sábado, 10 de febrero de 2018

El Siglo futuro. 12/9/1934, n.º 8.316, página 2.

Lo de Olesa de Montserrat

LA PRENSA DE ANOCHE

Para que nadie pueda creer que hay parcialidad en nuestros relatos, nos complacemos en recortar lo que, coincidiendo con nosotros, decía ayer, periódico de tan distinta ideología a la nuestra, como «La Noche».

Helo aquí:

«El espectáculo de unos Jóvenes y un sacerdote, cruzando, en caravana de presos, por las vías más céntricas de la ciudad, no es plausible. Dejando de lado que todas esas excursiones de los tradicionalistas son harto viejas y harto conocidas, para otorgarlas, a estas alturas, alcance de gran descubrimiento, ya que Incluso durante la Monarquía se sabían Y se toleraban; no debió paseárseles por la ciudad; renovando procedimientos inquisitoriales en el siglo XX.

Si se estima que los detenidos delinquieron, hizo bien la Policía en detenerles, pero hizo mal en exponerles a cualquier agresión del populacho. Era una crueldad basta para los que somos más refractarios al tradicionalismo.

La Policía ha de velar por el orden público y no le está ni medio bien que lo perturbe con desfiles que desdicen de la época en que vivimos y que eran perfectamente evitables. Por el honor de la República, hechos así no debieran repetirse.»

Tambien el corresponsal en Tarrasa de «El Noticiero Universal» coincide con nuestra información al referir los hechos. Véase lo que dice dicho periódico de las noticias recibidas de dicho corresponsal:

«Nuestro corresponsal en Tarrasa nos comunica, que, entre los detenidos en el bosque denominado Can Tubella, en Olesa de Montserrat, figuran dieciocho tarrasenses, añadiéndonos que ese «aplec» se viene celebrando desde hace mucho tiempo, concurriendo vecinos de los pueblos próximos, especialmente de Tarrasa y Manresa, en unión de sus mujeres y niños.

Estos quedaron en libertad al practicarse las detenciones.

En cuanto al sacerdote también detenido, nos informa que se trata del capellán de la Colonia Gomis, y fue al «aplec» para celebrar una Misa que le había sido encargada, verificándose su detención cuando ya se retiraba de regreso a la expresada colonia.

LA DETENCIÓN DEL SACERDOTE

En el momento de ser detenido el sacerdote ocurrió una escena que impresionó a todos los que la presenciaron, menos al señor Badía y sus agentes. Varios niños, a los que el sacerdote instruye, al ver qué le maltrataban, se echaron a llorar con verdadero desconsuelo. El auxiliar de la escuela se adelantó entonces, generosa y virilmente, y les dijo, a los guardias:

—Deténganme a mí, y no a ese sacerdote, que nada ha hecho.

Pero no hubo apelación. Era preciso detener a un cura.

NUESTRA PROTESTA

Protestamos enérgicamente contra los crueles y bárbaros atropellos de que han sido víctimas nuestros correligionarios y contra el proceder arbitrario y despótico de quienes ordenaron las detenciones y prepararon el bochornoso espectáculo que el domingo tuvo que presenciar Barcelona, impropio de un país civilizado; pero tengan presente que nada es eterno en este mundo y que a todos los déspotas les suele llegar su hora, la hora de rendir cuentas de sus desmanes y de caer estrepitosamente al impulso de las iras populares. Y tal vez este momento esté más cerca de lo que ellos se figuran.



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