Durante la última sesión del
Ayuntamiento, se llenó el salón de numeroso público.
Después de despachar los asuntos de
trámite, fue leído un dictamen de los señores Morata y Figueres sobre, el derrumbamiento
de la pared que separa los cementerios católico y libre de esta ciudad junto
con un voto particular de los señores Mallafré y Segués sobre la improcedencia
de su aprobación.
Hizo uso de la palabra el señor Mallafré
defendiendo su voto diciendo que no es incumbencia del Ayuntamiento el asunto
de la secularización de los cementerios ya que según manifestó el ministro de
Justicia el Gobierno ya daría las oportunas órdenes para la aplicación del
citado proyecto de ley.
El orador fue interrumpido por grandes
voces y protestas del público y el alcalde dirigiéndose al mismo, les manifestó
que desde el momento que los ciudadanos tienen libre entrada al salón de
sesiones, también los concejales tienen el derecho de exponer su criterio y que
sea respetado.
El señor Camps manifestó que los
firmantes del dictamen y voto particular son los que han de decidir la
aprobación, de ambos documentos.
El señor Girona dijo que en el fondo
ellos no se oponen al dictamen, pero que los asuntos de esta categoría no son
de competencia de los Ayuntamientos, sino que su resolución pertenece al poder
ejecutivo y que por lo tanto es el Gobierno el que ha de dictar las normas para
su aplicación.
Durante el discurso del señor Girona se dieron
diferentes voces de protesta que terminaron con un gran escándalo.
En vista de que el público continuaba con
sus gritos e imprecaciones, el señor Giró optó por retirarse del salón de
sesiones, siguiéndole los señores Mallafré, Oliat, Marc, Tusell, Brujas y Sagués.
Los señores Petchamé y Genescá intentan
apaciguar los ánimos sin conseguirlo. Los alguaciles actuaron sin resultado. La
presidencia consultó con el secretario sobre la suspensión del acto.
El público estaba, más calmarlo oyéndose,
algunas discusiones. Los concejales se ausentaron del salón de sesiones habiendo
un momento en que no quedó más que el secretario. Entre consultas y reuniones
en la alcaldía se pasó cerca de una hora.
Por fin tomaron nuevamente asiento en sus
escaños los concejales.
Puesto a votación el dictamen se aprobó
con los votos en contra de los concejales.
El señor Armengol pidió a la corporación
se de carácter popular al acto que se acababa de aprobar de derrumbar la pared del
Cementerio.
—Sala.
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