martes, 25 de junio de 2013

La Vanguardia, Edición del jueves, 04 enero 1923, página 12


En Tarrasa celebróse la inauguración oficial del Centró Tarrasense, con una conferencia por el diputado provincial por Tarrasa-Sabadell don Álvaro Vinyals.

En el salón de actos de dicha entidad estaban los primates del partido salista de Tarrasa y crecido número de correligionarios, hasta rebosar de público aquél.

Después de breves palabras de don Salvador Utset, vicepresidente del expresado centro, el señor Vinyals desarrollo su anunciado tema: «Orientaciones a seguir en lo futuro por el Centro Tarrasense».

Empezó parodiando la frase de: «El Rey ha muerto». «¡Viva el Rey!». Dijo que frente a la retirada del señor Sala de la política han de exclamar los buenos tarrasenses: «¡Viva el Salismo!», no respondiendo con ello a personalismos sino inspirándose en la actuación que, en pro de Tarrasa, Cataluña y España ha trazado la conducta seguida por don Alfonso Sala.

Al recordar el ideario a que obedeció siempre el señor Sala, indicó que el primero de sus grandes amores, era Tarrasa, al servicio de la cual puso todas sus energías.

«Nosotros—continuó—recogeremos ese legado del amor a Tarrasa y nuestra futura actuación será siempre el bien y la prosperidad de Tarrasa la que nos alentará, sobreponiéndolo a toda clase de miras partidistas y políticas». Ese mismo amor, dice, que llevó al señor Sala y nos llevará a nosotros a ser paladines entusiastas de la autonomía municipal, como base de la regional, siempre dentro de España.

Dice que la política del Centro Tarrasense, respecto a la autonomía regional, se reducirá a seguir las huellas trazadas por tan ilustre patricio. Refiriéndose al dictamen de la Comisión Parlamentaria sobre autonomía municipal y regional, analiza alguna de sus partes, que encomia, recordando también al efecto la patriótica intervención del señor Sala.

En el Centro Tarrasense, continúa, tenemos las dos banderas, catalana y española, ya que ellas representan las gestas catalanas y las de todas las regiones españolas juntas, fruto de una convivencia de varios siglos, de mutuos intereses y lazos históricos y de verdadero amor.

Dijo que España formaba también en los grandes amores del señor Sala, y que las cosas de España no pueden ser ajenas a los buenos catalanes, estudiando los principales problemas que gravitan sobre la nación, haciendo especial mención del marroquí, sobre las responsabilidades derivadas del expediente Picasso, añadiendo que había que mover a la opinión para que no quedaran impunes como sé pretende.

Acerca de la futura actuación política local; encareció la necesidad de mantener la fuerza política del Salismo, ya que ella habrá de decidir todas las luchas políticas. De abandonar esta fuerza, demostraríamos—añadió—que seguíamos a un hombre solo por afecto, y no por sus ideales.

El señor Sala al retirarse manifestó que se convertía en un soldado de filas y en su puesto ha de hallarse siempre que lo reclame el interés de Tarrasa y su distrito.

En cuanto al homenaje que piensan dedicar al señor Sala le pareció lo mejor editar los discursos pronunciados en. el Parlamento ya que con ello se haría un bien a la nación y terminó pidiendo un voto de confianza para la junta que se otorgó unánimemente.

El orador fue muy aplaudido.

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