domingo, 10 de junio de 2012

La Vanguardia, Edición del martes, 05 octubre 1920, página 3

EN LA ESCUELA INDUSTRIAL DE TARRASA
Inauguración de curso

El pasado domingo a las once de la mañana se celebró en la Escuela Industrial de Tarrasa la solemne inauguración del curso académico.

Presidió el acto en representación del ministro de Instrucción pública, el rector de la Universidad, marqués de Canilla, al que acompañaban en la presidencia, el secretario del Gobierno civil, señor Luengo, en representación del gobernador; el comisario regio de la Escuela, don Alfonso Sala; el director de la Escuela, señor Baltá de Cela; el juez de primera instancia, señor Company; el teniente coronel jefe de la zona, don José Díaz Sevas; el prior doctor Molera; los diputados provinciales señores Palet y Barba y Soler y Puigdollers, el concejal, señor Benet, en representación del alcalde; los concejales señores Samaranto y Paret; el juez municipal, señor Malet y el secretario general de la Universidad, doctor Calleja y Borja-Tarrius.

También ocupaban sitio preferente en el estrado, los profesores señores Trullás, Morera, Vives, Blanxart, Vacarisas y Farrás, Pineda y Ferrer, el rector de los Escolapios, P. Marcó; el director del Pupilage, P. Roger; el presidente del Instituto Industrial, señor Sala Susaña; el rector de San Pedro, doctor Homs y otras muchas personalidades.

Numerosa y distinguida concurrencia llenaba el salón de actos, entre la que figuraban gran número de alumnos, elegantes damas y bellas señoritas.

El estrado se hallaba adornado muy artísticamente con profusión de plantas y en el testero figuraba un hermoso tapiz con el escudo de España, de gran tamaño.

Abierto el acto por el rector de la Universidad, pronunció el reglamentarlo discurso el erudito profesor de la Escuela Industrial, don Ángel Sallent y Gotés, desarrollando de una manera notable el tema «Tecnicismo y Neologismo» siendo muy aplaudido al terminar tan hermoso trabajo.

A continuación el secretario de la Escuela, don Eugenio Ferrer, dio lectura a la reglamentaria Memoria, de la que se desprende que en el curso de 1919 a 1920 solicitaron ingreso en la Escuela 137 alumnos siendo aprobados 126.

El número de alumnos fué de 814 inscritos en 3.818 asignaturas, efectuándose 3.681 exámenes de los que resultaron aprobados 3.275.

Entre los sobresalientes se hicieron oposiciones a premios resultando vencedores, 46. El señor Ferrer fue muy aplaudido al terminar.

Luego se pasó a la distribución de premios, recogiendo el diploma los alumnos, de manos del rector de la Universidad, en medio de entusiastas aplausos de la concurrencia.

Los alumnos premiados fueron los siguientes:

Don Alvaro Alvarez Besada, don Benito Alvarez Bacage, don Juan Andreu Mascaró, don Fernando Arenas Braceras, don José Argemí Solá, don José Bosch Aregelés, don Jacinto Boada Casanovas, don José Colomer Flotats, don Antonio Comas Comas, don Luis Espinal Suñol, don Juan Fernández Jordana, don José M. Font y Font, don Luis M. Jordá Casabosch, don José M. Lluch Bonastre, don Carlos Más Gibert, don Ramón Matalonga Cortés, don Carlos Moreu Rey, don Rafael Pujol Puig, don Juan Riba Rovira, don Juan Suret Mir, don Julián Serch Marcet, don José Suaña Ventura y don José Armengol Gall.

De la Escuela de Artes y Oficios obtuvieron premios los alumnos siguientes:

Don Ramón Alsina Alsina, don Juan Ballbé Martí, don Pedro Boix Pont, don Miguel Costa Segura, don Pedro Costa Segura; don Juan Dinarés Santfort, don Siro Durán Cupons, don Vicente Fité Serra, don Francisco Flotats Griful, don Juan Freixa Casafont, don Vicente Galcorán Escobet, don Juan Grau Argemí, don José Obradors Soler, don Amadeo Pagés Boada, don Juan Pont Nadal, don José Ríus Creus, don Rafael Roig Oller, don Miguel Ros Costa, don Ramón Santa-Euífmia, don Esteban Sañé Turull, don José Sañé Turull, don Salvador Serra Figueras, don Esteban Torres Trullás, don Francisco Trullás Verdós y don Salvador Vilaseca Berenguer.

Al terminar la dristribución de premios hizo uso de la palabra el director de la Escuela Industrial, señor Baltá de Cela quien manifestó que al inaugurar el curso anterior había expuesto unas aspiraciones y proyectos beneficiosos para la Escuela y que aquel ensueño lo había visto convertido en realidad ya que en los presupuestos del Estado figuraban las consignaciones necesarias para llevarlo a cabo.

Los profesores y alumnos, añadió, estamos pues de enhorabuena, pero mucho más ha de estarlo la ciudad de Tarrasa, lo mismo bajo el aspecto moral que bajo el material. Por el primero, por que la Escuela obtiene fama mundial, lo que ha de servir de orgullo a Tarrasa y por el segundo porque al solicitarse el establecimiento en Tarrasa de una Escuela Industrial, se ofreció la ciudad a costearla, de cuyo gravamen la iba liberando con sus concesiones el Estado.

Elogió al comisario regio de la Escuela, don Alfonso Sala, por sus acertadas y entusiastas gestiones hasta la consecución del ideal apetecido, dedicó también alabanzas a los ministros de Instrucción pública y finalmente hizo un cumplido elogio del rector de la Universidad, marqués de Garulla, del que dijo apoya siempre con entusiasmo, cuanto pueda favorecer la enseñanza y tiene especialmente a la Escuela Industrial de Tarrasa, como una de sus hijas más predilectas.

Dirigiéndose a la Corporación municipal, dijo que hoy día que con las enseñanzas que en la Escuela sostiene ya que lejos de irrogarle como al principio un desembolso, le constituyen un respetable ingreso, procure dotar a la Escuela del necesario material de enseñanza.

Hizo después en elocuentes palabras un llamamiento a la ciudad de Tarrasa, aconsejando que conserve siempre su Escuela, no haciendo caso de los que propagan que el Establecimiento debía trasladarse a otra población.

Terminó agradeciendo la asistencia a las autoridades y representaciones y haciendo votos porque al inaugurar el próximo curso pueda celebrarse también la inauguración de la totalidad o de parte de las obras.

Don Alfonso Sala, comisario regio de la Escuela, recordó que el 10 de mayo de 1902, se colocó la primera piedra de la Escuela y que entonces hizo presente al ministro de Instrucción pública, conde de Romanones, llegado expresamente para asistir a la inauguración, que el acto que se celebraba era un acto de trascendencia y de singular importancia por constituir la consagración de la enseñanza técnica en España, y los tiempos, añadió, han venido a darme la razón.

Habló a continuación de la enseñanza técnica, de gran importancia bajo el punto de vista social, ya que dijo abre horizontes a los obreros, convírtiéndoles en seres inteligentes y libres en vez de convertirse en máquinas.

Manifestó que la Escuela Industrial de Tarrasa ha cumplido una alta misión nacional ya que los alumnos aventajados de aquel Centro, diseminados por el resto de España, sobradamente la acreditan.

En elocuentes párrafos, relató su gestión en el Congreso, especialmente en lo referente al trabajo de los niños.

Ensalzó el comportamiento observado por el acondicionamiento de Tarrasa creando, becas para obreros, esperando que tal ejemplo cundirá entre los patronos que amen a los obreros y se preocupen de su porvenir.

Dijo que el Municipio de Tarrasa, debía esculpir en mármol la fecha de la colocación de la primera piedra de la Escuela Industrial ocupándose a la vez de la necesidad de establecer un consorcio entre la Escuela y el Municipio.

Afirmó que los hombres se dignifican por el trabajo, no teniendo que recurrir para ello a los procedimientos abominables de violencia.

Terminó elogiando la labor del marqués de Carulla y su abnegación en pro de la enseñanza y dando las gracias a cuantos con su presencia habían contribuido a dar mayor brillantez al acto.

El marqués de Carulla expresó la satisfacción que experimentaba al representar al ministro, si bien dijo, lamentaba que no asistiera porque de venir se hubiera convencido sobre el terreno de que el rédito obtenido por, la Escuela respondía con creces al capital empleado.

Elogió al comisario, señor Sala y al profesorado de la Escuela, deseando que los demás Centros docentes del distrito obtuvieran; el grandioso éxito alcanzado por la Escuela Industrial.

Ofreció su incondicional apoyo para cuanto pudiera redundar en beneficio de tan importante Centro.

Dijo que en el extranjero, en los vestíbulos de los Centros docentes se ven listas ínterminables de fundaciones concedidas y que en España, debería seguirse tan hermoso ejemplo. Soy optimista, añadió, y creo que con el tiempo lo lograremos.

Terminó el doctor Carulla su elocuente discurso manifestando que el obrero tiene derecho a aprender aunque carezca de medios y que el Estado, los municipios y los particulares vienen obligados a ofrecérselos.

El señor Benet, en representación del alcalde, ofreció transmitir y apoyar el ruego formulado, relativo a la dotación a la Escuela del necesario material de enseñanza.

Tras breves y elocuentes palabras de salutación y felicitación al profesorado, alumnos y a la ciudad de Tarrasa, gloria de Cataluña, por parte del secretario del Gobierno civil, señor Luengo, el marqués da Carulla, en nombre de S. M. el Rey, declaró abierto el curso de 1920 a 1921.

Todos los oradores fueron muy muy aplaudidos.

Las autoridades y algunos de los reunidos se trasladaron en autos a la magnífica finca de «can Amat», propiedad de don Alfonso Sala donde fueron obsequiados con un espléndido almuerzo, haciendo los honores de la casa con la amabilidad y exquisitez que les caracteriza, la distinguida esposa del señor Sala y sus bellas hijas.

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