IMPONENTE HOMENAJE
En honor de Alfonso
Sala
La ciudad de Tarrasa,
modelo de laboriosidad, rindió el domingo un imponente justísimo homenaje al hombre
ilustre que ha consagrado toda su vida al trabajo, no sólo para sí, sino
también, laborando por la prosperidad y por la grandeza de su pueblo. Fué el
motivo el nombramiento de senador vitalicio que S.. M. el Rey acaba de
otorgarle como premio a una consecuencia labor de treinta años en que don
Alfonso Sala puso a prueba sus talentos y su actividad incansable, su fuerte
voluntad y su amor intensísimo a Tarrasa— el único distrito que quiso representar
en las Cortes—, a Cataluña y a España. Tarrasa recibió este merecido
nombramiento a favor del que hasta ahora fué su diputado, con una explosión de
entusiasmo, que se exteriorizó de un modo superior a toda posible ponderación en
el acto del domingo.
Asistieron al banquete,
que se celebró en el salón principal del Gran Casino de Tarrasa, quinientos
comensales. No cabían más. Presidió el nuevo senador vitalicio, a quien
acompañaban en la mesa presidencial los señores Calsina, marqués de Olérdola,
Baltá de Cela,, Sagnier, marqués de Sentmenat, Vinyals, Parés, Milá y Camps, Arquer,
Badrinas, vizconde de Forgas, conde de Santamaría de Pomés, barón de Viver, Torras,
Vivé, Clapés y otros muchos. La
mesa presidencial, se
hallaba colocada bajo artístico dosel, constituido por una enorme bandera
española, y a los lados de ella otras de las cuatro, barras. A media comida, el
simpático fondo se vio realzado por multitud de elegantes damas y de bellas señoritas
que se situaron bajo la bandera, después de ser recibidas por los comensales con
una lluvia de flores.
Al entrar en el salón el
señor Sala, estalló una ovación formidable, imponente, emocionadora. Fue un
momento de delirante entusiasmo.
Al desconcharse el
champaña, levantose el señor Milá y Camps, haciendo constar la adhesión entusiasta
de don Juan Marcet. Al oír el nombre del candidato monárquico por Tarrasa para
las próximas elecciones de diputados, la concurrencia, puesta en pie, aplaude delirantemente
y prorrumpe en aclamaciones y vítores que duran algunos minutos. El señor Milá
hizo un caluroso elogio de los señores Sala y Marcet, siendo muy aplaudido.
El señor Ventalló, de la
comisión organizadora, dio cuenta—no las leyó por ser numerosísimas—de multitud
de adhesiones recibidas, dejando de citar otras muchas, cuya lista es extensa.
Entre ellas citaremos las del gobernador civil señor Raventós, ex ministro
señor Roig y Bergadá, senador don Emilio Riu, ex alcalde de Barcelona señor Boladeres
y diputado a Cortes por Barcelona don Alberto Rusiñol, íntimo amigo particular de
don Alfonso Sala.
El diputado provincial
señor Vinyals, en un discurso
muy entusiasta, hizo la ofrenda del homenaje en nombre de la comisión
organizadora. Como película cinematográfica hizo desfilar en su peroración toda
la honrada vida pública del agasajado y lo mucho que le deben España, Catalunya
y Tarrasa, haciendo resaltar su labor social y económica en beneficio de la
industria catalana y su actuación de constante buena fe, que ha sido pagada con
desengaños e ingratitudes. Hizo notar también que mientras Alfonso Sala ha
visto disminuir su fortuna personal por haberla empleado en obras provechosas para
su pueblo, otros, explotando el nombre de Cataluña, han acumulado para sí
riquezas enormes.
Hablaron a continuación el
marqués de Sentmenat, el marqués de Olérdola, el señor Altuzarra (presidente
del Casino Industrial de San Pedro de Tarrasa.), el señor Parés, por los concejales
monárquicos de Tarrasa, los señores Milá y Camps, Bivé, de Sabadell; conde de
Santa María de Pomés, Rodríguez, presidente del Centro Gallego de Barcelona; Torras,
diputado por Granollers y Espinal, alcalde de Manresa destituido para nombrar otro
de Real orden impuesto por determinados elementos. Extractar los respectivos
discursos ocuparía un espacio
de que no podemos disponer; todos ellos rindieron la. Debida justicia a don
Alfonso Sala, levantando tempestades de entusiasmo; todos ellos pusieron de
manifiesto la labor constante y patriótica de Sala, que, siendo modelo de esposos
y de padres, se priva de las delicias de su hogar dichoso para correr a donde
la patria le llama; todos ellos realzaron la obra recta, y provechosa de Sala,
que ante la negativa de concesiones justas para la industria y los intereses de
Cataluña abandonó primeramente el partido a que pertenecía y que le ofrecía un
brillante porvenir y más tarde la
Dirección , general de Industria y Comercio, porque, lejos de
la codicia como otros, puso siempre en su actuación la sinceridad y la
honradez; todos ellos anatematizaron la tremenda injusticia de motejar de mal
catalán al que más ha trabajado por Cataluña y al que expuso su vida y
despreció los más altos puestos por servir lealmente a Cataluña sin explotar el
nombre de Cataluña ni realizar pingües negocios a la sombra de ese nombre y de esa bandera sacrosanta; y todos
ellos le pidieron que vuelva a la vida pública, por necesitarlo la patria. Tal
era el entusiasmo de los reunidos que muchos párrafos quedaron sin terminar, ahogados
por aplausos frenéticos y aclamaciones incesantes.
Vivamente emocionado se
levantó a hablar don Alfonso Sala. No intentaremos extractar su discurso,
oración bellísima de honda emoción y de profunda gratitud. Expresó su
agradecimiento por la fiesta que se celebraba, y dedicó un párrafo muy
elocuente a las señoras y señoritas que habían querido asociarse. Dijo también
que el honor que S. M. el Rey le ha hecho al nombrarle senador vitalicio es
tanto más de agradecer cuanto que no ha sido pedido, honor que debe a Tarrasa,
que, eligiéndole siempre como su diputado, le ha puesto en condiciones constitucionales
para que pudiera otorgársele.
Entonó un himno a la
fraternidad de las regiones, diciendo que sólo el amor puede determinar la
prosperidad de cada una de ellas y del conjunto de todas, que es España, y citó
la frase de Balmes, de que Cataluña será tanto más próspera cuanto más espiritualmente
unida esté con el resto de España.
Recogiendo la afirmación de lo mucho que le debe Tarrasa, expresó que en
servirla siente un gran placer, porque luego ve obras como la magnífica Escuela
Industrial, acaso la mejor de toda España, y tantas otras de que Tarrasa puede
enorgullecerse y que contribuyen a la prosperidad y al prestigio de su ciudad.
Añadió que la senaduría vitalicia es en realidad Tarrasa la que se la otorga, y
él no puede renunciar a lo que es obra de Tarrasa.
Se ocupó luego del problema
social, diciendo que toda su actuación ha sido para procurar la armonía entre
el capital y el trabajo, único medio de que pueda realizarse la justicia para
todos. Recogió las peticiones que se le habían hecho para que vuelva a la vida
activa de la política, de la que se separó al ver que se trataba de escamotear las
responsabilidades demostradas en el expediente Picasso, por entender que si esa
vergüenza, se consintiera, podría darse por muerta a España, y dijo que, aunque
apartado de la vida política., siempre estará en espíritu al lado de la Unión Monárquica ,
como cuando personalmente la dirigía.
Dedicó sentidas frasea a
don Juan Barata, postrado por larga y cruel enfermedad, y terminó su discurso
con palabras de profunda gratitud para todos y ofreciéndose una vez más en el
servicio de la patria.
El señor Sala, que en casi
todos los párrafos había sido interrumpido con aplausos entusiastas, oyó al
final una ovación larga y atronadora, acaso la más grande que haya recibido en
su vida.
Una comisión de señoras y
señoritas ofreció al señor Sala, para su esposa, un monumental ramo de flores
con las cintas de los colores de la bandera española y de las cuatro barras,
enlazadas. En nombre de las damas, el señor Calsina pronunció entusiastas palabras
ofreciendo el obsequio, coreadas por el entusiasmo de los reunidos.
A las seis terminó el
homenaje, desfilando ante el señor Sala todos los comensales, que le
felicitaron y estrecharon sus manos, abrazándole la mayoría de ellos.
En el acto había
representaciones de todos los pueblos del distrito y adhesiones de muchos de
Cataluña y del resto de España.
A propuesta del señor
Calsina, se acordó dirigir a S. M. el Rey el siguiente telegrama:
«Reunidos fraternal
banquete quinientos representantes de Tarrasa y pueblos de su distrito, para
festejar acertado nombramiento de senador vitalicio Alfonso Sala, quieren hacer
llegar hasta V. M. los ecos del clamoroso aplauso con que el distrito de Tarrasa
en masa acoge el acto dé estricta justicia realizado por la Corona. Las monarquías
se honran a sí mismas y asientan sus tronos al honrar a sus más leales
servidores, entre los cuales y en primera fila figura nuestro Alfonso Sala con
pueblo de Tarrasa, de Cataluña y de España—Por la comisión, Salvador Calsina,
presidente».
No hay comentarios:
Publicar un comentario