martes, 11 de febrero de 2014

La Vanguardia, Edición del domingo, 05 abril 1925, página 9

Consejo de guerra

A las diez de la mañana de ayer se reunió en la sala de justicia del cuartel de Roger de Lauria el consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar la causa instruida por el comandante de infantería don Francisco Pérez Garbery, juez permanente de esta Capitanía general, contra los paisanos Domingo Solá Tresserras, Vicente Martínez López y José Espinal Vila, procesados por el hallazgo de gran cantidad de bombas de mano en un automóvil que fue detenido el 23 de septiembre de 1923 en la carretera de Rubí a Tarrasa.

Presidió el tribunal el coronel director de la Maestranza de artillería don Antonio Torner, siendo vocales los capitanes don Baltasar Manso, don Simeón Higuero, don José Urrutia, don Carlos Bourman y don Miguel Baraña, vocal ponente el teniente auditor de segunda don Isidoro Peñasco y suplentes los capitanes don Antonio Santiago Rojo y don José Gallego Fernández.

Actuó de fiscal el teniente auditor don Marcelino Coll y defendieron a los acusados el capitán de caballería don Restituto González Fraile y el de infantería don Antonio Jiménez Jiménez.

La vista fué presenciada por bastante público.

El procesado Espinal es un sindicalista muy significado, alma de la organización obrera de Manresa y elemento que ha ocupado cargos de relieve dentro de los sindicatos únicos.

La lectura del sumario duró largo rato, deduciéndose de las declaraciones prestadas por los testigos que Domingo Sola y Vicente Martínez fueron comisionados para llevar de Barcelona a Manresa las bombas.

Al efecto, salieron de Manresa en automóvil, dirigiéndose a Barcelona con el pretexto de acompañar a una mujer enferma.

El automóvil se detuvo en la plaza de la Universidad y después en Sans, donde les fueron entregadas las bombas que iban encerradas en latas de leche, marca «La Lechera».

Vicente Martínez López, Se sentó al lado del chófer para indicarle por donde había de regresar a Manresa.

Antes de llegar a Rubí, una pareja de la guardia civil les dio el alto y bajo el asiento del coche fueron halladas las bombas, que tenían la forma de piña y estaban descargadas.

También fue encontrada una pistola Mauser y varios cargadores.

Los procesados Martínez y Solá incurrieron en contradicciones al declarar, y uno de ellos acabó declarándose confeso.

En una de las declaraciones se dice que Martínez y Solá vinieron a Barcelona a buscar tipos de letra para una imprenta.

José Espinal negó siempre su participación en este asunto.
Terminada la lectura del sumario se formularon varias preguntas a Espinal y a Martínez.

El primero, contestando a su defensor, habló de una reunión celebrada en la Juventud Carlista de Manresa, donde se trató del actual Consejo, y se habló de influir en el ánimo de los miembros del mismo en perjuicio de Espinal.

Esto—dijo,—es público en Manresa y demuestra que hay hacia mí, que soy hombre público, mala disposición par parte de algunos elementos.

Sin otra nota saliente, el fiscal don Marcelino Coll, lee el escrito de calificación en el que después de hacer consideraciones acerca de las bandas terroristas y su actuación, se pide para José Espinal, Vicente Martínez y Domingo Solá, la pena de ocho años de presidio por la conducción de explosivos y un año de prisión correccional por tenencia de armas de fuego.

El defensor de José Espinal, don Restituto González Fraile, pidió la absolución por entender que nada había en el sumario que probara su intervención en este delito, y el capitán don Antonio Jiménez, defensor de los otros dos procesados, después de un informe extensísimo, en el que censuró acremente los procedimientos patronales y policíacos, sostuvo que de ser culpables sus patrocinados, debe imponérseles sólo la pena de arresto mayor en su grado medio.

A la una y media se suspendió la sesión.

A las cuatro de la tarde continuó la sesión.

El fiscal rectificó, sosteniendo su calificación, y rebatió los argumentos de las defensas, principalmente los aportados por el capitán Jiménez respecto a los conceptos de explosivos, tentativa de delito y delito frustrado.

Las defensas rectificaron también brevemente, insistiendo en que las pruebas aportadas al sumario no acusan concretamente a sus defendidos.

El presidente preguntó a los procesados si deseaban hacer manifestación alguna y Espinal dijo que cuatro de los individuos que le acusan intentaron, tiempo atrás, hacerle objeto de dos atentados y que ya que no han podido matarle desean mandarle a presidio, mezclándole en un delito que no ha cometido.

Añadió que él tiene un gran sentido de la responsabilidad personal y que si fuese el inductor de Solá y Martínez, lo confesaría sinceramente para arrostrar las responsabilidades consiguientes.

Solá y Martínez dijeron que no tenían nada que añadir a las manifestaciones de sus defensores, y se dio por terminado el consejo a las cinco y media de la tarde.

Seguidamente el tribunal se retiró para deliberar y dictar sentencia, pero ésta no será conocida hasta que la apruebe el capitán general.



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