domingo, 13 de abril de 2014

La Vanguardia, Edición del viernes, 30 octubre 1925, página 13

MATADEPERA

Anoche, a las veinte horas, en la propiedad conocida por «Can Vinyés», y aprovechando el resplandor de la luna, fue muerto por los atrevidos cazadores, el vecino de ésta Felío Valls y el veraneante Juan Burch Banchs, otro tejón macho. Desde tiempo venía quejándose el colono de dicha casa de campo, distante de esta localidad 500 metros, de que, por ciertos animales dañinos, se le ocasionaban serios perjuicios a las huertas y frutales, en particular los tomates se los comían con avidez. Puestos en acecho los cazadores, llegaron a descubrir una madriguera o escondrijo, y después de varías noches, lograron dar alcance al segundo de estos paquidermos. Fue herido por el primero rozándole el espinazo, y por el segundo de un tiro certero en la cabeza. Fue exhibido por los mismos cazadores al alcalde de esta población, quien les felicitó calurosamente, cundiendo seguidamente la noticias por toda la localidad.

Seguidamente acudieron autos de Tarrasa y de Sabadell con individuos interesados, los más, en adquirirlo para sus despachos, previa disecación, sometiéndose casi a la llana el precio del mismo, siendo, finalmente, comprado por un barcelonés. Es un ejemplar, según los comentarios que ha sugerido, muy original, por el color del pelo y encrespado del mismo. Su peso se calculaba de 15 a 20 kilos.

El sábado último se celebró con la animación y fervor de los años anteriores la fiesta llamada «del most», especie de «aplec» que organizan los mataperenses una vez se ha recolectado la uva.

Por ficho motivo es tradición el día señalado celebrar en la ermita de San Lorenzo del Munt un oficio, al cual asiste la mayoría del vecindario. A pie, a pesar de la distancia de diez kilómetros, y con un tiempo borrascoso en extremo, dando fervorosas muestras de fe y religión, se encaminaron a la montaña, figurando al frente de la peregrinación el venerado párroco de ésta don Jaime Torres Gascó, el que despreciando la cabalgadura ofrecida, emprendió la senda a pie firme, llegando a las diez. Revestido de los ornamentos sagrados, celebró el santo sacrificio de la misa; con un gran concurso de fieles, que llenó a rebosar la capilla se cantaron los gozos del santo.

Celebrada la tradicional fiesta, retornaron los romeros a la localidad, disparando a la entrada de la población las armas. El párroco dió las gracias a los concurrentes por la perseverancia en sus creencias, y terminó el día con bailables ejecutados por un ajustado quinteto en las distintas sociedades recreativas.

—Corresponsal.



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