Consejo de
guerra contra los atracadores de la
Caja de Ahorros de Tarrasa
A las
tres menos cuarto de la madrugada terminó su rectificación el fiscal, que
mantiene sus conclusiones.
Los
defensores rectifican también brevemente.
Se
confirman en todas las alegaciones que tienen hechas en favor de sus patrocinados.
Refutan
la prueba testifical, que a su juicio no ofrece garantías suficientes de
veracidad e imparcialidad y la prueba indiciarla anónima e insolvente.
Creen que
sus patrocinados son víctimas de las malas pasiones de algunos testigos y de los
errores de otros.
Se
insiste en considerar equivocada la calificación fiscal, algunas de cuyas
argumentaciones refutan.
Terminan
excitando al Consejo a que con una firme serenidad de ánimo piense que va a
decidir de la vida de tres hombres cuya culpabilidad no está probada, y
manteniendo sus conclusiones en las que se pide la libre absolución de sus
patrocinados.
El
abogado señor Vinyals hace un elogio de la forma cómo actúan los tribunales militares
y se felicita de la apreciación del fiscal en lo que atañe a la procesada
Joaquina Almirall.
Momentos
antes de terminar el Consejo, y como es de ritual, el presidente pregunta a los
procesados si desean hacer manifestación alguna.
El
«Aristócrata» se pone en pie y, muy emocionado, exclama:
—Sí;
deseo hacer constar que soy inocente y que mi situación es la de víctima de una
calumnia anónima.
Antonio
Devesa manifiesta fue en el muelle de España donde vió atracar al trasatlántico
cuyo desembarco de pasaje presenció, y que como está seguro de la realidad de
este extremo, niega que fuera en el muelle de la Barceloneta el lugar
donde atracó, como ha dicho el fiscal.
Terminada
la vista, se mandó despejar la sala, que fue también abandonada por los defensores
y el fiscal.
Eran
cerca de las cuatro de la madrugada.
Seguidamente
el Consejo pasó a constituirse en sesión secreta en el salón de actos de la
cárcel a fin de dictar sentencia, la cual no se hará pública hasta que de su
aprobación el capitán general.
Hasta las
dos de la tarde el Consejo continuó sus deliberaciones.
Únicamente
en las primeras horas de la mañana la sesión se interrumpió brevemente para que
los señores que componen el tribunal tomaran un ligero desayuno.
A su
salida del Consejo, todos los que lo componen guardaron una impenetrable
reserva sobre la sentencia dictada.
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