A las
diez de la mañana de ayer se reunió en la sala de justicia del cuartel de Roger
de Lauria el consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar la causa
instruida por el comandante de infantería don Francisco Pérez Garbery, juez
permanente de esta Capitanía general, contra los paisanos Domingo Solá
Tresserras, Vicente Martínez López y José Espinal Vila, procesados por el hallazgo
de gran cantidad de bombas de mano en un automóvil que fue detenido el 23 de septiembre
de 1923 en la carretera de Rubí a Tarrasa.
Presidió
el tribunal el coronel director de la Maestranza de artillería don Antonio Torner, siendo
vocales los capitanes don Baltasar Manso, don Simeón Higuero, don José Urrutia,
don Carlos Bourman y don Miguel Baraña, vocal ponente el teniente auditor de segunda
don Isidoro Peñasco y suplentes los capitanes don Antonio Santiago Rojo y don José
Gallego Fernández.
Actuó de
fiscal el teniente auditor don Marcelino Coll y defendieron a los acusados el capitán
de caballería don Restituto González Fraile y el de infantería don Antonio Jiménez
Jiménez.
La vista
fué presenciada por bastante público.
El
procesado Espinal es un sindicalista muy significado, alma de la organización obrera
de Manresa y elemento que ha ocupado cargos de relieve dentro de los sindicatos
únicos.
La
lectura del sumario duró largo rato, deduciéndose de las declaraciones
prestadas por los testigos que Domingo Sola y Vicente Martínez fueron
comisionados para llevar de Barcelona a Manresa las bombas.
Al
efecto, salieron de Manresa en automóvil, dirigiéndose a Barcelona con el
pretexto de acompañar a una mujer enferma.
El
automóvil se detuvo en la plaza de la Universidad y después en Sans, donde les fueron
entregadas las bombas que iban encerradas en latas de leche, marca «La Lechera».
Vicente
Martínez López, Se sentó al lado del chófer para indicarle por donde había de
regresar a Manresa.
Antes de
llegar a Rubí, una pareja de la guardia civil les dio el alto y bajo el asiento
del coche fueron halladas las bombas, que tenían la forma de piña y estaban
descargadas.
También
fue encontrada una pistola Mauser y varios cargadores.
Los
procesados Martínez y Solá incurrieron en contradicciones al declarar, y uno de
ellos acabó declarándose confeso.
En una de
las declaraciones se dice que Martínez y Solá vinieron a Barcelona a buscar tipos
de letra para una imprenta.
José
Espinal negó siempre su participación en este asunto.
Terminada
la lectura del sumario se formularon varias preguntas a Espinal y a Martínez.
El
primero, contestando a su defensor, habló de una reunión celebrada en la Juventud Carlista
de Manresa, donde se trató del actual Consejo, y se habló de influir en el ánimo
de los miembros del mismo en perjuicio de Espinal.
Esto—dijo,—es
público en Manresa y demuestra que hay hacia mí, que soy hombre público, mala
disposición par parte de algunos elementos.
Sin otra
nota saliente, el fiscal don Marcelino Coll, lee el escrito de calificación en
el que después de hacer consideraciones acerca de las bandas terroristas y su
actuación, se pide para José Espinal, Vicente Martínez y Domingo Solá, la pena
de ocho años de presidio por la conducción de explosivos y un año de prisión
correccional por tenencia de armas de fuego.
El
defensor de José Espinal, don Restituto González Fraile, pidió la absolución
por entender que nada había en el sumario que probara su intervención en este
delito, y el capitán don Antonio Jiménez, defensor de los otros dos procesados,
después de un informe extensísimo, en el que censuró acremente los procedimientos
patronales y policíacos, sostuvo que de ser culpables sus patrocinados, debe
imponérseles sólo la pena de arresto mayor en su grado medio.
A la una
y media se suspendió la sesión.
A las
cuatro de la tarde continuó la sesión.
El fiscal
rectificó, sosteniendo su calificación, y rebatió los argumentos de las
defensas, principalmente los aportados por el capitán Jiménez respecto a los
conceptos de explosivos, tentativa de delito y delito frustrado.
Las
defensas rectificaron también brevemente, insistiendo en que las pruebas
aportadas al sumario no acusan concretamente a sus defendidos.
El
presidente preguntó a los procesados si deseaban hacer manifestación alguna y
Espinal dijo que cuatro de los individuos que le acusan intentaron, tiempo
atrás, hacerle objeto de dos atentados y que ya que no han podido matarle
desean mandarle a presidio, mezclándole en un delito que no ha cometido.
Añadió
que él tiene un gran sentido de la responsabilidad personal y que si fuese el inductor
de Solá y Martínez, lo confesaría sinceramente para arrostrar las responsabilidades
consiguientes.
Solá y
Martínez dijeron que no tenían nada que añadir a las manifestaciones de sus defensores,
y se dio por terminado el consejo a las cinco y media de la tarde.
Seguidamente
el tribunal se retiró para deliberar y dictar sentencia, pero ésta no será
conocida hasta que la apruebe el capitán general.