Visto desde el marco histórico general, se tiene que admitir que el período cronológico en que Terrassa puede ser plenamente considerada como una ciudad industrial es realmente corto. Entre el momento de origen de la villa medieval, en el siglo XII, y el inicio de las transformaciones económicas del siglo XVIII pasaron más de cinco siglos en los que las actividades productivas del sector secundario se organizaron en su practica totalidad alrededor de pequeños talleres de artesanos más o menos especializados.
Hasta el siglo XIX, Terrassa fue un núcleo de dimensiones muy reducidas, El año 1716, cuando todavia no habia empezado el proceso de modernización de las actividades textiles laneras, su población era solamente de 931 habitantes. Una parte considerable de éstos, eran pequeños agricultores y el resto, artesanos. Durante los siglos XVI y XVII, la producción de tejidos de lana se habia convertido en una de las principales actividades de esta comunidad artesanal. Todo nos hace pensar que el desarrollo terrassense de estos momentos tiene que inscribirse en el marco de la expansión de las producciones rurales de tejidos de lana, consecuencia de la quiebra de los grandes centros productores de la época medieval. Hasta a inicios del siglo XVIII, la producción lanera se organizaba alrededor de dos gremios, el de "teixidors" y el de "paraires". Estos últimos controlaban casi todo el proceso productivo de la lana, y este hecho produjo crecientes tensiones con los tejedores. Con todo, las modestas dimensiones demográficas de la villa y el tardío origen de su sector lanero tenia que limitar el ámbito de actuación de la citada estructura gremial.
A finales del siglo XVIII, la ruptura de la revolución industrial inició un proceso de desarrollo especialmente centrado en el subsector lanero. Su industrialización explica el crecimiento de la ciudad de Terrassa durante casi todo el siblo XIX. La crísis de los años setenta y ochenta significó el fin de un gran ciclo industrial que habia durado casi doscientos años. Con todo, La Terrassa de los años ochenta y noventa ha diversificado su sustrato productivo y se ha erigido como un importante centro de servicios.
La comparación entre la ciudad de los siglos XIX y XX y la pequeña villa agrícola y menestral de épocas anteriores nos lleva al planteamiento de una cuestión capital: ¿como se explica esta evolución? ¿Cuales son los factores que determinan el paso de los pequeños talleres artesanos a las grandes fábricas textiles? ¿Por qué las economías de algunas regiones fueron capaces de modernizarse mientras otros se quedaban estancadas? Cuestiones como éstas son posiblemente algunas de las más importantes que se pueden plantear en el marco de la reflexión histórica, y han centrado la atención de generaciones enteras de historiadores de la economía. Desgraciadamente, el estado de la investigación local aún no permite disponer de suficientes datos para empezar a responder con el rigor que seria necesario a la mayor parte de estos interrogantes.
En la Terrassa de la época medieval y moderna, el tipo de población de la villa, las estructuras de la sociedad rural, la existencia de amplios nexos comerciales con economías relativamente alejadas y los cambios en determinadas instituciones que regían la vida económica de la villa podian ser factores determinantes en la gestación de condiciones que favorecieran el inicio de la revolución industrial. La existencia de este contexto podía favorecer una determinada evolución pero en ningún momento la predeterminaba. Hay muchos ejemplos de regiones con entornos tanto o más dinámicos que los de Terrassa en la época moderna y que acabaron en un proceso de desindustrialización.
UNA POBLACIÓN DINÁMICA Y PLURIACTIVA
Una de las características más destacadas de la población terrassenca de la época medieval y moderna es su capacidad derecuperación después de momentos de crísis demográfica y económica como los que se producen los siglos XIV y XV, o en el siglo XVII. Este es uno de los aspectos que la diferencian de la poblacion campesina del Terme de Sant Pere, que fue mucho más estable a lo largo del tiempo.
El fenómeno migratorio explica el crecimiento de Terrassa en períodos históricos muy anteriores a los años sesenta del siglo XX. Durante los siglos XII y XIII, la primitiva villa medieval se formó a partir de los contingentes de campesinos provinientes de territorios más proximos. Después de la crísis bajomedieval, muchos trabajadores franceses que habían emigrado temporalmente se asentaron de forma definitiva y contribuyeron, junto con otros inmigrantes autóctonos, al crecimiento terrasense del siglo XVII. La crísis demográfica del siglo XVIItambién fue superada rápidamente y a finales del siglo XVIII Terrassa era una villa en plena actividad.
En todas estas épocas, una parte importante de los migrantes fueron personas jóvenes que, aún teniendo diversas ocupaciones y niveles de experiencia, no podían encontrar formas de subsistencia en sus lugares de origen.
Estas migraciones tenian que renovar el capital humano del conjunto de la economía Terrassenca y muy especialmente el de su núcleo de artesanos. Esto no representaba la aparición automática de innovaciones despues de cada oleada migratoria pero en contextos especiales podia tener efectos muy positivos.
La disponibilidad de tierras contribuyó al flujo de campesinos antes del siglo X e indirectamente a las migraciones de franceses del siglo XVI. Pero en general, en la época moderna, los campesinos que llegaban a Terrassa no podían esperar encontrarse con muchas tierras libres porque las Masias de la zona las habian acaparado en su práctica totalidad. Sus propietarios les podían ceder pequeños lotes, pero su subsistencia tenía que depender necesariamente de otros ingresos como el trabajo a jornal en la agricultura y en determinadas fases de la producción artesanal, especialmente el textil. De las diferentes etapas del proceso productivo textil, la del hilado era en la que requeria una oferta de mano de obra más voluminosa.
UNA AGRICULTURA DESARROLLADA Y UNA SOCIEDAD RURAL POCO HOMOGÉNEA
La investigación de aquellos elementos que podían crear un contexto positivo para el inicio de un proceso de modernización industrial no tiene que limitarse en el marco estricto del núcleo urbano de Terrassa. Durante la época moderna, el dinamismo de la agricultura y las profundas transformaciones en la sociedad rural de la zona también jugaron un papel destacado en la creación de nuevas condiciones que pudieran sustentar cambios de gran abasto en la economía.
Hacia el final de la época medieval, las grandes masías propiedad de ricas familias campesinas ya controlaban casi todas las tierras del ámbito territorial que estamos estudiando.
Hay evidencias que a mediados del siglo XVII muchas de estas masías ya se habían transformado en explotaciones con economías muy dinámicas que vendían parte de sus excedentes de cereales, carne, madera y carbón vegetal a los mercados de los núcleos urbanos del Vallés, demográficamente más activos y totalmente faltados de estos productos. Esta comercialización de excedentes agrarios dejaba dinero a disposición de los propietarios de las grandes masías, y esto hizo posible el inicio de un lento proceso de ruptura de las tendencias fuertemente autárquicas propias de estas explotaciones. Los mercados y artesanos de Terrassa tenían que ser los principales beneficiados.
Es cierto que el tipo de tejidos que demandaba la sociedad campesina respondía a un consumo de productos caseros muy simples y que a menudo se trataba de elaborados de materias primas producidas en la misma explotación. Esta demanda era lejos de coincidir con la oferta de tejidos de calidades medias y altas, característica de la producción lanera terrassense de finales del siglo XVII.
En el anterior apartado se hizo referencia a la importancia que tuvo la pajesía más pobre de Terrassa como ofertora de trabajo no especializado en algunas fases de la producción textil, en especial el hilado. A partir de finales del siglo XVII, las grandes masías contribuyeron a incrementar de forma notable esta oferta de mano de obra.
UN SISTEMA GREMIAL TARDÍO Y DE LIMITADO ALCANCE
En la época medieval y moderna, una parte muy importante de los artesanos vinculados a la producción de manufacturas textiles que trabajaban dentro del ámbito urbano se asociaban en gremios de oficio. Los gremios tenian funciones religiosas, asistenciales y económicas. Dentro de estas funciones cabe destacar el control hecho sobre los procesos productivos de los diferentes oficios. En esencia, este control pretendía mantener un cierto nivel de calidad de los productos y asegurar - mediante el fijado de precios, retribuciones y producciones- el estatus socioeconómico de sus miembros.
El sistema gremial terrassense fue tardío porque no hay evidencias de la existencia de ningún gremio antes del siglo XVI. Esta afirmación es coherente con lo que realmente era Terrassa en la época medieval: una pequeña villa poblada por campesinos y un incipiente artesanado. Como se ha comentado, entre los inicios del siglo XVI y medianos del siglo XVIII la producción lanera ya se organizaba a partir de los gremios de Paraires y tejedores.
LA RIQUEZA DE LOS TERRASSENSES
En Terrassa, se inicia y completa todo el ciclo de la revolución industrial sin la contribución de uno de los elementos básicos que pueden explicar el origen de uno de los elementos básicos que puede explicar el origen de ésta en otros lugares.
El Vallés Occidental no dispone de grandes rios susceptibles a ser aprovechados para mover molinos, su subsuelo no contiene ni carbón ni metales, las materias primas utilizadas en la industria lanera se tenían de comprar lejos, la tierra de calidad es escasa y limitada, en la zona más llana alrededor de los núcleos de Terrassa y Sabadell. Parece lógico p'ensar que una dotación tan migrada de recursos naturales, la modernización industrial iniociada a final del siglo XVIII habría estado muy limitada. Pero no fue así.
Hasta el siglo XIX, Terrassa fue un núcleo de dimensiones muy reducidas, El año 1716, cuando todavia no habia empezado el proceso de modernización de las actividades textiles laneras, su población era solamente de 931 habitantes. Una parte considerable de éstos, eran pequeños agricultores y el resto, artesanos. Durante los siglos XVI y XVII, la producción de tejidos de lana se habia convertido en una de las principales actividades de esta comunidad artesanal. Todo nos hace pensar que el desarrollo terrassense de estos momentos tiene que inscribirse en el marco de la expansión de las producciones rurales de tejidos de lana, consecuencia de la quiebra de los grandes centros productores de la época medieval. Hasta a inicios del siglo XVIII, la producción lanera se organizaba alrededor de dos gremios, el de "teixidors" y el de "paraires". Estos últimos controlaban casi todo el proceso productivo de la lana, y este hecho produjo crecientes tensiones con los tejedores. Con todo, las modestas dimensiones demográficas de la villa y el tardío origen de su sector lanero tenia que limitar el ámbito de actuación de la citada estructura gremial.
A finales del siglo XVIII, la ruptura de la revolución industrial inició un proceso de desarrollo especialmente centrado en el subsector lanero. Su industrialización explica el crecimiento de la ciudad de Terrassa durante casi todo el siblo XIX. La crísis de los años setenta y ochenta significó el fin de un gran ciclo industrial que habia durado casi doscientos años. Con todo, La Terrassa de los años ochenta y noventa ha diversificado su sustrato productivo y se ha erigido como un importante centro de servicios.
La comparación entre la ciudad de los siglos XIX y XX y la pequeña villa agrícola y menestral de épocas anteriores nos lleva al planteamiento de una cuestión capital: ¿como se explica esta evolución? ¿Cuales son los factores que determinan el paso de los pequeños talleres artesanos a las grandes fábricas textiles? ¿Por qué las economías de algunas regiones fueron capaces de modernizarse mientras otros se quedaban estancadas? Cuestiones como éstas son posiblemente algunas de las más importantes que se pueden plantear en el marco de la reflexión histórica, y han centrado la atención de generaciones enteras de historiadores de la economía. Desgraciadamente, el estado de la investigación local aún no permite disponer de suficientes datos para empezar a responder con el rigor que seria necesario a la mayor parte de estos interrogantes.
En la Terrassa de la época medieval y moderna, el tipo de población de la villa, las estructuras de la sociedad rural, la existencia de amplios nexos comerciales con economías relativamente alejadas y los cambios en determinadas instituciones que regían la vida económica de la villa podian ser factores determinantes en la gestación de condiciones que favorecieran el inicio de la revolución industrial. La existencia de este contexto podía favorecer una determinada evolución pero en ningún momento la predeterminaba. Hay muchos ejemplos de regiones con entornos tanto o más dinámicos que los de Terrassa en la época moderna y que acabaron en un proceso de desindustrialización.
UNA POBLACIÓN DINÁMICA Y PLURIACTIVA
Una de las características más destacadas de la población terrassenca de la época medieval y moderna es su capacidad derecuperación después de momentos de crísis demográfica y económica como los que se producen los siglos XIV y XV, o en el siglo XVII. Este es uno de los aspectos que la diferencian de la poblacion campesina del Terme de Sant Pere, que fue mucho más estable a lo largo del tiempo.
El fenómeno migratorio explica el crecimiento de Terrassa en períodos históricos muy anteriores a los años sesenta del siglo XX. Durante los siglos XII y XIII, la primitiva villa medieval se formó a partir de los contingentes de campesinos provinientes de territorios más proximos. Después de la crísis bajomedieval, muchos trabajadores franceses que habían emigrado temporalmente se asentaron de forma definitiva y contribuyeron, junto con otros inmigrantes autóctonos, al crecimiento terrasense del siglo XVII. La crísis demográfica del siglo XVIItambién fue superada rápidamente y a finales del siglo XVIII Terrassa era una villa en plena actividad.
En todas estas épocas, una parte importante de los migrantes fueron personas jóvenes que, aún teniendo diversas ocupaciones y niveles de experiencia, no podían encontrar formas de subsistencia en sus lugares de origen.
Estas migraciones tenian que renovar el capital humano del conjunto de la economía Terrassenca y muy especialmente el de su núcleo de artesanos. Esto no representaba la aparición automática de innovaciones despues de cada oleada migratoria pero en contextos especiales podia tener efectos muy positivos.
La disponibilidad de tierras contribuyó al flujo de campesinos antes del siglo X e indirectamente a las migraciones de franceses del siglo XVI. Pero en general, en la época moderna, los campesinos que llegaban a Terrassa no podían esperar encontrarse con muchas tierras libres porque las Masias de la zona las habian acaparado en su práctica totalidad. Sus propietarios les podían ceder pequeños lotes, pero su subsistencia tenía que depender necesariamente de otros ingresos como el trabajo a jornal en la agricultura y en determinadas fases de la producción artesanal, especialmente el textil. De las diferentes etapas del proceso productivo textil, la del hilado era en la que requeria una oferta de mano de obra más voluminosa.
UNA AGRICULTURA DESARROLLADA Y UNA SOCIEDAD RURAL POCO HOMOGÉNEA
La investigación de aquellos elementos que podían crear un contexto positivo para el inicio de un proceso de modernización industrial no tiene que limitarse en el marco estricto del núcleo urbano de Terrassa. Durante la época moderna, el dinamismo de la agricultura y las profundas transformaciones en la sociedad rural de la zona también jugaron un papel destacado en la creación de nuevas condiciones que pudieran sustentar cambios de gran abasto en la economía.
Hacia el final de la época medieval, las grandes masías propiedad de ricas familias campesinas ya controlaban casi todas las tierras del ámbito territorial que estamos estudiando.
Hay evidencias que a mediados del siglo XVII muchas de estas masías ya se habían transformado en explotaciones con economías muy dinámicas que vendían parte de sus excedentes de cereales, carne, madera y carbón vegetal a los mercados de los núcleos urbanos del Vallés, demográficamente más activos y totalmente faltados de estos productos. Esta comercialización de excedentes agrarios dejaba dinero a disposición de los propietarios de las grandes masías, y esto hizo posible el inicio de un lento proceso de ruptura de las tendencias fuertemente autárquicas propias de estas explotaciones. Los mercados y artesanos de Terrassa tenían que ser los principales beneficiados.
Es cierto que el tipo de tejidos que demandaba la sociedad campesina respondía a un consumo de productos caseros muy simples y que a menudo se trataba de elaborados de materias primas producidas en la misma explotación. Esta demanda era lejos de coincidir con la oferta de tejidos de calidades medias y altas, característica de la producción lanera terrassense de finales del siglo XVII.
En el anterior apartado se hizo referencia a la importancia que tuvo la pajesía más pobre de Terrassa como ofertora de trabajo no especializado en algunas fases de la producción textil, en especial el hilado. A partir de finales del siglo XVII, las grandes masías contribuyeron a incrementar de forma notable esta oferta de mano de obra.
UN SISTEMA GREMIAL TARDÍO Y DE LIMITADO ALCANCE
En la época medieval y moderna, una parte muy importante de los artesanos vinculados a la producción de manufacturas textiles que trabajaban dentro del ámbito urbano se asociaban en gremios de oficio. Los gremios tenian funciones religiosas, asistenciales y económicas. Dentro de estas funciones cabe destacar el control hecho sobre los procesos productivos de los diferentes oficios. En esencia, este control pretendía mantener un cierto nivel de calidad de los productos y asegurar - mediante el fijado de precios, retribuciones y producciones- el estatus socioeconómico de sus miembros.
El sistema gremial terrassense fue tardío porque no hay evidencias de la existencia de ningún gremio antes del siglo XVI. Esta afirmación es coherente con lo que realmente era Terrassa en la época medieval: una pequeña villa poblada por campesinos y un incipiente artesanado. Como se ha comentado, entre los inicios del siglo XVI y medianos del siglo XVIII la producción lanera ya se organizaba a partir de los gremios de Paraires y tejedores.
LA RIQUEZA DE LOS TERRASSENSES
En Terrassa, se inicia y completa todo el ciclo de la revolución industrial sin la contribución de uno de los elementos básicos que pueden explicar el origen de uno de los elementos básicos que puede explicar el origen de ésta en otros lugares.
El Vallés Occidental no dispone de grandes rios susceptibles a ser aprovechados para mover molinos, su subsuelo no contiene ni carbón ni metales, las materias primas utilizadas en la industria lanera se tenían de comprar lejos, la tierra de calidad es escasa y limitada, en la zona más llana alrededor de los núcleos de Terrassa y Sabadell. Parece lógico p'ensar que una dotación tan migrada de recursos naturales, la modernización industrial iniociada a final del siglo XVIII habría estado muy limitada. Pero no fue así.
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