El caballo de Atila
¿Te acuerdas, lector, de aquellos
furibundos artículos que se escribieron, no hace mucho, contra Cataluña, cuando
la Generalidad dispuso que mientras tuvieran trigo en sus paneras los
agricultores de aquella región no se permitiera su importación del resto de
España?
No hace tanto de esto; la prensa de
Castilla y de Extremadura se distinguió por la violencia de sus ataques. Lo
menos que se llamó a Barcelona fue separatista, y lo menos que se propuso fue
que los paños de Tarrasa no se adquirieran en Castilla, para dar la réplica a
los catalanes.
Bueno: pues la "Gaceta"
acaba de publicar un decreto del Ministerio de Agricultura dando la
preferencia—casi será mejor decir la exclusiva—a las provincias limítrofes a
Madrid para surtir de trigo a la capital. Espero que los periódicos que
tacharon de separatistas a los catalanes no dejen de adjudicar el mismo título
a los madrileños. Si no lo hacen, no serán justos.
Ahora deben ser los periódicos de
Castilla la Vieja quienes insulten a las gentes de Castilla la Nueva, que les
ciega el principal centro de consumo.
Y si esta vez no diputamos
separatistas a los madrileños, me atrevo a esperar que cuando en agosto vuelva
la Generalidad de Cataluña a dictar una disposición de tipo semejante para
proteger a los payeses, tengamos el buen gusto de callarnos.
Porque lo que está mal, lo está
hágalo Madrid o Barcelona, y no puede aplaudirse o silenciarse a la primera lo
que se censura a la segunda de estas capitales.
La verdad verdadera es que tan mal
está lo uno como lo otro, y que no hay derecho a hacer de mejor condición a los
labradores de Cáceres y Valladolid que a los de Ávila y Segovia, y a los de
Cuenca que a los de Ciudad Real.
Todo ello es uno y lo mismo: un intervencionismo
estúpido del Estado, que, en eso, como en lo demás, va a acabar con la
producción y el trabajo nacionales.
¿Cuándo despertará el campo de este
mal sueño? ¿Cuándo volveremos a producir y vender libremente, como producíamos
y vendíamos antaño?
¿No está ya convencido todo el mundo
de que la intervención del Estado es como el caballo de Atila, que donde pisa
no vuelve a salir hierba?
CAMPESINO
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