EN TARRASA NUESTRO DIPUTADO DON JOAQUIN BAU LOGRA UN ÉXITO
RESONANTE
También hablaron en este acto los señores Sala, Serrano Jover
y Calvo Sotelo
A las nueve de la
mañana llegaron ayer a Barcelona los señores Serrano Jover y Calvo Sotelo,
acompañados del diputado tradicionalista señor Bau. En la estación, una
multitud inmensa: ovaciones, entusiastas vivas a España y al Bloque Nacional.
Oída Misa en la iglesia
de la Concepción se organizó una caravana de más de 80 automóviles, que se
encaminó a Tarrasa, escoltando a los viajeros.
En Tarrasa, las
agrupaciones en pleno de Renovación Española y Círculo Tradicionalista les
hicieron objeto de una cordialísima acogida.
A las once dio comienzo
el mitin, que se celebró en el teatro Principal.
El teatro estaba
abarrotado de público, que se apiñaba en todas las localidades y en las
diversas dependencias del edificio, a las que una completa instalación de
altavoces llevaba las palabras de los oradores. El público, que estaba poseído
de un entusiasmo indescriptible, hizo objeto de una ovación ensordecedora a los
oradores y a la presidencia del acto, en el momento de presentarse en el
estrado.
EL SEÑOR SALA
Don Alfonso Sala, ex
presidente de la Mancomunidad, hizo la presentación de los oradores, elogió los
Estatutos municipal y provincial, obra del señor Calvo Sotelo, se congratuló
muy especialmente de la nutrida concurrencia de tradicionalistas, y dedicó un
elogio muy expresivo a nuestro diputado don Joaquín Bau, que se sentaba en la
presidencia. Estas palabras del señor Salas fueron acogidas con calurosas
ovaciones y numerosos vivas, que duraron largo rato.
A continuación, hizo
uso de la palabra el señor Torent, que habló elocuentemente del santo amor a la
patria.
EL SEÑOR SERRANO JOVER
Después, el señor
Serrano Jover ponderó los estragos causados por el bienio en toda España, y
singularmente en Cataluña. Examinó la situación política actual, en que unos
grupos de derechos van a remolque de los revolucionarios embozados. Y, en fin,
exaltó la importancia de los valores morales en la sociedad, únicos que,
vivificados por la fe religiosa, pueden salvar al mundo en esta hora de crisis
y confusión. (Fue muy aplaudido.)
EL SEÑOR CALVO SOTELO
El señor Calvo Sotelo
es recibido con atronadora ovación, prolongada largo rato. Declaró que iba fi
tratar del tema «El Estado nuevo y a autonomía catalana». En crisis, no de
arquitectura, sino de cimientos, las instituciones democráticas, según
confesión de Tardieu, hacen falta Gobiernos de competencia, eficacia,
continuidad y autoridad. Analiza estos cuatro requisitos con alusiones
concretas a la política nacional, frecuentemente interrumpidas con grandes
aplausos. Analiza también la obra constituyente; un traje, no moderno, sino de
miriñaque. Por eso es general el clamor revisionista. Pero sólo nosotros
personificamos la revisión Integra; los demás se quedan a mitad de camino.
Queremos una Dogmática nueva y una Orgánica contraria a la actual. En esa
Orgánica no cabe el Estatuto, porque el Estado español en lo político y en lo
económico exige unidad; en lo social y administrativo, variedad.
El orador define su
posición antiestatutista, pero regionalista; admite que se deleguen todos los
servicios no intransferibles por soberanía; pero hoy —dice— no cabe hablar de
autonomía política. Hoy respira el mundo una atmósfera radiante de nacionalismo
espiritual, por exaltación de las glorias señeras de cada pueblo; de
nacionalismo económico y político. El propio marxismo es incompatible con el
autonomismo, porque impone solidaridades extraterritoriales. Pero en España, el
marxismo es acción directa, revolucionaria: Cataluña autónoma sería un coto
marxista, un foco de comunismo donde la burguesía quedaría aniquilada.
El orador habla de la
economía dirigida y del régimen local; dice que el Estado puede conducir a un
centralismo regional, tan absurdo como el regional.
Después del 6 de
octubre, el problema catalán toma otro matiz forzosamente.
Cambó ha dicho; «Hay
que reconciliar a los catalanes con la autonomía; hay que convencer a España de
que el agravio del 6 de octubre no fue obra de Cataluña, sino de unos cuantos
catalanes.» Bien; pero ¿quién asegura a España que esos catalanes no recobran
la representación de Cataluña? ¿Quién garantiza que el sufragio no canoniza
laicamente a Pérez Parras en Cataluña o a González Peña en Asturias? Y aunque
la Esquerra se arrepienta, ¿quién da prenda de su sinceridad y, si la hay, de
su duración? Cambó dice que la historia no se repite. Pero la historia es una
serie indefinida de repeticiones, quizá por lo que el Padre Isla ha dicho de la
falibilidad humana.
Seguirá. No irá el
Poder a la Esquerra, sino a la Lliga. Ni entro ni salgo en la profecía, pero
digo que la autonomía política en manos de la Lliga me inspira tanto temor como
en manos de la Esquerra. La Lliga ha forjado el recelo antiespañol que vive en
Cataluña. La Lliga ha convivido y acompañado a los nacionalistas vascos, cuyo
evangelista es Sabino Arana, que ha escrito páginas inmundas de odio a España y
de deseo de su muerte y destrucción. La Lliga calló durante el verano de 1934,
aunque todos conocíamos—todos menos Samper— los manejos subversivos de la
Esquerra.
La Lliga practica la
teoría de los hechos consumados. Ello la llevó a sumarse el 15 de abril, y la
impulsaría al gesto contrario si hubiese lugar algún día. Y si hubiese
triunfado el 6 de octubre, la subversión secesionista, la habría obligado a
acatarla, cosa de la que no seríais capaces— concluye el orador—ninguno de los
que me escucháis.
Por eso hacen falta
actitudes netas. Hoy no se puede hablar de la autonomía política, como antes de
dicha fecha. Nosotros fuimos opuestos al Estatuto; impugnamos su aplicación;
negamos el voto de confianza a Samper—en julio de 1934—, voto que le dieron con
error bien probado otras fuerzas de derecha; hemos combatido la ley de 2 de
enero, por insuficiente, y hemos censurado la política de represión reflejada
en indultos y ejecuciones entre sí contradictorios. Nosotros decimos que el
problema catalán no logrará así curación. El Estatuto es un vehículo de
desintegración; es un «auto» lanzado por rampa encerada, que cada vez toma más
velocidad y se incluye en el separatismo.
Yo prefiero el
separatista franco al embozado. Acabo de leer un boletín del Bloque Escolar
Nacionalista. Bajo la estrella solitaria proclama sin ambages, como ideal a
conseguir, la independencia catalana. Esos estudiantes serán probablemente
hijos de burgueses de la Lliga. No es posible sembrar un morbo y luego
controlar su expansión. La autonomía política conduce al secesionismo. Como ha
ocurrido en Irlanda.
Pido a los catalanes
sensatos una tregua en su particularismo. El mundo padece el mal de la
atomización. Los Estados microscópicos modernos quitaron a Europa su autoridad
moral. Con el particularismo habría fracasado nuestra unidad. Si los Reyes
Católicos hubiesen convivido con Sabino Arana o Maciá, o los decapitan o no
conquistan Granada, ni descubren América. Cuando el enemigo común acecha
nuestras puertas para robarnos la santidad del hogar, el patrimonio ganado y la
misma dignidad, es torpe y aun criminal entretenerse en localismos enanos cimentadas
sobre interpretaciones históricas falseadas. Hay que salvar a España, y
Cataluña debe aprestarse a ello. Cataluña, «cielo claro, tierra jocunda, mar
alegre», Cataluña, patria del Seny, lucidez de espíritu, virtud del trabajo;
Cataluña, idioma musical y egregio, tradición vibrante, florón predilecto de
las Españas, debe aportar su esfuerzo al puesto de honor de la brecha; su voz,
sus brazos, su corazón, su cerebro, con cariño, con hegemonía inclusive, que
todo lo aceptamos, si es para servir a España. Porque España en ruinas,
Cataluña será puro escombro, y Cataluña destruida, será la ruina de España.
DESPUÉS DEL ACTO
Al terminar el señor
Calvo Sotelo, las ovaciones se repiten incesantemente. Antes de salir, el señor
Calvo Sotelo y el señor Serano Jover fueron saludados por numerosas Comisiones
de afiliados a Derecha de Cataluña y al Tradicionalismo, de Gerona, Barcelona,
Lérida, Villanueva y Geltrú, Sitges, Vich, Granollers, Arenys de Mar y otra
infinidad de poblaciones que, en número crecidísimo, habían concurrido al acto.
Los Ferrocarriles
Catalanes y la Compañía M. Z. A. habían organizado servicios especiales para
los concurrentes.
Al terminar el mitin,
una gran parte de los asistentes se trasladó a la amplia nave de una fábrica
tarrasense, donde se había dispuesto el banquete. Al cual, excelentemente
servido, concurrieron más de mil comensales. Al final del mismo hicieron uso de
la palabra un representante de «Derecha de Cataluña», de Tarrasa, el señor
Matalonga; otro de Barcelona, el señor Joaquinet, y a continuación se levantó
el diputado tradicionalista señor Bau, que hizo un discurso felicísimo de
palabra y de concepto, haciendo un elogio de la cordialidad entre los afines y
señalando su compenetración con el Bloque Nacional. Fue aplaudido calurosísimamente
y saludó con numerosos vivas al Tradicionalismo, al Bloque y a Derecha de
Cataluña.
A continuación,
hablaron nuevamente el señor Sala, don Alfredo Serrano Jover y don José Calvo
Sotelo, para agradecer el agasajo y proclamar su fe en el triunfo de las ideas
que el Bloque Nacional ha venido a sembrar por todas las tierras de España.
Al terminar los
discursos, el Orfeón de la Juventud Tradicionalista de Tarrasa cantó algunos
himnos, que fueron aplaudidos por toda la concurrencia con el mayor entusiasmo.
Terminado el banquete,
los señores Calvo Sotelo, Serrano Jover y Bau, con algunos de sus acompañantes,
visitaron los Centros Tradicionalista y de Renovación Española de Tarrasa,
pronunciando en ambos algunas breves palabras, que fueron acogidas con las más
vivas demostraciones de entusiasmo.
En el expreso de la
noche regresaron a Madrid los señores Calvo Sotelo, Serrano Jover y Bau, a los
que despidieron en la estación varios centenares de personas, que a la salida
del tren saludaron a los viajeros con una estruendosa ovación y vivas a España
y al Bloque Nacional.
En Reus se repitieron
las manifestaciones do entusiasmo. Una concurrencia extraordinaria esperaba el
paso del tren. Los expedicionarios se vieron en la precisión de dirigir algunas
palabras a la concurrencia, que los despidió con las mismas manifestaciones de
simpatía y de esperanza que los que habían acudido a la estación de Barcelona.
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