Morano abandonó
muy Joven la casa paterna y se enroló en una compañía que iba a América,
contratado como segundo apunte. Dos meses después de esta escapada, decisiva en
el curso de .su vida, y como cayera enfermo el galán del elenco, el muchacho se
ofreció, audaz, a sustituirle: «Yo soy capaz de hacer su papel—dijo al director
de la compañía—; no sólo por razón de mi oficio de traspunte; también por mi
afición de actor me lo sé de memoria.» Desde entonces hasta el viernes de la
semana pasada—último día que pisó un escenario, en Tarrasa, al frente de su
compañía—D. Francisco Morano había trabajado siempre en primera línea como
figura principal, no ya exclusivamente de, las compañías en que estuvo
contratado —Lara, Comedia, María Tubau, Carmen Cobeña, etc.—, que encabezó con
su nombre y dirigió_ con su enérgico talento, sino también de la escena total
española. Morano ha constituido hasta ayer mismo, con Enrique Borras, y ambos,
con Ricardo Calvo y Emilio Thuillier, el bloque culminante de nuestros primeros
actores dramáticos, sin que nadie osara disputarle ese lugar que por derecho
propio todos le reconocían en el teatro de nuestro tiempo.
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