estremecimientos de alguno de sus miembros capitales, él anhelado régimen de. autonomía.

 

Se levanta el acuartelamiento

A las ocho de la mañana, en vista de que la normalidad era absoluta, fue levantado el acuartelamiento de las tropas, quedando de retén una unidad por cuerpo.

 

Manifestaciones del general Batet

El general Batet, al recibir a mediodía a los periodistas, les dijo que le había visitado el gobernador civil, señor Moles, y que la entrevista tuvo sólo carácter de cumplido.

Añadió el general Batet que por ahora se había levantado el acuartelamiento en vista de que la normalidad era completa, y que en los cuarteles quedaban de retén, una compañía o una sección en todos los cuerpos y unidades.

Un reportero preguntó al general si era cierto que en el puerto había dispuesto un buque para alojar a los presos de los últimos sucesos, a lo que contestó el general Batet que nada sabía.

Finalmente dijo el general que la compañía de infantería del 34 seguía en Tarrasa, y que el comandante militar señor Brinquis, continuaba la información de lo ocurrido.

Normalidad en Tarrasa. Los detenidos. Una inscripción de los revoltosos

En Tarrasa se reanudó ayer por completo la normalidad, trabajándose en todas las fábricas y talleres. El comercio abrió también a primera hora, funcionando, asimismo todos los servicios públicos.

No se registraron incidentes de ninguna clase, resultando innecesarias las precauciones adoptadas por las autoridades.

Frente al edificio del ayuntamiento, que seguía custodiado por las tropas, permaneció todo el día estacionado mucho publico para presenciar los destrozos causados en el exterior del edificio por el tiroteo.

Ayer los detenidos pasaban de cuarenta, pues además de las treinta y siete detenciones realizadas el primer día, se practicaron algunas más.

Anoche mismo comenzaron a ser trasladados los detenidos a Barcelona.

En un tomo del Archivo Municipal, dependencia en la que, como ya dijimos, establecieron los revoltosos su depósito general de armamento y municiones, un revolucionario dejó escritas las siguientes palabras:

«La F. A. I. en el día 14 de febrero Se apodera del Ayuntamiento, quedando sitiados por la guardia civil.»

Casi todos los detenidos son obreros avecindados en Tarrasa, aunque hay cuatro o cinco que son forasteros llegados probablemente a dicha población el día anterior a los sucesos.

Se tiene la impresión de que pasan de treinta los individuos que lograron fugarse del Ayuntamiento durante el asedio de éste por la fuerza pública. Todos huyeron por la parte posterior del edificio, que da a un dédalo muy intrincado de patios y almacenes de fábricas.

Se sabe que los que capitaneaban el movimiento sedicioso son un individuo apellidado Abad (a) «El Pocarroba», y otro llamado Amadeo, conocido por el apodo de «El Petitet», ambos muy conocidos en Tarrasa por sus ideas extremistas, de las que hacían constante ostentación.

Estos dos individuos son de los que lograron fugarse. Se cree que han huido también de Tarrasa.

Se asegura que durante las diversas colisiones que sostuvieron con la guardia civil los revoltosos, resultaron heridos dos de éstos, los cuales no se presentaron para ser asistidos en el dispensario médico. Se supone que deben, estar recluidos en sus mismos domicilios.

Manifestaciones del gobernador

Por hallarse conferenciando con el general Batet, en el cuartel general de la cuarta División, el gobernador civil no recibió ayer tarde a los periodistas.

Su secretario particular les dijo que las noticias de toda la provincia acusaban completa normalidad.

También les participó que, entre otros, habían visitado al señor Moles los alcaldes de Calella y Martorell y el jefe superior de Aeronáutica.

Dijo asimismo que el alcalde de San Feliu de Llobregat rogaba se hiciera constar que en aquella población sólo holgaron el lunes 25 o 30 obreros, que ayer se reintegraron al trabajo.

Por la noche el señor Moles recibió a los informadores periodísticos, manifestándoles que en su conferencia con el general Batet se había tratado de los procedimientos a seguir con motivo de la huelga.

Añadió que en compañía del teniente coronel de carabineros, señor Ibáñez, había recorrido los depósitos y conducciones de aguas, que vigilaban fuerzas de aquel cuerpo, estudiando el modo de facilitar esta vigilancia.

Siguió diciendo que, por no haber tenido preparadas a primera hora las calderas el lunes, con lo cual los obreros no pudieron trabajar y quedaban incumplidas las órdenes del Gobierno civil, había impuesto multas de 500 pesetas a cada uno. de los patronos siguientes, del ramo de blanqueo y aprestos: Emilio Serra, Santaló Hermanos, Sola y Compañía, Auxiliar Textil Algodonera, S. A., Francisco Benguerel, Vicente Illa, Riera y Compañía, Sabartés y Grau, S. en C; A. Campi y Gomar y Compañía.

Dio luego cuenta de haber levantado la suspensión del alcalde de Masquefa.

Manifestó después que la normalidad era absoluta en todos los puntos, sin excepción, habiéndose trabajado incluso en la fábrica Alsina, de Gironella, y en la mayoría de las fábricas de hilados y tejidos del llano de Barcelona.

Dijo igualmente que mañana saldrá para Pobla de Lillet el secretario de la Delegación regional del Trabajo, con objeto de resolver las diferencias que allí existen entre patronos y obreros del arte textil, por la aplicación de las bases de trabajo aprobadas para la Alta Montaña. Los obreros, que tenían anunciada la huelga, han desistido de plantearla.

Agregó que la mayoría de los detenidos en Tarrasa pasarán a la jurisdicción militar, por haber sido aprehendidos con las armas en la mano, y que de los demás la superioridad dispondrá, después da estudiar los antecedentes de cada uno.

Preguntado si se habían efectuado ya deportaciones, contestó el señor Moles que el vapor que estaba preparado había salido «sin pasaje». Y añadió, finalmente:


—Tanto el Gobierno como el gobernador tienen el criterio de que se empleen siempre los procedimientos ordinarios, y que sólo cuando se atente contra la seguridad de la República se apliquen las leyes de excepción.

sábado, 24 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del martes, 16 febrero 1932, páginas 9 y 10

El plan revolucionario en la región

Graves sucesos en Tarrasa

(De nuestro enviado especial)

Táctica de los sediciosos

En Tarrasa la huelga fue general y dio motivo a graves desórdenes.

Aprovechando la coyuntura favorable que les deparaba al paro, los elementos extremistas de la localidad, puestos de acuerdo con otros de Barcelona, que llegaron durante la noche del domingo, prepararon un golpe de mano para proclamar el comunismo libertario.

Los revoltosos comenzaron a poner en práctica su plan a las tres y media de la mañana del lunes.

A dicha hora los elementos revolucionarios se dividieron en dos grupos, emprendiendo una acción simultánea y coincidente. Uno de los grupos se dirigió a poner cerco al cuartel de la guardia civil, con propósito de asaltarlo, mientras el otro se encaminó al Ayuntamiento para apoderarse de las Casas Consistoriales.

Para preparar el terreno los sediciosos hicieron a su paso por las calles algunos disparos a fin de amedrantar al vecindario y una vez producida la situación de pánico y alarma, impedir que los obreros intentasen entrar al trabajo.

Varios vecinos de Tarrasa nos han manifestado que desde el domingo ya se advertía entre algunos núcleos obreros bastante agitación y nerviosismo y para muchas personas lo ocurrido ayer no constituyó más que una sorpresa relativa, puesto que los preparativos que los sindicalistas hacían eran superiores a los que requiere el planteamiento de un paro general de 24 horas.

 

Asedio al cuartel de la guardia civil

Un numeroso grupo de revolucionarios comenzó a las cuatro de la mañana el asedio de la casa cuartel de la guardia civil, sito en la calle de San Leopoldo.

Los guardias estaban sobreaviso, según parece, y al aproximarse los revoltosos, los centinelas les dieron el alto. Aquellos contestaron con una descarga cerrada que, por fortuna, no alcanzó a los guardias. Estos repelieron inmediatamente la agresión, y a continuación pasaron al interior del edificio.

El teniente que mandaba la fuerza, don Luis Varea, organizó en seguida la defensa del cuartel, dando por teléfono noticia de lo que ocurría a la comandancia de Barcelona y al jefe de la línea, que reside en Sabadell.

Desde Barcelona se le ordenó que resistiesen, pues en seguida saldrían fuerzas en su auxilio.

Varios guardias, al mando de un sargento, hicieron valerosamente una salida al exterior, ocupando las esquinas del edificio y algunos otros lugares estratégicos para impedir que los revoltosos estrechasen el cerco.

Entre sitiadores y sitiados se entabló con tal motivo un intenso tiroteo, sin que hubiesen bajas por ninguno de los dos bandos.

Los guardias escatimaron los disparos, para no gastar municiones, pero los revolucionarios disparaban, en cambio, con gran prodigalidad. Sin embargo, al ver que los guardias se defendían con tan enérgico tesón, comenzaron a espaciar sus disparos basta acallar por completo el fuego.

Sólo a distancia se mantuvieron algunos grupos de sediciosos en actitud expectante.

Como la obscuridad era todavía muy intensa, la guardia civil se redujo a mantenerse a la defensiva en espera de que amaneciese.

 

Asalto al Ayuntamiento. Es detenido el alcalde. Los revoltosos practicaron muchas detenciones

Otro grupo de revoltosos se dedicó a asaltar el Ayuntamiento. Tres individuos se adelantaron para no infundir sospechas, penetrando en el despacho que la planta baja de las Casas Consistoriales tiene la guardia urbana, sorprendiendo a los guardias municipales Mariano Letosa y Ángel Lilla, a los cuales encañonaron con pistolas, desarmándoles a continuación. Luego les obligaron a que les abriesen las puertas del Ayuntamiento, y en seguida irrumpió en el edificio el resto de los revoltosos que esperaban en la calle.

Los revolucionarios se apoderaron del Ayuntamiento, escogiendo las dependencias que les parecieron más apropiadas para permanecer en él.

En el edificio municipal se apoderaron de algunas armas largas que había guardadas, procedentes del desarme de los somatenes, y quitaron de una panoplia varias armas blancas que se conservaban allí por su valor histórico y arqueológico.

Después varios grupos de revoltosos bajaron a la calle, haciendo un recorrido de precaución, por los alrededores, durante el cual practicaron la detención del cabo de la guardia municipal, encargado del servicio nocturno, Joaquín Morillo, y de cuatro vigilantes de la demarcación. También detuvieron a otras personas que vieron por la calle, entre ellas, un agente de vigilancia., al que desarmaron.

Todos los detenidos fueron conducidos al salón de sesiones, en donde quedaron convenientemente vigilados.

También, los revoltosos practicaron la detención del alcalde, don Avelino Estrenger Maciá. Dos de los sediciosos se presentaron en el domicilio de la citada autoridad diciéndole que pasaban sucesos graves  y que los concejales habían acordado reunirse en sesión permanente.

El señor Estrenger salió algo alarmado y al hallarse en la calle los dos individuos que habían ido a buscarle le dijeron francamente que había estallado la revolución y que no tenía otro remedio que seguirles para hacerles entrega de los fondos y valores del Ayuntamiento. Como argumento decisivo le mostraron sus pistolas.

Conducido el alcalde al Ayuntamiento, los revoltosos le exigieron las llaves de la caja y dependencias del Ayuntamiento, recluyéndolo después, en compañía de los demás detenidos, en el salón de sesiones.

Propósitos siniestros

Saqueo de una armería

Los revoltosos se dirigieron después al domicilio del chófer del Ayuntamiento. Eudaldo Viladoms, que vive en un edificio contiguo a las Casas Consistoriales, obligándole a que se vistiera y les hiciera entrega del garaje municipal, que está también en los bajos del Ayuntamiento.

Obligado por la amenaza de las pistolas, el chófer no tuvo otro remedio que obedecer.

Como el automóvil de la Alcaldía estaba estropeado, !e obligaron a poner en marcha una camioneta y la bomba del servicio de incendios. Esta última la llenaron con bencina que había en el garaje, anunciando el siniestro propósito de prender fuego al cuartel de la guardia civil, si insistía en la resistencia, y de incendiar también las fábricas que desacatando la orden de huelga pretenden emprender el trabajo.

Sin embargo, parece ser que cuando pretendieron hacer funcionar la bomba cargada de bencina no supieron hacerlo y entonces la utilizaron únicamente  como vehículo de transporte, y como se verá más adelante, como catapulta o arma de combate.

Una camioneta que encontraron en el garaje municipal la dedicaron los revolucionarios a realizar otra parte de su plan

Puesta en marcha, marcharon con ella, a eso de las siete y media, a la armería que don Juan Carner tiene en la calle de la Rutlla, número 18, y obligando al dueño a que les abriese, procedieron a desvalijarla, llevándose todas las armas, municiones y substancias explosivas que encontraron a mano. Las armas que había eran pocas, pero de calidad excelente. Las municiones si eran muy abundantes.

El señor Carner calcula en unas 4.500 pesetas el importe de lo que se llevaron los revoltosos listos cargaron en la camioneta con todo lo que pudieron, trasladándolo al Ayuntamiento.

Las municiones y los explosivos fueron depositados en el cuarto del archivo municipal, que les pareció más adecuado para convertirlo en depósito general de armamento.

El alcalde coaccionado. Una ridícula comunicación a la benemérita. Disparos en el interior del Ayuntamiento.

Los revolucionarios obligaron pistola en mano al alcalde, señor Estrenjer a que escribiese y firmase un documento dirigido a la Guardia Civil, intimidando a las fuerzas para que se rindiesen y entregasen las armas a los sediciosos.

El alcalde intentó hacerles ver lo pueril e inútil de este documento, del que naturalmente, no esperaba que hiciese caso alguno la guardia civil; pero los revoltosos, siempre apuntándole con sus pistolas, insistieron en que era preciso. Entonces el alcalde pretendió redactar un documento, comenzándolo así: "Me dice la Junta revolucionaria que deben ustedes entregar el armamento"...

Esta fórmula no satisfizo a los revoltosos que le dictaron entonces el documento, obligando al señor Estrenjer, a escribirlo sin omitir punto ni coma, y en él el alcalde tuvo que decir a la fuerza que entregasen las armas y el correaje a los revolucionarios, pues él, como autoridad primera de la ciudad, se lo ordenaba.

Este documento fue enviado por medio de un chico al cuartel de la Guardia Civil; pero, naturalmente, el teniente que mandaba la fuerza no hizo caso alguno del escrito.

Los revoltosos dispararon muchas veces contra el suelo y el techo de las habitaciones del Ayuntamiento para amedrentar al alcalde y a las demás personas que tenían detenidas. El rebote de una bala fue una vez a herir al señor Estrenjer en la cara, junto a la fosa nasal izquierda, causándole una lesión de la que manaba abundante sangre.

Al principio se pensó que el alcalde estaba herido de gravedad; ¡pero limpiada la herida, se vio que solo era superficial y no revestía importancia alguna.

 

Los revoltosos dueños de la ciudad. La bandera de la F. A. I. Llegan fuerzas de la guardia civil

Hasta después de las ocho, los revoltosos fueron dueños absolutos de la ciudad. Los elementos revolucionarios entraban y salían del Ayuntamiento, siendo portadores de órdenes o noticias.

Para mantener la alarma, hacían de vez en cuando algunos disparos.

Entretanto había sido izada en el balcón principal del Ayuntamiento la bandera roja y negra de a F. A. I., a fin de hacer saber al pueblo que estaba proclamado en la población el comunismo libertario.

A pesar de dominar sobre toda la población, los revolucionarios no cometieron otros desmanes que los de impedir, a toda costa, que nadie entrase al trabajo, imponiendo, además, con energía, el cierre total del comercio. Sin embargo, es indudable que no tuvieron que esforzarse mucho, ya que la situación de la ciudad era de pánico y él ánimo de los ciudadanos estaba extraordinariamente deprimido.

Los viajeros que llegaron a las ocho de la mañana en el tren tranvía no pudieron salir de la estación, pues enfrente de ésta se había establecido un grueso núcleo de revoltosos, los cuales se repartían entre sí armas y municiones con las cuales amenazaban a los pacíficos ciudadanos.

A las nueve de la mañana llegaron veinte números de la guardia civil al mando del teniente don Jesús Barrio Fernández, los cuales marcharon inmediatamente, sin ser hostilizados, a la casa-cuartel. Ya en esta juntas todas las fuerzas de la benemérita se dispuso el plan de acción contra los revolucionarios.

Los revolucionarios intentan practicar otra detención. Concejales secuestrados

Un grupo de revoltosos intentó detener, para conducirlo al Ayuntamiento, al director del Instinto Industrial, señor Amat, dirigiéndose al efecto a su domicilio. El señor Amat, que ya había oído las detonaciones de las descargas hechas por los revolucionarios y que estaba, por consiguiente, prevenido, se negó a contestar a las llamadas de los extremistas, y entonces éstos lanzaron a toda velocidad el auto-bomba del servicio de incendios contra la puerta de la casa, en la que causaron grandes desperfectos, aunque no pudieron abrirla. Convencidos de lo inútil de su tentativa la abandonaron, dirigiéndose a otros lugares.

Los concejales señores Devant y Casas, enterados de lo que ocurría, creyeron que su deber estaba en el Ayuntamiento y se presentaron en las Casas Consistoriales, penetrando en su interior.

Los revolucionarios no se opusieron al intento de los señores Devant y Casas; pero una vez que les vieron dentro del edificio les dijeron que quedaban detenidos, conduciéndoles también al salón de sesiones.

A las nueve de la mañana eran más de 30 las personas que los revolucionarios tenían recluidas, a la fuerza, en el Ayuntamiento

La acción de la guardia civil. Asedio del Ayuntamiento. Llegan fuerzas del Ejército

Alrededor de las nueve, la fuerza de la Guardia civil salir del cuartel, dirigiéndose resueltamente al Ayuntamiento. Desde este edificio se hicieron disparos contra la fuerza, y entonces ésta se apostó en las calles de Quemada y de la Unión, desde las cuales se domina el edificio municipal, rompiendo el fuego contra él. También tomó la benemérita el terrado de la Central de Teléfonos y una casa de la calle de la Rasa, para vigilar desde ella la parte posterior del edificio, a fin de dificultar la huida por aquél lugar de los sitiados.

Corno la Guardia civil sabía que de Barcelona habían salido ya fuerzas del Ejército para sumarse a la acción contra de los revolucionarios, se limitó a mantener sus posiciones y a disparar espaciadamente contra el Ayuntamiento para tener en jaque a los revoltosos.

La situación se tranquilizó algo durante buen rato; pero a eso de las nueve y media de la mañana la Guardia civil fue agredida por un grupo de paisanos, desde la Rambla y entonces la fuerza repelió la agresión con energía, hiriendo a varias personas. También resultó herido de una rozadura leve de bala en una pierna un guardia civil.

A las diez de la mañana llegó a Tarrasa una compañía del regimiento número 34, procedente de Barcelona, mandada por el capitán señor Costel y los tenientes señores Masiá y Querol.

Las fuerzas cargaron contra los revoltosos, desde que pisaron la población, dirigiéndose, a paso de combate, al arrabal de Fermín Galán, en el que está instalado el Ayuntamiento, procediendo a rodearlo completamente, de acuerdo con la Guardia civil.

En este momento el tiroteo era intensísimo y la alarma culminaba en toda la ciudad.

Las fuerzas militares se situaron rodilla en tierra, cerca del Ayuntamiento; pero sin llegar a disparar.

 

Una añagaza de los revolucionarios. Explosión de una bomba. Se redobla el tiroteo.

Al ver los que había dentro del edificio que  materialmente copados por las fuerzas, cesaron de disparar y enarbolaron un trapo blanco en señal de que querían rendirse. Esta bandera de parlamento fue izada en el balcón principal

Cuando, en virtud de la señal de rendición, la Guardia civil se adelantó para entrar en el edificio, desde el segundo piso del mismo se hicieron algunos disparos contra ella, al propio tiempo que se arrojaban dos bombas, una de ellas hizo explosión, pero la metralla no alcanzó a nadie y la otra cayó a los pies del capitán de la Guardia civil, don Adolfo Carretero, que había llegado poco antes; pero el artefacto no hizo explosión..

A partir de este instante hubo otros minutos de intenso tiroteo, pues la Guardia civil tiró ahora contra el edificio, causando gran destrozo en los cristales.

Los revolucionarios cesaron de nuevo en su hostilidad y al cabo de un breve espacio obligaron a la fuerza a que saliesen al balcón el alcalde y los concejales que tenían en calidad de detenidos, los cuales se dirigieron al jefe de la fuerza manifestando que los que había dentro deseaban rendirse.

 

Otra bomba. Autoridades en peligro. La rendición

Una nueva bomba tirada desde el piso superior creó una situación gravísima, pues la Guardia civil disparó de nuevo con gran intensidad contra el edificio y el alcalde y los concejales tuvieron que tirarse al suelo para volver al interior precipitadamente, siendo verdaderamente milagroso que dichas autoridades no fueran alcanzadas por los disparos.

Los revoltosos obligaron de nuevo al alcalde, siempre intimidándole, pistola en mano, a que abriese la puerta del edificio y se pusiera al habla con las tropas. Así hubo de hacerlo el señor Estranger, y enseguida entraron la Guardia civil y las fuerzas militares, incautándose del edificio sin resistencia ninguna.

Durante el tiempo que duró este parlamento gran número de revoltosos huyeron por la parte posterior del edificio y en cuanto las fuerzas entraron sólo pudieron detener a 31, los cuales fueron inmediatamente recluidos en una de las dependencias de la casa.

También se procedió a libertar a las diversas personas que tenían los sediciosos detenidas en el salón de sesiones y a incautarse de las armas abandonadas por aquellos.

 

Soldado detenido por los revoltosos

El soldado de cuota José Maclas Puig, del regimiento número 10, que se disponía a tomar el tren de las ocho de la mañana para venir a Barcelona, fue detenido por los revoltosos que se lo llevaron al Ayuntamiento en donde le recluyeron con las demás personas que tenían en el salón de sesiones.

Las armas y las municiones recogidas

Las tropas se incautaron de 19 armas largas todas ellas excelentes y en magnífico estado; 10 pistolas de las mejores marcas, 24 bombas en forma de piña, gran cantidad de municiones y 53 cartuchos de dinamita.

Se ha dispuesto que todo ello sea enviado a la mayor brevedad, una vez requisadas y reseñadas por el juez, a la Maestranza de Artillería de Barcelona.

 

Lo que dicen los detenidos. Actuaciones judiciales.

El juez de Instrucción del distrito de Tarrasa, don Ángel León, comenzó a actuar seguidamente, instruyendo las diligencias del caso. Su primer cuidado fue tomar declaración a todos los detenidos, así como a las personas que presenciaron los sucesos en su primera fase, entre ellos el alcalde, señor Estrenger.

Todos los detenidos han confesado su culpabilidad, según parece, manifestando que su propósito era implantar el comunismo libertario y derribar al Gobierno de la República, contra el cual se muestran muy quejosos, pues, según les habían dicho, había ordenado que el «Buenos Aires» fuera echado a pique con todos los deportados que llevaba. Esta última fantasía, que por lo que se ve se les había hecho creer con el propósito de lanzarlos a la descarriada aventura, les tenía muy excitados. Algunos de los detenidos se manifestaban indignadísimos con el pueblo de Tarrasa, pues decían que después de estar todo el mundo de acuerdo para hacer la revolución, les habían abandonado, dejando que fueran ellos solos los que dieran el pecho a las balas.

«Cuando nos lleven a la cárcel — decían algunos—, a los obreros que veamos al paso les llamaremos cobardes y traidores. A nosotros no nos importa jugarnos la vida pero nos duele que nos hayan traicionado de esta manera.»

Parece ser que en la madrugada de hoy todos los detenidos serán conducidos a Barcelona,

La Guardia civil practicó también la detención de cinco individuos de los que habían participado en el asedio de la casa-cuartel. Tres de ellos llevaban tercerola y los otras dos pistolas «Star». Estos están detenidos en el cuartel de la benemérita.

 

Los daños causados por el tiroteo

Los daños causados por el tiroteo, en el edificio del Ayuntamiento de Tarrasa, son importantísimos. Todos los cristales de los pisos primero y segundo han quedado completamente rotos, así como las maderas de los balcones y la gran farola eléctrica que había en la fachada del Ayuntamiento, la cual cayó al suelo derribada por los tiros. Gran número de disparos entraron en el edificio estropeando muebles, puertas y tabiques. Uno de los balcones del despacho de la Alcaldía presenta ocho impactos, y una bala causó un agujero en el respaldo del sillón del secretario de la corporación, donde, por verdadero milagro, no había entonces nadie sentado.

Toda la fachada del edificio presenta grandes desconchados y agujeros profundos, ocasionados por las balas.

Los revoltosos violentaron un cajón del despacho de la Guardia Urbana, llevándose unas doscientas pesetas que había para socorro de indigentes.

Los heridos

En el dispensario médico municipal fueron asistidas las siguientes personas heridas a consecuencia de los sucesos que se desarrollaron cerca del Ayuntamiento.

Elía Sedrosa, herido por arma de fuego con orificio de entrada por la cara anterior del muslo derecho, con fractura del fémur. Grave.

Isabel Ballvé Cubells, herida de bala en el muslo izquierdo sin orificio de salida. Reservado.

Carlos Alazon, herida por arma de fuego en un brazo. .

Salvador Bodis, fractura de la rótula izquierda. Al caer a tierra y ser aáempefiado

por varias personas. Reservado.

María Soler Roy. Herida por desgarro. Reservado.

Salvador Padró, herido por arma de fuego en el brazo izquierdo con orificio de salida, y otra en la pierna derecha. Reservado.

Juan Calvet, de 62 años, al caer lesionado levemente.

José López Porniche, herida por arma de fuego con orificio de entrada y salida en la pantorrilla derecha.

J. Freixanet, lesiones leves al caer.

También fue asistido el guardia civil Martín Chapruneda, del Tercer Tercio, de una rozadura de bala en una pierna.

 

El mando de las fuerzas

Para hacerse cargo del mando de las fuerzas destacadas en Tarrasa, llegó a mediodía el comandante señor Brinquis.

También llegó poco después el capitán Soriano, que sustituyó al capitán Costell, que regresó a Barcelona.

 

La huelga. Un bando del alcalde

Como es natural, el paro fue absoluto en Tarrasa durante toda la mañana. A mediodía, después de la llegada de las fuerzas del Ejército, el comercio abrió casi en general, pero continuó la paralización de las restantes actividades.

La mayoría de los concejales que componen el Ayuntamiento, viendo la imposibilidad de ir a la Casa Consistorial, se reunieron en casa del alcalde don Avelino Estrenjer, que estaba en poder de los sediciosos, permaneciendo allí en sesión permanente.

A mediodía fue fijado profusamente por la ciudad el siguiente bando del alcalde:

«Don Avelino Estrenjer y Maciá, alcalde de esta ciudad.

Hago saber:

Que habiendo sido reducido en absoluto el movimiento sedicioso Iniciado esta madrugada y no habiendo ya motivo para que la ciudad permanezca ni un momento más sufriendo las consecuencias de una huelga completamente ilegal, y de conformidad con las órdenes recibidas del Gobierno civil de esta provincia, esta Alcaldía espera del civismo de todos los ciudadanos, que esta tarde se reintegre todo el mundo a su trabajo ya que por parte de las autoridades se han tomado las medidas necesarias para garantir la libertad del trabajo.

Tarrasa, 15 de febrero de 1932. — El alcalde A. Estrenjer».


A pesar del bando, tampoco se trabajó por la tarde, pero como el aspecto de la ciudad era de calma y la agitación había cesado por completo, todo hace suponer que hoy mismo se reanudará el trabajo.

viernes, 23 de septiembre de 2016

La Vanguardia, Edición del martes, 16 febrero 1932, página 8

Manifestaciones del gobernador

Cuando, según costumbre, el gobernador civil recibió ayer tarde a los periodistas, uno de éstos le preguntó si se le podía felicitar por el fracaso de la huelga.

—Eso — contestó el señor Moles — ustedes mismos son los que han de decirlo.

Todo va bien, a pesar de que desde la colocación por un individuo, que ha resultado ser ex presidiario, de una bomba en un depósito de aguas; haber hecho explosión varios petardos alarmistas, y la agresión habida contra un tranvía en San Andrés, siendo, heridos dos de los agresores, no se ha escatimado nada para el éxito de la huelga que se proyectaba.

Explosiones de petardos se han registrado en diversos sitios, uno de ellos frente al Gobierno civil.

Las coacciones para obligar al paro han sido numerosas, pero sin importancia, y en cuanto al efecto, ya se ha visto su escasa eficacia.

—¿Y qué noticias hay de Tarrasa? -- preguntaron los informadores.

—Pues que a las cuatro de la mañana — contestó el gobernador — un grupo de pistoleros obligó al vigilante a que les franqueara la puerta de la casa del alcalde, y después hicieron que éste fuera con ellos a viva fuerza al Ayuntamiento, del que se adueñaron, quedando en él un centenar de hombres armados con arma larga.

Desde el Ayuntamiento se disparó contra la guardia civil, que contestó a la agresión, y cuando el tiroteo duraba ya largo rato, los revoltosos obligaron al alcalde y a un bombero, que tenían como rehenes, a que salieran al balcón con una bandera blanca, como si quisieran indicar que se rendían.

La guardia civil suspendió el fuego, y entonces desde el Ayuntamiento arrojaron una bomba, que hizo explosión, resultando herido uno de los guardias.

La llegada de fuerzas del ejército, que auxiliaron a las de la guardia civil, obligó, por fin, a los revoltosos a rendirse, quedando detenidos de momento unos doce o quince.

Además de la compañía de infantería que marchó a Tarrasa, el capitán general tenía dispuesta una batería de montaña, con orden de cañonear la Casa Consistorial, si no se entregaban los revoltosos.

La línea férrea del Norte fue cortada entre San Andrés y Moneada, pero pronto quedó reparada.

También la explosión de una bomba ocasionó desperfectos en la vía, entre Villanueva y Cubellas, pero el servicio de trenes no sufrió interrupción.

En Mataró, Badalona y Sabadell hay huelga, pero pacífica.

En Calella y Villanueva, trabaja todo el mundo. En Vich y Granollers, el paro es parcial. En Igualada, la guardia civil disolvió una manifestación que pretendía hacer cerrar.

Por ahora no hay más que este movimiento, que se quiere presentar como sentimental  y que ha sido preparado por gente de de pésimos antecedentes y armada de bombas.

—¿Saldrá otro barco con deportados? — preguntaron de nuevo los reporteros.

—La gente a que antes me refería parece empeñarse en que salga, pero hasta el presente no hay nada acordado.

En Tarragona, según me comunica aquel gobernador, hay tranquilidad. Solo en Valls se pretendía ir al paro.

En Gerona, con cuyo gobernador he hablado también, se pretendió imponer la huelga a primera hora, pero luego se normalizaron las labores.

 En Lérida la nieve, que hasta, ha interceptado algunas líneas férrea, dificulta el trabajo. Hay allí, pues, la «huelga blanca».

Por lo que se refiere a la extensión del paro en Barcelona, sólo diré que se ha dado el caso de que muchos obreros que se hallaban en huelga la semana anterior, acudieron hoy al trabajo.

El servicio de abastecimientos se ha efectuado con toda regularidad.

Hay bastantes detenidos, y todos los Sindicatos han sido clausurados.

Otra versión de los sucesos

Medidas militares

Ayer tarde el general Batet, por estar muy ocupado, no recibió a los periodistas, comunicándoles por conducto de su ayudante, señor Lacanal, que a las tres de la mañana había sabido que en la vecina ciudad de Tarrasa un numeroso grupo de obreros había cercado el cuartel de la guardia civil, pretendiendo asaltarlo.

Las fuerzas que en él había alojadas al clarear el día salieron a la calle y persiguieron a los revoltosos.

Estos se refugiaron en el Ayuntamiento, y al acercarse la Guardia civil enarbolaron una bandera blanca desde el balcón.

Los guardias se acercaron confiados, y entonces los sediciosos arrojaron tres bombas sobre las fuerzas, cuyos explosivos al estallar hirieron a dos de los Guardias.

Inmediatamente la fuerza pública repelió la agresión, dando cuenta a los superiores de lo ocurrido.

Acto seguido salió una compañía del regimiento número 34, que en camiones de la Intendencia se dirigió a la estación de la Plaza de Cataluña y en tren especial marcho a Tarrasa.

Una batería de montaña quedó preparada para dirigirse también a la vecina población en caso de necesidad, a cuyo efecto estaba preparado un tren especial en la estación del Norte.

A las dos y media de la tarde el comandante militar de Tarrasa, don José Brinquiol, comunicó por teléfono al general Batet que el movimiento sedicioso estaba dominado y la población, tranquila.