En Tarrasa celebróse la
inauguración oficial del Centró Tarrasense, con una conferencia por el diputado
provincial por Tarrasa-Sabadell don Álvaro Vinyals.
En el salón de actos de
dicha entidad estaban los primates del partido salista de Tarrasa y crecido
número de correligionarios, hasta rebosar de público aquél.
Después de breves palabras
de don Salvador Utset, vicepresidente del expresado centro, el señor Vinyals
desarrollo su anunciado tema: «Orientaciones a seguir en lo futuro por el
Centro Tarrasense».
Empezó parodiando la frase
de: «El Rey ha muerto». «¡Viva el Rey!». Dijo que frente a la retirada del
señor Sala de la política han de exclamar los buenos tarrasenses: «¡Viva el Salismo!»,
no respondiendo con ello a personalismos sino inspirándose en la actuación que,
en pro de Tarrasa, Cataluña y España ha trazado la conducta seguida por don
Alfonso Sala.
Al recordar el ideario a
que obedeció siempre el señor Sala, indicó que el primero de sus grandes amores,
era Tarrasa, al servicio de la cual puso todas sus energías.
«Nosotros—continuó—recogeremos
ese legado del amor a Tarrasa y nuestra futura actuación será siempre el bien y
la prosperidad de Tarrasa la que nos alentará, sobreponiéndolo a toda clase de
miras partidistas y políticas». Ese mismo amor, dice, que llevó al señor Sala y
nos llevará a nosotros a ser paladines entusiastas de la autonomía municipal,
como base de la regional, siempre dentro de España.
Dice que la política del
Centro Tarrasense, respecto a la autonomía regional, se reducirá a seguir las
huellas trazadas por tan ilustre patricio. Refiriéndose al dictamen de la Comisión Parlamentaria
sobre autonomía municipal y regional, analiza alguna de sus partes, que
encomia, recordando también al efecto la patriótica intervención del señor
Sala.
En el Centro Tarrasense,
continúa, tenemos las dos banderas, catalana y española, ya que ellas representan
las gestas catalanas y las de todas las regiones españolas juntas, fruto de una
convivencia de varios siglos, de mutuos intereses y lazos históricos y de
verdadero amor.
Dijo que España formaba también
en los grandes amores del señor Sala, y que las cosas de España no pueden ser
ajenas a los buenos catalanes, estudiando los principales problemas que
gravitan sobre la nación, haciendo especial mención del marroquí, sobre las
responsabilidades derivadas del expediente Picasso, añadiendo que había que
mover a la opinión para que no quedaran impunes como sé pretende.
Acerca de la futura
actuación política local; encareció la necesidad de mantener la fuerza política
del Salismo, ya que ella habrá de decidir todas las luchas políticas. De
abandonar esta fuerza, demostraríamos—añadió—que seguíamos a un hombre solo por
afecto, y no por sus ideales.
El señor Sala al retirarse
manifestó que se convertía en un soldado de filas y en su puesto ha de hallarse
siempre que lo reclame el interés de Tarrasa y su distrito.
En cuanto al homenaje que
piensan dedicar al señor Sala le pareció lo mejor editar los discursos
pronunciados en. el Parlamento ya que con ello se haría un bien a la nación y
terminó pidiendo un voto de confianza para la junta que se otorgó unánimemente.
El orador fue muy
aplaudido.
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