lunes, 2 de septiembre de 2013

La Vanguardia, Edición del martes, 25 septiembre 1923, página 4

La ejecución de los reos de Tarrasa :: En capilla

El sábado, a las once y media, entraron los reos en capilla, habiendo sido instalada una en cada celda. El Saleta (a) Nano, rechazó las estampas que le ofrecían el sacerdote y los hermanos de la Caridad, diciéndoles:

—Déjense de estas cosas.

Repetidas veces Saleta invitó al sacerdote que le asistía a sostener una controversia con él sobre religión y anarquismo. Los sacerdotes que le asistían intentaron insistentemente que confesara y se arrepintiera, pero todo fue inútil. Se esforzaba en aparecer tranquilo, y sereno, y contestaba descaradamente a las excitaciones que le dirigían los sacerdotes a fin, de que muriese cristianamente.

Pascual Aguirre pasó toda la madrugada tumbado en la cama boca abajo y cuando los sacerdotes intentaban interrogarle, pedía que no le molestasen y que lo dejaran solo. Como aquellos insistieran, para que confesara, contestó airadamente al que le dirigió el ruego que si no se marchaba le arrojaría una silla a la cabeza. No quiso tomar nada de alimento en toda la madrugada.

A las tres y media Saleta comió con gran tranquilidad dos huevos fritos, bebiendo luego una copa de agua por tener costumbre de no beber vino.

Momentos antes de salir de la celda para el lugar de la ejecución, entregó al capitán, de la guardia civil una carta dirigida a su padre, el cual vive en Barcelona, en casa de una hermana del reo.

A las cuatro de la madrugada, se celebró una misa en la capilla de la cárcel. A dicha hora llegaron los hermanos Castella, hijos del somatenista víctima, del atraco, acompañados de algunos amigos, todos del somatén. Poco después llegaron, a la cárcel los médicos forenses señores Cadafalch y Cistaré.

Los ejecutores de la justicia se hallaban, en la. cárcel desde el anochecer. Eran, los de las Audiencias de Barcelona y Burgos. El de la de Barcelona, Rogelio Pérez, es de una estatura regular, lleva grueso bigote. El otro es de baja estatura, lleva bigote gris recortado y se llama Gregorio Mayoral y Cendino.

Rogelio Pérez es la tercera vez que ejecuta; Mayoral, con estas dos, ha realizado cuarenta y nueve ejecuciones.

Además de la guardia civil, durante toda la madrugada han prestado, guardia en la cárcel, treinta individuos de tropa del regimiento de cazadores de montaña número 1, de Berga, destacado en Manresa, a las órdenes del teniente don José Ricard y del suboficial don Ernesto Lluch.

A las cinco de la mañana se celebró otra misa en la capilla.

Al apuntar el día llegó el alcalde de Tarrasa señor Samaranch, con tres vecinos, que habían de actuar de testigos de la ejecución.



La ejecución

A las cinco y media de la mañana, salen de la cárcel los hermanos de la Sangre y de la Paz y Caridad, los médicos forenses, el alcalde y los tres testigos, el director general de prisiones, el capitán de la guardia civil y algunos individuos de policía.

En el fondo del patio de la cárcel, junto a la pared, se había montado, el patíbulo, pintada de negro la plataforma, de la cual salían tres palos equidistantes y al pie de cada uno de ellos el correspondiente banquillo. Una escalera adosada a la mitad del patíbulo daba acceso a la plataforma.

El condenado Jesús Pascual Aguirre salió de la celda a las cinco y media apareciendo en el patio de la cárcel acompañado de un sacerdote y de los hermanos de la Sangre y de la Paz y Caridad; el reo subió la escalera del patíbulo algo decaído, muy pálido, y al llegar arriba volvió la cabeza, mirando a los que presenciaban la ejecución. Sentóse en el banquillo, siendo atado con cuerdas y con un ancho cinturón de correa, por el verdugo de Barcelona, mientras al de Burgos le colocaba la argolla al cuello. En aquel momento Pascual, con voz temblorosa y débil, gritó:

—¡Viva la anarquía!

Inmediatamente, el verdugo de Burgos movió la manivela, mientras el de Barcelona cubría con un pañuelo el rostro del sentenciado.

Se había cumplido la justicia humana. Eran las 5’38.

Los médicos forenses tomaron el pulso al ajusticiado, que continuó funcionando trece minutos después de la ejecución. Cuando los forenses certificaron la muerte de Pascual, fue éste desatado, y los hermanos de la Paz v Caridad colocaron el cadáver en el féretro, retirándolo del patio de la cárcel.

Cerca de las seis apareció en el patio de la cárcel el otro reo, Saleta, (a) Nano, que iba esposado; sereno y sin decaer un momento de ánimo, subió solo la escalera del patíbulo y dirigiéndose al sacerdote y a los hermanos de la Sangre y de la, Paz y Caridad, les dijo:

—Bueno, señores: Si es verdad, que hay otro mundo, allá nos veremos.

Resueltamente sentóse en el banquillo, que le indicó el verdugo, exclamando:

—¡Así mueren los .anarquistas!

Mientras el verdugo de Barcelona lo ataba, el de Burgos intentó ponerle la argolla, pero como que el aparato venía sobre la barba del Nano, el verdugo le dijo que elevara un poco la cabeza, contestando el Saleta:

—Vamos, hombre, acabemos pronto. Ya está bien así. Aprieta y no te entretengas.

En el momento, en que el verdugo de Burgos impulsaba la manivela., el Nano gritó:

—¡Viva la anarquía!

Las últimas sílabas quedaron ahogadas. Eran las seis y tres minutos.

El pulso, funcionó doce minutos más.
El cadáver fue amortajado por los hermanos de la Paz y Caridad.

Fuera de la cárcel, una numerosa multitud esperaba con ansia noticias de la ejecución, y cuando inmediatamente después de cumplirse la sentencia se izó en la cárcel la bandera negra, se produjo en el público honda sensación.

Los féretros, que contenían los cadáveres de los ejecutados, fueron colocados en dos coches fúnebres, de los cuales habían sido retiradas las cruces por haber muerto los reos sin haberse reconciliado con la Iglesia. Acompañados por la guardia civil, fueron conducidos los cadáveres al cementerio civil, donde quedaron expuestos, siendo enterrados más tarde.

A los reos se les dio garrote vil y no fueron fusilados a pesar de haber sido, juzgados por un consejo de guerra sumarísimo, porque se consideró que el delito que habían cometido merecía la muerte infamante del patíbulo.

El padre de Pascual Aguirre

El domingo por la tarde llegó a Tarrasa, procedente de Vitoria, donde reside, el padre del ajusticiado Pascual Aguirre, que se enteró por los periódicos del crimen cometido por su hijo. No llegó a tiempo para poderse despedir de él como era su propósito. Dijo, que desde la edad de catorce años, su hijo faltaba de casa y que creía que trabajaba en Francia, cuando por los diarios se enteró de lo ocurrido, emprendiendo inmediatamente el viaje para verle.

El procesado Marcó en libertad

En la madrugada del domingo, cuando ya estaba montado el patíbulo., con tres palos, fue puesto en libertad el procesado Joaquín de Marcó, por haber recaído acerca de él sentencia absolutoria. Marcó salió de la cárcel a la una y media de la madrugada; hallábase profundamente emocionado, hasta el punto de que apenas podía hablar. Se le entregó una tarjeta del comandante de la guardia civil para que no se le pusieran obstáculos y pudiera marchar a Barcelona en el tranvía de las tres de la madrugada, con objeto de que llegara a su casa lo antes posible.

Parece que el sábado estuvo en Tarrasa el director de la compañía de tranvías de Barcelona, señor Foronda, en la que presta Marco sus servicios, practicando gestiones para que fuese puesto en libertad lo antes posible, garantizando su conducta y su libertad provisional.

Hallazgo de cuatro pistolas de los atracadores

El domingo por la noche, cerca de las ocho, se presentó en la Casa de la Ciudad de Tarrasa un cazador que llevaba dentro de un pañuelo de bolsillo tres pistolas Star y algunos cargadores con cápsulas, todo lo cual había encontrado escondido en unos matorrales cerca del lugar denominado «Femer del Faba». Se supone que fueron escondidas por algunos de los atracadores de la Caja de Ahorros, recordándose al efecto que en aquellos alrededores fueron detenidos por el somatenista señor Gras el Pascual Aguirre y otro individuo que después consiguió fugarse.

Este último fue visto, después como huía por unas viñas, desde el parque de desinfección hacia el camino viejo de Vacarisas, y siempre pasando por entre las viñas fue visto más tarde cerca de Can Trías, suponiéndose que atravesó la línea del Norte cerca de Can Gunteres, para bajar hacia el torrente de Gayá, donde se encontró con dos guardias rurales de esta última propiedad, a los cuales preguntó por el camino de Tarrasa. Los guardias le enseñaron el camino denominado de la Escultura, que el fugitivo aparentó seguir, retrocediendo al poco rato y dirigiéndose por el torrente de Can Font, donde entró en la casa, preguntando en que sitio se encontraba la fuente a la que se dirigió; allí estuvo tres o cuatro minutos, pasados los cuales volvió a subir a la casa, diciendo que ya estaba cansado de pasear y que se volvía a Tarrasa. Más tarde fue visto por el torrente de Xuriguera, perdiéndose después su pista.

Anoche, el gobernador manifestó que en Tarrasa eran cuatro las pistolas que se habían encontrado y que por las revelaciones que hicieron antes de morir el Saleta y Pascual Aguirre, se tenia el convencimiento de que dichas armas eran las que habían utilizado ambos individuos al realizar el atraco.

Parece que con motivo de las declaraciones que hizo Saleta, la policía ha practicado varias diligencias que hasta ahora no han dado el resultado que se esperaba.

Hallazgo de bombas

La guardia civil, detiene en la carretera de Rubí un automóvil en el que tres sujetos conducían tres cajas con un centenar de bombas.

Ayer a mediodía, el gobernador civil general Lossada, leyó a los periodistas la siguiente versión oficial del importante servicio prestado anteayer por la guardia civil, en la carretera de Rubí:

«Ayer, a las seis de la mañana salió de Manresa para Barcelona, el automóvil de la matrícula de esta capital número 8.504, ocupado por tres hombres, uno de los cuales guiaba el coche.

Vino el automóvil a Barcelona y en la plaza de la Universidad, subió al mismo una mujer reanudando luego el vehículo su marcha hasta la calle de Sans.

Momentos después de hallarse parado allí el coche hizo sui aparición un carretón conducido por dos muchachos que sacaron de él tres cajas y las dejaron depositadas en el automóvil.

Seguidamente se puso en marcha éste, no sin antes haber descendido la mujer que se unió a los tres sujetos en la plaza de la Universidad.

En la carretera de Rubí y al dirigirse el auto a Tarrasa, fue sorprendido el vehículo por la guardia civil.

Las tres cajas contenían 25 o 30 bombas de mano cada una.

Quedaron detenidos el chófer Domingo Sala Treserra, natural de Manresa, Juan Piñol
Muntaner, de 20 años, natural de Castellbisbal y Vicente Martínez López, de 26 años, natural de Petra (Mallorca).

De los dos primeros no existen antecedentes en la jefatura.

En cambio de Vicente Martínez, conocido también por Armando Arlet, se sabe que ha
estado varias veces preso.»



Desde Tarrasa

Por su parte muestro corresponsal en Tarrasa, nos describe el suceso indicado en la siguiente forma:

Tarrasa, 24, a las 10—Ayer por la mañana a las once, los guardias civiles de este puesto Jaime Bagur y Bautista Polo, que estaban prestando servicio de vigilancia en la carretera de Rubí, hicieron parar a la salida de esta villa un auto marca Buic, número 8.504, que iba en dirección a Tarrasa, ocupado por el chofer y dos sujetos más.

Al registrar el auto vieron en el fondo del mismo tres grandes cajas y al preguntar cuál era su contenido, les contestaron, que estaban llenas de botes de leche condensada y que las llevaban a Manresa.

Uno de los guardias tuvo la inspiración de abrir con el machete una de las cajas, la cual lo mismo que las otras dos contenía bombas del tamaño y forma de una piña pintadas de blanco y embaladas con paja y cartón ondulado.

Los guardias después de maniatar al chofer y a los dos que iban en el auto, telefonearon lo que pasaba a Tarrasa disponiendo el jefe de la fuerza que salieran parejas de a caballo para reforzar la custodia del auto y de los detenidos.

De Rubí salió otro auto y un chofer que guió hasta Tarrasa el auto que contenía las bombas. En el llegado auto de Rubí subieron los presos y los guardias.

Los detenidos se llaman Vicente Martínez López, de 26 años, natural de Petra (Baleares); Juan Piñol Montané, de 20, de Castellbisbal y Domingo Solá Traserra, chofer de Manresa. Al ser registrados se les ocuparon pistolas con cuatro cargadores. Manifestaron que se dirigían a Manresa.

En seguida la noticia circuló por toda la ciudad, produciendo gran sensación.

La versión más generalizada es que muchas bombas iban destinadas a nuestra ciudad para ser arrojadas en los cines y teatros como venganza por las dos ejecuciones que habían tenido lugar de madrugada en Tarrasa.

Otra versión que parece es la que la policía considera más fundada, es la de que llevaban las bombas a Manresa donde, según parece actúa un nutrido grupo anarquista.

En general, se hacen grandes elogios en Tarrasa, de la pareja de la guardia civil que con su meritoria actuación evitó acaso un día de luto a nuestra ciudad.

Tanto la policía como la guardia civil y el somatén, han redoblado la vigilancia y practican incesantes gestiones para descubrir todas las ramificaciones de este complot.

Se han practicado numerosas detenciones, pero la mayoría de los detenidos fueron puestos poco después en libertad al comprobarse su inocencia.

En la estación del ferrocarril eléctrico fue detenido por el agente señor Rodríguez y los guardias civiles Enrique Lena y Francisco Mor, Lorenzo Alonso Rabasa, de 32 años, casado, vecino de Esparraguera, el cual ingresó en la cárcel.

Según nos dicen, se han efectuado algunas detenciones de conocidos sindicalistas en Manresa.

Esta mañana, a las nueve, han sido detenidos en Rubí dos individuos que han inspirado sospechas a la pareja de la guardia civil y que iban en un auto.

Dichos individuos han sido conducidos por una pareja de la benemérita a Barcelona, en el tren que pasa por aquella villa, a las nueve.

Se dice que el auto que conducía las bombas pertenecía a un garage de Manresa, el cual proporcionó el chofer. El individuo que lo alquiló, que era uno de los ocupantes dijo que lo hacía por cuenta de un señor de Barcelona.

El dueño del garage de Manresa exigió la promesa de que el auto, había de estar de vuelta en aquella ciudad de las doce a la una de ayer.

Desde Manresa

Sobre este mismo asunto, nos dicen de Manresa lo siguiente:

Manresa, 24, a las 12—Según referencias autorizadas, el automóvil en que fueron halladas las bombas en la carretera de Rubí, fue contratado en la siguiente forma:

El sábado, a las ocho de la noche, Domingo Solá se presentó en el garage de don Domingo Valls, que está instalado frente al Centro Obrero donde tienen su domicilio los Sindicatos únicos, y concertó con el dueño el alquiler de un automóvil con el carnet de conducir una mujer a Barcelona a la mañana siguiente. Cerrado el trato, quedó convenido que el automóvil estaría preparado a las seis de la mañana.

Poco después de la hora fijada se presentó en el garage, ayer mañana, Domingo Solá, acompañado de una mujer, montaron en el auto y partieron en dirección a Barcelona.

Ayer por la tarde llegaron, procedentes de Tarrasa, en un automóvil los subcabos del Somatén de aquella localidad y una pareja de la guardia civil.

Apenas llegaron se pusieron en comunicación con las autoridades, e inmediatamente procedieron a practicar registros en todos los garages de la ciudad.

En el Centro Obrero, donde están domiciliados los Sindicatos únicos, detuvieron a cuatro individuos que había allí, conduciéndoles al cuartel de la guardia civil.

En el mismo Centro fue detenido poco después otro individuo.

Fuerzas de la guardia civil y de policía, practicaron varios registros domiciliarios, deteniendo a algunos significados sindicalistas.

Se ha montado un servicio especial de vigilancia en las carreteras.

Anoche y esta madrugada se han realizado más registros.

Acerca de los registros y las detenciones que se han practicado, se guarda, absoluta reserva.



Más detenciones

Anoche el gobernador civil general Lossada, después de confirmar los pormenores que hemos dado de este importante servicio de la guardia civil, nos manifestó que la policía había detenido a cinco significados sindicalistas a los que se considera directamente complicados en el suceso.

La labor de la policía

Con motivo del hallazgo de las bombas ocupadas el domingo último en la carretera de Rubí a San Cugat, la policía ha realizado estos días gran número de pesquisas encaminadas al descubrimiento de cuantos estén complicados en éste asunto. En las barriadas de Sans y Hostafranchs se han efectuado algunos registros para ver si se logra descubrir el sitio donde fabricaban los explosivos.


Acerca del resultado de estas diligencias se guarda gran reserva, pero se dice que se han hecho algunas detenciones de individuos que se supone complicados en este asunto.

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