lunes, 18 de diciembre de 2017

El Diluvio, Edición del domingo 1 de julio 1934, página 11

Un individuo consigue apoderarse en la puerta de un Banco de 38.000 pesetas, acusando de timador al cajero de una fábrica.

Ayer, minutos antes de la una de la tarde, se llevó a cabo un audaz timo del que fue víctima el cajero de la fábrica Manufacturas Textiles, S.A. de Tarrasa.

A la expresada hora se presentó a la pareja de guardias de asalto que prestaba servicio en el Banco Hispano Americano de la calle de Fontanella un joven elegantemente vestido y que, diciéndoles que era familiar de una persona que ocupa un alto cargo en la Comisaría de Orden Público, les rogaba se pusieran a sus órdenes para proceder a la detención de un individuo.

Dijo a los guardias el joven en cuestión que en aquel momento un individuo acababa de cometer un timo que importaba cerca de 40.000 pesetas en el interior del Banco. Les añadió que si se intentaba su detención en el interior del establecimiento bancario podría suscitarse una alarma que debía evitarse y, además, había el peligro de que el timador a que aludía tuviese algún cómplice y entonces le entregara a aquél el dinero y a pesar de detenérsele, no pudiera recuperarse la cantidad timada.

Los guardias convencidos por aquel individuo, se dirigieron hacia la puerta del Banco, en espera de que les fuese señalado el individuo para detenerle.

A los pocos minutos se les acercó el que les había avisado y les ordenó que procedieran a la detención de un señor que en aquel momento se disponía a salir del Banco. Así lo hicieron los de asalto cogiendo cada uno de ellos por un brazo al individuo denunciado, que no opuso resistencia, aun cuando protestó de ello. Pero no le valieron de nada sus súplicas y las explicaciones que pretendía dar a los del cuerpo de seguridad. El que lo había denunciado se aproximó a ellos diciéndoles que lo esposaran y mientras los guardias cumplimentaban la orden, aquel individuo procedió a registrar los bolsillos del detenido procedió a registrar los bolsillos del detenido, apoderándose de su cartera en la que guardaba su documentación y un voluminoso fajo de billetes del Banco de España.

El denunciante, a pesar de las protestas del detenido, que decía ser persona honradísima, ordenó a los agentes de la autoridad que el detenido fuese trasladado a la Comisaría general de Orden público, añadiendo que él iba con ellos.

En principio el detenido se negó a cumplir la orden de los guardias y entonces el joven que había ordenado se detención le dijo que siguiera si no quería que le costara cara la desobediencia.

En vista de ello éste obedeció y todos juntos se dirigieron a la Comisaría aludida. El detenido fue conducido esposado por los guardias.

Al llegar a la puerta de una de las escaleras de la Comisaría general el joven que se dijo familiar allegado de uno de los que ocupan altos cargos en la Comisaría dijo a los guardias.
-Suban a este individuo al despacho del jefe de los servicios.

Y al decir esto dejó que pasaran ellos delante.

Tan pronto como empezaron a subir las escaleras los dos guardias con el detenido, el individuo joven se dirigió hacia la calle y con la cartera del detenido desapareció con todo el dinero.

Al llegar el detenido al despacho del jefe de los servicios de la Comisaría general se pudo comprobar que acababa de ser víctima de un timo audaz y atrevido.

El detenido explicó y pudo comprobar que era el cajero de la fábrica antes mencionada u que por ser la fiesta mayor de Tarrasa había decidido no molestar a ninguno de los cobradores de la fábrica y venir él personalmente a Barcelona para cobrar las 38.000 pesetas que le acababan de ser entregadas.

Uno de los guardias manifestó que el timador era un individuo que él tenía muy visto y que de encontrarle lo reconocería.

La policía comenzó a practicar gestiones para detener al timador.


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