La codicia del oro
Te sientes aturdido y desconcertado ante la llamada imperativa que requiere de tu generosidad la entrega de tus joyas para llevar a cabo la salvación de la patria.
Y te ha llenado de angustia: una triste angustia que embarga hasta lo más profundo de tu ser. Se te pide el oro que ya no es nada para el individuo y lo es todo para la Patria. Y una voz absurda, salida de los escondrijos inconfesables de tu alma contaminada te susurra al oido: "No entregues el oro". Y le haces buena cara a esta voz.
El rostro ardiente y los ojos brillantes delatan la fiebre de tu corazón, preso de férreo egoísmo y aprietas entre tus manos la alhaja preciada acercándola a tu pecho con ansia. ¡Da pena verte dominado por esta pasión inmoderada!. Y aún mucho más si eres cristiano.
- ¿Por qué con rendida humildad -aunque aparentemente- cada día elevas tus preces al Crucificado ofreciéndole tu alma? ¿No te das cuenta de que el Buen Pastor anhela tu alma libre de los intereses mundanos y tu la ofreces vestida con el oro pesante; vanidad de todas las vanidades?. Oye lo que te dice en el Kempis: "Para hacerte rico te aconsejo que me compres a mi el oro, el oro pasado por el fuego, eso es, la sabiduría celestial que desprecia lo terreno ..."
Blanqueras
Y te ha llenado de angustia: una triste angustia que embarga hasta lo más profundo de tu ser. Se te pide el oro que ya no es nada para el individuo y lo es todo para la Patria. Y una voz absurda, salida de los escondrijos inconfesables de tu alma contaminada te susurra al oido: "No entregues el oro". Y le haces buena cara a esta voz.
El rostro ardiente y los ojos brillantes delatan la fiebre de tu corazón, preso de férreo egoísmo y aprietas entre tus manos la alhaja preciada acercándola a tu pecho con ansia. ¡Da pena verte dominado por esta pasión inmoderada!. Y aún mucho más si eres cristiano.
- ¿Por qué con rendida humildad -aunque aparentemente- cada día elevas tus preces al Crucificado ofreciéndole tu alma? ¿No te das cuenta de que el Buen Pastor anhela tu alma libre de los intereses mundanos y tu la ofreces vestida con el oro pesante; vanidad de todas las vanidades?. Oye lo que te dice en el Kempis: "Para hacerte rico te aconsejo que me compres a mi el oro, el oro pasado por el fuego, eso es, la sabiduría celestial que desprecia lo terreno ..."
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