domingo, 19 de febrero de 2012

La Vanguardia, Edición del martes, 20 abril 1920, página 8

Excursión a Tarrasa, EL VIAJE
Como estaba anunciado, el domingo por la mañana efectuó S. A. el Infante Don Carlos una excursión a la industrial ciudad de Tarrasa, con objeto de revistar el Somatén de aquel distrito.

A las ocho y media se hallaban en la estación de la plaza de Cataluña el gobernador civil, señor Maestre, y la mayoría de los expedicionarios, llegando el Infante a las nueve menos cuarto, hora señalada para la partida del tren especial. Allí el gobernador despidió al Infante, quedando el conde de Salvatierra en Barcelona para asistir con S. A. la Infanta Doña Luisa a la colocación de la primera piedra del Hospital de la Cruz Roja. En representación del gobernador civil, fue a Tarrasa el secretario del Gobierno, don Manuel Luengo.

Acompañaban además a Su Alteza sus ayudantes, señores Gallego y Aramburu; los gentileshombres señores Arquer (don José), Ayguavives y Martí Ventosa; el mayordomo señor Vidal Ribas y Güell, el capitán general de la región, señor Weyler; el concejal señor Arquer (don Arcadio), el rector de la Universidad, marqués de Carulla; el ex diputado a Cortes señor Turull y Comadrán, los jefes de la Guardia, civil señores Abril, Zamora y Díaz, y el señor Luengo (hijo) y algunas otras personas, entre las que figuraban los representantes de la Prensa barcelonesa.

Conducía el tren especial el jefe de Movimiento de la Compañía de los Ferrocarriles de Cataluña, don Francisco Bernadi, y como jefes de tren iban los inspectores de la propia Compañía don Arsenio Aguilá y don Antonio Díez.

Al Infante acompañaban los vocales de la Comisión organizadora de los Somatenes de Cataluña, señores conde de Lavern y don Leoncio Soler y March, que ostentaban sus insignias.

El señor Vidal Ribas también llevaba las de su cargo del Somatén de Barcelona.

Guardaban la línea fuerzas de la Guardia civil y de los mozos de la escuadra, que presentaban armas al paso del tren especial.

En todas las estaciones del trayecto, desde la salida del término municipal de Barcelona había las autoridades de los pueblos respectivos y numeroso público.

El tren no se detuvo en ninguna estación, yendo directo de Barcelona a Tarrasa.

LLEGADA A TARRASA

La estación de Tarrasa estaba totalmente ocupada, por las personalidades de aquella ciudad, que acudieron a esperar a Su Alteza.

Recordamos, entre otras muchísimas, al diputado a Cortes por el distrito, don Alfonso Sala, que también ostentaba las insignias de vocal de la Comisión organizadora de los Somatenes Armados de Cataluña, cabo del Somatén del distrito de Tarrasa, señor Amat; subcabo del mismo, señor Romuens; comandante auxiliar de los Somatenes, don Manuel Corrons; abanderado, señor Barba; cabo del partido de Sabadell, señor Oliver, y cabo del mismo distrito, señor Pulit; y cabo del distrito de Tarrasa, señor Torrens. Todos ellos presididos por el comandante general de los Somatenes Armados, general de brigada don Maximiliano Soler.

También vimos al alcalde accidental, don Narciso Freixa, con una Comisión de concejales, los jueces de instrucción y municipal, párroco del Santo Espíritu, reverendo Molera, en representación de la Comunidad parroquial, a quien acompañaba al decano reverendo Juan Farré; rector de las Escuelas Pías, padre Salvador Marcó, con el padre Colomé; presidente de la Cámara de Comercio, señor Albiñana; representaciones de la Escuela industrial, Acondicionamiento Tarrasense, Hospital, Caja de Ahorros, Cruz Roja, Sanatorio Antituberculoso y otras entidades y corporaciones, y numerosas personalidades de la población.

Al llegar el tren especial, la banda del regimiento de Vergara, situada en el andén, ejecutó la «Marcha Real».

El señor Sala hizo la presentación de las autoridades y representaciones que habían acudido a esperar a Su Alteza, organizándose la comitiva, que en automóviles se trasladó a las Casas Consistoriales, donde tuvo efecto una recepción.

El paso de la comitiva por las calles fue presenciado por numeroso público, que tributó al Infante Don Carlos manifestaciones de simpatía.

En las Casas Consistoriales, el alcalde accidental, señor Freixa, dió la bienvenida a Su Alteza, en breves y elocuentes palabras.

REVISTA DE SOMATENES

Terminada la recepción en el Ayuntamiento, el lnfante y sus acompañantes se trasladaron al Paseo, en donde estaban formados desde mucho antes los Somatenes del distrito, a los que pasó revista Su Alteza, con los generales Weyler y Soler, y los vocales de la Comisión organizadora, señores Sala, conde de Lavern y Soler y March.

Los Somatenes, que eran en número de más de mil trescientos, se hallaban colocados en varias filas, a lo largo del Paseo, divididas en cinco secciones, con banderines.

Amenizó la revista la banda de Vergara, situada en el kiosco.

El Infante examinó el armamento y las municiones usadas por el Somatén, y se detenía ante los muchos Individuos que ostentaban la medalla de la Constancia, preciada condecoración, haciendo elogios de los que habían adquirido los méritos necesarios para obtenerla.

El señor Sala presentó al Infante Don Carlos a varios individuos que llevaban en el Somatén más de cuarenta años, a todos los cuales felicitó el Infante por su constancia y por su amor al orden y a la patria.

Terminada la revista, Su Alteza impuso solemnemente la medalla de Constancia a los siguientes señores, que hace más de veinte años que prestan sus servicios en la institución: cabo de pueblo don Andrés Colomer Trullas, subcabo de pueblo don Ramón Co Astals; individuos don Pablo Amat Boguñá, don José Ventayol Vila, don Miguel Ventura Fatjó, don Benito Badrinas Poll don José Mata de la Barata, don José Guix Ribas, don Pedro Domingo Margarit, don Juan Seriñá Masferrer, don Pedro Guitart Elías y don José Badiella Llongueras.

Impuso luego la cruz del Mérito Militar, con distintivo rojo, al individuo del Somatén don Juan Vila, a quien le fue concedida por Su Majestad el Rey con motivo del heroico comportamiento de aquél en un incendio, en el que expuso su vida por salvar la de algunas personas, ayudando eficasísimamente en los trabajos de extinción del fuego.

El infante felicitó efusivamente al agraciado, estimulándole a que continúe cumpliendo siempre tan brillantemente sus deberes de Somatenista.

Don Carlos admiró después la rica bandera del Somatén de Tarrasa, inaugurada en 1902, y que es una primorosa obra de arte.

Antes de darse por terminado el acto, Don Alfonso Sala pronunció un brillante discurso, en el que dijo:

«Somatenes Armados del distrito de Tarrasa: Ha honrado hoy a esta ciudad y a los Somatenes la visita del Serenísimo Señor Infante Don Carlos, pasando revista al Somatén.

Serenísimo Señor: Habéis hoy honrado a los Somatenes de Tarrasa, y entiendo que con ello habéis también honrado a todos los Somatenes de Cataluña, a la institución a los Somatenes Armados de la tierra catalana; habéis podido apreciar el espíritu de amor al orden que les anima, y su fraternal organización; habéis podido ver que al lado del opulento propietario forma en ellos el humilde colono; al lado del rico fabricante, el modesto obrero; al lado del capitalista, el proletario sin distinción de ideas ni de partidos, porque el Somatén no defiende ideas determinadas de bandería, sino la paz, el orden y la tranquilidad públicos. Esta es, Serenísimo Señor, la benemérita institución de los Somatenes; todos unidos, todos enlazados, todos ligados en un común sentimiento de amor a nuestra bandera, que ostenta la imagen de nuestra Virgen de Montserrat, y el lema sacrosanto de Pau, pau y siempre pau, Paz, paz y siempre paz.

No solamente están encarnados los Somatenes en las costumbres y tradiciones de la tierra catalana, sino que es también una institución moderna: es la antítesis de la violencia, es la unión de todos para organizar la legítima defensa contra el delito; y es la verdadíera expresión del pueblo que nunca es la expresión de una sola clase social, sino la armonía de todas.

El Somatén es la garantía del trabajador que quiere vivir tranquilo con el fruto de su trabajo, y es la garantía de todos, porque lo primero que se necesita para la prosperidad de los pueblos y de los individuos, es garantía de paz: sin ello, los capitales, no atreviéndose a exponerse a las vicisitudes de las turbulencias y del tumulto, marcharían, y los obreros no podrían ganar su sustento, y de ellos se enseñorearía la misería.

El Somatén es, como digo, la expresión del pueblo catalán, y es preciso darse cuenta de lo que significan estos hombres que se unen para defender la paz, el orden, la tranquilidad, la propiedad y la riqueza del país, y por consiguiente, su bienestar; defienden las propiedades de todos, la vida de todos, que cuanto más humildes son, más obligación hay de ayudar a su amparo y a su defensa, lo mismo en caso de injustificado ataque que en caso de desgracia, de incendio, de hundimientos, inundaciones, etc., con el espíritu de abnegación y de sacrificio, que es el que anima a los Somatenes de Cataluña.

Tarrasa se honra con la visita de un miembro de la familia real, y yo, desde aquí, saludo a la augusta persona de nuestro Rey, Don Alfonso XIII, y a toda su real familia.

Expresó después el señor Sala la gratitud de todos al general Weyler, que con su solo nombre es garantía de paz y de tranquilidad, no solo en Barcelona, sino en toda Cataluña, y por esto, aquí se le quiere y se le admira.

Termina enalteciendo a S. M. el Rey, y haciendo votos para que venga personalmente a Tarrasa, para conocer las necesidades de esta ciudad industrial; y por la paz y la tranquilidad de España, que sólo teniendo paz es como puede prosperar y continuar su gloriosa historia.

El señor Sala dio fin a su discurso vitoreando a España., a los Reyes y a la familia real.

El general Weyler habló a continuación, diciendo:

«Yo no puedo imitar al señor Sala en la elocuencia de su discurso, pero he de recordar que cuando vine a Tarrasa para imponerle la Cruz del Mérito Militar, ya dije que quería ser considerado como un Individuo del Somatén.

Es una dicha que Su Alteza haya venido a conocer el Somatén, que tiene una brillante historia, y ha demostrado que es el que puede más contribuir a sostener el orden, que es lo que significa el lema de su bandera: Pau, pau y siempre pau.

Estamos atravesando unas circunstancias en Europa, y, por consiguiente, en España, y en Cataluña principalmente, que son pavorosas, y el Somatén está llamado a cumplir su deber de mantener el orden. Yo me consideraré muy dichoso si puedo ponerme a su frente y defender con él el orden, la paz y la tranquilidad de España. Cualquiera que sea el ideal de cada uno, debemos considerar que el Rey es una imagen sagrada. ¡Viva el Rey Don Alfonso XIII! ¡Viva la familia real! ¡Viva España! ¡Vivan los Somatenes Armados de Cataluña!.

Estos vivas fueron contestados unánimemente mezclados con otros al general Weyler.

A continuación hizo uso de la palabra el Infante Don Carlos, quien dijo lo siguiente:

«He tenido una gran satisfacción en asistir a esta revista, y en saludar al Somatén de Tarrasa, cuyo espíritu es admirable, y que tanto ha contribuido siempre a sostener el orden y la paz de España.

Seguidamente, el representante del gobernador civil, don Manuel Luengo, pronunció un elocuente discurso, enalteciendo a los Somatenes Armados y adhiriéndose, en nombre del Gobierno de Su Majestad, al acto que acababa de celebrarse, terminando con vivas al Rey, al Infante, a España, a Cataluña y a los Somatenes.

Luego se efectuó el desfile, que resultó brillantísimo, de todos los Somatenes, ante el Infante.

EN LA ESCUELA INDUSTRIAL

La comitiva se dirigió después a la Escuela Industrial, donde fue recibida por el director de la misma, don José Baltá de Cela, quien, junto con el rector de la Universidad, hizo los honores, explicando a Su Alteza el funcionamiento y recorriendo las dependencias y notables instalaciones de la misma.

Los alumnos ovacionaron con entusiasmo al Infante, el cual y sus acompañantes fueron obsequiados con pastas, champaña y cigarros.

El marqués de Carulla y el señor Balta de Cela pronunciaron brillantes frases de homenaje al egregio huésped.

Éste y sus acompañantes oyeron después misa en la parroquia del Santo Espíritu, en la que Su Alteza entró bajo palio. Ofició el rector de las Escuelas Pías, padre Marcó, actuando de presbítero asistente el arcipreste reverendo doctor Molera, de diácono y subdiácono los reverendos Juan Oller y Jaime Pirella, y de maestro de ceremonias el doctor Eduardo Morera, secretario contador diocesano. La escolanía cantó La mare de Deu y Regina Coeli.

OBSEQUIOS

Terminado el oficio, sa emprendió el viaje de regreso a Barcelona, a donde llegaron los expedicionarios a la una y veinticinco minutos.

LOS PERIODISTAS

Momentos antes de partir el tren, se acercaron a Su Alteza, haciéndole entrega de un precioso ramo de flores para él y otro para la Infanta Doña Luisa, las encantadoras niñas Paulina y Pepita Sala, hija y sobrina, respectivamente del diputado a Cortes don Alfonso Sala, y Pilar Muñido, y los niños José Roig y Bartolomé Amat, alumnos todos de la escuela nacional de párvulos que dirige la profesora doña Magdalena Rosell.

Su Alteza hizo algunas preguntes y besó a las niñas y a los niños que le entregaron los ramos.

Durante el trayecto, los periodistas solicitaron de Su Alteza unos momentos de audiencia para cumplimentarle. Fueron recibidos inmediatamente y presentados por el señor Vidal Ribas al Infante Don Carlos, quien estrechó la mano de todos ellos.

En nombre de todos, nuestro compañero de redacción señor García Anné, manifestó que los periodistas, los elementos más modestos de cuantos tienen el honor de acompañar a Sus Altezas, en su rápida visita a Barcelona, no podían dejar de hacerlos ofrenda de sus respetos y testimoniarles el sentimiento de su simpatía, y se complacían en hacerlo sin alardes oratorios ni galas retóricas, pero con frases nacidas del corazón y expresivas de leales sentires del alma. Lamentó la premura con que Sus Altezas realizan este viaje, porque ello les impedirá conocer nuestra tierra en toda la grandeza de sus diferentes aspectos, expresando el deseo de que se repitan con frecuencia estas gratas visitas, que regocijar a los pueblos, por ser instantes de amable convivencia entre ellos y sus instituciones, y que dejan al paso de las regias personas una estela de simpatía y de cariño, y terminó haciendo votos por la felicidad de la real familia, con la que va íntimamente vinculada, estrechamente unida, como consubstancial con ella, la felicidad de España.

El Infante Don Carlos contestó con un breve y sentido discurso, agradeciendo la salutación de los periodistas que le acompañaban y dijo que también él y la Infanta Doña Luísa desean visitar más detenidamente y conocer de un modo más íntimo nuestra tierra, de cuya hermosura se mostró encantado, añadiendo que tiene el propósito de repetir la visita cuantas veces le sea posible, ya que siente una gran satisfacción al ver la prosperidad de este pueblo, e intensa gratitud por los agasajos, la simpatía, y el afecto con que él y su augusta esposa han sido acogidos por la bella ciudad de Barcelona.

Después da conversar afablemente con los representantes de la Prensa, el egregio huésped volvió a estrechar sus manos, despidiéndose de ellos.

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