Sesión de constitución
La nueva Mancomunidad
Una misa
A las
diez de la mañana de ayer se celebró en la capilla de San Jorge, del Palacio de
la Generalidad ,
una misa, en la que ofició el Rdo. Antonio Barraquer, y a la cual asistieron el
presidente accidental de la
Mancomunidad , general don Carlos de Lossada, don Alfonso
Sala, el marqués de Marianao, y buen número de diputadlos de la Mancomunidad.
Durante
la misa se cantaron las antífonas a la Virgen.
La sesión de constitución
A las
once y media, y ocupando la presidencia el general Lossada, se reunió en
asamblea la nueva Mancomunidad, de Cataluña, para proceder a su constitución,
Al general Lossada acompañaban en la mesa presidencial cuatro señores diputados
secretarios, representantes de las cuatro provincias catalanas.
El presidente
ordenó la lectura del decreto disolviendo la anterior Mancomunidad y dictando reglas
para la constitución de la nueva. Seguidamente se dió lectura de los
nombramientos de los nuevos diputados, por Diputaciones. Se leyó luego la
convocatoria de la asamblea, y se procedió a la elección de presidente de la Corporación ,
resultando elegido don Alfonso Sala, por 86 votos y una papeleta era en blanco.
El
general Lossada, en nombre del Directorio, y en el suyo propio, después de
felicitar al nuevo
presidente, hace votos para que la Corporación siga el rumbo próspero que ha tenido
hasta aquí, dándole nueva vida, y dice que la constitución de la Mancomunidad es la
mejor prueba de que el gobierno no quería suprimirla, como por parte de algunos
se ha venido diciendo.
Discurso
del presidente
A
continuación hizo uso de la palabra el nuevo presidente, don Alfonso Sala,
quien comenzó con sinceras frases de gratitud, diciendo que hará cuanto pueda
para hacerse digno de la confianza que en él han depositado sus compañeros de
Diputación catalana al elevarte a la presidencia de la Mancomunidad y que
consideraría como la más grande de sus tristezas si no supiera o no pudiera
corresponder a los legítimos anhelos de paz y de concordia que inspiran y
alientan a todos los buenos catalanes.
Recordó
que en primeros de noviembre se cumplirán treinta y seis años que entró en aquella
casa como diputado provincial elegido por su querida ciudad natal de Tarrasa, que,
con Sabadell y Manresa, formaban entonces un distrito electoral para diputados provinciales,
siendo elegido en 1888, hasta que en 1893 fué elegido diputado a Cortes por
Tarrasa, y declara que los cinco años que pasó en la Diputación provincial
los recuerda como los mejores de su vida, al lado de aquellos ilustres
patricios catalanes, bien pronto olvidados, a pesar de que tanto hicieron hasta
conseguir que la Diputación
provincial de Barcelona fuera considerada por su prestigio, por su seriedad y
por su patriotismo y su crédito, como la primera de España.
Añade
que, a pesar de haber vivido alejado de la Diputación desde
aquella fecha, a consecuencia de sus deberes de diputado a Cortes, elegido
catorce veces por sus queridos paisanos de Tarrasa, ha vivido en constante relación
con ella y ha prestado su concurso a las obras de la Diputación cuando le ha
sido solicitado, entre otras veces cuando hace diez y siete años presentó y
defendió una enmienda a la ley de presupuestos por virtud de la cual se
hicieron los concursos para la construcción, de caminos vecinales en la provincia
de Barcelona con subvención del Estado y que, con algunas modificaciones, rige
actualmente, y cuando no hace aún doce años defendió en el Congreso el proyecto
de ley de Mancomunidades provinciales presentado por el señor Canalejas e
inspirado en las bases presentadas por la Diputación provincial de Barcelona.
Manifiesta
que nunca había soñado ocupar aquel elevado sitial, pero las circunstancias son
las que mandan en la vida. En estos momentos críticos para España y para
Cataluña, nadie puede ni debe desertar del puesto que le asignan.
Dirigiéndose
luego a los diputados, les dice: La misión que se nos ha encomendado es de las
más graves y difíciles, pero también de las mas honrosas, pues de nuestra
conducta depende en gran parte que se encaucen los graves problemas que han
tenido perturbada la vida de Cataluña y de toda España.
Nuestra
responsabilidad es grande, la mía es inmensa, pero confío en vuestro concurso, en
vuestras luces, en vuestros consejos, en vuestros votos para que salgamos
airosos de nuestro cometido, en bien de Cataluña y de España.
No sólo
hemos de conservar, sino también de enaltecer todas las instituciones
genuinamente catalanas y que en nada afectan a la soberanía del Estado ni a la
unidad de la nación española. El pueblo catalán tiene ansias de paz, y pide que
de una vez cesen esos antagonismos y entren esos problemas en los cauces de la
legalidad. Esta ha de ser nuestra obra.
Se ha
intentado varias veces: Maura, con su proyecto de régimen local; Canalejas, con su ley de
Mancomunidades; Romanones, con su comisión extraparlamentaria, y nada se ha
conseguido, por dos razones poderosas, imputable la una a los de allá y la otra
a los de aquí.
El régimen
político imperante Impedía la función eficaz de las Cortes como órgano legislativo
de la nación, y aquí se planteó el problema con tal confusión y con tales
ligerezas, que hemos visto clamar con ansia por aquello mismo que se repudió con
ira.
Con tales
veleidades ningún pueblo puede resolver sus problemas. Toca, pues, a nosotros, precisarlos
y definirlos, inspirándonos en un criterio reflexivo y serio. Por mi
parte—dice,—estoy dispuesto a sostener y a defender la Mancomunidad con los
mismos entusiasmos con que lo hice en 1912, formando parte de la comisión
parlamentaria del Congreso junto con los señores Corominas y Cambó, que aprobó
el proyecto de ley de Mancomunidades.
Contestando
a la oposición que se hacía a aquel proyecto afirme que tenía carácter nacional
en el sentido de que en España la unidad nacional es una realidad nacional e
histórica.
Afirma
luego el fundamento de la ley de Mancomunidades. El Estado es la nación constituida
en organismo corporativo para atender a las necesidades que el hombre no
puede
satisfacer ni por sí ni por medio de la asociación natural de una manera
económica; por consiguiente, el Estado necesita apoyarse en fuertes organismos
locales para satisfacer esas necesidades, servicios públicos que nada tienen
que ver con la soberanía del Estado ni con la unidad de la nación, pero que, en
cambio tienen que ver con la satisfacción de las necesidades públicas, que esos
organismos locales pueden realizar con más facilidad y con más ventaja para la
administración. Sobre esta base se fundía la ley de las Mancomunidades.
Tenía esa
ley dos partes: la
Mancomunidad para los servicios provinciales encomendados a
las diputaciones, y la
Mancomunidad con servicios delegados del Estado. Se
estableció que para las delegaciones se requería la aprobación de las Cortes
por medio de una ley; pero el asesinato del malogrado Canalejas impidió que
fuera ley del Reino aquel proyecto, que fue aprobado por el Congreso y su
primer artículo también por el Senado, y esto hizo que más tarde se pudieran crear
por real decreto las Mancomunidades; pero sólo se creó la primera parte del proyecto
del señor Canalejas, o sea las mancomunidades para los servicios encomendados a
las diputaciones. Esta es la legalidad actual.
¿Cuál ha
de ser nuestro programa en esta cuestión tan vital? En mi sentir, hemos de
preparar el terreno pana ir a la segunda parte del provecto de Canalejas, o sea
a la Mancomunidad
con delegaciones del Estadio en aquellos servicios que nada tienen que ver con
la soberanía y la unidad nacional, pero que sí tienen que ver con la
satisfacción de las necesidades públicas con ventaja para la Administración. A
nosotros nos toca desbrozar el camino para que puedan realizarse. Para ello
hemos de remover todos los obstáculos acumulados por la política y por la pasión,
que hacían imposible la solución, del problema, y esto sólo justifica nuestra
presencia interina en este sitio. Hemos de comenzar, ante todo, depurando la
administración de la
Mancomunidad , para que sea un modelo de administración; hemos
de realzar el crédito de la
Mancomunidad con una administración pulcra y austera, como
camino para preparar la obtención de las delegaciones.
Uno de
los puntos más destacados es el del idioma, porque nada hay que, más afecte a los
sentimientos de un pueblo como lo que afecta a su idioma, que es la expresión
de su alma. Nosotros hemos de declarar que amamos a nuestro idioma catalán con
el férvido amor con que la aman los catalanes más exaltados; que nosotros hemos
de alentar todas las instituciones de cultura, de arte, que purifican y
ennoblecen la lengua catalana, pero esas son cuestiones que, no sólo se
resuelven por el sentimiento, que, exaltada, puede ser pasión, sino con la
reflexión. Yo invito a mis paisanos a reflexionar si por sentimiento se puede
postergar o eliminar la hermosa lengua castellana, que es el lazo de unión con
todas las regiones de España y el vehículo poderoso que nos une y enlaza con todas
las naciones hispano-americanas en el momento en que éstas resurgen con ímpetu a
la vida de los pueblos. Piensen todos si cuando en los Estados Unidos, en
Alemania y en Inglaterra se crean enseñanzas de la lengua española, es lógico
que la eliminemos nosotros de nuestra tierra catalana. Yo pregunto si hay
atentado más grande para la expansión de Barcelona y de Cataluña, como el que
resultaría de eliminar de nuestras aulas y de nuestros centros oficiales la
hermosa habla de Cervantes.
Terminó
el señor Sala con un elocuente período excitando a todos a la paz y a la concordia
y diciendo al final:
Los que
salieron de aquí nos dijeron que nos dejaban un cuerpo sin alma. Demostrémosles
nosotros que queda aquí el alma catalana, reflexiva, tenaz, amorosa, que les
espera con los brazos abiertos para continuar juntos la obra de la Mancomunidad , por la paz,
la prosperidad, la grandeza y la gloria de Cataluña y de España.
El señor
Sala, que en diferentes períodos de su elocuente discurso fue interrumpido con aplausos,
recibió al finalizar una gran ovación. Todos los diputados, puestos en pie, le aplauden
entusiasmados, y desfilan ante él para saludarle y felicitarle.
Sigue la sesión :: Los demás cargos
A
propuesta del diputado por Gerona señor Bassols, se acordó imprimir y repartir
profusamente por toda España el magnifico discurso del nuevo presidente de la Mancomunidad.
El
general Lossada propone, en vista de la unanimidad que había habido para la
elección del presidente, que se elijan por aclamación, el vicepresidente y los
secretarios. Así se acuerda, siendo proclamados vicepresidente primero, señor
marqués de Marianao; ídem. segundo, don Francisco Xammar y Aldomá; ídem
tercero, don Juan Vives y Anguera; ídem cuarta, don Eduardo de Fonsdeviela
.
También
se eligen por aclamación los siguientes secretarios:
Primero,
don Jaime Bartrina y Mas; segundo, don Alberto Casañé; tercero, don Sebastián Solá
y Sol; cuarto, don Antonio Pons y Arola.
El
marqués de Mariano ocupó su sitial en la presidencia de la asamblea y en
elocuentes palabras, agradeció la designación, e hizo protestas de su amor a
Cataluña y a España, diciendo que no se concibe que un solo sector quiera
atribuirse el patrimonio del cariño a Cataluña. Añade que no cree que Cataluña
pueda ser feliz sin España ni España sin Cataluña, y que ésta sería pronto
absorbida por alguna otra nación si un día llegara a separarse del resto de
España.
Afirma su
creencia en que Cataluña tendrá lo que merece, y afirma que lo bueno que aquí
encuentren será conservado, y lo malo se modificará para hacerlo bueno.
Dedica
frases a los empleados de la
Mancomunidad , de los que espera eficaz colaboración, y saludó
a la prensa, de la que también confía en obtener el apoyo necesario en la
difícil misión confiada a los nuevos diputados.
Termina
proponiendo que se dirija un telegrama de adhesión a S. M. el Rey y al
Directorio, acordándose así por unanimidad.
A
continuación se procedió a la votación para elegir los señores que han de
constituir el Consejo permanente de la Mancomunidad , resultando nombrados los mismos
cuyos nombres dimos ayer al dar cuenta del cartapacio, todos los cuales
ocuparon sus respectivos sitios en el banco del Consejo, a cuya cabecera se
sienta don Alfonso Sala.
Se leyó a
continuación el acta de la asamblea anterior, de la cual se dio por enterada la
actual asamblea.
Seguidamente
se leyeron los nombres de los señores que se proponían para constituir las
comisiones, que fueron aprobados por aclamación. Las comisiones quedan
constituidas en la siguiente forma:
COMISIÓN
DE REFORMA DEL REGLAMENTO.— Señor marqués de Marianao, don Francisco de Prats,
don José Ponsá, don José Vilahur, don Pedro de Pol, don Juan de Mas Arán, don
Marcelino Gil de Castro, don Ramón Salomón Martí, don Manuel Guasch Monravá.
COMISIÓN
DE CULTURA.-Señor conde de Belloch, don Antonio Robert, don Francisco Prats,
don Fernando Casadevall, don Jaime Bartrina, don José Martínez de San Miguel, don
Juan Cortada, don José M. Serrano García, don Manuel Castellví Feliu.
COMISIÓN
DE OBRAS PUBLICAS Y COMUNICACIONES.—-Don Enrique Sagnier, don José M. Llobet,
don Santiago Güell, señor marqués de Marianao, don Manuel Almeda, don Salvador
Bonet, don Ramón Adroher, don Casimiro de Sangenís, don Pelayo Fontseré, don
Sebastián Solé, don José A. López Bertrán, don José Domingo Crego, don Alberto Casañé
Soler.
COMISIÓN
DE POLÍTICA SOCIAL.—Don José Ponsá, don Francisco de Prats, don Francisco Monlló,
don Federico Bassols, don Eduardo de Fonsdeviela, don Samuel Mestres, don
Estanislao Ramonet, don Gabriel Roig González, don Francisco Montané Targa.
COMISIÓN
DE AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO.—Don Francisco Santacana, don Francisco
Pulit, don Juan Rovira y Esteva, don José Grau, don Heradio Ripoll, don Mariano
Ferrer, don Francisco Xammar, don Alfonso Valeta Minguella, don José Corriá Figuerola,
don Juan B. Vives Anguera, don Manuel Orovio Romeu, don Francisco Blasi Pocorull.
COMISIÓN
DE INTERESES GENERALES.—Don Cayetano María, don Antonio Rosal, don
Antonio Pons y Arola, don Emilio Juncadella, don Ramón Puig y Ribas ,don Juan Moragas,
don Salvador Auguet, don José Tous, don Juan Reñé, don Conrado Pujol, don Ramón
Salomón Martí, don Juan Audi Princep.
COMISIÓN
DE HACIENDA.—Señor marqués de Cabanas, don Agustín Armengol, don Dionisio
Conde, don Ramón de Berenguer, don Antonio Montseny, don Ángel Traval, don Ricardo
Vilalta, don Juan Sanfeliu, don Pablo Gasull.
COMISIÓN
DE BENEFICENCIA Y SANIDAD.—Doctor don Manuel Menacho Peyrón, doctor don
Francisco Esquerdo Rodoreda, don Ramón Parés y Vilasau, don Manuel Burch Solanich,
don Alejandro Dalmau Coll, don José Llangort Planas, don Joaquín Francés
Planas, doctor don Raimundo Ferré y Vizcarro, doctor don Cristóbal Loscos
Naguila.
Suplencia
de presidente
Se dió
cuenta de una proposición firmada por el señor Marfá y otros señores diputados,
en la que se pide que el acuerdo del 13 de septiembre de 1919, que hace
referencia a la substitución del presidente en casos de ausencia o enfermedad,
quede adicionado con el de que la asamblea asimismo faculta también al Consejo
para que en los casos de ausencia o enfermedad del presidente, pueda delegar las
facultades presidenciales en uno de los consejeros, quien asumirá durante la
sustitución, las facultades que señala el Estatuto, excepto las referentes a la
presidencia de la asamblea.
Quedó
aprobada por unanimidad.
El señor
Thous, diputado del valle de Aran, manifiesta que debía celebrarse una nueva sesión,
porque hay muchas comarcas, y principalmente la que él representa, que tienen que
exponer sus aspiraciones a la
Mancomunidad , porque se ven abandonadas.
El señor
Trabal dice que en todo caso podría exponerlas al Consejo, para que éste las tenga
en cuenta, y si ha de ser cosa de la asamblea se habría de esperar a la
asamblea próxima, teniendo en cuenta que el Consejo acaba de tomar posesión y
no está todavía enterado de los asuntos, y, por consiguiente, no podría,
contestar y sería perder el tiempo.
En el
mismo sentado se expresa el marqués de Marianao.
El señor
Sala dice que el Consejo recogerá con mucho gusto las aspiraciones de las comarcas
catalanas y procurará atenderlas, principalmente las de aquellas que, como el valle
de Arán se hallan distantes del centro de Cataluña y están casi abandonadas,
porque cree que la acción de la
Mancomunidad ha de extenderse hasta ellas para mejorar su
condición, pero está de acuerdo con lo dicho por el señor Trabal e invita al
señor Thous a que exponga estas aspiraciones a los miembros del Consejo
permanente que representan a la provincia: de Lérida, y el Consejo hará cuanto
pueda en beneficio de aquellas aspiraciones que son legítimas.
El señor
Thous agradece las manifestaciones del señor Sala, hechas en nombre del Consejo,
y dice que son atendibles las razones que se le han expuesto, pero no quiere terminar
la sesión sin hacer una declaración, porque en la asamblea anterior se había
indicado que el valle de Aran tenía propósitos de un determinado anexionismo,
especie absolutamente falsa, pues los araneses son españoles, quieren ser españoles
y serán siempre españoles, pese a quien pese. (Grandes aplausos)
Final de la sesión
A las dos
menos cuarto de la tarde, y no habiendo otros asuntos de que tratar, el marqués
de Marianao levantó la sesión.
Telegramas
En
cumplimiento de lo acordado en la asamblea y en la primera, sesión del Consejo
permanente, se han expedido los siguientes telegramas:
«Excmo.
señor presidente del directorio militar. Madrid.—Reunida asamblea Mancomunidad
de Cataluña, en sesión de constitución, acuerda, por voto unánime, dirigirse a V.
E. expresándole el testimonio de su ferviente adhesión. Salúdale
afectuosamente..—.El presidente, marqués de Marianao.»
—«Excmo.
señor marqués de la
Torrecllla , mayordomo mayor de Palacio. Madrid.—Reunida asamblea
Mancomunidad de Cataluña, en sesión de constitución, acuerda, por unanimidad, expresar
a V. E. para que se sirva transmitirlo a S. M. el Rey, su respetuoso homenaje e
inquebrantable adhesión. Le saluda afectuosamente.—El presidente, marqués de
Marianao.»
—«Excmo.
señor presidente del Directorio militar. Madrid—Reunido el Consejo permanente de
la Mancomunidad
de Cataluña, en su primera sesión, toma el acuerdo unánime de expresar a V. E.
su afectuosa simpatía y adhesión. Le saluda afectuosamente.—El presidente, Alfonso
Sala.»
—«Excmo.
señor subsecretario de Gobernación. Madrid.—El Consejo permanente de la Mancomunidad de
Cataluña, en su primera reunión, ha tomado unánimemente el acuerdo de saludar
afectuosamente a V. E., manifestándole el propósito de colaborar con entusiasmo
a la obra del gobierno. Le saluda.—El presidente, Alfonso Sala.
—«Excmo.
señor marqués de la
Torrecilla , mayordomo mayor de Palacio. Madrid.—El
Consejo permanente
de la Mancomunidad
de Cataluña, en su primera reunión, ha acordado por unanimidad expresar a V.
E., para que se sirva transmitirlo a S. M. el Rey, el testimonio de su
ferviente adhesión y homenaje. Le saluda afectuosamente.—El presidente, Alfonso
Sala.»
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