sábado, 7 de abril de 2012

La Vanguardia, Edición del miércoles, 30 junio 1920, página 4

EN RUBÍ
Un rasgo de Alfonso Sala

Todo cuanto tienda a enaltecer y propagar la virtud del ahorro, ha de despertar forzosamente simpatías e interés entre las clases modestas y en todos aquellos que con leal voluntad ansían el mejoramiento social; y este carácter tuvo la fiesta celebrada ayer en el local de la Cámara Agrícola de Rubí, con motivo de la fiesta mayor de aquella villa. Alma de la fiesta fue el incansable diputado a Cortes don Alfonso Sala, que generosamente ha donado una considerable cantidad para repartir libretas de ahorro entre niños y niñas pobres de las escuelas de la población, encabezando cada una de dichas libretas con la cantidad de veinte pesetas.

Presidió don Alfonso Sala, a quien acompañaban en el escenario los concejales señores Aguilera, Gayo, Morros y Casanovas, el párroco reverendo Guardiet y el maestro nacional Señor Feliu, y la Junta directiva de la Cámara Agrícola.

La concurrencia llenaba por completo el hermoso local, que estaba adornado espléndidamente.

El concejal señor Aguilera expuso el objeto del acto, haciendo un elogio de don Alfonso Sala, y seguidamente usó de la palabra, el cura párroco, reverendo José Guardiet, quien empezó diciendo que era muy agradable para él tomar parte en una fiesta en que se había de propagar y encomiar la virtud del ahorro, que significa honradez, laboriosidad y austeridad.

Hizo a continuación un caluroso elogio de don Alfonso Sala, alma de la fiesta y generoso donante de las libretas de ahorro que habían de repartirse.

Después de hacer algunas consideraciones atinadísimas acerca del ahorro, dijo que Rubí es rico, y puede practicarlo, pero ha de tener como principal cualidad no ciertamente guardar dinero, sino que este dinero se deba al esfuerzo personal y propio, cuyo producto está dignificado por el trabajo.
Hizo votos por que la fiesta que se celebraba fuese eficaz para propagar la afición al ahorro, y terminó dando un viva al donante de las libretas y a cuantos le imiten.

Fue muy aplaudido. A continuación dio cuenta de los niños y niñas de las escuelas de Rubí agraciados con libretas, y que son: Rosa Sarriera Vila, Magina Maleta Mongat, Esperanza Papiol Francolí, Asunción Sanchís, Eulalia Sugrañes Riba, Juan Vila Cañameras, Bartolomé Carreras Aymerich, Domingo Costa Casals, Pedro Ramoneda San Juan, Elvira Guerrero Quiñonero, Cecilia Torréns Subirana, María Arnau Aguilar, Catalina Soler Pallarols, Leonor Busquets Valls, Juan Cañiz Fontanals, Ramón Prat Camp, Miguel Sugrañés Riba, José Rusiñol Casals, José Comas Martí, José Boladeras Farrés, Jaime Claramunt Solé, Secundina Riba Riera, Ricardo Sucarrats Sala, Juan Ribas, Montserrat Ribas, Pedro Tomás Pla, José Marvá Solé, Teresa Torrella Pujolá, Rosa Esteve y Carreras, Jaime Llovet y Bové, Enrique Abel Urquizu, Isidro Castellet Serra, Antonio Torres y Casas; Bartolomé Riba, y Ribera, Elisa Puig, Rosa Soler Amasqué, Ángel Guerrero y Lluch, Rosa Roig y Montserrat Alemany Cardona, todos los cuales pasaron a recoger sus libretas, acompañados de sus padres.

La última de las citadas leyó, en nombre de sus compañeros, unas cuartillas expresivas de la gratitud de todos al generoso donante, no sólo por el hecho en sí, sino por la lección de ahorro que representa, y que ellos—dice—-procurarán aprender fielmente.

Fue aplaudida la pequeña lectora, que cumplió admirablemente su cometido.

El maestro nacional señor Felíu pronunció un discurso en el que dijo que es conocido el amor del señor Sala a los niños y a la enseñanza, y le dió las gracias, no sólo por el acto de hermosa caridad realizado ahora, sino también por el apoyo que siempre ha prestado al magisterio y a la enseñanza.

Se extendió en atinadas consideraciones acerca de la Mutualidad escolar, que tiene también como noble finalidad la virtud del ahorro, explicando detalladamente su alcance y funcionamiento.

Largos aplausos premiaron sus palabras. Seguidamente, se levantó don Alfonso Sala, quien fue recibido con una calurosa salva de aplausos.

Empezó diciendo que se siente satisfecho, porque la mayor satisfacción que puede tener un hombre es hacer una buena, obra.

Explicó el origen del acto, diciendo que el alcalde de Rubí le había pedido que contribuyera a las fiestas de la población, y él lo ha hecho mediante una obra social, que considera provechosa, y que se proponía que formara parte del programa oficial, pero que fue grande su desencanto al recibir la contestación del alcalde, desentendiéndose de la fiesta y diciéndole que si quería, celebrarla corría exclusivamente a su cargo. Pues bien: yo vengo— dijo—a encargarme de ella, ya que el alcalde abandona a los pobres, y me siento orgulloso al encontrarme entre ellos en una fiesta de fraternidad. (Ovación.)

Condenó el odio de clases, y a los que lo predican, abandonando a los humildes cuando llega la ocasión de ampararles. Aquí, en actos como éstos, es donde se ve quién es el que verdaderamente ama al pueblo y quién negocia con él. (Grandes aplausos.)

Añadió que en las naciones que marchan a la cabeza de la civilización, como los Estados Unidos, Inglaterra y Bélgica, se concede una trascendental importancia al ahorro.

Explicó elocuentemente lo que es el ahorro y las ventajas que reporta, especialmente a las clases modestas.

Citó eiemplos de hombres que, nacidos en humildísimas casas, han llegado a los primeros puestos en el mundo de los negocios, merced, a su espíritu de ahorro. Dijo que la fiesta tiene un carácter eminentemente social, del que deben aprovecharse lo mismo los pequeños que los mayores de edad, porque para todos es útil el ahorro, que no consiste en la cantidad inicial que regale el donante, sino en las cantidades sucesivas que por el esfuerzo individual se vayan imponiendo. (Aplausos.)

Felicitó a los concejales señores Aguilera y Gayo, que, contra el espíritu mezquino del Ayuntamiento de Rubí, se han asociado a la fiesta, y han contribuido a que se aumente la cantidad, de libretas repartidas. (Grandes aplausos.)

Hizo un caluroso elogio de los maestros nacionales, cuya abnegada labor, desprendida en absoluto de pasiones políticas, es la base de la cultura, y, por lo tanto, de la prosperidad de los pueblos. También elogió con entusiasmo al párroco de Rubí, modelo de pastores de almas, que ha sabido ponerse al lado de los que procuran el mejoramiento social y ha sido el verdadero organizador y alma de la fiesta.

Dio gracias al juez municipal, a los concurrentes, por el apoyo que le han prestado, y a la Cámara Agrícola, que le ha cobijado para celebrar el acto de virtud que tenía efecto.

Terminó diciendo que saldría de la fiesta con la conciencia tranquila, que es lo que más enaltece a los hombres ante sí mismos. (Gran ovación y aclamaciones, que duraron largo rato.)

Seguidamente se dio por terminado tal brillante acto, al que asistió, como hemos dicho, una concurrencia numerosísima, y que fue amenizado por el cuarteto «Joventut».

El señor Sala fue felicitadísimo por su hermoso rasgo.

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