martes, 19 de diciembre de 2017

El Sol (Madrid. 1917). 3/7/1934, página 9.

Como su novia necesitara dinero para obtener el título de profesora de piano, realizó el timo de que fue víctima el cajero de una entidad industrial

Declara que ella le había prometido no abandonarlo en caso de ser detenido

BARCELONA 2 (11 m,). —La Policía de la Generalidad ha obtenido un éxito con motivo de la detención del autor del timo de que el sábado fue victima el cajero de la Sociedad Manufacturas Textiles de Tarrasa, a quien le sustrajeron 38.000 pesetas cuando salía del Banco Hispano Americano.

El jefe de los servicios, D. Miguel Badia, desde el primer momento tuvo la impresión de que el autor del timo, por conocer muy bien la Comisaría general de Orden público, podía ser detenido fácilmente. Cotejando mentalmente las señas de los detenidos que han desfilado por la Comisaria general, el esfuerzo, de momento, resultó ineficaz. El Sr. Badía recordó a un individuo que frecuentaba la Comisaría por dedicarse a la venta a plazos de libros entre los funcionarios del Cuerpo de Vigilancia, y que tenía las mismas señas que el autor de la estafa, y ordenó que se le detuviese para efectuar una diligencia de comprobación. Encargó de dicho servicio a su secretario particular y al rondín especial que manda el señor Sancho.

Hasta las cuatro de la madrugada del domingo, el individuo que se buscaba no fue encontrado. En el transcurso de tres meses se había hospedado en siete casas distintas, y por ello los trabajos para su detención resultaron difíciles. A dicha hora se pudo averiguar que podía ser encontrado en el domicilio de unos parientes suyos que habitan en la calle Nueva de la Rambla, 83, Efectivamente, allí lo detuvieron.

Trasladado a la Comisaria general de Orden público, dijo llamarse José Roig Carrasco, de veinticuatro años natural de Cartagena, hijo natural del ex comisario de Vigilancia del Estado D. Salvador Roig, que hace cuatro años mandaba la brigada de Investigación criminal, habiendo desempeñado también la jefatura de la Delegación de Policía del puerto. El Sr. Roig, por aquella fecha, fue sometido a un expediente, que dio por resultado su expulsión del Cuerpo.

Naturalmente, el detenido conocía admirablemente a situación del edificio donde está instalada la Comisaria. y al ser interrogado por el Sr. Badía se confesó de plano autor de la estafa, y dijo que casi todo el dinero lo había entregado a su novia, cuyo domicilio facilitó.

Diversos agentes se trasladaron a este último domicilio, situado en la calle de Nápoles, y detuvieron a la novia, de diecinueve años. Contestando a preguntas que se le hicieron, manifestó que, efectivamente, su novio le hizo entrega de 37.000 pesetas. Añadió que ignoraba el origen de la cantidad.

Entregó sólo 36.600 que tenía en su poder.

Trasladada a la Comisaria, ingresó rigurosamente incomunicada en un calabozo.

Declaró también la detenida que había perdido las 125 pesetas que sus padres le dieron para pagar unos derechos de reválida y que se las pidió a su novio, quien le hizo entrega de la cantidad expresada. Las pesetas que faltaban las gastó en comprar un vestido para una niña que tuvo con su novio. Agregó que en el caso de no conseguir la cantidad para los exámenes tenía ideado no examinarse hasta el próximo año, por lo que diría a sus padres que hasta entonces no le daban el título. No se enteró del timo realizado por su novio hasta por la noche, en que leyó los periódicos. Su novio le confesó su delito.

Roig declaró que había cometido la estafa inducido por su novia. El viernes, ésta le manifestó que necesitaba dinero para obtener el título de profesora de piano y él le prometió buscarlo, aunque tuviese que cometer un delito. Para ello obtuvo de ella la promesa de que si tenía la desgracia de ser detenido e ir a la cárcel, ella le continuaría queriendo, José salió a la calle el sábado dispuesto a encontrar el dinero, fuese como fuese, e ideó el timo del que el sábado dimos cuenta.

Manifestó también que pensaba salir hoy con su novia con dirección a Francia, cuya nación conocía por haber residido en ella en distintas ocasiones. Por cierto, que se cree que si lo hubiese intentado hubiera sido detenido en la frontera o al embarcar en algún buque, pues se habían tomado todas las precauciones.

El Sr. Badía se mostraba muy satisfecho del resultado de los trabajos y dijo que aceptaba las felicitaciones.

(Febus.)


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