sábado, 13 de julio de 2013

La Vanguardia, Edición del martes, 13 marzo 1923, página 12


IMPONENTE HOMENAJE

En honor de Alfonso Sala

La ciudad de Tarrasa, modelo de laboriosidad, rindió el domingo un imponente justísimo homenaje al hombre ilustre que ha consagrado toda su vida al trabajo, no sólo para sí, sino también, laborando por la prosperidad y por la grandeza de su pueblo. Fué el motivo el nombramiento de senador vitalicio que S.. M. el Rey acaba de otorgarle como premio a una consecuencia labor de treinta años en que don Alfonso Sala puso a prueba sus talentos y su actividad incansable, su fuerte voluntad y su amor intensísimo a Tarrasa— el único distrito que quiso representar en las Cortes—, a Cataluña y a España. Tarrasa recibió este merecido nombramiento a favor del que hasta ahora fué su diputado, con una explosión de entusiasmo, que se exteriorizó de un modo superior a toda posible ponderación en el acto del domingo.

Asistieron al banquete, que se celebró en el salón principal del Gran Casino de Tarrasa, quinientos comensales. No cabían más. Presidió el nuevo senador vitalicio, a quien acompañaban en la mesa presidencial los señores Calsina, marqués de Olérdola, Baltá de Cela,, Sagnier, marqués de Sentmenat, Vinyals, Parés, Milá y Camps, Arquer, Badrinas, vizconde de Forgas, conde de Santamaría de Pomés, barón de Viver, Torras, Vivé, Clapés y otros muchos. La
mesa presidencial, se hallaba colocada bajo artístico dosel, constituido por una enorme bandera española, y a los lados de ella otras de las cuatro, barras. A media comida, el simpático fondo se vio realzado por multitud de elegantes damas y de bellas señoritas que se situaron bajo la bandera, después de ser recibidas por los comensales con una lluvia de flores.

Al entrar en el salón el señor Sala, estalló una ovación formidable, imponente, emocionadora. Fue un momento de delirante entusiasmo.

Al desconcharse el champaña, levantose el señor Milá y Camps, haciendo constar la adhesión entusiasta de don Juan Marcet. Al oír el nombre del candidato monárquico por Tarrasa para las próximas elecciones de diputados, la concurrencia, puesta en pie, aplaude delirantemente y prorrumpe en aclamaciones y vítores que duran algunos minutos. El señor Milá hizo un caluroso elogio de los señores Sala y Marcet, siendo muy aplaudido.

El señor Ventalló, de la comisión organizadora, dio cuenta—no las leyó por ser numerosísimas—de multitud de adhesiones recibidas, dejando de citar otras muchas, cuya lista es extensa. Entre ellas citaremos las del gobernador civil señor Raventós, ex ministro señor Roig y Bergadá, senador don Emilio Riu, ex alcalde de Barcelona señor Boladeres y diputado a Cortes por Barcelona don Alberto Rusiñol, íntimo amigo particular de don Alfonso Sala.

El diputado provincial señor Vinyals, en un discurso muy entusiasta, hizo la ofrenda del homenaje en nombre de la comisión organizadora. Como película cinematográfica hizo desfilar en su peroración toda la honrada vida pública del agasajado y lo mucho que le deben España, Catalunya y Tarrasa, haciendo resaltar su labor social y económica en beneficio de la industria catalana y su actuación de constante buena fe, que ha sido pagada con desengaños e ingratitudes. Hizo notar también que mientras Alfonso Sala ha visto disminuir su fortuna personal por haberla empleado en obras provechosas para su pueblo, otros, explotando el nombre de Cataluña, han acumulado para sí riquezas  enormes.

Hablaron a continuación el marqués de Sentmenat, el marqués de Olérdola, el señor Altuzarra (presidente del Casino Industrial de San Pedro de Tarrasa.), el señor Parés, por los concejales monárquicos de Tarrasa, los señores Milá y Camps, Bivé, de Sabadell; conde de Santa María de Pomés, Rodríguez, presidente del Centro Gallego de Barcelona; Torras, diputado por Granollers y Espinal, alcalde de Manresa destituido para nombrar otro de Real orden impuesto por determinados elementos. Extractar los respectivos discursos ocuparía un espacio de que no podemos disponer; todos ellos rindieron la. Debida justicia a don Alfonso Sala, levantando tempestades de entusiasmo; todos ellos pusieron de manifiesto la labor constante y patriótica de Sala, que, siendo modelo de esposos y de padres, se priva de las delicias de su hogar dichoso para correr a donde la patria le llama; todos ellos realzaron la obra recta, y provechosa de Sala, que ante la negativa de concesiones justas para la industria y los intereses de Cataluña abandonó primeramente el partido a que pertenecía y que le ofrecía un brillante porvenir y más tarde la Dirección, general de Industria y Comercio, porque, lejos de la codicia como otros, puso siempre en su actuación la sinceridad y la honradez; todos ellos anatematizaron la tremenda injusticia de motejar de mal catalán al que más ha trabajado por Cataluña y al que expuso su vida y despreció los más altos puestos por servir lealmente a Cataluña sin explotar el nombre de Cataluña ni realizar pingües negocios a la sombra de ese nombre y de esa bandera sacrosanta; y todos ellos le pidieron que vuelva a la vida pública, por necesitarlo la patria. Tal era el entusiasmo de los reunidos que muchos párrafos quedaron sin terminar, ahogados por aplausos frenéticos y aclamaciones incesantes.

Vivamente emocionado se levantó a hablar don Alfonso Sala. No intentaremos extractar su discurso, oración bellísima de honda emoción y de profunda gratitud. Expresó su agradecimiento por la fiesta que se celebraba, y dedicó un párrafo muy elocuente a las señoras y señoritas que habían querido asociarse. Dijo también que el honor que S. M. el Rey le ha hecho al nombrarle senador vitalicio es tanto más de agradecer cuanto que no ha sido pedido, honor que debe a Tarrasa, que, eligiéndole siempre como su diputado, le ha puesto en condiciones constitucionales para que pudiera otorgársele.

Entonó un himno a la fraternidad de las regiones, diciendo que sólo el amor puede determinar la prosperidad de cada una de ellas y del conjunto de todas, que es España, y citó la frase de Balmes, de que Cataluña será tanto más próspera cuanto más espiritualmente unida esté con el resto de España. Recogiendo la afirmación de lo mucho que le debe Tarrasa, expresó que en servirla siente un gran placer, porque luego ve obras como la magnífica Escuela Industrial, acaso la mejor de toda España, y tantas otras de que Tarrasa puede enorgullecerse y que contribuyen a la prosperidad y al prestigio de su ciudad. Añadió que la senaduría vitalicia es en realidad Tarrasa la que se la otorga, y él no puede renunciar a lo que es obra de Tarrasa.

Se ocupó luego del problema social, diciendo que toda su actuación ha sido para procurar la armonía entre el capital y el trabajo, único medio de que pueda realizarse la justicia para todos. Recogió las peticiones que se le habían hecho para que vuelva a la vida activa de la política, de la que se separó al ver que se trataba de escamotear las responsabilidades demostradas en el expediente Picasso, por entender que si esa vergüenza, se consintiera, podría darse por muerta a España, y dijo que, aunque apartado de la vida política., siempre estará en espíritu al lado de la Unión Monárquica, como cuando personalmente la dirigía.

Dedicó sentidas frasea a don Juan Barata, postrado por larga y cruel enfermedad, y terminó su discurso con palabras de profunda gratitud para todos y ofreciéndose una vez más en el servicio de la patria.

El señor Sala, que en casi todos los párrafos había sido interrumpido con aplausos entusiastas, oyó al final una ovación larga y atronadora, acaso la más grande que haya recibido en su vida.

Una comisión de señoras y señoritas ofreció al señor Sala, para su esposa, un monumental ramo de flores con las cintas de los colores de la bandera española y de las cuatro barras, enlazadas. En nombre de las damas, el señor Calsina pronunció entusiastas palabras ofreciendo el obsequio, coreadas por el entusiasmo de los reunidos.

A las seis terminó el homenaje, desfilando ante el señor Sala todos los comensales, que le felicitaron y estrecharon sus manos, abrazándole la mayoría de ellos.

En el acto había representaciones de todos los pueblos del distrito y adhesiones de muchos de Cataluña y del resto de España.

A propuesta del señor Calsina, se acordó dirigir a S. M. el Rey el siguiente telegrama:

«Reunidos fraternal banquete quinientos representantes de Tarrasa y pueblos de su distrito, para festejar acertado nombramiento de senador vitalicio Alfonso Sala, quieren hacer llegar hasta V. M. los ecos del clamoroso aplauso con que el distrito de Tarrasa en masa acoge el acto dé estricta justicia realizado por la Corona. Las monarquías se honran a sí mismas y asientan sus tronos al honrar a sus más leales servidores, entre los cuales y en primera fila figura nuestro Alfonso Sala con pueblo de Tarrasa, de Cataluña y de España—Por la comisión, Salvador Calsina, presidente».

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