domingo, 29 de julio de 2018

El Siglo futuro. 8/4/1935, n.º 8.492, página 1.


Víctor Pradera pronuncia un elocuente y vibrante discurso ante un público entusiasta que le aclama

Disertó acerca del tema “La verdadera Cataluña”

TARRASA, 8. —En el teatro Principal se h a celebrado el anunciado acto en el que nuestro correligionario el vocal del Tribunal de Garantías don Víctor Pradera pronunció un elocuente y vibrante discurso ante un público numerosísimo que le aplaudió con entusiasmo.

 Disertó el señor Pradera acerca del sugestivo tema «La verdadera Cataluña».

UN COMENTARIO

Comenzó diciendo que la cordial acogida y los anticipados aplausos que se le tributaban le excusaban de justificar su presencia en una tribuna alzada en tierra catalana. Para hablar de lo que es común a todos los españoles, a todos asiste el derecho, en cualquier lugar de España. Le parecía tan claro esto, que sólo un intento de monopolio de propaganda política en Cataluña, insinuado por Cambó al suponer que los oradores extraños a ella la sometían a un régimen colonial, le movía a hacer un comentario. Negó a Cambó toda autoridad para emitir tal juicio, máxime cuando reconoció que a la realidad hispánica estaba inexorablemente unida Cataluña, lo que recientemente ratificó Ventosa al confesar la existencia de una solidaridad entre España y Cataluña.

LA TRADICIÓN PROPIA

Apoyado en aquella realidad y esta solidaridad, iba a hablar de Cataluña en su relación con España; preguntándose primero por la confusión de los tiempos qué eran España y Cataluña. Después de negar que estuviesen constituidas por una o por varias generaciones, y de poner de manifiesto que un pueblo tiene una unidad no estática, sino dinámica, es decir, sucesiva y en el tiempo, en que el elemento de unidad no podía ser una idea abstracta, ya que los pueblos se distinguen por propias fisonomías, concluyó diciendo que su unidad debía hallarse en hechos trascendentales que se transmitiesen del pasado al presente para sobrevivir a éste, y en que se plasmasen los principios de sociabilidad. Estos hechos trascendentales constituían en su conjunto la tradición. Luego para conocer lo que era Cataluña había que acudir no al pensamiento de una o varias generaciones más o menos fielmente expresado, sino a su Tradición propia.

PERSONALIDAD PROPIA

En una síntesis de los más trascendentales acontecimientos de la historia catalana presentó a Cataluña como la provincia Tarraconense, con personalidad propia, pero unida al resto de la península Ibérica; reforzándose la unión durante la Monarquía goda al punto de que el Fuero Juzgo era la ley de Cataluña, que vivía en el seno de lo que San Isidoro llamó la «Mater Spania». Deshecha la unidad nacional por la invasión de los árabes, Cataluña, como las demás regiones, actuando bajo el mismo espíritu, inició su reconquista. Necesitando para ella auxilio ajeno, quienes se lo prestaron la sujetaron a su dominación, reconociendo ello, no obstante, su verdadera condición al llamarla «Marca hispánica». A pesar de vivir en la servidumbre de los francos cerca de dos siglos, Cataluña los sacudió, y en el periodo de su independencia anudó la vida nacional con las demás regiones españolas. Los «Utsages» son complemento del Fuero Juzgo; en la noche triste de Zalaca lloraron juntos el Rey de Castilla y el conde de Barcelona; los Berengueres, a su título de conde de Barcelona añadieron el de marqués de España. No importó que transcurrieran más de dos siglos en estado de independencia. Cataluña cayó del lado de España al unirse a Aragón, y unidas, se vieron entrelazados los pendones de Castilla la gloriosa, de Aragón la excelsa y de Cataluña la dominadora de los mares, en Almería, en las Navas y en el Salado, entre otros gloriosos fastos. Y en el alborear de la Edad Moderna todos los reinos españoles unieron para siempre sus destinos. Desde entonces, salvo una excepción, ni un estremecimiento de inquietud, ni un momento de duda acerca del carácter de patria común que tenía España surgió en territorio español, y cuando a principio del siglo pasado parecía que iba a naufragar la unidad nacional, las regiones todas la sacaron incólume del naufragio. Al Corpus de sangre, con su consiguiente efímera incorporación de Cataluña a Francia, se le ha dado por los escritores nacionalistas una equivocada significación, porque sesenta años después Cataluña quería seguir bajo el régimen de los Austrias y no de los Borbones, y en 1793, a los ofrecimientos de la Convención de ayudarla a conseguir la independencia, contestó invadiendo el Rosellón bajo el mando glorioso de Ricardos. Por una vez Cambó ha acertado. La realidad hispánica es un hecho definitivo, y aunque dicho con la frialdad de un contable y no con el fervor de un patriota, hay que aceptar su juicio acerca de la imposibilidad de que Cataluña subsistiese independiente y fuera de la órbita de España.

¡LA LLIGA NACIONALISTA!

No se comprende, después de reconocerlo, -que la Lliga se llame nacionalista. Para justificar esta conclusión, el orador examina el concepto de nación, las notas que le son propias, y va rebatiendo—aparte demostrar la contradicción existente entre la imposibilidad de mantener la propia independencia y el concepto de nación— las doctrinas nacionalistas fundadas en independencia anterior, en la personalidad, en la lengua, en la cultura y en la raza.

Trató a continuación del problema de la lengua, haciendo la afirmación de que lo que hoy se denomina castellano no fue lengua privativa de Castilla, sino a la vez catalana y navarra. Leyó al efecto documentos dirigidos a los catalanes por Jaime I y Alfonso V, en castellano, que el acta de Cortes de 1416 llama «lengua vulgar», y un fragmento de carta privada, único documento de esta clase encontrado por Rubio y Lluch, escrito en castellano. Rechazó por ello que el castellano constituya para los catalanes «la marca del esclavo», y recordó que los catalanes llevaron el castellano y el catalán a los pueblos que conquistaron: Sicilia, Nápoles, Grecia y Cerdeña; terminando por condenar como execrable la lucha civil entre dos lenguas hermanas, fomentada criminalmente por algunos malos catalanes.

CATALUÑA ES UN FRAGMENTO DE NACIÓN

De todo ello dedujo que Cataluña no era nación, sino un fragmento de nación, que podría ser considerada, dando a la palabra este sentido estricto, como una nacionalidad que busca a los demás fragmentos nacionales par a constituir la nación. Así se conciliaban la unidad y la variedad, la personalidad nacional y las personalidades regionales; la ley fundamental del Estado y las autarquías ferales tradicionales, surgidas de las entrañas mismas de las regiones, y no concesión absurda del Poder central como el Estatuto. La España tradicional habría resuelto este problema haciendo que el Rey de España, principio de unidad, fuese al propio tiempo conde de Barcelona, principio de un modo de vida interior diferente.

Terminó complaciéndose de que, en Cataluña, ante las tremendas lecciones recibidas, se vuelva a su verdadera tradición. Comenta a estos efectos la imprecación de Valls y Taberner a los catalanes para que salven a Cataluña «salvando dentro de ella el sentimiento «ancestral» del patriotismo español», y dice que salvar en esa forma a Cataluña es salvarla como ella es: catalana y española, y que será tanto más catalana cuanto más española sea, y tanto más española cuanto más catalana fuere.

El señor Pradera, que fue muy aplaudido en diversos párrafos de su discurso, escuchó al terminar una gran ovación.

No hay comentarios: