miércoles, 3 de octubre de 2018

La Crònica de Valls (Valls) (11/05/1935) Pàgina 6


Prevenciones contra atracos, atentados y sabotages

Es grave y constante preocupación de las Autoridades, ver de poner fin a la vergonzosa industria de los atracos que Barcelona, más que parte alguna, viene sufriendo. Mucho se ha hecho, pero hay que llegar a limpiar por completo esa plaga, que denigra y desmoraliza a la Ciudad. El robo a mano armada no solo es un delito, sino que además suele dar lugar a los más execrables asesinatos. Y sobre esto aún encierra la enorme trascendencia, de que con ellos se nutren las cajas de los Sindicatos clandestinos, y con su producto se pagan los atentados, los sabotajes, nuevos atracos, y se prepara y se da fuerza a la Anarquía y a la Revolución Social. Cada atraco que se comete sirve de subvención a la F. A. I. y a la C. N. T. para sus odiosas finalidades, y el caudal así reunido es el arma principal que esgrimen para reclutar ejecutores pagados, para darles medios en su lucha contra los patronos y contra las Autoridades.

Debe meditar sobre esto la clase patronal para que por ciudadanía y por egoísmo coopere de la más eficaz manera a extirpar esa lepra.

Si en hechos como el de la calle de Trafalgar se ha dado ejemplo de civismo nobilísimo y digno de los elogios y recompensas que se tributaron, recientemente se dio el caso de un atraco cometido en Tarrasa en el cual los atracados pasaron por delante de un Teniente, y de una pareja de la Guardia Civil a los que, lejos de pedir auxilio, saludaron para que les dejaran paso y lo mismo hicieron al tropezar después con nuevos Agentes de la Autoridad. Y aún llegaron a más: A pesar de haber estado casi una hora en comunicación con los atracadores uno de ellos sentado en la delantera y el otro dentro, se han negado a dar la menor seña personal ni ningún detalle que pudiera descubrir a los autores del robo, negándose también a reconocer-los en el álbum de fotografías que se les presentó; ni siquiera a examinar éstas.

El miedo a las amenazas de muerte no es bastante para explicar tan lamentable conducta que detiene la actuación de la Policía, que la hace imposible y que envuelve, ciertamente, una verdadera complicidad con los criminales.

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