La colonia escolar madrileña
Ayer
mañana, en el tranvía de las diez, llegó la colonia escolar madrileña
acompañada del señor Ainaud y las profesoras señoras Cabré, Serra, Martí,
Hortelano y Vergé y los profesores señores Puig, Serra, Cantó y Broton.
Aguardaban
en la estación a los expedicionarios, el delegado gubernativo don Jorge Villamide,
el alcalde accidental don Narciso Ventalló,
los diputados señores Armengol, Parés y varios concejales.
Desde la
estación pasaron a visitar varias fábricas, entre ellas la «Anónima de Peinajes
e hilaturas» y la de los señores Aymerich y Amat, a fin de poder apreciar las
diferentes transformaciones que sufre la lana desde que sale de la oveja hasta
que está convertida en tela.
Visitaron
luego el Ayuntamiento, siendo recibidos en el salón de sesiones por el delegado
gubernativo, el alcalde y varios concejales.
El
delegado gubernativo les dio la bienvenida, diciéndoles que desde una ciudad de
las más bellas de España, como era Barcelona, y en donde podían haber apreciado
en los días que en ella habían permanecido, que efectivamente, como dijo Cervantes,
era el archivo de la cortesía. habían venido a la ciudad de Tarrasa, que tenía por
característica la actividad y el trabajo.
Encareció
a los pequeños escolares que a su regreso a Madrid comunicaran a sus compañeros
las impresiones que de aquí se llevaban, con lo que harán un gran bien.
Terminó
con un viva a España, que fue contestado por todos.
Uno de
los niños vitoreó al alcalde, a Tarrasa y a su delegado gubernativo, cuyos
vivas fueron coreados con entusiasmo por los demás compañeros.
A la una
se dirigieron los expedicionarios a «Las Fonts», comiendo en medio del bosque y
disfrutando de las bellezas que allí brinda abundantemente la naturaleza.
Fue presidida
la comida por el delegado gubernativo Villamide y asistieron el alcalde de Tarrasa
señor Ventalló, el alcalde accidental de Barcelona señor Ponsá, los diputados
provinciales señores Armengol y Parés y algunos concejales de Barcelona y
Tarrasa.
Al descorcharse
el champán, el delegado gubernativo señor Villamide en nombre del alcalde de
Tarrasa y en el suyo propio, dirigió la palabra a los comensales, siendo su
discurso Interrumpido repetidamente por los aplausos.
Empezó el
señor Villamide manifestando que no acertaba a exponer en el grado justo todo
lo que aquel acto y la visita de los escolares madrileños le inspiraban. Hay
que enseñar a los niños, al propio tiempo que se solazan y adquieren salud y
vigor, aprovechando la pausa escolar impuesta por los rigores caniculares, a que
conozcan a su país.
Se
felicita de este primer paso tan satisfactorio en esta obra de educación
practica. Estos niños y sus profesores serán heraldos que proclamen en Madrid
cuanta es la cortesía y el cariño que saben poner los pueblos de Cataluña en
los de las demás regiones. Esto despertará en otros niños y en los mayores el
deseo y el afán de conocernos y de laborar unidos.
Dedicó,
luego, un saludo, lleno de veneración y afecto, al preclaro hijo de Tarrasa don
Alfonso Sala, a quien se debe el acto que se celebra, y termina haciendo votos
porque en un día no lejano, pueda España entera fundirse en el abrazo cordial
que deponga toda pasión y que es lo único que hace falta para lograr su
prosperidad y su dicha.
Brindaron,
a seguida, el señor Parés y el alcalde accidental de Barcelona señor Ponsá, quien
dio las gracias al señor Villamide por los conceptos que había dedicado al
Ayuntamiento de la ciudad condal.
Concluido
el banquete, los niños y las autoridades visitaron la granja de dan Tomás
Parellada, dirigíanse acto seguido a «can Amat», propiedad ríe don Alfonso
Sala, en cuyos frondosos jardines se obsequió a los niños y a las autoridades
con una exquisita merienda.
Los
excursionistas regresaron en el tren de las siete, muy satisfechos de las
atenciones recibidas.
—Corresponsal
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