EN EL FOMENTO
En el salón de actos del
Fomento del Trabajo Nacional, celebrose ayer la magna asamblea convocada para
protestar contra la ley sobre autorizaciones arancelarias, aprobada por ambas
Cámaras; pero pendiente aún de aprobación de la comisión mixta del Senado y del
Congreso que ha de unificar los dictámenes aprobados por los dos cuerpos
Colegisladores.
Ocupa la presidencia el
que desempeña la de la entidad don Domingo Sert y le acompañan a la derecha los
señores conde de Caralt, Olivé, presidentes de las Cámaras de Comercio de
Tarrasa y de Lérida y Barba y a la izquierda, el vicepresidente señor Alier, presidentes
del Gremio de Fabricantes y de la
Cámara de Comercio de Sabadell, vizconde de Cussó y Gual,
presidente de la Asociación
de Fabricantes de tejidos de lana de Sabadell. Actuó de secretario, don
Marcelino Graell.
El acto, anunciado para
las cinco, comenzó a las seis menos cuarto.
El secretario dió cuenta
de las adhesiones recibidas, entre las cuales figuran las de los señores Sedó
(don Luis), Sala (don Alfonso), Marqués, Bartrina, Marqués de Alella y Cámaras
de Comercio de Manresa, Lérida, Palma de Mallorca y San Feliu de Guixols.
El señor Sert expone el
objeto de la reunión y dice que, a pesar de las promesas recibidas, se ha
presentado a las Cortes, aprovechando la modificación ministerial, Una ley sobre
autorizaciones arancelarias que lesiona gravemente los intereses de la
producción.
Lamenta que una vez más se
haya faltado a la palabra seriamente empeñada, a las seguridades que hicieron
concebir esperanzas de que en la importante cuestión del arancel se obraría a
plena luz y con conocimiento de los elementos productores.
Lee párrafos1, del «Diario
de Sesiones», discurso pronunciado por el ministro de Hacienda, para demostrar
que al concebir esas esperanzas no lo hizo a la ligera; y recuerda conversaciones
tenidas con el mismo ministro y otros detalles que en realidad no permitían
esperar Io que ha sucedido.
Afirma que la crisis no fué
motivada, como se dijo, por disconformidad de los ministros dimisionarios con
el restablecimiento de las garantías constitucionales, sino por no haberse
cumplido la promesa formal del presidente del Consejo y del ministro de
Hacienda de que desaparecía del dictamen de la comisión la frase «de ordinario».
Añade que la culpa de lo
ocurrido no debe achacarse tanto a la insinceridad política como al abandono en
que la misma producción deja sus propios intereses, como lo prueban las exiguas
votaciones favorables obtenidas, la mayor de las cuales apenas llegaba al 15
por ciento.
Sigue relatando las
gestiones hechas en Madrid, e incidentalmente manifiesta que la producción nacional
no se salvará mientras no se haga abstracción de la política en los asuntos
económicos y entiende que esto ha de tenerse en cuenta en épocas electorales, cuando
se solicite el voto de los productores. Exijan éstos entonces la formal oferta
de apoyo y sino obren, en consecuencia.
Dirige palabras de
agradecimiento a los parlamentarios que apoyaron al Fomento y a la producción y
termina encareciendo la necesidad urgente de sacudir la apatía y trabajar con
denuedo para salir victoriosos en la contienda empeñada.
Habla el señor conde de
Caralt y refiriéndose a palabras del señor Sert, dice que no ha de faltarle a
éste no sólo el apoyo del Fomento, sino el de todas las sociedades, patronales
y obreras, en esta lucha por la defensa de los intereses genérales.
No le sorprende lo
ocurrido, antes le parece consecuencia, lógica de determinadas maniobras
políticas.
Recuerda los .trabajos, de
confección del Arancel y lamenta que así en éstos como en los de revisiones
arancelarias se permita la intervención de cónsules y embajadores.
Ofrece su apoyo personal y
como presidente de la Cámara
de Industria al presidente del Fomento; se muestra francamente optimista respecto
al resultado final de la lucha entablada y opina que es necesaria la actuación
constante cerca del gobierno para conseguir las mayores ventajas para la
producción y la intervención en los trabajos de confección de los tratados de
comercio en beneficio de los intereses nacionales.
Termina invitando a todos
los productores a que presten completo y eficaz apoyo a la gestión del Fomento
y proponiendo que después de exponer a las autoridades de la región la
importancia de los males que una dejación arancelaria acarrearía a la
producción nacional, se recabe la cooperación de aquellos a la salvadora
campaña del Fomento.
Agradece el señor Sert los
ofrecimientos del conde de Caralt y espera mucho del luminoso informe de la Cámara oficial de la Industria.
El señor Gual, por las
sociedades económicas de Sabadell, afirma que la aprobación precipitada de esa
ley contra la cual se protesta, ha causado entre los productores impresión penosísima.
No comparte los optimismos
del señor, conde de Caralt y se extiende en detalles técnicos acerca del
alcance de la autorización arancelaria.
Se refiere a los métodos
de lucha y afirma que mientras los industriales todo lo confían al telégrafo,
remitiendo despachos de protesta a millares, los agrarios, lo remueven todo y
no dejan tranquilos ni a los parlamentarios ni a los oficinistas, ni al
gobierno, hasta salirse con la. suya.
El señor Oliva, de la Unión metalúrgica de Villanueva,
se muestra francamente pesimista no tanto por la batalla perdida como por la
despreocupación industrial que se encoje de hombros ante la .gravedad de esa
ley de autorizaciones que ha venido a matar una industria básica en todos los países
como lo es la metalúrgica.
Termina insistiendo en la
urgencia del común esfuerzo para salvar los intereses generales.
Hace uso de la palabra el
señor vizconde de Cussó, extendiéndose en consideraciones acerca del alcance de
la lucha perdida por los industriales y ganada por los agricultores y de la que
va a plantearse con los comerciantes.
Explica sus gestiones como
presidenta del Fomento, cerca del gobierno anterior y afirma que la ley de
autorizaciones es la misma formulada siendo ministro el señor Cambó, con el
único añadido del y «de ordinario». Hace notar que entre la parte dispositiva y
el preámbulo hay varias contradicciones.
Manifiesta que Francia,
Inglaterra y Suiza, han suspendido los trabajos que llevaban a efecto para la
formación de los tratados comerciales respectivos desde que en esa ley de
autorizaciones, viera la manera de sacar más provecho en beneficio de sus
intereses.
Termina ofreciendo su más
decidido apoyo a cuanto se haga en sentido proteccionista y luego da lectura de
las siguientes conclusiones:
Primera—No deben hacerse
concesiones por debajo de la segunda columna que es la mínima del Arancel.
Segunda—Que los tratados
no sean efectivos sin el «referéndum» de las Cortes con arreglo a la Constitución del
Estado.
Tercera—Que formen parte
de la comisión de negociaciones técnicos de la clase productora, industriales y
agrarios y no sólo como ahora funcionarios del Estado.
El presidente de la Cámara de Comercio de
Tarrasa en nombre de ésta y del Instituto Industrial de dicha ciudad, abunda en
conceptos vertidos por las anteriores y ofrece el más decidido apoyo de las
entidades que representa.
El presidente de la Cámara de Comercio de Lérida,
de su conformidad a las manifestaciones hechas por los oradores y está
dispuesto a secundar cuantos trabajos se hagan.
El señor Sert, agradece
los anteriores ofrecimientos y después de someter las conclusiones a la
asamblea y aprobarlas ésta por unanimidad, levanta el acto a las ocho menos cuarto.
Además de las entidades
citadas, tenían representación las siguientes:
Asociación de Fabricantes
de Manresa, Fomento del Trabajo de Villanueva y Geltrú, Asociación de
Fabricantes de Juguetes de España, Mancomunidad de Fabricantes de tejidos de
algodón, Unión Patronal de las Artes del Libro, presidentes de las Agrupaciones
textiles de correas, curtidos, gomas, secar, productos químicos, vidrio,
carbón, etc.
El salón de actos llenóse
por completo y reinó en la asamblea mucho entusiasmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario