EN TARRASA SUELTAN A LOS PRESOS
El paro general dio
comienzo en Tarrasa a las diez de la noche del día 5. Por orden de la Alcaldía
fueron requisados los automóviles particulares, con los cuales grupos de
jóvenes armados recorrieron la ciudad. La Guardia Civil se retiró de las
carreteras, por haber recibido órdenes de acuartelamiento. Los Ferrocarriles
del Norte dejaron de circular, y en la iglesia parroquial se obligó a suspender
la función religiosa.
La sirena instalada en
el Ayuntamiento, que es utilizada para las señales de alarma en casos de
incendio, sonó a las ocho y media de la noche del día 6, como si ésa fuera la
consigna. Los revolucionarios se apoderaron de todos los edificios públicos y
de las centrales eléctricas. A las seis de la madrugada, las noticias que dio
la radio sobre la capitulación de la Generalidad produjo enorme confusión entre
la gente armada, que se dispersó rápidamente. Fue abandonado el Ayuntamiento
por los que lo ocupaban, y minutos después penetraron en él los anarquistas,
registrando las dependencias y llevándose las armas y municiones que
encontraron. En seguida se dirigieron a la cárcel, la abrieron y pusieron en
libertad a los presos.
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