Tribunales
VISTA
DE CAUSAS
SECCIÓN SEGUNDA
JUICIO
POR ASESINATO Y ROBO
El
fiscal pide tres penas de muerte
EMPIEZA
EL ACTO
A las
doce y media empezó ayer la vista de la
causa por asesinato, cuyas conclusiones publicamos anteayer.
El tribunal
estaba presidido por don Manuel Martínez Muñiz, y formaban parte del mismo los
magistrados señores Muñoz Trujeda, Martínez Córdoba, Fernández Peña y Amat.
Actuó de
fiscal el señor García Martín, y defendían a los procesados los señores Casals,
Salvadores y Casas.
Fue el
secretario el relator substituto señor López, quien leyó el largo apuntamiento
y las conclusiones, provisionales del fiscal y las defensas.
EL HECHO DE AUTOS
«Ramón
Sanchis Miró, oficial barbero en Tarrasa, concibió el proyecto criminal de
robar al propietario de la finca conocida por «Los Boadas», del término de Rellinás,
y para realizar su proyecto se puso de acuerdo con el matrimonio formado por
José Ramón Sánchez Grau y Adelaida Casiano Torrandell. Pero, como pensaban llevar
a cabo su proyecto un domingo por la mañana, con objeto de asegurarse la
impunidad, ya que por ser día festivo el camino estaría poco concurrido de
obreros y otros transeúntes, y Ramón Sanchis no podía, sin inspirar sospechas
dejar de acudir a la barbería, convinieron los tres en que el acto material de robar
y matar, si se resistía, al dueño de la finca, Pablo Serracanta, lo ejecutara
el matrimonio, facilitándole aquél antifaces de tela metálica, bigotes
postizos, un paquete de polvos, una escopeta y una pistola, que adquirió por mediación
de un guardia municipal de Tarrasa, para el que se sobreseyó la causa.
Además,
el Sanchis proveyó también al matrimonio de una cédula extendida a nombre de
Enrique Marqués Torralba, para el caso de que Serracanta no tuviera dinero en
la casa, le obligaran a firmar un cheque a favor de éste.
Todo
dispuesto para la comisión del delito, José Ramón Sánchez y su esposa Adelaida
Casiano, ésta vestida de hombre, con un traje que compró en esta ciudad, se
encaminaron la noche del sábado, 16 de julio de 1921, a un pinar situado en
las inmediaciones de la casa, «Los Boadas», en el que pasaron la noche y a las cuatro
de la mañana del día 17, cuando la esposa y los criados de Serracanta salieron
para ir a misa a Tarrasa, se dirigieron a la casa citada, en la que creyeron
estaba solo el dueño. Abrieron la puerta y al ruido producido por los
criminales, Pablo Serracanta, que estaba sentado y acodado en una mesa del piso
bajo, se volvió y se apercibió para la defensa, al ver a los enmascarados, que
además llevaban puestas unas gafas. Estos, temiendo pudieran ser descubiertos, dispararon
la escopeta cargada de balines, que empuñaba el marido, y la mujer disparó a su
vez la pistola, causando al dueño de la finca tres heridas mortales de necesidad.
A pesar de ello, el herido pudo ganar la escalera que conduce al piso, y al
llegar a él cayó exánime.
Los
criminales, cuando se dirigían a las habitaciones superiores con intención de
robar, oyeron pasos precipitados de un mozo de la casa que iba a pedir auxilio
a la población inmediata, y temiendo ser descubiertos huyeron y se ocultaron en
el monte conocido por el nombre de «Ubach», en el que se despojaron de las ropas,
máscaras, etc. que llevaban puestas, poniéndose las de su uso habitual.
Inmediatamente
después se encaminaron al pueblo de Dos Ayguas,
a casa de Constantina Grau Sánchez y María Rosa Sánchez Grau, en la que
ocultaron las armas y cápsulas que fueron recuperadas por la guardia civil, lo
mismo que las ropas abandonadas por ellos en el monte. Detenidos todos fueron
procesados, confesando su delito. Durante el período de instrucción del
sumario, falleció Constantina Grau.
El fiscal
considera el hecho sucintamente relatado como constitutivo de un delito de
asesinato, y pide se imponga la pena de muerte, como autores del mismo, a José
Ramón Sánchez Grau, a su esposa Adelaida Casiano Torrandell y a Ramón Sanchis
Miró y, como encubridora, ocho años y un día de prisión mayor a María Rosa
Sánchez Grau. Y a los cuatro a pagar diez mil pesetas de indemnización a la
familia de Pablo Serracanta.»
Los
defensores niegan la culpabilidad de sus patrocinados y solicitan su
absolución.
PETICIÓN DE UN DEFENSOR
Al
empezar el interrogatorio de los procesados, el defensor de José Ramón Sánchez
pidió a la Sala
que fuera sometido éste a un reconocimiento médico, porque tiene perturbadas
sus facultades mentales.
Las demás
defensas se adhirieron a esta petición.
El fiscal
dijo que primeramente se interrogara al procesado, y en vista del resultado del
mismo resolviera la Sala.
Así se acordó.
INTERROGATORIO
Acto
seguido se procedió a interrogar a José Ramón Sánchez, quien a las preguntas que
le hizo el señor García Martín, contestó a unas con perfecta lógica y
concordancia, alegando en otras que no recuerda lo que se le pregunta. Pero de
las contestaciones del procesado se desprende que tiene sus facultades
equilibradas, aunque carece de cultura y trato de gentes.
En vista
de ello, la Sala
deniega lo solicitado por el
defensor de José Ramón, continuando su interrogatorio, negando éste que se
pusiera de acuerdo con su esposo y el Miró para matar a Pablo Serracanta.
Como las
afirmaciones del procesado están en contradicción con las declaraciones
prestadas por él en el sumario, a petición del fiscal se procedió a la lectura
de las mismas, notándose, en efecto, que la contradicción entre aquéllas y éstas
era manifiesta
A
preguntas del presidente, dijo ser natural de Dos Aguas, que no sabe bien los
años que tiene y que nunca ha estado procesado.
Fiscal—¿Tiene
usted hijos de su primer matrimonio?
Procesado.—Claro,
que si.
Fiscal.—¿Y
cuántos tiene usted?
Procesado.—¿Cuántos
he de tener? Tres.
Fiscal.—¿Y
dónde vive usted? ¿Qué domicilio tiene?
Procesado.—La
cárcel.
Fiscal.—¿Y
antes, dónde vivía?
—Procesado.—En
el bosque, que es muy grande, donde tenía una barraca.
Fiscal.—¿Sabe
usted leer y escribir?
Procesado.—No,
señor. Mis padres no tenían recursos y me llevaban con ellos a los bosques a
trabajar.
Fiscal.—¿
Cómo se llamaba su primera mujer?
Procesado.—Tomasa,
y me parece que Mateu, de apellido.
Fiscal.—¿Cuándo
se casó usted?
Procesado.—No
lo recuerdo. Si hubiera sabido que tenían que preguntarme tantas cosas, hubiera
tomado nota para traerla al juicio.
Sigue el
ministerio fiscal haciéndole preguntas encaminadas a comprobar la memoria que pueda
conservar el procesado, muy hábilmente dirigidas, a pesar de haberse encargado
a última hora, de sostener la acusación sin conocer el sumario
Fiscal.—¿Conoce
usted al otro procesado Ramón Miró, barbero de profesión?
Procesado.—Como
a mí no me ha afeitado nunca, no sé si es barbero ni lo conozco.
A
preguntas del fiscal dice: «Nada, nada, no sé yo nada de eso, ni me mareen; yo
estoy en la cárcel porque dicen que se me acumula un crimen, los que lo dicen
que vengan y me lo prueben.»
Fiscal.—Yo
no le digo esto: le pregunto que me diga por qué está en la cárcel, pues usted tiene
declarado que cometió el crimen de autos.
Procesado.—Yo
sólo sé que me metieron en la cárcel el día 7 de diciembre del mes de Navidad
del año de 1921
Fiscal.—Señores
de la Sala , me
opongo rotundamente a la suspensión del juicio, porque el procesado no está ni
ha estado nunca loco.
El
defensor insiste en su petición, que fue denegada por la Sala , y el presidente
suspendió la sesión por cinco minutos.
Reanudada
la vista cinco minutos después, el del banquillo continúa su negativa, y por
ello el fiscal, que asiste al acto sin preparación por habérsele encargado la
acusación momentos antes, pide la lectura de unas declaraciones de Sánchez Grau
que constan en el sumario.
(Mientras
se leen estas declaraciones, ocupa un sitio en el estrado, cerca del relator,
el fiscal de uno de los tribunales de Alemania, que desea presenciar el
juicio.)
En las
declaraciones que se leen, el procesado Sánchez Grau refiere con minuciosidad de
detalles la forma cómo se cometió el hecho.
Terminada
la lectura, en lo que se invierte más de media hora, el presidente hace notar
al procesado que en sus declaraciones contó todo lo contrario
El
procesado.—Pues eso consiste en que el que escribía cuando declaré, escribió
todo lo que quiso.
El
fiscal.—Cómo recuerda usted ahora eso, y antes no se acordaba usted de cuándo
se casó y de cuántos hijos tenía,
A esta
pregunta el del banquillo contesta con vaguedades.
El fiscal
procura conseguir una contestación afirmativa, pero Sánchez Grau se encierra en
sus negativas, interrumpiendo constantemente al representante del ministerio
fiscal, quien dice que renuncia a seguir preguntando y que se ha convencido de
que el del banquillo tiene memoria y entendimiento.
La
defensa de María Rosa Sánchez Grau hace vanas preguntas al procesado, pero éste
aparenta no entender las preguntas.
Lo mismo
ocurre cuando le interroga el defensor de Adelaida Casiano.
Seguidamente
es interrogado el procesado por su defensor, y a sus preguntas dice que compró una
pistola al guardia municipal de Tarrasa, Enrique Carvi, y que la escopeta que
le fue ocupada la heredó de un cura, negando que tuviese otras armas.
El
fiscal.—¿Mató usted a Pablo Serracanta en venganza de que no le habla querido
pagar el carbón?
Procesado.—-Me
«paice» que le he dicho mil veces que yo no maté a ese individuo ni sé nada de
eso.
ADELAIDA
CASIANO
Tiene 28
años, casada, esposa del anterior procesado.
—Fiscal—¿Tenía
usted mucho miedo a su marido y todo lo hacía por este miedo, por lo que se
disfrazó y se puso una careta y cometió el crimen?
Procesada.—Sí,
señor.
Fiscal.—Refiera
usted lo ocurrido.
Adelaida
refiere el hecho de autos con todos sus detalles, con gran serenidad. Dice que
entró disfrazada de hombre en la masía de Serracanta, y que como ella no quería
matar a este señor, lo hizo porque sabia que si no lo hacía la mataría su
esposo.
Afirma
que su marido le dijo que el robo y el crimen lo había preparado el barbero
Ramón Sanchis, pero que ella no lo sabe.
Habla con
gran desparpajo y sin estar afectada.
Como la
procesada niega algunas de las manifestaciones que hizo en el sumario, el
fiscal pide y la Sala
accede a ello, que se lean todas sus declaraciones.
El
procesado Sánchez Grau recrimina a su esposa y pretende golpearla, y en vista
de ello se ordena que se coloque entre ambos Maria Rosa Sánchez.
Al
hacerle notar el presidente que por qué niega ahora, lo que dijo en el sumario,
Adelina dice:
— ¡Ah,
señores! Lo hago porque tengo miedo a mi mando y a Ramón Sánchez
Fiscal.—¿Recuerda
usted haber oído a su esposo y a Sánchez hablar del robo?
Procesada.—Sí
señor: pero eso fue dos meses antes, hallándonos en la «calsina»
Entre el
defensor de Sánchez y la procesada se entabla un animado diálogo, procurando aquel
poner de manifiesto la falta de amenazas a Adelina por parte de su patrocinado
A preguntas
del defensor de Sánchez Grau dice la
Adelina que recuerda haber oído al barbero Sánchez llamar
cobarde a su marido porque no se atrevía a cometer el hecho y que su marido le
había dicho diferentes veces que el barbero le había dado las caretas, las
ropas los bigotes y la cédula para que si se negaba Serracanta a entregarles el
dinero le sirviera para extender un cheque.
RAMÓN
SANCHIS MIRO
De 35 años,
soltero, de la industria textil, aunque trabajaba de barbero en Tarrasa.
Se
dedicaba también a buscar hierbas medicinales. No conoció al interfecto, ni le
vió ni una sola vez, según declara.
Conoció
al procesado Sánchez Grau yendo de caza, pero es falso que hablara con él del robo, ni que proporcionara
caretas, ni nada de lo que acababa de decir Adelina.
Como el
fiscal le hiciera resaltar el hecho de que siendo el procesado obrero culto, se
le ocurriera tener conversaciones con el otro procesado Sánchez Grau, quien a
pesar de ser obrero también era más rudo y menos culto que él, Sanchis dice que
como lleva ya 40 meses en la cárcel se le han olvidado muchas cosas, pero que
desde luego no hablaban más que de hierbas medicinales y nunca de robar ni matar.
Niega que
Sánchez Grau amenazase a su mujer delante de él, pues siempre la trataba con cariño.
Interrogado
por su defensor dice que el día de autos estuvo pescando en Olesa de
Montserrat; que llevaba seis años trabajando en la fábrica de Barata Hermanos y
que trabajaba de barbero los sábados por la noche y los domingos por la mañana.
MARÍA
ROSA SÁNCHEZ GRAU
Tía del
otro procesado José Ramón Sánchez.
Dice que
cuando le llevaron las armas a su casa no sabía que se hubiese cometido crimen alguno.
El presidente,
en vista de lo avanzado de la hora, suspende a las 2'20 de la tarde la sesión, hasta
hoy, a las diez de la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario