miércoles, 4 de marzo de 2009

Joaquim Vancells i Vieta


Caldetas y Mataro
Oil on Canvas
78 x 95 cm.


Óleo/lienzo
102x130 cm
Paisaje


Joaquim Vancells i Vieta, (La Bisbal (Girona) 1866- Barcelona 1942) fue un pintor perteneciente al estilo modernista catalán, considerado como uno de los paisajistas más importantes.

Joaquim Vancells creció y se formó como artista en Terrassa como resultado de las adversidades económicas familiares. Su padre, oriundo de La Bisbal (Girona) gozaba de una más que desahogada posición, pero se arruinó en diversas operaciones especulativas y la familia tuvo que trasladarse a Terrassa, de donde era originaria su madre y donde la familia de ésta poseía una fábrica textil y otras propiedades que garantizaban un nivel de vida que nada tenía que ver con la pobreza. Como muchos otros creadores de su época y las inmediatamente anteriores (Marià Fortuny, Antoni Gaudí, Santiago Rusiñol...), Vancells fue desde su juventud un espíritu polifacético. Además de pintor, fue decorador y diseñador de mobiliario y de interiores, autor de creaciones en forja de hierro como las de los balcones del Cercle Egarenc de Terrassa, restaurador de obras antiguas, defensor del patrimonio histórico (a él se deben algunos de los primeros esfuerzos por preservar las iglesias visigótico-románicas de Sant Pere de Terrassa) y profesor, naturalista y, ocasionalmente, poeta.

Pictóricamente, la obra de Vancells es deudora lejana del impresionismo y el posromantiscimo francés y pariente próxima del paisajismo de Joaquim Vayreda, padre de la llamada «escuela de Olot». A nivel temático, Vancells es antes que nada un paisajista, y sus pinceles se nutren de los paisajes por los que paseaba sin cesar: los alrededores de Terrassa, la montaña y los aledaños de Sant Llorenç y, en general, el Vallès Occidental hasta las estribaciones de la Sierra de Collserola.

El principal mérito de los paisajes de Vancells es su acertada plasmación de la luz en los escenarios naturales que le son propios, y que cimentaría su prestigio a nivel local. En ocasiones, sus cuadros son de un romanticismo impostado y efectista, acaso motivado por un conservadurismo plástico excesivo, o por las exigencias de la fiel clientela de burgueses textiles. Pero a lo largo de su vida, Vancells tiende a querer apartarse de las convenciones y, como muchos otros creadores de su tiempo, desarrolla una línea más comercial, de aceptación segura, y otra más experimental en la que muestra mayor desenvoltura y osadía. Joaquim Vancells -que a partir de 1891 y durante toda su vida expuso regularmente en la barcelonesa Sala Parés- no es un pintor de primera fila, ni en relación con sus contemporáneos y compatriotas, ni comparándolo con los más destacados pintores europeos de su tiempo. Su pintura carece de la luminosidad de la de Santiago Rusiñol, de la vivacidad de Ramón Casas o de la plasticidad apasionada de Isidre Nonell, para no hablar de la precocidad y genialidad de Picasso, tan sólo quince años más joven.


Fue el impulsor del modernismo en Tarrasa, junto con Alexandre de Riquer. Pero sobre todo fue un pintor paisajista: en un primera época pinta paisajes con niebla y bosques sombríos, cuadros que están entre lo mejor de la pintura catalana de la época y que tuvieron mucho éxito. Esta pintura gris evolucionó hacia otra más luminosa, posiblemente influido por sus estancias en Sant Andreu de Llavaneres, pero no fue reconocida hasta el final de su vida, cosa que le obligó durante un tiempo a pintar paisajes nublosos para poder vivir.

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