EL MINISTRO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA EN TARRASA
Recepción
El domingo efectuó su anunciada visita a
Tarrasa el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, don Marcelino
Domingo, a cuya ciudad llegó en automóvil a las diez de la mañana, siendo
recibido por las autoridades y el pueblo en masa, que le tributó una ovación.
A las diez y media se celebró en el
Ayuntamiento una recepción en su honor a la que asistieron, entre otras
personalidades, el gobernador civil señor Anguera de Sojo, el consejero de la
Generalidad señor Gassol, el juez de primera instancia e instrucción don Ángel
León, el teniente coronel de la guarnición señor Garrido del Oro, el alcalde de
Tarrasa don Avelino Estranger con todo el Ayuntamiento y gran número de
representaciones de entidades y corporaciones.
El alcalde señor Estranger dio la
bienvenida al ministro, expresándole el más afectuoso saludo, en nombre de
Tarrasa que, dijo, se consideraba muy honrada por su presencia en tan
industrial población.
El señor Domingo contestó con afectuosas
frases, agradeciendo el saludo y expresando su afecto a la ciudad, dedicando
después grandes elogios a Tarrasa y especialmente a sus instituciones
culturales, algunas de ellas como la Escuela Superior del Trabajo, que, dijo,
tanto honran a Cataluña y a la República Española. El ministro fue muy
aplaudido.
En la Escuela Industrial
Terminada la recepción, el ministro y
las demás autoridades se trasladaron en automóvil a la Escuela Industrial.
Al paso del ministro por las calles de
Tarrasa, las ovaciones y manifestaciones de afecto, se sucedían sin cesar.
En la Escuela Industrial don Marcelino
Domingo, fue recibido por el director don Daniel Blanchard, por todo el
profesorado y por el Patronato local de Información profesional; el señor Masó
Llorens, el teniente de alcalde delegado de Cultura señor Camí Esteve, don
Ramón. Sala en representación de los maestros nacionales; el director de las
Escuelas de Artes y Oficios del Ayuntamiento, don Santiago Morera; el inspector
de Trabajo en el distrito de Tarrasa señor Pérez Onduvilla y numerosas
representaciones culturales.
El ministro y sus acompañantes visitaron
detenidamente las diversas dependencias de la Escuela, expresando al señor
Domingo en la sección de Hilados, el señor Blanchard, su satisfacción y la de
la Escuela, por que ésta haya pasado a depender del ministerio de Instrucción
pública.
Terminada la visita, el ministro dirigió
la palabra a los asistentes, haciendo resaltar la impresión que le había
causado dos aspectos de la misma: el mérito excepcional del profesorado y la
meritoria obra que lleva a cabo el Ayuntamiento de Tarrasa, que constituye,
dijo, un gran ejemplo para los demás Ayuntamientos de la nación ya que
demuestra hasta qué punto pueden éstos colaborar con el Estado en la gran obra
de la Instrucción pública.
Terminó diciendo que se había hecho
cargo de las necesidades de la Escuela, las cuales es obligación del Estado
atenderlas.
En el teatro Recreo
Conferencia del ministro
El ministro y sus acompañantes se
trasladaron seguidamente al teatro Recreo donde el señor Domingo, tenía
anunciada una conferencia sobre Enseñanza.
El teatro estaba abarrotado de gente,
siendo muchos los que se habían quedado fuera por no poder entrar en el local.
Presidió el acto el alcalde de Tarrasa
señor Estranger quien tenía a su derecha, el gobernador civil señor Anguera de
Sojo y a su izquierda al consejero de cultura de la Generalidad señor Gassol.
Empezó el acto a las doce y media, a los
acordes del Himno de Riego, que fue escuchado en pie por los concurrentes y en
medio de una gran ovación.
En primer lugar hizo uso de la palabra,
el alcalde de Tarrasa, quien después de manifestar que renunciaba a hacer la
presentación del ministro, dijo que la comisión de Cultura del Ayuntamiento de Tarrasa,
que ha podido conseguir la creación de tres nuevas escuelas y emplear once
maestros más, se preocupa fundamentalmente de la labor que tiene señalada.
Añadió que acaba de organizar unos
cursillos de Cultura general, Economía política, Historia del Arte,
Estadística, Sociología, etc., y anexa a estos cursillos, unas conferencias a
cargo de las primeras personalidades del mundo intelectual, siendo la primera,
la que se había encargado al ministro de Instrucción pública y no porque sea
ministro, sino porque el señor ministro, era precisamente don Marcelino
Domingo.
El alcalde fue muy aplaudido.
Seguidamente, el ministro don Marcelino Domingo, pasó a dar su conferencia, en
los siguientes términos:
«Con todo y el exceso de trabajo que
representa una semana entera de labor intensísima que estamos obligados a
realizar, agradezco a la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Tarrasa que me
haya señalado en estas conferencias el sitio de honor.
Mi discurso será enfocado en torno al
problema fundamental de la enseñanza. Para los hombres de mi edad los que hemos
pasado de los cuarenta años, el problema tiene más carácter y más extensión
cuando se intenta resolverlo debidamente.
Los hombres que hemos pasado de los
cuarenta años hemos conocido dos clases de hombres: los que entraron en el
mundo antes del movimiento revolucionario que representa para la humanidad la
Gran Guerra Europa y los que han entrado después de este movimiento.
Si miramos atrás para ver qué éramos
cuando éramos jóvenes, y miramos después cómo son los jóvenes de hoy,
advertimos que los hombres son diferentes, que los de hoy plantan el problema
del mundo de una manera totalmente distinta.
Con la Gran Guerra acabó una
civilización. Los hombres de hoy, los hombres de después de la Guerra, miran la
vida diferentemente de cómo la vemos nosotros.
Grave problema para los hombres que
rigen el Ministerio de Instrucción Pública de sus respectivos países. ¿Cómo ha
de educar, cómo ha de preparar, cómo ha de cultivar para que estén, para que no
se sientan impotentes y extraños en el mundo de hoy, sino que se sientan y cojan
el mundo por las manos y lo conduzcan por los caminos y por los idearios que el
mundo de hoy plantea y tiene?
En plena guerra europea, el ministro
inglés de Instrucción Pública decía: «No miremos tanto lo que pasa en las
trincheras, en el aire y en el fondo de los mares. Miremos la guerra de las
almas, porque ai no salvarnos la guerra de sus almas, habremos perdido la
guerra.»
Este magno problema lo vieron también en
Francia los hombres selectos, «les compagnons». En las horas crueles si que en
Francia aparecían manifiestos de guerra, órdenes militares, literatura bélica,
les dirigían a las trincheras un manifiesto de paz. Decían «les compangnons»;
vamos a hacer escuelas que junten a los hombres, los hijos de los hombres que
se han juntado en las trincheras, Escuelas que anulen las diferencias
sociales».
La escuela de mañana, que no sea la
escuela de ayer. El mundo actual es un mundo nuevo. Hay que salvarlo en la
escuela. Es preciso que el hombre esté capacitado para que se produzca como
hombre, para que la civilización sea la salvadora de la Humanidad.
¿Cómo preparó España a la juventud para
entrar en este mundo nuevo? España permaneció neutral en las armas. Pero no
siempre la guerra es guerra de armas. También hay guerra de almas. España no
advertía esta cruel guerra moral.
Si a España no llegaba el eco de los
cañonazos, llegaban sí las supremas inquietudes espirituales.
Si no llegaban cañonazos, llegaban las
voces de los «compangnons» franceses y la voz del Ministerio inglés, que
conocían al hombre nuevo.
Pero España no hizo nada. ¿Es que lo
tenía todo hecho? España era una excepción dolorosa y vergonzosa en el problema
de la enseñanza. Sostenía pasivamente un sesenta por ciento de analfabetismo.
Infinidad de pueblos no habían oído aún la voz de un maestro. La Institución de
Segunda enseñanza no era más que un beneficio de clase social. Era nada más que
para los que podían pagarse la matrícula. Para los que podían llegar más allá
de los veinte años sin
trabajar. No se cuidaba para nada el
aspecto técnico. Todo andaba descuidado. España era un río, como los ríos que
lanzan íntegro su caudal al mar. El cincuenta por ciento de la tierra estaba
sin cultivar. El subsuelo, inexplorado, o indebidamente explotado por capital extranjero.
El alma del hombre es la riqueza del
país. España no tiene la riqueza material, sino que tiene la riqueza inmensa
del fondo del alma de los hombres.
¿Cuál es la posición de la España de hoy
ante si mundo de la enseñanza? Esta: Escuela única. ¿Qué quiere decir Escuela única?
Escuela única quiere decir igualdad de los hombres ante las instituciones de
Cultura del Estado.
¿Qué representa esta igualdad? ¿Qué
quiere decir?
El Estado tiene el deber de crear la
total democracia en sus instituciones de Cultura, permitiendo por democracia la
aristocracia del espíritu.
El deber de la democracia es buscar esta
aristocracia allí donde esté, y capacitarla. Anular, ante la selección
espiritual la riqueza y la pobreza. Estatuir las jerarquías de conducta, de
talento, de carácter. Formar la aristocracia del saber y prepararla para que el
Estado sea regido por esta aristocracia. En seis meses de República hemos
inaugurado siete mil escuelas más de las que había en el curso anterior. Esta
es, de momento, la obra de la República. Cuando vuelva a inaugurarse, el año
próximo, el nuevo curso, volveremos a inaugurar otras siete mil escuelas más.
No tardará un año en haber en España todas las escuelas primarias que sean
necesarias, desapareciendo, antes de tres años, el vergonzoso analfabetismo. El
Estado ha pensado en que la existencia del preso, del solidado, es sagrada.
Pero todavía es más sagrado el niño en la escuela. El Estado ha de sostenerlo.
Tiene el deber del sostenimiento material del niño en la escuela, si en su casa
no es posible hacerlo. (Ovación).
Escuela. No prisión, no presidio, no
cementerio. La escuela tiene otra función social. Yo, antes de abrirse el
Parlamento puse mi firma en un decreto dando la libertad de conciencia a la
escuela. Estableciendo la escuela laica.
¿Espíritu sectario? No. ¿Antirreligioso?
No. Precisamente los hombres laicos son en mayoría profundamente religiosos.
Ante la Iglesia la escuela laica es una tragedia para los hombres profundamente
religiosos, que ven que la Iglesia no puede dar luz a la infancia.
La posición democrática es liberar el
alma de la criatura, enaltecer sus propias riquezas espirituales, para que en
lo futuro camine por la vida siguiendo las rutas que plazcan al alma.
En el nuevo Presupuesto, pueden
seleccionarse tres mil alumnos. Esta cantidad de selección es el pan del
talento. En la escuela primaria la criatura pobre es sostenida por el Estado.
En la Segunda enseñanza, a cuenta del Estado cursa sus estudios. La Institución
garantiza el talento contra la insuficiencia económica. Garantiza, contra la
selección de castas, la riqueza espiritual de la Nación española.
El Estado hará siempre lo que tiene que
hacer. Acabo de visitar en Tarrasa esta institución admirable que es la Escuela
del Trabajo. Ante los profesores he emitido mi juicio. Tarrasa es un caso
excepcional en España. Muchos hombres pueden seguir de Primera a Segunda
enseñanza. Pero ninguno de los que se dedican al trabajo puede pasar ahora de
la Primera a la Escuela técnica de Oficios, sino que un aprendizaje brutal por
fábricas y talleres le pervierte el alma.
Esto se ha de acabar. El tiempo que yo
pase en el Ministerio será para que se forme la aristocracia del trabajo.
Faltan escuelas técnicas en el país. Si al médico le asiste el listado, también
ha de asistir al ingeniero industrial.
Precisa decirle al proletariado que es
hora de que se le reconozcan muchos derechos no reconocidos hasta hoy. Es hora
de decirle al capital que su poder absoluto ha terminado. Que tiene deberes a
cumplir por los beneficios a recoger. El Gobierno republicano, una vez aprobada
la Constitución, emprenderá grandes obras basta donde el máximum de su
potencialidad se lo permita. Es preciso que España se sitúe al frente de los pueblos
de Europa. En esta magna obra, catalanes, yo os quisiera ver unidos
estrechamente por la emoción histórica. La República acaba de reconocer
nuestros derechos y libertades. Precisa que los catalanes acudamos atados con
toda la fuerza de nuestro espíritu y de la disciplina social, con el fin de que
dentro de España el valor histórico no se sitúe al frente de la Europa siglo XX
Nos ha cabido la gloria de vivir la hora
histórica de edificar, piedra sobre piedra; de infundir, ideales sobre ideales,
la nueva nación. Somos depositarios responsables del momento difícil y fecundo.
Nos sentimos responsables. Tenemos un
pueblo en nuestras manos. Con todas sus ilusiones y con todas sus necesidades.
Cumplamos, hora por hora, nuestra obligación.»
Al terminar su conferencia don Marcelino
Domingo, el público puesto en pie le tributó una calurosa ovación.
Al finalizar el acto regresó en
automóvil a Barcelona el gobernador civil señor Anguera de Sojo y el señor
Gassol se trasladó a Sitjes para unirse con el presidente de la Generalidad
señor Maciá,
En Sabadell
Terminado el acto de Tarrasa, el
ministro se trasladó a «Les Arenes», de Sant Llorenç de Munt, donde fue
obsequiado con un banquete por unos correligionarios de Sabadell, el cual le
había sido ofrecido ya en tiempos de la dictadura.
Con el ministro comieron el ex
gobernador civil de Teruel don Jaime Ninet, los alcaldes y concejales de los
Ayuntamientos de Sabadell y Tarrasa, el hermano del ministro doctor don Pedro
Domingo y otras personas.
Terminado el banquete, don Marcelino Domingo
se trasladó a Barcelona.
En el domicilio particular de su
hermano, recibió a varias comisiones hasta las siete menos cuarto de la tarde
en que el ministro salió para visitar al presidente de la Generalidad señor
Maciá.
Regreso a Madrid
En el expreso de la noche marchó el
domingo a Madrid el ministro de Instrucción Pública, don Marcelino Domingo.
Al apeadero del Paseo de Gracia, en
donde tomó el tren, acudieron a despedirle el gobernador civil, señor Anguera
de Sojo; el jefe superior de Policía, señor Menéndez, y el doctor don Pedro
Domingo, hermano del ilustre viajero.