domingo, 23 de agosto de 2009

La Vanguardia Edición del lunes, 20 marzo 1916, página 6

La dimisión del señor Sala
Madrid 19, 20:15

El conde de Romanones ha facilitado a la prensa la carta con que ha contestado a la del señor Sala.

Dice así la citada carta:

Ilustrísimo señor don Alfonso Sala y Argemí.

Mi querido amigo: Antes llegó a mí la noticia de hallarse usted camino de Tarrasa que la carta en que presenta la dimisión. Tal vez hubiera sido preferible que, supuesta la dimisisión como inevitable, se pusiera al habla conmigo para conocer previamente lo que acaso hubiera sido necesario sobre oportunidad, momento, razones y hasta justificación de su actitud.

Pero no he de formular queja, incompatible con su cariñosa amistad. Lo que sí quiero consignar, es la extrañeza que me ha causado su dimisión. Según el texto de su carta, ha inducido a dimitir a usted el hallarse desesperanzado de que se publicara la autorización para el establecimiento de depósitos francos, y esto lo dice usted días después de haber sido resueltamente acordada la autorización.

No me explico cuáles hayan podido ser los indicios que hayan sabido infundirle la incredulidad sobre los propósitos del gobierno en este punto, ya que durante las últimas semanas, corporaciones y entidades de Cataluña y otras comarcas han venido preguntando acerca del proyecto de depósitos francos, y a todos ellos he contestado tan sobria como rotundamente que el gobierno perseveraba en su anunciada resolución. Hubiera deseado que usted, al pensar en dimitir, en vez de tomar el camino de Tarrasa, hubiera emprendido el de mi casa, que es la suya, como venía haciendo todas las mañanas.

Entiendo, sin embargo, mi querido amigo, que más ha dependido su resolución de la pesadumbre y fatiga que de cualquier otro motivo. Reconozco que la tarea de la Dirección de Comercio es pesada y que era grande el sacrificio que su amistad le impuso, como recuerda en su carta. Los días son difíciles, las obligaciones imperiosas, las responsabilidades muchas.

Hace tiempo que yo venía advirtiendo su cansancio, por más que su patriotismo y devoción hacia mí le excitara a esforzarse por evitar lo insuperable; pero comprendo que es áspera la lucha por el cumplimiento de los rudos deberes á que están obligados los hombres públicos, si una gran vocación no les alienta á sacrificar la propia comodidad. Se desgastan y rinden más pronto, quienes no se encuentran totalmente avezados a tan ingrata labor, no obstante haber sido la que se felicita el país, pues no será nunca infructuosa.

Me duele tan sólo verme privado de un colaborador tan competente y experimentado en estos momentos en que las dificultades públicas se acrecientan.

Termina la carta, que está fechada el 18 de marzo, expresando la gratitud del gobierno al señor Sala y reiterándole su amistad más sincera el conde de Romanones.

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