jueves, 2 de noviembre de 2017

Estampa (Madrid. 1928). 5/5/1934, páginas 4 y 5.

LO QUE PIDE LA FEDERACIÓN DE PADRES ADOPTIVOS DE CATALUÑA

Y la decidida actitud de este niño al pretender la ley separarle de sus padres adoptivos, conmoviendo profundamente a las gentes sensibles, ha venido a exacerbar la inquietud de numerosos matrimonios con hijos prohijados. La constante amenaza legal de que los padres naturales reclamen a sus hijos cuando éstos están ya criados, dio origen en Cataluña a la constitución de una Federación de Padres Adoptivos, que preside el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Tarrasa don José Petxamé Tusell.

José Petxamé es un buen obrero tejedor, que adoptó, al advenir la República, una niña de tres años y medio. —Ante la triste realidad de algunos casos — empezó diciéndome cuando fui a verle—inicié una campaña, con el fin de pedir a los diputados que se modifiquen los textos legales del Código, en el sentido de que, transcurridos los tres primeros años de adopción, los derechos de patria potestad sean transmitidos a los que tienen bajo su protección a los niños abandonados, siempre que lo merezcan, claro está.

Los Ayuntamientos de Tarrasa, Sabadell y Mataró tomaron oficialmente el acuerdo de apoyar a la Federación, que hoy tiene una gran importancia, ya que forman parte de ella los alcaldes de todas las ciudades y pueblos de Cataluña, y millares de padres adoptivos. En Tarrasa solamente hay cerca de setenta niños adoptivos y prohijados; cuarenta y cuatro, en Sabadell; ochenta, en Tarragona; en Manresa, sesenta; siete, en San Cugat del Valles; un centenar, en Lérida; cuarenta y nueve, en Gerona...

Las gestiones realizadas hasta ahora por la Federación han encontrado, como es natural, un magnífico argumento en el caso del niño Antoñito. Las gentes se han interesado por este complejo problema al serle mostrado de una manera concreta.

Pero... también se ha exacerbado, por otra parte, el instinto de defensa de las madres naturales que reclaman a sus hijos en los establecimientos benéficos, donde un día los abandonaron.

El documento firmado por los afiliados a la Federación, en el que se pide que se modifiquen los artículos del Código que hablan de los derechos de patria potestad, fue entregado hace unos días al presidente de la Generalidad por seis niñas adoptivas, que rogaron con lágrimas en los ojos al señor Companys que les prestase su apoyo.

LA TRAGICA MUERTE DE UN MATRIMONIO QUE HABÍA ADOPTADO UNA NIÑA

—Si se modificase la ley en el sentido que nosotros solicitamos—asegura José Petxamé—, las Casas de Maternidad se quedarían sin expósitos. A pesar de esto, según los cálculos y datos oficiales que poseemos, en España hay una población de veintiséis mil niños adoptivos y prohijados. No se trata de un asunto sin importancia, ni mucho menos. Es algo muy serio, que requiere una solución humana que evite los frecuentes dramas a que da lugar.

El año 1905—cuenta—recordamos todos los vecinos de Tarrasa la tragedia de un matrimonio que había adoptado a una niña a los diez y seis meses de nacer. La abandonaron sus padres, una familia muy rica que vivía en Barcelona. Se crió la muchacha sana y hermosa, y a los veinte años, los padres desnaturalizados averiguaron donde estaba, y la reclamaron- La muchacha se negó a ir con ellos, llorando, abrazada desesperadamente a sus padres adoptivos. Pero el gobernador civil ordenó su entrega a los padres naturales, que todavía trataron de escarnecer al matrimonio que se habla desvelado por su hija, ofreciéndole en pago unos miles de pesetas, que rechazaron indignados. A las dos semanas moría del disgusto la madre adoptiva, y tres días después enterraban al padre. Y hace un par de años se presentó una señora muy elegante, en un lujoso automóvil, buscando a un niño ya grandecito que abandonó en pañales. Más hábil, se ganó su afecto y simpatía obsequiándolo con dulces, un reloj de oro, cajas de pintura y no sé cuántos juguetes. El chico opuso ligera resistencia al ver la tremenda pena que ocasionaba a los que le habían criado; pero la dama logró escapar con él, enterándose al llegar a Barcelona que la madre adoptiva se había arrojado de cabeza a un pozo...


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