martes, 11 de agosto de 2009

La Vanguardia Edición del martes, 07 septiembre 1915, página 8

El señor Villanueva en Terrasa
Tarrasa 6.

Esta mañana, en automóvil, ha llegado a esta ciudad el ex ministro don Miguel Villanueva, acompañado del primer teniente de alcalde señor Pont y del secretario de la Cámara de Comercio señor Casamada, que fueron a buscarle para acompañarle a ésta.

En. las afueras le han cumplimentado la comisión permanente de defensa de estas Escuelas Industriales, trasladándose en una caravana de automóviles al Ayuntamiento, siendo recibido por el alcalde señor Ullé, los concejales señores Albiñana, Guardiola, Andreu Fábregaes Geis, Ribas, Piera, Arch, Arnaus, Surrallés y Font, el ecónomo doctor Guardiet, el diputado señor Alegre, el juez de primera instancia don José Meana, el presidente del Instituto Industrial señor Rigol, rector PP.Escolapios, el de la Cámara de Comercio señor Soler, el presidente del Acondicionamiento don Francisco Salvans, la junta del Patronato de las Escuelas Industriales, el presidente del seguro Tarrasense señor Viver y gran número de delegados de entidades y asociaciones de esta que harían la lista interminable y numeroso público.

El señor Villanueva ha recorrido todas las dependencias municipales, trasladándose al salón de sesiones donde el señor Ullés en nombre de la ciudad le ha dado la bienvenida.

Contestándole el ex ministro que ya tenía referenciasde la importancia que tiene Tarrasa por su industria, pero que está encantado de la vida que se observa y de la magnificencia de sus edificios para la industria, y por lo tanto no hay necesidad de ir a mendigar a las altas esferas del poder, pues los ministros deben atender las aspiraciones de los tarrasenses para que puedan éstos desarrollar si cabe con más intensidad su trabajo.

Ha sido obsequiado con un lunch, trasladándose al edificio del Instituto y Cámara de Comercio, donde el presidente de esta última entidad le ha dado las gracias por su visita y al propio tiempo ha aprovechado la ocasión para rendirle tributo de agradecimiento por las reformas beneficiosas que siendo ministro había dictado en favor de las Cámaras de Comercio

Después ha visitado las Escuelas Industriales, siendo recibido en el vestíbulo por el director señor Baltá de Cela, los catedráticos señores Caro, Ferrer Cadevall, Vacarisas, Morera, Torrella y Víver.

Después de ver minuciosamente todos los talleres, laboratorios, aulas, sala Platt y demás dependencias, se han trasladado al salón de actos, donde el señor Baltá de Cela con frase elocuente le ha dado la bienvenida, dándole las gracias en nombre del claustro de profesores y Patronato, por haberse dignado visitar dicho centro de enseñanza y ser al propio tiempo un verdadero defensor del mismo.

El señor Villanueva ha contestado que tenía referencias de la importancia de las Escuelas de Tarrasa y que muchas veces había oído elogiarla, pero que después de lo que sus ojos han visto, cree que son pequeños todos cuantos elogios se hagan de la misma, pues no hay duda que tanto por el profesorado como por sus talleres, puede competir con las similares del extranjero.

Invitado por el director de las mismas para que expresara su impresión en el libro de honor de la Escuela, el señor Villanueva ha condensado la misma en los siguientes términos: Rindo sincero tributo de admiración y cariño a estas Escuelas honor de Tarrasa porqué es testimonio viviente de lo que puede el amor al trabajo y a la patria.—M. Villanueva

Antes de abandonar la Escuela y por iniciativa propia, ha dirigido el siguiente telegrama al señor Dato:
«Agradezco de todo corazón su telegrama y le reitero como al ministro de Instrucción pública mi ruego desde esta Escuela que honra a la patria y merece ser engrandecida para bien de aquélla. — Villanueva.»

Después ha visitado el Pantano del Guitán, trasladándose al hotel Peninsular, donde se le ha obsequiado con un banquete, siendo el número de comensales unos doscientos.

En la presidencia figuraba el señor Vallanueva, quien tenía a su derecha al alcalde señor Ullés y a su izquierda al presidente de la Cámara de Comercio señor Soler, siguiendo las demás autoridades.

Al descorcharse el champaña, el presidente del Instituto Industrial, señor Rigol, en nombre de las entidades económicas de ésta ha ofrecido el banquete de homenaje, manifestando al señor Villanueva que no vea una sola representación, pues todas las entidades de la localidad están representadas para agasajar a un defensor de las Escuelas que toda la población unánimemente se siente herida por el real decreto del ministro y se han arropado para defenderlas, por ser una de las fuerzas de vitalidad de esta ciudad, entrando seguidamente a tratar de asuntos económicos y haciendo consideraciones sobre la industria una vez acabada la guerra que ha sido muy aplaudido.

El diputado provincial don Francisco Alegre, dice que como representante de la comarca y encontrándose ausente el señor Sala, se ve en la necesidad de expresar su gratitud al señor Villanueva, como defensor de las escuelas que nos enorgullecen delante de los numerosos extranjeros que las visitan anualmente. Pidiendo un aplauso para el defensor de las mismas, don Alfonso Sala, resonando por todo el gran salón un aplauso nutridísimo que dura largo rato.

El concejal republicano, señor Piera, en nombre de sus compañeros, dice que los tarrasenses cuando se trata de arrebatar algo que es patrimonio de la población, deja a sus miras políticas y se agrupan para defender a la ciudad, haciendo varias observaciones al señor Villanueva, que le merecen sinceras felicitaciones.

Se levanta el alcalde señor Ullés y dice que le faltan condiciones para expresar toda la gratitud que siente Tarraaa hacia sus defensores.

Lamenta la ausencia de D. Alfonso Sala, verdadero campeón del trabajo; da las gracias al señor Villanueva por habense dignado visitar esta ciudad, en la que se respira solamente amor al trabajo y a la patria, como lo comprueba el grandioso edificio de las Escuelas y aludiendo al conflicto actual, dice que sus defensores son los más y los mejores ,concluyendo su discurso que fue interrumpido varias veces por los aplausos, pidiendo un aplauso de reconocimiento para el digno gobernador señor Andrade, que sus múltiples ocupaciones no le han podido asociar a la fiesta, que gracias a sus trabajos no ha de tardar en llegar la grata noticia de la solución del asunto de las Escuelas.

Al levantarse el señor Villanueva todos los comensales se ponen de pie. Dice que va a recoger los acentos que han expresado, pero que el temor le invade cuando se encuentra entre personas cultas ya que la elocuencia académica nace de los sentimientos de la realidad y vé que todas las representaciones de las fuerzas de Tarrasa están representadas para agasajarle y dispensarle atenciones que no merece.

Añade que a no ser el verdadero sentimiento que anima a todos , no habría aceptado el banquete, pues desde el conflicto actual no ha asistido a ninguno, rindiendo un tributo de dolor a todas las naciones y dando gracias al Todopoderoso por haber permitido que los españoles se libraran del azote cruel de la guerra.

Me habláis vosotros de vuestra Escuela que honra a mi amigo cariñoso don Alfonso Sala, alma de la misma y debo deciros que el incidente provocado no es hijo de ninguna intención malévola. «Yo tengo la evidencia que el señor Dato y conde de Esteban Collantes al recordarles que esta Escuela, no es una Escuela sin alumnos como hay muchas, que esta Escuela se fundó y nació con la bendición de todos, yo tengo la evidencia que volverán de su error, para no caer en el ridículo y este incidente será ventajoso para proporcionar nuevos medios de engandecerla.»

Concluyó brindando por su amigo el señor Sala, quien le dedica merecidos elogios que son recibidos con aplausos y por Cataluña, por ser un político que cree que todo cuanto más se engrandezca, se engrandece España.

Después visitó las fábricas de los señores viuda de A. Palet, Aymerich, Amat y Jover, Badiella y Soler, José Lloberas y Izard, etc., saliendo para esa en automóvil, muy satisfecho de los agasajos y atenciones dispensadas por el pueblo tarrasense.

— Alas.

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