domingo, 12 de noviembre de 2017

El Diluvio, Edición del sábado, 19 de mayo 1934, página 6

El niño Antoñito en Tarrasa

El domingo por la mañana, a las diez, la señora Josefa Obradors, madre del niño Antoñito, acompañada de éste y de su hija Jacqueline, así como de su hermano, don Enrique Obradors, y de don José Calbó, llegaban a Tarrasa invitados por don José Petxamé Tusell, presidente de la Federación de Padres Adoptivos de Cataluña (en formación), siendo recibidos al bajar del tren por una Comisión, y al salir de la estación por más de trescientas familias muchas de ellas padres adoptivos también que prorrumpieron en una nutridísima salva de aplausos y no pocos vivas al niño Antoñito.

El momento fue de verdadera emoción y no pocas lágrimas surcaron las mejillas de los asistentes, así como de los invitados.

La preciosa niña María, hija adoptiva de José Petxamé, entregó al nilo Antoñito un magnífico ramo de flores enlazado con unas cintas española y catalana, y con a su cabeza la señora Obradors y sus hijos Antoñito y Jacqueline, acompañada del organizador de la recepción, se formó una comitiva que se dirigió al Ayuntamiento, despertando la simpática curiosidad del numero público que circulaba por las calles.

Al llegar a la Casa Consistorial, la señora Obradors y su hijita recibieron preciosos ramos de flores, siendo impresionadas algunas placas fotográficas.

Subió la comitiva al salón grande del Ayuntamiento, tomando asiento la madre adoptiva, agasajada con sus dos hijos, en la presidencia, sentándose a su lado el señor Petxamé y los invitados, honrando a éstos con su presencia nuestro particular amigo don Quintín López Gómez, secretario del Ayuntamiento.

En breves y sentidas palabras el señor Petxamé dio la bienvenida al niño Antoñito, a su madre y demás acompañantes, relatando al público que había invadido el salón, en el que apenas cabía, el motivo de la manifestación, y hablando de la próxima constitución definitiva de la Federación de Padres Adoptivos de Cataluña, a la que el caso Antoñito dio el final impulso.

En nombre de la señora Obradors, emocionadísima, tomó la palabra don José Calbó para agradecer bien sinceramente la cordial y sincera recepción, a la que ninguno de los invitados hubiera podido soñar siquiera. La emoción popular, vibrante, dio a estos momentos una honda solemnidad.

Al levantarse el acto, gran número de madres adoptivas vinieron a saludar y besar a Antoñito, a su madre y a su hermanita, deseándoles la mayor felicidad, después de las larguísimas horas de angustia pasadas.

Bajóse al patio del Ayuntamiento, donde un fotógrafo impresionó placas de los agasajados en compañía de un importante número de hijos adoptivos.

Después se formó nuevamente la comitiva para ir a visitar la Escuela Industrial, visita obligada para todos los que acuden a la simpática villa de Tarrasa y que prueba que la fama que ha adquirido en España y hasta en el extranjero tiene bases sólidas. Bajo la experta dirección del señor Petxamé recorrieron todas las dependencias de la Escuela, describiendo dicho señor las máquinas, de las que hizo funcionar alguna; los varios aparatos, las secciones, y dando interesantísimos detalles de esta benemérita institución.

A la llegada Antoñito fue nuevamente obsequiado con un precioso ramo.

Al regresar, camino de la Casa del Pueblo, el joven don Francisco Jofresa, diligente secretario de la Federación, nos dio algunos detalles sobre la misma.

Nos dijo el entusiasmo con que respondieron la mayor parte de los Ayuntamientos catalanes al llamamiento hecho por el señor Petxamé, así como millares de padres adoptivos.

El próximo jueves quedarán adoptados los estatutos por el que se regirá la Federación y seguidamente ésta tomará estado legal para intervenir cerca de los Poderes públicos con el fin de obtener una legislación que ponga definitivamente a los padres adoptivos al abrigo de continuas zozobras en cuanto a los derechos que puedan tener sobre los hijos que por sus sacrificios han hecho suyos propios.

Numerosas personalidades parlamentarias de todos los partidos han ofrecido espontáneamente su apoyo a tan humanitaria obra. El movimiento ha pasado ya los límites de Cataluña y se han recibido buen número de cartas del resto de España.

El entusiasmo que aportan los señores Petxamé y Jofresa a su humanitaria obra sólo se puede comparar a su desinterés y a su modestia. Gracias a ellos principalmente, es de esperar que pronto existirán leyes que regularán definitivamente una situación a la que se ven continuamente expuestos los que, como el matrimonio Bayla-Obradors, han hecho suyos niños abandonados, y es indudable que ambos señores y la naciente Federación podrán contar con la decidida y desinteresada cooperación de EL DILUVIO en este trascendental asunto.

En la Casa del Pueblo se sirvió un vermouth de honor a los invitados, desfilando continuamente madres y niños que todos querían conocer y besar a Antoñito y a su madre.
En las conversaciones se hacían elogios de todos cuantos han intervenido en la reciente campaña, felicitando a los interesados por su magnífico éxito y desprendiéndose que todos habían seguido, artículo por artículo, todo cuanto se escribió en los varios periódicos de Barcelona, Tarrasa y demás de España y especialmente en EL DILUVIO, que se ve goza de muchas simpatías en la vecina ciudad.

Más tarde nos dirigimos al domicilio del señor Petxamé, que galantemente nos invitó a comer en su casa; dejo de señalar aquí el excelente menú y las mil atenciones recibidas para no ofender la gran modestia de nuestro anfitrión y de su señora, haciendo sólo mención de que la distinguida señora de Morera Ribas, esposa del alcalde, quiso honrarnos sirviéndonos la comida.

Luego volvimos a la Casa del Pueblo a tomar café, siendo nuevamente saludados por infinidad de personas que no pudieron hacerlo por la mañana, en particular por nuestro simpático amigo Samuel Morera Ribas, alcalde de Tarrasa.

A las siete de la tarde y siendo despedidos por la numerosísima Comisión, emprendimos cargados de flores y sobre todo de imperecederos recuerdos, el camino de Barcelona, encargándome la señora Obradors y el simpático Antoñito diera, por mediación de EL DILUVIO, sua más sinceras gracias al pueblo de Tarrasa pot las inolvidables y emocionantes pruebas de interés y cariño que les ha dado a profusión en las pocas horas que tuvieron el gusto de pasar entre sus habitantes.


L. GERTSCH

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