viernes, 21 de agosto de 2009

La Vanguardia Edición del sábado, 18 marzo 1916, página 7

MANIFESTACIÓN ENTUSIASTA
Llegada de Alfonso Sala

Sin previo acuerdo, espontáneamente, se congregó anoche en el apeadero del paseo de Gracia, a la llegada del rápido de Madrid, en el que venía el director dimisionario de Comercio, industria y Trabajo, don Alfonso Sala, una multitud que desde mucho tiempo antes de la hora de llegada del tren llenaba por completo los andenes del apeadero, por los que era imposible dar un paso.

De la llegada del señor Sala sólo se tenia noticia por los telegramas publicados por los periódicos de la noche, anunciando su salida de Madrid en el rápido. No cabía, pues, preparación alguna de recibimiento, y la espontaneidad realza en grado considerable la manifestación de entusiasmo que se tributó al ilustre diputado por Tarrasa. Más que cariñosa, más que entusiasta, fue conmovedoramente efusiva, y ello demuestra que el espíritu de ciudadanía existe todavía, por fortuna, en nuestro pueblo, premiando con el aplauso y el cariño a la sinceridad y la honradez políticas.

Tarea ímproba resultaría la de recoger los nombres de todos los valiosos elementos de la industria, del comercio, de la política, de la banca, de representantes de entidades de diversa índole y del sin fin de amigos particulares y admiradores del señor Sala, que anoche acudieron a recitarte. La infiel memoria sólo puede conservar algunos, muy pocos, nombres. Recordamos, entra las personas asistentes, al gobernador civil, señor Suárez lnclan; secretario del Gobierno, señor Díe y Mas; Junoy, Monegal (don Rómulo), Monegal (don José), Muntañola, Barnades, Bertrand(don Juan), Oriol Martorell, Agulló, de la Riva (don Benigno, don Victoriano, don Enrique, don Esteban, don Santiago y don Jacobo), García (don Manuel y don Jacobo), Ventosa y Calvell, Soler y March, Rahola (don Pedro), Valles y Pújals, Pardo, Farguell, Mas (don Francisco de A.), conde de Lavern, Sedó, Gallart, Graell, Caralt, Avellá, Ferrer (don David), Mas Bagá, Perpiñá, Amengual, Balcells, La Rosa, Verdaguer y Callís, Plaja, Decay, Cirera, Armenteras, Borrell, Morató, Puigdoménech, Blanchard, Bertránd y Serra, Puig Esteve, Abadal (don Raimundo), Almirall, Grané, Duran y Ventosa, Maeeans, Bosch y Alsina, etc., etc.

Con algunos minutos de retraso, llegó el rápido al apeadero, estallando entonces una formidable salva de aplausos, que duró largo rato y que se hizo más intensa aún cuando descendió del tren el señor Sala, a quien acompañaba su distinguida esposa. Sucedíanse sin interrupción ensordecedores vivas al político honrado, al gran Alfonso Sala., al hombre íntegro y a Cataluña, contestados todos con entusiasmo indescriptible. La multitud se apretujaba alrededor del ex director general de Comercio, abrazándole con efusión cuantos podían hacerlo, y siendo imposible
al señor Sala avanzar por el andén.

El diputado por Tarrasa, visiblemente conmovido por la grandiosidad del recibimiento, abrazaba a unos y saludaba agitando el sombrero a la multitud, que no cesaba en sus aplausos y exclamaciones, siendo los más frecuentes, o por hablar con más propiedad, incesantes, los vivas al político honrado. Avanzando muy lentamente y con gran trabajo, pudo llegar el señor Sala, después de saludar y hablar brevísimos momentos con el señor Suárez Inclán, a la, escalerilla que da acceso a la parte superior del apeadero. En ésta se apiñaba también la gente, que al aparecer el ilustre viajero prorrumpió en nuevos aplausos y aclamaciones entusiastas.

Después de ímprobos esfuerzos, pudo salir del edificio, y ya en el paseo de Gracia, se reprodujeron la ovación y los vivas y aclaramaciones, verdaderamente a tronadores. Don Alfonso Sala subió a un automóvil, en compañía de su esposa y de uno de sus sobrinos, para marchar inmediatamente a Tarrasa, excusándose cortesmente de hacer declaraciones a los periodistas que para elto le requerían.

Realmente el diputado por Tarrasa se hallaba, fatigado y profundamente conmovido. Al partir el automóvil, al que costó no poco trabajo abrirse paso entre la compacta muchedumbre, estalló una nueva formidable ovación, y volvieron a reproducirse los vivas a Alfonso Sala, al hombre honrado, al hijo del trabajo y a Cataluña, que continuaban aún cuando el automóvil se alejaba rápidamente.

Un grupo de jóvenes descendió por el paseo de Gracia hacia la plaza de Cataluña, dando vivas a Cataluña y entonando Els Segadors.

Por el número y por la calidad de los que al apeadero concurrieron, puede calificarse de grandioso el espontáneo y entusiasta recibimiento de que fue objeto el ilustre diputado por Tarrasa, que honra y enaltece con ejemplo a Cataluña y a España entera.

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