martes, 1 de agosto de 2017

Madrid científico. 1934, n.º 1.364, página 3.

"Sería injusto atribuir exclusivamente al arancel la prosperidad inaudita de Cataluña. En ella han intervenido también primordialmente las excelentes cualidades de los catalanes: laboriosidad infatigable, espíritu de ahorro, carácter emprendedor. A su bienestar ha contribuido hasta el régimen del hereu, que lanza a la emigración a muchos segundones instruidos en casas ricas, para crearse una fortuna. Altamente significativo es que Barcelona, que en 1852 (6) contaba 159.000 habitantes, en números redondos, haya llegado en menos de un siglo a un millón cien mil, y que su riqueza urbana, industrial y agrícola se haya centuplicado. No tengo estadísticas a mano, pero me basta para fundamentar tal asento la comparación del perímetro y exigua extensión de la capital del principado en 1872 (7) durante mi primera visita a la gran urbe, con la dilatadísima y monumental urbanización actual, merced a la cual se ha cubierto de mansiones suntuosas toda la dilatada llanura mediante entre la plaza de Cataluña y las faldas del Tibidabo. En análoga proporción han aumentado la riqueza y densidad demográfica de los principales centros fabriles de la provincia, singularmente Tarrasa, Sabadell, Mataró, etc. La visión actual de Barcelona deslumbra y sorprende; el francés recibe la impresión de hallarse en Marsella o Lyon.

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